Doloroso alivio (parte 2).
Historia de: Boyslove, fantasía, Vampiro con Demonio Kate (íncubo).
No noté cuando pude descansar sin que el dolor me consumiera, tampoco percibí los brazos del rey acunándome y atrayendo mi cabeza a su pecho. O sus palabras, cuales quiera que fueran, que acabaron vagando solitarias entre mis pensamientos que alborotados, no dejaban de atormentarme, temiendo por el castigo que se avecinaba y más aún con la tristeza de que había traicionado a mi corazón.
Fui un animal, una bestia. Alguien a quien desconocía, pero que al parecer habitaba en mi interior, lleno de lujuria y esperando salirse con la suya.
Dolía admitirlo, odiaba el hilo que mis pensamientos seguían, pero aunque ya no había dolor, ni yo me encontraba sobre el rey, el deseo seguía allí, latiendo, haciéndome consciente de cada centímetro donde la piel del rey me tocaba. No obstante, mi visión aún no funcionaba y estaba comenzando a asustarme. Los brazos del rey a mi alrededor ahora se veían como un naranja clarito, lo mismo el resto de su cuerpo y la habitación al igual permanecía oculta tras un velo negro que me impedía ver más allá. Dos pruebas de que esto no había acabado.
Intenté liberarme de sus brazos, alejarme y poner tanta distancia como pudiera entre nuestros cuerpos desnudos y agitados o al menos creía que el rey estaba agitado, su pecho se elevaba tres veces más por minuto que las pocas respiraciones que los vampiros toman diariamente, pero quizás, solo era yo buscando un indicio de que algo había cambiado entre nosotros.
Por desgracia, el rey me atrapó entre un gran abrazo que impidió poner esa distancia que yo tanto necesitaba.
—Quédate— su voz fue apenas un murmullo, pero aunque hubiese optado por gritar, no tendría ni de cerca el mismo impacto que su voz ronca y lujuriosa tuvo sobre mí en ese momento. Me hizo estremecer, provocó que quisiera otro encuentro, agitó los recuerdos de como se sintió sentir su interior apretado rodeándome, me hizo desearlo sin importar que hace unos segundos hacíamos exactamente eso y lo peor, me hizo sentir que nunca me cansaría de esto. —Aún no acabamos.
Tragué grueso, mi interior bullía de miedo y deseo. Miedo porque sabía que no me saldría con la mía, había atacado al último rey de Ámeric, lo sometí a mi antojo. Y a la vez deseo, porque ansiaba con todas mis fuerzas volver a ese instante cuando oí por primera vez sus gemidos contra la almohada.
—Necesitaré sangre, Arder, puedes ver que mis tonos son demasiado claros y no podré seguir controlándome a menos que obtenga alimento— entendí que se refería a como lo veía, el naranja era demasiado clarito y recuerdo que Marcus lucía un rojo tan intenso como la sangre ¿Era eso? ¿Su sangre era el conducto de calor que el rey dijo que detectaría...mi fuente de calor?
Por amabilidad, por torpeza o imprudencia, no supe qué, pero estiré mi garganta ofreciéndome como su alimento mientras decía:
—Por favor— lo dije antes cuando mi cuerpo entero ardía y lo decía ahora, sintiendo que si él no se alimentaba de mí sufriría el mismo dolor.
El rey no dudó, tomó mis palabras como un ofrecimiento. Él me volteó sobre mi costado y presionó su pecho a mi espalda, lo sentí bajar, la diferencia de mi estatura mucho más baja que la suya complicaba su alcance a mi garganta para alimentarse, pero quedaba en un perfecto ángulo para que empujara su dureza dentro de mí de la misma forma que yo hice con él.
Sus labios lamieron mi garganta, jugaron con mi pulso, bajos gemidos huyeron de mis labios desesperados por enseñarle que lo deseaba, fue una tortura sentir sus labios y no sus colmillos, pues conocía la sensación, Travis se alimentó de mí una vez y fue una de las mejores sensaciones de mi vida.
—Por favor— supliqué, pero no me mordió, Víctor decidió jugar un poco más con su lengua sobre mi garganta, me hubiese gustado decirle que no se juega con la comida, mucho menos cuando esta desea más que nada ser comida, entonces metió una pierna entre las mías, nuestras pollas una encima de la otra y deslizando una mano sobre mi cintura tomó nuestras pollas juntas y apretó con la fuerza justa y luego comenzó a masturbarnos, su mano deslizándose de arriba a bajo, sin apretar más, demasiado lento, demasiado tortuoso para mí que deseaba esto con mi vida.
—¿Te gusta arder, Arder? Fuiste demasiado malo conmigo, fuiste una bestia, así que ahora arderemos juntos ¿Estás listo?— no fue una pregunta, no una verdadera, él lamió mi oreja y mordió mi garganta como una bestia, un animal y no me moví, gemí y disfruté pues me estaba devolviendo lo que yo le había hecho.
Su mano también se movió con más empeño, tan delicioso que no podía decidirme entre ella o sus colmillos.
Lo sentí succionar, su color se reanimó adoptando un rojo igual al de Marcus y poco a poco el velo se fue desvaneciendo, enseñándome la habitación, enseñándome el cuerpo del rey y el mío, juntos y disfrutando de un placer prohibido.
Mientras me mordía y nos frotaba juntos utilizando su mano cerrada en puño como si fuera un hoyo apretado, comprendí que hice lo que con tanto miedo había esperado postergar.
La consumación de este matrimonio.
Nos casamos, sí, pero no significaba nada para mí, yo tenía a Travis, tenía a Gábriel, no quería ni deseaba a Víctor, pero esto sellaba mi destino. Yo mismo me entregué al rey, yo consumé nuestro matrimonio, no él, que siempre tan honrado jamás me había tocado.
Separó sus colmillos de mí, ese poder al que tanto le temía estaba de regreso y lo utilizó con fuerza bruta al empujarme boca abajo, lo sentí subírseme encima, su cuerpo mucho más grande aplastándome con una deliciosa sensación. Él no fue torpe, él separó mis nalgas, repartió besos en mi espalda y se tomó la molestia de decir "Respira, esposo", antes de empujar en mi orificio.
El arder me hizo retorcer, vi mis manos convertirse en garras, dos gigantescas y huesudas cosas negras que se parecían a unas alas me privaron de la visión del rey, solo pude ver la almohada debajo de mí y cuando él empujó más, sin compasión cerré los ojos y mordí esa misma almohada que minutos atrás él había mordido.
Empujó de nuevo, un gruñido salió de mi garganta, un segundo estaba doliéndome, quejándome y hasta removiéndome y al siguiente comencé a gemir, a apretar la almohada para controlar mi placer, para no avergonzarme pidiéndole al rey, a mi esposo que quería más duro, que anhelaba que me lo hiciera de la misma forma que yo.
Brusco, sin compasión.
Y lo entendió, mi boca se hizo agua y con cada empujón el calor fue creciendo desde mi estómago, estaba teniendo sexo, estaba recibiendo al rey dentro de mí, ahora era su esposo y me gustaba tanto, tanto cómo me lo hacía. El rey era tan grande, me quitaba el aliento con cada embestida, me hacía querer olvidar de mis crush crush y quizás más tarde lloraría, pero ahora quería más y más de sus embestidas.
. . .
El rey cayó a mi lado y esta vez yo lo envolví con mis brazos, él dejó un beso en mi mejilla salada y estiró su mano acariciando mis alas.
Un momento...
Miré a mis lados, las dos extremidades negras y huesudas cuyas puntas se veían amenazantes y filosas salían de mi espalda extendiéndose a cada lado como dos pequeñitas alas que se doblaban debajo de mí para que pudiera rodear a Víctor con mis brazos.
—Eres un demonio Kate, Arder, no me equivoqué respecto a ti— me dio un beso en la boca, las emociones ya se iban desvaneciendo, así que no sentí nada con sus labios moviéndose para reclamar cada centímetro de mi boca, incluso mi lengua, pero aún así le correspondí y cuando nos separamos mis mejillas volvieron a arder con su vergüenza natural.
—¿Soy un demonio Kate?¿Un...un demonio real? ¿Pero cómo? — toqué mis pequeñas alitas que por su pequeños tamaño me recordaron a las de Cambi cuando era un bebé y deslicé mis dedos por ellas. Un gemido ardió entre mis labios y quité rápido la mano. Fue por un instante, tan rápido como un pestañeo, pero el placer me había recorrido con la misma intensidad que cuando el rey estuvo dentro de mí, incluso mi polla, agotada por tanto esfuerzo, se retorció ante esa deliciosa sacudida.
—Supongo que nunca sabremos como lograste sobrevivir, los demonios Kate se extinguieron hace tiempo, las Grieras se encargaron de eso, pero no te preocupes, sé todo sobre ellos y te ayudaré. Empezando por entrenar esta cosita linda de aquí — metió la mano entre nuestros cuerpos y sacó una cosita de no más de veinte centímetros de largo, de color negro y con punta de flecha. —Dile hola a tu colita, Arder.
¿Mi colita?
Mi boca se abrió y el rey empujó mi mandíbula hacia arriba para que la cerrara.
¿Qué estaba pasando aquí?
—También tienes garras, pero solo salen cuando tus emociones son incontrolables. — como recién...juro que ví dos pares de garras salir de mis manos cuando el rey me estaba...ay no...ay no.
—Tengo cola y alas y garras— me senté y bajé rápido de la cama, busqué unos pantalones en el piso, pero solo estaban los del rey, no me importó y los recogí rápido, de reojo vi que el rey también se sentaba en la cama, pero él no se bajó y se quedó observándome mientras intentaba torpemente meter esa pequeña colita dentro de mis pantalones. —Ay no, ay no, ay no— comencé a hiperventilar, él rey a reír y de improvisto le gruñí. —Soy un animal, esto no puede ser...yo no quiero una colita, ni estas alitas o garritas de bebé, no quiero nada de esto...
—Arder, cálmate— el rey continuaba riéndose y yo acabé haciéndole un agujero al pantalón para poder meter mi nueva cola, eso lo hizo reír aún más, pero se detuvo cuando de hiperventilar, pasé a llorar. —Mierda— Víctor se bajó rápido de la cama y me arrulló en sus brazos. —Debes calmarte, un demonio sin control es peligroso para los culos de los demás, así que cálmate o terminarás follando con Marcus ¿Quieres eso?
Sacudí la cabeza en respuesta y Víctor me acarició la mejilla. Sentí que regresaba a los quince años cuando tuve mis primeras crisis existenciales y Gábriel siempre estaba allí arrullándome a su pecho y diciéndome que cosas malas pasarían si no le volvía a mostrar mi bonita sonrisa.
—Yo te protegeré y te ayudaré a vivir con el cambio, no te preocupes Arder, soy tu esposo, estoy aquí ¿Confías en mí? —No respondí, no lo conocía, fui obligado a casarme ¿Cómo podría confiar en él? —Arder, no hay nadie mejor para ayudarte que yo ni siquiera Gábriel— tenía mis dudas respecto a eso, mi vampiro adoptivo siempre sabía qué hacer. —Y es que no soy solo el rey de los vampiros, en algún momento también fui de rey de los demonios Kate.
Dos gigantescas alas aparecieron para envolverme, una larga y gruesa cola con punta de flecha se envolvió en alrededor de mi pierna y una garra me alzó la cabeza haciéndome ver los dos cuerpos sobre su cabeza.
—Lo que acabamos de hacer fue un ritual de apareamiento, Arder. Das y recibes y con suerte, nuestras almas se entrelazarán hasta el fin de los tiempos ¿Ahora me crees, esposo? No te elegí por pura casualidad, supe que había algo en ti cuando percibí tu aroma a través de Travis, ahora me perteneces como te pertenezco a ti y juntos, acabaremos con las Grieras— se inclinó, creí que iba a besarme, pero en su lugar posó sus labios en mi oreja —¿Quieres aprender a correrte con solo tus alitas o tu cola?
Ay no.
Historia: Crush Crush.
Disponible en:
Wattpad= Usuario MicaelaEP (esta cuenta).
Booknet= Usuario Micap93.
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