1
Los días pasaban como si fuesen minutos, a veces incluso segundos.
Uno detrás de otro, y otro, y otro. No acaba nunca, y el dolor en mi pecho no hacía más que aumentar.
Me sentía solo.
Todo el mundo se ha sentido solo alguna vez, pero dudo mucho que alguien haya sentido lo que yo sentía en esos momentos.
Estaba nervioso, ansioso por dentro, sentía como si me faltase algo o lo hubiese perdido, añoraba algo, quizás a alguien.
Pero a quien? Yo nunca había tenido amigos, no podía añorar a los que se habían reído y divertido de mi, el raro de Jeon Jungkook, el chico siniestro.
Me dolía la cabeza, juro que hasta de forma física.
Había entrado en un círculo de melancolía como jamás había entrado.
Tenía ganas de llorar cada segundo que pasaba.
Quien era yo en la vida? Que hacía? Estas y muchas otras cuestiones filosóficas me inundaban la mente y hacía que me doliese.
Estaba cansado, física y mentalmente. Pero lo que más me dolía de todo era el pecho. Es como si algo me apretase el corazón a todo momento, y un enorme nudo taponaba lo alto de mi garganta, impidiéndome hablar.
Pero, de todos modos, con quien iba a hablar yo?
Preocupado por mi estado, encendí mi ordenador y puse todos mis síntomas en internet. Que pasaba si estaba enfermo? Habría cura? Ya era tarde?
Pero no fue ninguna enfermedad lo que me salió como resultado, sino algo mucho más curioso.
Hablaban sobre un escritor ruso, llamado Vladimir Nabokov, que intentaba explicar el significado de un sentimiento, con nombre propio en ruso pero no en otras lenguas.
Me pareció fascinante que una palabra tan simple y corta, albergase tanto poder y significado en su interior.
De modo que, no estaba enfermo? Tan sólo...sentía angustia espiritual?
Fuese lo que fuese, no era un sentimiento agradable.
Me di una ducha con agua fría y decidí salir a la calle, tal vez me distrajese y apaciguase mi dolor.
Me abrigué bien, puesto que era invierno y hacía mucho frío.
Comencé a pasear por la ciudad sin rumbo alguno, tan solo quería despejarme, hasta que me topé con una pequeña cafetería, que anunciaba en una pizarra en la calle que tenían chocolate caliente.
La boca se me hizo a agua nada más ver el cartel. Revisé mi monedero, conprobando tener dinero suficiente y entré al interior del pequeño local.
Era acogedor. Todo era de madera oscura y al fondo tenían una pequeña chimenea, que no sólo calentaba el lugar sino que lo hacía parecer hogareño.
Me senté en una mesa vacía, aunque al parecer, yo era el único cliente en ese momento.
Enseguida, un joven sonriente se acercó a mi con una libretita en la mano.
-Buenas tardes, joven, que desea tomar? La oferta de hoy es...
-El chocolate caliente. Si, quiero una taza.
-Por supuesto. -rió.
Jamás había visto a nadie parecer tan feliz por el hecho de que un cliente le pidiese un chocolate caliente.
Desapareció tras la barra y apareció poco después con dos tazas humeantes, y la sonrisa puesta de oreja a oreja.
-Yo sólo he pedido una taza.
-Lo sé, pero hoy nadie se ha atrevido a salir de casa por el frío, y eres la única persona que he visto en todo el día, asi que, te importa que me tome una contigo? Me siento muy solo. -rió de nuevo
Le observé fascinado. El nudo de mi garganta había comenzado a disminuir por fin en semanas.
-Claro, yo vivo solo.
-Si? Yo tambien.-dió su primer sorbo y apartó la taza enseguida.- Vaya, está ardiendo, ten cuidado.
Ten cuidado? Acaso le importaba a alguien que yo me quemase?
-Oh...esperaré a que se enfríe un poco entonces.
Nos quedamos en silencio unos instantes.
-Me llamo Jimin.
Es como si incluso tuviese interés en charlar conmigo, no podía dejar dd observarle asombrado.
-Yo...soy Jungkook.
-Y por qué vives solo?
Menuda pregunta.
-Soy raro.
Jimin sonrió estrechando sus ojos.
-Todos somos un poco raros.
-Y tú? Por que vives solo?
Su sonrisa se apagó un poco.
-Porque mi familia murió en un accidente de coche. Yo no quise ir con ellos ese día, estaba enfadado con mi madre. Supongo que tendré remordimientos de por vida.
Se me encogió el corazón al escuchar aquello.
-Vaya, lo siento mucho. Debió de ser horrible.
-Y tus padres?
Me encogí de hombros, con verguenza.
-No quieren saber nada de mi, soy el desatre familiar, la oveja negra.
Jimin tomó mi mano con la suya, era cálida y suave.
-Seguro que te quieren, no te preocupes, son tus padres.
Mi mente no dolía, estaba relajado, calmado, excepto por el fuerte latido de mi corazón, que juraría que podía escucharse desde metros de distancia.
-Jimin, alguna vez has sentido que no encajabas en ningun sitio, ni con nadie, pero a la vez sentías que añorabas algo o alguien que no conocías?
Jimin vaciló un instante.
-Creo que si, muchas veces, de hecho. Cuando has entrado por la puerta, sentí que debía hablar contigo, me vi reflejado en ti de algún modo, y he hecho bien, eres muy agradable.
Jimin sonrió de nuevo, haciendo que sus ojos desapareciesen, al igual que todos mis dolores y angustias.
-Toska.- dije sin pensar.
-Perdón?- dijo Jimin confuso, quien aún sostenía mi mano.
-Toska es lo que tu acabas de curarme sin querer, el sentimiento de angustia y añoranza por algo o alguien que no conoces, que te provoca dolor en tu interior y tormenta el alma. Toska. Ha desaparecido.
Jimin me escuchaba atento, cuando acabé de hablar, sonrió y apreto nuestro agarre con las manos.
-Entonces creo que yo también tenía Toska, Jungkook, gracias por sanarme.
Nos miramos a los ojos en silencio durante, yo diría que minutos.
-Me gustaría quererte.-dije.
-Y a mi me encantaría que lo hicieses.-dijo sonriente.
Por primera vez, yo diría que en años, sonreí. Sentía una sensación extraña en mi interior, como cosquillas en el estómago, nerviosismo. Habría cogido otra enfermedad distinta al curarme del toska?
Nos acabamos nuestras tazas, ya casi frías de chocolate, sin soltar nuestras manos. Al acabar, Jimin no me dejó pagar la cuenta.
-Vuelve pronto, por favor.- me pidió con su eterna sonrisa.
Sonreí y asentí.
Park Jimin, me había salvado.
Yo había salvado a Park Jimin.
Ambos, nos habíamos salvado, y fue la sensación más hermosa que jamás había experimentado.
No volví a usar aquella palabra rusa nunca, porque cada vez que me dolía el pecho, el causante tenía otro nombre.
Jimin.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro