13.|• "Encontré al ARMA X" •|
Capítulo 13. |• "Encontré al ARMA X" •|
Ambientación: Capitán América: El soldado del Invierno.
Advertencia/Nota: Ninguna
—¿Dónde aprendió el Capitán América a robar autos?—la pregunta de Romanoff rompió el silencio dentro de la camioneta. El viento de la carretera rompiendo contra la carrocería era lo único que habían oído en todo el camino.
—En la Alemania nazi.—contestó Steve con seriedad—Y además, sólo es un préstamo. Baja los pies.
Natasha esbozó una sutil sonrisa y acató su orden.
—Tengo una pregunta para ti, pero no tienes por qué contestarla.—dijo, provocando que Steve la observara con cierta extrañeza—Pero si no la contestas, es como si la contestaras.
—¿Qué es?
—¿Fue tu primer beso desde 1945?
—¿Fue tan malo?
—No es eso...
-Pues parece que lo fuera.
—No es eso, sólo me preguntaba cuánto has practicado.
—No hay que practicar.
—¡Claro que sí!
—No lo ha sido.—cortó Steve frunciendo el ceño levemente—Tengo 95 años, no estoy muerto.
—¿No hay nadie especial?—preguntó entonces, con un pequeño destello de curiosidad en su mirada.
—Lo creas o no, es difícil encontrar a alguien con experiencias comunes.—comentó Steve, esbozando una pequeña sonrisa divertida.
—No pasa nada, te puedes inventar algo.
—¿Cómo tú?
Natasha ni siquiera se inmutó ante esa repentina pregunta. Lo único que pensó fue que, quizás, el Capitán Rogers era un poco rencoroso. Y que, quizás, eso lo haría llevarse bien con Victoria Stark.
—La verdad es circunstancial.—respondió Natasha vagamente—No es lo mismo para todos siempre. Yo tampoco lo soy.
—La última vez que la verdad "no fue la misma para todos" terminaste con un moretón en tu ojo y despedida de una empresa.—señaló Steve, percibiendo como Natasha se sorprendía un poco por aquel comentario tan repentino. Aquel se encogió de hombros—Es lo que me han contado. Mi punto es, que es duro vivir así.
—Es una buena forma de no morir.—murmuró Natasha, desviando la mirada.
—Es difícil confiar en alguien si no sabes quién es.—dijo Steve, adoptando más seriedad. Natasha no necesitó más que ese tono de voz para saber hacia donde iba la conversación, pero pudo comprender los motivos de Steve para tener su desconfianza y agradeció que, al menos, le diera la oportunidad de aclarar el asunto.
—Tienes razón.—concedió Natasha—¿Quién quieres que sea?
—¿Qué tal una amiga?
Natasha sonrió divertida.
—Quizás te hayas equivocado de negocio, Rogers.
El soldado a penas había tocado el suelo cuando Victoria se dejó caer sobre él con las rodillas en su pecho, haciéndolo gritar y perder el aliento, para luego comenzar a golpearlo. El hombre se quedó anonadado por la forma en que la fuerza de esas manos delgadas hacían crujir los huesos de su cara debajo de la máscara, pero reaccionó intentando devolverle sus golpes. Aquel tomó impulso haciendo que Victoria se desestabilizara, pero esta fue más rápida y logró quitarle un cuchillo que tenía en su cinturón. Intentó clavárselo en medio de los ojos pero el soldado la bloqueó con su antebrazo y sujetó su mano fuertemente para evitar que el cuchillo siguiera avanzando. El hombre no podía levantarse, la fuerza del cuerpo contrario no se lo permitía y esto era algo que jamás le había sucedido. Su brazo de metal se mantenía firme, pero su otro brazo temblaba tratando de frenar el ataque mientras que Victoria presionaba con fuerza.
Y fue sólo en ese momento, cuando ambos estaban cara a cara, que se percataron de que estaban mirándose a los ojos.
[Tenía los ojos azules y profundos...]
—¿En qué estás pensando?—la voz de Fury sacó a Victoria de sus pensamientos. Victoria volteó hacia él con normalidad, apoyando sus brazos sobre la pequeña mesa y reclinándose hacia adelante.
—En Hill.—respondió tranquilamente, recibiendo como respuesta una pronunciada mueca de incredulidad—No comprendo por qué me convences de no matarla, pero la dejas irse devuelta SHIELD.
—Hill se puede cuidar sola.—afirmó Fury en un suspiro agotado. Su dolor punzante a penas estaba en su primer intento de aliviarse después de que Streiten hubiese vaciado un cóctel de drogas en su torrente sanguíneo.
—Eso no quita el hecho de que todo SHIELD sabe que ha sido tu mano derecha desde que la sacaste del ejército y le diste una placa de agente.—le recordó Victoria con obviedad—Si yo fuera Pierce le daría un tiro cuando cruzara por la puerta, lo que sería una lástima, tiene unos ojos hermosos.
—Creo que el hecho de que Pierce esté allá y nosotros aquí es una señal de que no es tan idiota como nos gustaría que fuese.—comentó Fury con cierta decepción.
—No, él no.—concedió Victoria-Pero sabemos de alguien que sí...
Steve cerró la puerta de la camioneta tras de sí. Natasha avanzó unos pasos, observando a su alrededor y cerciorándose de que fuera el sitio correcto en su memoria portátil.
—El archivo viene desde aquí.—murmuró con cierta confusión.
—Igual que yo.—contestó Steve, sorprendiendo a Natasha. El Capitán no tuvo reparo en romper la cadena que mantenía firmemente cerradas los viejos enrejados de metal que daban la bienvenida al campo—Aquí me entrenaron.
Natasha levantó la memoria por encima de su cabeza para que la guiara al lugar correcto mientras se adentraban hacia las instalaciones abandonadas.
—¿Ha cambiado mucho?
—Un poco...—masculló Steve, observando a su alrededor y viéndose así mismo, corriendo por el amplio terreno, hace escazas siete décadas. Los segundos que pasó viajando en el tiempo le parecieron una eternidad antes de que Natasha volviera a hablar.
—No hay nada.—informó con cierta confusión—No se detecta ni calor, ni ondas, ni radio. Tal vez usaron un router para despistarnos.
Steve no creyó que fuese ninguna casualidad, y Natasha lo supo en cuanto aquel comenzó a caminar entre los galpones abandonados. Sólo bastó un par de minutos para que Steve mostrara especial atención a un galpón descuidado que estaba casi al final del recorrido y se abrió paso rompiendo la cerradura con su escudo. Ambos descendieron las maltratadas escaleras hasta un piso subterráneo. El logo de SHIELD, casi despintado, estaba grabado en una de las paredes.
—Esto es SHIELD.—señaló Steve con cierta sorpresa, observando a su alrededor—Quizás aquí es donde comenzó.
Steve y Natasha caminaron lentamente a través de los escritorios abandonados en el tiempo, dejados como si estuvieran esperando al siguiente turno de trabajo. Ambos llegaron hasta una habitación muy extensa, aparentaba ser un sitio para el almacenamiento de archivos, con una pared adornada con muchos cuadros en blanco y negro.
—Ese es el padre de los Stark.—señaló Natasha, observando la foto de un hombre joven que estaba en medio de todas—¿Y quién es la chica?
Steve observó la foto de Peggy Carter y se abstuvo de responder. Continuó observando y caminando a través del pasillo, prestando atención a los detalles. Como de costumbre tratándose de SHIELD, no tardó en hallar algo extraño.
—Si ya tienes una oficina secreta...—dijo, y metió la mano entre dos estanterías, jalando una de ellas y logrando que se deslizara por el suelo con un ligero chirrido. Natasha asomó la cabeza dentro del nuevo pasillo que Steve había dejado al descubierto—¿Por qué quieres ocultar un ascensor?
Cuando el ascensor se detuvo, sus puertas se abrieron y dejaron a Steve y Natasha en una habitación totalmente a oscuras. No fue hasta que ya habían caminado un par de metros hacia dentro que las viejas luces colgantes comenzaron a encenderse. Romanoff frunció el ceño de inmediato.
—No puede ser el sitio de la transmisión.—aseveró, observando a su alrededor. Todos los equipos que estaban en la sala eran completamente obsoletos, desde los monitores hasta los paneles que los controlaban—Todo esto es tecnología antigua.
