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Doloroso alivio.

Historia de: Boyslove, fantasía, Vampiro con Demonio Kate (íncubo).

Caminé solo por el pasillo, con mis brazos doliendo de tan fuerte que le clavaba mis dedos. La sugerencia de Víctor de pasar la noche con él ardía en mi piel, él lo había hecho. Cuando sus príncipes se fueron se arrodilló ante mí y me tomó entre sus labios, fue placentero, fue atemorizante y a la vez dentro de mí se creaba una lucha, para no pedir por más, para resistirme a esa tentación, al dolor que todo el día me había estado atormentando y que creí que era por Gabriel, que pensar en mi vampiro adoptivo había comenzado a producir algo más que sentimientos en mí.

Pero Víctor me demostró que no, este deseo que siento no es solo por Gabriel y es que me mostré más que dispuesto una vez que los labios del rey estuvieron firmemente succionando por mí. El remordimiento estaba presente, amaba a Travis, a Gábriel, pero el deseo ganó esa batalla contra la razón y no me reprimí. Mis dedos se habían enredado en la melea del rey, mis jadeos imposibles de contener, mis caderas incluso, antes tímidamente quietas empujaron hacia su garganta deleitándome cuando él gimió.

Y luego vino la calma, esa liberación de tensión que me dejó débil y feliz, al menos por unos instantes, entonces el rey había cerrado el nuevo frasquito donde guardó mis espermas la vez anterior con la nueva corrida dentro y me preguntó viéndome desde abajo.

—¿Vamos a la cama? — había oído la lujuria en su voz, el placer que me dio...quería que se lo devolviera y entonces me subí los pantalones y corrí.

Por primera vez el sentido común le ganaba al dolor de mi entrepierna, a mi deber como esposo y regresaba a ser el chico que temía el toque del rey.

Para mi gran alivio él no me siguió, pudo hacerlo, pudo obligarme a ir a una cama con él, pero no lo hizo, quizás porque cumpliría su promesa de no tocarme, a pesar de la contrariedad de lo que habíamos hecho hace unos instantes. O quizás porque ya me estaba esperando en mi propia cama.

Cuando llegué a la puerta de mis aposentos me quedé quieto, recargué la cabeza en la madera intentando captar algún sonido en el interior. La calma y el silencio me dieron la bienvenida, allí no parecía haber nadie. Respiré hondo sacudiéndome inútilmente el deseo de mi cabeza y abrí la puerta.

Víctor no estaba allí, el alivio me recorrió, pero también la tristeza. Gábriel tampoco estaba allí.

¿A dónde había ido mi vampiro adoptivo?¿Seguía escondido o regresó a casa para evitar ser descubierto? Hoy estuvo muy cerca, no me esperaba ver a Víctor en mi nueva cama probablemente Gábriel tampoco, él nunca deja de lado sus sentidos y de alguna forma Víctor nos tomó por sorpresa.

—¿Su majestad? — oí a Marcus a mis espaldas y mi corazón dio un vuelco, sus pasos le siguieron acercándose por el pasillo, lo vi de reojo cuando cruzó la distancia a tan solo un metro de mí. Mi respiración también se agitó, mi entrepierna dolió a un más y mis dedos se clavaron tan fuerte en mi piel mientras intentaba controlarme que mañana tendría marcas en mis brazos. —¿Pasa algo? — Marcus se acercó todavía más, ahora podía oír su respiración, sentir el hielo de su aliento, la calidez de la sangre recién succionada corriendo por su sistema.

—Llama a Víctor— ordené, no era mi intención ser grosero, pero entonces mi vista se volvió oscura y de reojo su figura completa se tiñó de rojo. —Por favor— comencé a asustarme, no entendía qué pasaba, él desapareció y los aposentos frente a mí como el pasillo a mis lados se volvieron oscuros.

Vi en todas las direcciones buscando un rayo de luz, sintiendo a mi corazón y respiración acelerarse, a mi entrepiernas provocándome dolor hasta el retorcimiento. Pronto mis piernas no fueron capaces de sostenerme y ni siquiera mis manos que dejaron rápidamente de lastimarme pudieron sostenerse de la pared para impedir que cayera de rodillas al piso.

De reojo dos manchas rojas con forma humana se acercaron a mí, reconocí a Marcus, la intensidad del roo de su figura era idéntico al de unos segundos y a su lado...no pude distinguirlo, veía rojo y no era como el de Marcus, este es más claro, casi naranja.

—Arder— llamó el rey seguido por un par de brazos que me elevaron y comenzaron a caminar conmigo.

—Me duele— murmuré y con desesperación traté de retirar los botones que me atrapaban dentro de este pantalón, sin embargo, por la oscuridad no alcancé a ver nada, solo la roja figura de Víctor se iluminaba entre tanta oscuridad.

El dolor se hizo más intenso, mis manos inútiles solo lograban frotar la cinturilla de los pantalones, no encontraban los botones y esos movimientos hacían fricción intensificando esta agonía.

—Cálmate, muchacho, esto es normal.

—¿Normal? ¡Siento que estoy ardiendo!— me retorcí y de repente ya no estuve en sus brazos, algo suave me recibió soportando mi peso. Pero Víctor no me abandonó, lo vi alejarse, luego el sonido de la puerta al ser azotada y su figura roja caminó de regreso a mi lado. Sus manos me apartaron el cabello del rostro y con una tela suave secó el sudor de mi frente.