Sin embargo, a penas terminó de decirlo, Natasha observó un curioso hub USB cuya apariencia era sorprendente moderna y en donde habían dos puertos de conexión. Natasha no dudó un segundo y conectó su memoria, provocando que todas las computadoras se encendieran y comenzaran a trabajar. Una pequeña cámara giró con rigidez hacia ellos y un mensaje apareció en la computadora principal, leído a su vez por una voz robótica que provenía desde el monitor.
"¿Iniciar sistema?"
—Le diremos que sí...—respondió Natasha, tecleando su respuesta. Casi de inmediato, unas líneas verdes discontinuas comenzaron a aparecer en la pantalla, y a primera vista formaron una figura extraña, poco clara, que ninguno de los dos reconoció hasta que pudieron ver lo que parecían ser unos grandes anteojos redondos formados por los gráficos antiguos de la computadora.
—Rogers Steven, nació en 1918. Romanoff Natalia Alianovna, nacida en 1984.
—¿Es una grabación de algún tipo?—masculló Romanoff confundida.
—¡No soy una grabación, fräulein! Quizás no sea quien era cuando el Capitán me hizo prisionero en 1945, pero aquí estoy...
En un monitor aledaño, apareció una imagen muy clara de un hombre avejentado con grandes anteojos redondos, provocando que la intuición de Rogers fuera extrañamente acertada.
—¿Conoces a esta cosa?—inquirió Romanoff extrañada.
—Zola era un científico alemán que trabajaba para Cráneo Rojo.—contestó Rogers con seriedad, caminado alrededor del monitor y observándolo todo con mucha atención—Lleva años muerto.
—Primera contradicción, soy suizo. En segundo lugar, mira a tu alrededor: jamás he estado tan vivo. En 1972 me diagnosticaron una enfermedad terminal; la ciencia no podía salar mi cuerpo, pero mi mente merecía la pena ser salvada en 200.00 pies de bancos de datos. Ustedes están dentro de mi cerebro.
—¿Cómo llegaste aquí?—inquirió Rogers con cierto enojo delatado en su tono de voz.
—Me invitaron.
—Fue la Operación PaperClip...—murmuró Natasha, evidentemente sorprendida. Steve la observó de forma inquisidora, pues era evidente que no tenía idea de lo que estaba hablando y que, tratándose de SHIELD, de seguro no le gustaría—Después de la Segunda Guerra Mundial, SHIELD reclutó científicos alemanes con valor estratégico.
—Pensaron que podría ayudarlos en su causa, aunque también serví a la mía.
—HYDRA murió con Cráneo Rojo.—contestó Steve con seguridad.
-Corta una cabeza, y dos crecerán en su lugar.
—Demuéstralo.—demandó Steve, sin saber que tan solo unos segundos más tarde, se habría arrepentido de ese pedido.
—Accediendo a archivo.
Natasha y Steve voltearon hacia el monitor aledaño donde comenzaron a correr distintas imágenes que años anteriores.
—HYDRA se fundó según la creencia de que a la humanidad no se le podía confiar su propia libertad. De lo que nos dimos cuenta es que, si intentas quitarles esa libertad, se resistirán. La guerra nos enseñó mucho; la humanidad debía entregar esa libertad voluntariamente. Tras la guerra se fundó SHIELD, y nos reclutaron. La nueva HYDRA creció como un hermoso parásito dentro de SHIELD. Durante 70 años, HYDRA ha estado alimentando crisis, cosechando guerras, y cuando la historia no cooperaba...se cambiaba la historia.
—Eso no puede ser.—negó Rogers firmemente—SHIELD lo habría detenido.
—Hay accidentes...
Y entonces, después de haber visto decenas de fotos sobre científicos, soldados, crímenes y guerras, llegó la que provocó en Steve un escalofrío que subió por su columna e hizo que se congelara, como si el segundo que la imagen duró en el monitor hubiese sido una hora entera.
"Howard y María Stark mueren en un accidente de auto"
—HYDRA ha creado un mundo tan caótico que ahora la humanidad está dispuesta a sacrificar su libertad para comprar su seguridad. Cuando completemos el proceso de purificación, surgirá el nuevo orden de HYDRA. Ganamos, Capitán. Su muerte equivale a su vida, una suma cero.
Steve destruyó el monitor de un puñetazo y la imagen virtual de Armin Zola desapareció de su vista. Ni siquiera tuvo tiempo de sentirse al menos un poco aliviado cuando Zola volvió aparecer en el monitor a su lado.
—Como decía...
—¿¡Qué es lo que hay aquí!?—inquirió Steve encolerizado. Natasha pensó que probablemente nunca lo había visto así de molesto antes.
—El Proyecto Insight requiere conocimiento, así que escribí un algoritmo.
—¿Qué algoritmo?¿Qué es lo que hace?—demandó saber Natasha.
—La respuesta a su pregunta es fascinante. Desgraciadamente, estarás muerta para saberlo.
Natasha y Steve se voltearon de inmediato al oír como las puertas de la salida se cerraban de golpe, y a pesar de que Steve arrojó su escudo con todas sus fuerzas, este no logró penetrar las puertas de acero.
—¡Steve, tenemos un misil!—exclamó Natasha frunciendo el ceño al observar su radar—Balística de corto alcance, tenemos treinta segundos máximo.
—¿Quién lo lanzó?—inquirió Rogers confundido.
Natasha levantó la mirada hacia él con desconcierto.
—SHIELD.
—Me temo que lo he entretenido, Capitán. Admítalo, es mejor así. Nos hemos quedado ambos...
Natasha volvió a tomar la memoria rápidamente mientras Steve arrancaba con su mano una de las rendijas del suelo.
—Sin tiempo.
Cuando el misil impactó contra el búnker, la explosión hizo que Natasha y Steve fueran empujados hacia el agujero en el suelo antes de que ellos mismos pudieran resguardarse. Steve presionó a Natasha contra su cuerpo y levantó el escudo por sobre sus cabezas, escuchando el estallido del edificio y el estruendoso derrumbe de cemento y acero que caía por encima de ellos, raspándolos a sus costados y haciéndolos gritar.
—Puedes opinar lo que tú quieras respecto a Rogers, no voy a juzgar como se ve el mundo a través de tus ojos.—dijo Fury seriamente, sentándose con cierta dificultad en la camilla—Pero por si ya lo olvidaste, es nuestra única oportunidad de salir de esto.
—Es justo de lo que estoy hablando.—contestó Victoria cruzándose de brazos con cierta molestia—Te veo muy tranquilo, cuando deberías estar pensando muy bien lo que vas a decirle a Rogers. Es algo ingenuo, pero tiene carácter, eso es peor, si le dices las cosas de la forma equivocada, adiós soldado.
—No hay mucho más que decir, sólo la verdad.—espetó Fury removiéndose en su sitio con dificultad. Victoria escuchó el crujir de su espalda y vio como se formaba una mueca en su rostro, acompañado de un suspiro cansador—Fui tan engañado como él, intentaron asesinarme, no estoy fingiendo este aspecto espantoso, estoy seguro de que puede entender eso.
—¿Qué va a entender exactamente?—preguntó Victoria alzando una ceja—¿Que SHIELD te traicionó?
—HYDRA.
—Son lo mismo, ¿no entiendes?—contestó Victoria de mala gana, cruzando una pierna sobre la otra y soltando un suspiro de molestia. Fury la miró de reojo, dándole su atención—Rogers es un hombre de hábitos, necesita un enemigo claro al que dirigir su atención y tú se lo tienes que dar. Eso se traduce a dejar en claro que HYDRA es el culpable de todas nuestras desgracias, porque si lo dejas pensar por sí mismo, querrá llevarse a SHIELD por delante, y no lo queremos investigando cosas que no tiene que saber.
—¿Crees que Steve crea que SHIELD tiene algo que ver con esto?—preguntó entonces, esta vez, adoptando una expresión pensativa. Victoria supo que ya había logrado convencerlo.
—Pues sí, es exactamente lo que sucedió.—admitió Victoria, provocando que Fury pusiera los ojos en blanco—Por eso tienes que endulzar las cosas, hacerle pensar que SHIELD no tiene nada que ver en esto y que si destruye HYDRA, todo volverá a ser como antes. Tienes que implantar la idea en su cabeza; Rogers siempre creerá que tiene razón, pero él no puede mentir, y nosotros sí.
Fury se quedó en silencio por unos segundos, cabizbajo, y Victoria esperó pacientemente hasta que finalmente levantó la mirada hacia ella.
—A veces resulta útil que seas así.
—¿Así como?
—Maquiavélica.