—Todo esto es parte del cambio— su voz serena no me gustaba. —Pero no te asustes la visión roja es normal, son tus instintos diciéndote que lo que estás viendo es una fuente de calor, un conducto para recargar tus energías.

Debido a sus palabras y a costas del dolor que me atravesaba como una daga caliente, le creí. Él rey sabía lo que me estaba pasando, de otra forma no tendría posibilidad de saber sobre las figuras rojas en mi visión, pero entonces me pregunté ¿Cómo es que él lo sabía? Aunque no pude preguntarle, el dolor decidió empeorar aún más y las palabras "Por favor" se desplegaron como una canción fuera de mis labios.

—Eso es, ya casi— su mano me acaricio el hombro, un grito desgarró mi garganta, su toque ardía. Su figura antes quieta a mi lado comenzó a moverse.

—¿Qué haces? — mi voz fue un sollozo, ya no resistía esto y una vez más lo dije —Por favor— pero no sabía qué exactamente estaba pidiéndole.

—Me desnudo, esta será una noche larga, Arder.

Inconscientemente formulé en mi cabeza una imagen de él desnudo, ese pensamiento provocó más dolor y un grito más desgarrador que el anterior destruyó mi garganta. Me aferré a las sábanas como si fueran mi salvavidas, pero pronto su suavidad, su calor y todo lo que me rodeaba, excepto Víctor, fueron detonantes que me llevaron a agonizar hasta el desmayo.

—Ya casi está, no luches solo relájate y deja a tu bestia salir— una de sus manos acarició mi mejilla, las lágrimas que sentí resbalar por mis ojos sisearon con el mismo ruido del agua al tocar fuego y en ese momento sus dedos se sintieron así. Me había parecido extraño el calor de sus manos, también reconfortante a diferencia de otros vampiros, pero ya no pensaba lo mismo, Víctor me estaba quemando con ella y lamentablemente para mí eso no era lo peor.

El calor de sus manos quemándome se sentía como una caricia comparado con el fuego que crecía dentro de mí incinerando todo a su paso.

—Por favor— lloré, más de mis lágrimas sisearon y sentí un poco de alivio cuando Víctor con grandes cortes me liberó de mi ropa.

—Solo un poco más...— me perdí en sus palabras, el dolor que sentía se detuvo abruptamente, por un instante pude respirar, el sonido de mis pulmones llenando la habitación, pero al exhalar el fuego volvió peor que nunca y esta vez sí hice algo para detenerlo y él no se opuso.

Me abalancé sobre la figura roja que era el rey, con fuerza desconocida lo lancé sobre la superficie suave donde yo había estado hace un segundo y me le arrojé encima aplastándolo bajo mi cuerpo. Mi manos temblorosas buscaron palpando cada centímetro de su piel, él no se resistió ni siquiera cuando separé sus piernas y me coloqué sobre ellas, por el contrario, una risita burlona escapó de sus labios, su frase de "Eres patético ¿Acaso no sabes dónde va cada cosa?" hizo que una furia desconocida me incitara a querer lastimarlo, pero en su lugar alivié mi dolor, aunque a través del color rojo que era lo único que veía a demás de la oscuridad me costó encontrar el método para hacerlo.

—Solo debes empujar— la burla en su voz me molestó tanto que le rugí, pero a la vez le obedecí y empujé, solo que no conseguí alivio. —Genio, debes separar mis nalgas y colocar tu cosita en medio— otra instrucción cargada burla, dentro de mí bulló una necesidad de hacerlo retractarse por utilizar la palabra "Cosita", no obstante, una vez más le obedecí y tanteé hasta que encontré sus nalgas y las separé, un instinto desconocido me hizo llevar mi miembro a esa entrada y empujando intenté atravesarla.

Víctor se rio cuando solo obtuve resistencia y lo intenté otra vez y otra vez sin obtener nada ni conseguir aliviarme, hasta que dijo "Cierto, apenas tienes cien, eres un bebé" . Su provocación me enfureció y como una bestia enloquecida empujé clavando mis dedos en su trasero y consiguiendo hundirme en esa entrada. La respiración se me fue, al igual el dolor que pareció desvanecerse con el apretón de cada terminación nerviosa de Víctor sobre mí.

Él jadeó y lo oí decir "Eso es muchacho, no eres nada cosita", mientras yo me retiraba y volvía a empujar con la misma fuerza y sin nada de cuidado. Mis empujes eran descuidados, por accidente me salí, Víctor se quejó debajo de mí, el dolor regresó y me apresuré a refugiarme en su calor que de inmediato con sus paredes apretando mi miembro provocaron que el dolor volviera a desaparecer.

Entonces entendí que si no quería dolor debía empujar dentro del rey ¿Por cuánto? No importaba, solo lo hice, al principio torpemente hasta que encontré un ritmo, uno en que Víctor jadeaba lo suficiente como para llamar la atención de todos en el castillo, uno en el que yo mismo me encontré provocando los mismos sonidos, uno en el que pronto supe que Víctor no se estaba quejando ni sufría porque yo le provocaba dolor sino placer.

El rey estaba disfrutando y yo estaba encima de él dándole todo de mí, aunque más tarde me arrepentiría, pero por ahora debía seguir con mi tarea, solo así no sufriría de dolor alguno.

Historia: Crush Crush.

Disponible en:

Wattpad= Usuario MicaelaEP (esta cuenta).

Booknet= Usuario Micap93.


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