[Por más que Fury me diera la razón algunas veces, yo sabía que por dentro él creía que subestimaba al Capitán América y a su capacidad de mentir, casi tanto como Fury subestimaba la mía, porque en realidad, él nunca sabía lo que yo quería, y por eso creía las cosas que le decía. La verdad, todo era muy simple, mi deseo era que SHIELD cayera, y si era posible, que arrastrara a Rogers consigo. Y se me ocurrió que ese hombre de ojos azules podía ser de gran ayuda...]
Rogers soltó un gruñido feroz cuando extendió su brazo por encima de su cabeza, haciendo que su escudo empujara una enorme viga de concreto que había quedado sobre el. A penas podía abrir sus ojos por culpa del polvillo levantado por el derrumbe, pero pudo ver a Romanoff acostada en el suelo, inconsciente, y la cargó en sus brazos para salir de su refugio.
A penas se incorporó fuera del agujero, Steve pudo ver como tres aviones cazas de SHIELD pasaron volando por encima de su cabeza unas luces blancas se asomaban entre los escombros, por lo cual de inmediato corrió a esconderse.
Cuando Sam abrió la puerta de su casa, cansado, sudoroso y agitado, y se encontró con el Capitán América y la Viuda Negra sucios, heridos y maltrechos, se dio cuenta que sus cincuenta vueltas al parque eran tan sólo el comienzo de un día que prometía ser muy largo.
—Hola.
—Lo siento, necesitamos escondernos.—dijo Steve rápidamente, y al parecer hablaba muy en serio porque tan sólo decir eso le arrebató un suspiro cansador.
—Todos nuestros conocidos intentan matarnos.—murmuró Natasha cabizbaja. Sam se preguntó si ella realmente pensaba que aquello era un comentario con el cual un extraño le abriría las puertas de su casa con toda calma y seguridad.
—No todos.—respondió Sam escuetamente, y se hizo a un lado para que pasaran por la puerta.
—La pregunta es, ¿quién puede lanzar un misil desde SHIELD?—cuestionó Natasha seriamente.
—Pierce.—contestó Steve de inmediato.
—Que está resguardado en el edificio más seguro del mundo.—señaló Natasha con cierta ironía.
—Pero no trabaja solo, el algoritmo estaba en el Lemurian Star.—recordó Steve, pensativo. Sam le sirvió un plato con desayuno frente a él.
—También puede ser Jasper Sitwell.—propuso Natasha, lo cual sóno bastante lógico para Steve, quien soltó un suspiro.
—La cuestión es cómo las dos personas más buscadas de Washington logran secuestrar a un oficial a plena luz del día.—contestó Steve, observando a Natasha y a Sam como si esperara una lluvia de ideas al respecto.
—La cuestión es que no lo hacen.—resolvió Sam tranquilamente, poniendo frente a ellos una carpeta. Natasha la tomó de inmediato y arrugó la frente—Mi currículum.
Pierce caminó a través de su extenso pasillo hasta llegar a la cocina. Abrió su nevera para sacar un cartón de leche y cuando volteó hacia la mesada de su cocina, una sombra oscura estaba esperándolo. La luz de la luna que se filtraba por el cristal de sus ventanales iluminó sus ojos azules y creó un pequeño destello en el metal de su brazo.
—¡Señor Pierce, ya me marcho!¿Necesita algo más antes que me vaya?
—No. Esta bien Renata, te puedes ir.—respondió calmadamente, cerrando la puerta del refrigerador con lentitud—Buenas noches.
—¡Buenas noches!
Pierce esperó pacientemente hasta oír el sonido de la puerta cerrándose. Solo entonces se relajó y abrió su alacena, sacando un par de vasos.
—¿Quieres leche?—dijo, y su invitado permaneció en absoluto silencio. Pierce se sirvió así mismo sin darle importancia—Nuestro calendario ha cambiado, nuestro tiempo es limitado.
Pierce llevó su vaso de leche consigo y se sentó frente a Barnes. Su mirada fría y vacía no le causó la menor incomodidad.
—Son dos objetivos nivel seis que ya me han costado la muerte de Zola, así que quiero su muerte confirmada dentro de diez horas.—espetó seriamente, mirando con firmeza aquellos orbes vacíos que le devolvían la mirada. Su temperamento relajado no opacó ni por un segundo su aura de autoridad—Hablando de eso, no he visto ninguna noticia respecto a Stark, ¿qué significa eso?¿terminaste con el trabajo?
Tan sólo un segundo de silencio precedió al movimiento de cabeza por parte del soldado que provocó que Pierce lanzara su vaso contra la pared, estrellándolo en pedazos y golpeando la mesa con su puño.
—¿¡Cómo que no terminaste!?
Por primera vez pareció que aquel hombre tuviera un atisbo de consciencia propia, porque lo miró de una forma particularmente extraña para Pierce, quien se mostraba encolerizado, y le mostró su arma sobre la mesa.
—Le disparé muchas veces sin fallar.—masculló, con una voz baja y un poco lúgubre, como si no estuviera acostumbrado al habla. La rabia de Pierce brotaba de sus poros como una enfermedad y parecía estar a punto de usar la misma pistola para dispararle en la cabeza—Y ella se levantó, y vino por mí...
—¿De qué estás hablando?—inquirió Pierce arrugando la frente, incrédulo y confundido, pasando su mano por su cabeza con molestia y frustración—¡Contéstame!
—Las balas no le hicieron nada, y ella regresó para atacarme...—lentamente, su brazo derecho se movió hacia su hombro izquierdo, en la unión de su piel con el material metálico, y su mano enguantada estiró el borde de su chaleco, dejando al descubierto una herida abierta, profunda y todavía sangrante. Pierce, que todavía no comprendía, agachó levemente su cabeza y achinó sus ojos para observar—Tras cada herida, su piel sanó una y otra vez.
—¿Estás jugando conmigo?—inquirió Pierce con una mirada iracunda y estupefacta, como si no pudiera o no quisiera comprender lo que escuchaba. Unos segundos de silencio acompañaron el tenso cruce de miradas entre ambos, hasta que el soldado por fin emitió palabra otra vez.
—Encontré al sujeto de prueba número diez, el ARMA X.
Pierce se quedó observándolo, perplejo, mientras un millón de cosas pasaban por su cabeza. El soldado permaneció en silencio, percibiendo que Pierce se había ido de la conversación y del sitio donde estaban, simplemente se metió dentro de su cabeza y dejó a la vista su expresión iracunda. Pareció una eternidad, pero no debió de haber pasado mucho tiempo, porque Pierce despertó de su pequeño trance al oír el pestillo de la puerta.
—Lo siento, señor Pierce, olvidé...—Renata se quedó callada al asomarse por el pasillo y encontrarse con la gélida mirada del soldado sentado en la mesa. Pierce ni siquiera se volteó a verla—mi teléfono...
—Deberías haber llamado.—masculló Pierce, y sin contemplaciones, tomó el arma y le apuntó a la cabeza, jalando el gatillo dos veces. La sangre salpicó en la pared y las esquinas del sofá. Pierce dejó el arma en la mesa lentamente e hizo un leve gesto de asentimiento con su cabeza—Por supuesto...
El soldado volvió a cubrir su herida y Pierce tomó asiento, apoyando un brazo en la mesa y cerrando su puño, mirando a la nada y balanceando su cabeza levemente como si hubiera encontrado la respuesta más simple a un problema muy complejo.
—Su propia hija...—murmuró para sí mismo, con una mezcla de sorpresa y obviedad. Luego de unos momentos de reflexión, un intento de risa irónica escapó de sus labios como una inaudible exhalación—Howard usó a su propia hija para crear un arma...y nosotros no tenemos lista la nuestra.
Cuando Sitwell despidió al senador Stern en la entrada de un lujoso restaurante, sus guardaespaldas fueron a traer su auto mientras él contestaba la llamada de Alexander Pierce. Grande fue su sorpresa cuando la voz que atendió el teléfono no se parecía en nada a él.
—Agente, ¿qué tal la comida? Dicen que el pastel de cangrejo es muy bueno.
—¿Quién es?
—El hombre atractivo con las gafas a sus 10.
Jasper volteó en la dirección indicada y, precisamente, pudo ver a Sam sentado en una de las mesas externas del restaurante, mirándolo y con el teléfono en su mano. Jasper frunció el ceño.
—¿Qué quiere?
—Va a girar en la esquina a la derecha, hay un auto gris donde usted y yo daremos un paseo.
—¿Y por qué haría eso?
—Porque esa corbata se ve costosa y sería una lástima estropearla.
Jasper bajó su mirada a su corbata y se dio cuenta de que había un pequeño punto rojo en medio de ella.
Steve arrojó a Jasper por el techo de cemento, haciéndolo rodar. Sitwell trastabilló al intentar incorporarse rápidamente pues Steve avanzaba hacia él a paso rápido y firme de manera amenazante.
—Quiero que me hables del algoritmo de Zola.—demandó Rogers, avanzando sin consideración y haciendo que Jasper retrocediera torpemente.
—¡No lo conozco!
—¿Qué hacías en el Lemurian Star?—cuestionó Natasha, caminando detrás de Steve.
—Vomitar, me mareo en los barcos.—contestó de inmediato. Jasper paró de retroceder cuando se topó con el borde de cemento de la cornisa del edificio y vio como los autos pasaban por debajo de ellos. Al menos no mentía respecto de sus náuseas, porque tan sólo ver hacia abajo le provocó un mareo que casi lo hace caer, más Rogers lo sujetó fuertemente del cuello de su camisa—¿Este pequeño show es para insinuar que me vas a tirar del techo? Ese no es tu estilo, Rogers.
—Tienes razón.—concedió Steve, soltando su agarre y haciéndose a un lado—Es el estilo de ella.
Natasha le dio una patada en medio del pecho que lo tiró del edificio. El sonido del grito aterrado de Jasper se alejó de ellos por escasos segundos, mientras su cuerpo se alejaba, pero luego fue traído de vuelta de manera violenta cuando Sam, equipado con un traje provisto de alas de metal, lo volvió a tirar encima del techo, aterrizando tras él.
Jasper cayó rodando y a penas apoyó sus rodillas en el suelo tuvo a Steve y a Natasha sobre él, por lo que extendió un brazo hacia ellos con desespero.
—El algoritmo de Zola es un programa para escoger los objetivos de Insight.—dijo rápidamente, tomando un bocanada de aire en un intento de regular su respiración.
—¿Cómo cuales?—cuestionó Steve.
—¡Usted!—contestó Jasper tomando aire con desespero—Un presentador en El Cairo, Victoria Stark, el Subsecretario de Defensa, Bruce Banner, un niño genio en Iowa, Stephen Strange, ¡cualquier amenaza para HYDRA ahora o en el futuro!
[Tal vez no hubiera sido tan grave que a algunos de mis hellicarries se le escapara un tiro porque al menos, en un futuro, me habrían ahorrado el dolor de cabeza llamado Strange]
—¿El futuro?—repitió Rogers, incrédulo—¿Cómo puede saberlo?
Jasper sonrió divertido ante su pregunta.
—¿Cómo no saberlo?—contestó, poniéndose de pie—El siglo 21 es un libro digital, y Zola le enseñó a HYDRA a leerlo; los extractos bancarios, historiales médicos, votos, correos, llamadas, sus exámenes escolares. Este algoritmo puede estudiar el pasado de las personas y predecir su futuro.
—¿Y luego?
La expresión en el rostro de Jasper volvió a tornarse afligida.
—Pierce me va a matar...
—¿Y luego qué?—insistió Steve con enojo, mientras Sam sostenía firmemente el cuello del traje de Jasper.
—Luego los hellicarries borran a la gente de la lista.—farfulló Jasper apretando los dientes-Varios millones a la vez.
[N/A: ¡Hola!¿Como están? Espero que les haya gustado el capítulo, me gustaría leer sus opiniones. ¿Qué piensan que haga Pierce ahora que sabe el secreto de Victoria? En el próximo capítulo Victoria va a encontrarse con Steve, ¿que creen que esté planeando?¿y que pasará cuando vuelva a ver a Barnes? Recuerden que la voz de Victoria que aparece narrando es una voz del futuro, por eso a veces puede dar pequeños espoilers jaja ¡Muchos saludos a todos!]
[PD: Una cosa importante para los siguientes capítulos es que en el espacio temporal donde ocurre la historia, en el universo marvel todavía no se conoce el concepto de mutante, por lo que nadie sabe cuál es la causa de la inmortalidad de Victoria, ni siquiera ella sabe que es un mutante. Esto es lo que la hace tan especial ante la visión de los demás, porque su condición aún no tiene explicación]
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