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10. |No confíes en nadie|

Capítulo 10. | No confíes en nadie |

Ambientación: Capitán América: El soldado del invierno.

Advertencias: Ninguna.

Rogers subió a trote las viejas escaleras de su edificio, oyendo el usual rechinido del último escalón al llegar a su planta. El sonido alertó a su vecina, quien colgó su llamada mientras cerraba la puerta de su departamento. Steve saludó con su mano y Sharon sonrió hacia el, como si esperara que dijera algo. Steve vio la cesta de ropa entre sus brazos y recordó los constantes consejos de Natasha.

—¿Sabes? Si quieres, sólo si quieres, podrías usar mi lavadora.—sugirió con amabilidad, tratando de no sonar intrusivo—Es menos costosa que la de allá abajo.

—¿De verdad?—Sharon se vio un poco sorprendida mientras disimulaba su picardía—¿Cuanto cuesta?

—Un café.

Steve sonrió suavemente y Sharon bajo la mirada como si estuviera algo apenada.

—Lo siento, pero ya puse la lavadora en el sótano.—respondió Sharon haciendo una pequeña mueca incómoda—Y no me gustaría meter mi uniforme de enfermera en la tuya, acabo de tener un turno en el ala de enfermedades infecciosas, así que...

—Oh, entiendo, no me acercaré.—respondió Steve calmadamente, más Sharon se apresuró a replicar.

—Eso no me gustaría.

Steve arqueó levemente las cejas y Sharon volvió a bajar la mirada. Ambos se despidieron silenciosamente, pero cuando Steve se volteó, volvió a escuchar su voz.

—Por cierto, dejaste la música encendida.

—Ah, sí, gracias..—masculló Steve, viéndola marcharse. Habia estado tan distraído tratando de que su charla funcionara que solo entonces pudo notar el leve murmullo de la melodía musical que provenía de su apartamento. Steve arrugó la frente, sabiendo perfectamente que no había dejado nada encendido.

Lo pensó a penas unos segundos y decidió dar una vuelta completa hasta trepar por su propio balcón. Deslizó su ventana hacia arriba con todo el sigilo posible y a penas el cristal subió pudo oír como se intensificaba la melodía de la radio. Su canción favorita estaba sonando a un volumen muy alto y todo el departamento estaba a oscuras. Sus paso solo se iluminaron con la luz de las lámparas de la calle cuando ingreso a su apartamento a hurtadillas y tomó su escudo. Se asomó hacia su sala, de donde provenía la música, y aún con el cuarto a oscuras, Fury pudo ver el desconcierto de Rogers al verlo recostado débilmente en su único sillón.

—No recuerdo haberle dado una llave.—espetó Steve con cierto recelo. Su sorpresa rápidamente había sido tomada por la molestia, y su expresión paso a ser la dura cara de un capitán al que no habían tomado en cuenta con anterioridad. Fury no pudo evitar recordar la advertencia de Victoria sobre el enojo de Rogers.

—¿Crees que necesito una?—inquirió Fury, dejando escapar un quejido cuando se reincorporo en el sofá, apoyando los codos en sus rodillas y sintiendo el ardor de la herida en su estómago. Aquella señal de incomodidad llamo la atención de Steve, quién se esforzó por observarlo mejor a pesar de la penumbra—Mi esposa me echó de la casa.

—¿En serio tiene esposa?—Steve no pudo evitar que sonara sorprendido al hacer esa pregunta.

—Hay tantas cosas que no sabes de mí.—comentó Fury calmadamente, mientras que Steve por fin abandonaba el marco de la puerta y se acercaba a el.

—Lo sé.—contestó secamente—Y ese es el problema...

Steve encendió la luz y entonces una mancha sangrienta se dejó ver en la tela de su sofá y en la piel de Fury. Ante su sorpresa, Fury le indico que hiciese silencio y volvió a apagar la lámpara. La música continuaba sonando y Fury escribió en su teléfono para enseñárselo a Steve.

"Las paredes tienen oídos"

—Lamento haber llegado así, pero no sabía a donde ir.—Fury continuó hablando calmadamente mientras Steve arrugaba la frente y observaba hacia arriba y a los costados, como si de pronto pudiese encontrar los micrófonos que jamás había notado. Fury volvió a escribir y entonces Steve dejó de investigar las esquinas con su mirada.

"S.H.I.E.L.D está en peligro"

—¿Alguien más sabe de su esposa?—preguntó Steve, mientras Fury se aguantaba un quejido al ponerse de pie, caminando hacia él con cierta torpeza.

"Tú y yo"

—Solo mis amigos.

—¿Eso es lo que somos?—contestó Steve con seriedad. Fury pudo detectar sin problemas el reproche en su mirada.

—Depende de ti.

Steve ni siquiera pudo parpadear cuando Fury gritó de repente. En un segundo la bala ya había hecho un hueco en la pared después de haber atravesado a Fury en el pecho, haciendo que se desplomara en el suelo. Steve lo sujeto del brazo y lo arrastró hacia la cocina, alejándolo de la ventana mientras Fury jadeaba. Rogers se agachó a su altura y entonces la mano de Fury se cerró con fuerza sobre su brazo, hasta que lo soltó lentamente y le enseñó una memoria portátil en la palma de su mano.

—No..confíes en nadie...

Otro estruendo de la puerta siendo azotada y Steve se volteó hacia la entrada.

—¿Capitán Rogers?—llamó Sharon, sosteniendo su arma y apuntando hacia el frente. Steve se quedó observándola como si le estuviesen jugando una broma—Capitán, soy la Agente 13 del servicio especial de S.H.I.E.L.D. Mi misión es protegerte.

—¿De que hablas?¿Quién ordenó eso?—contestó Steve frunciendo el ceño. Sharon llegó hacia la cocina y se encontró con Fury desangrándose en el suelo.

—Él.—dijo, y tiró el arma al suelo. Steve la vio sacar un radio de su bolsillo mientras se arrodillaba junto a Fury—Foxtrot, calle uno, necesito paramédicos.

—¿Identificaron al atacante?

—Diles que iré por él.—contestó Steve, y sin mediar más palabra tomó su escudo y salto hacia la ventana. Rogers atravesó el vidrio poniendo el escudo frente a él y se dejó caer hasta atravesar los cristales del edificio que estaba cruzando la calle, en donde vio la figura del tirador perderse por la azotea.

Steve rodó sobre los cristales y se reincorporo de inmediato, corriendo a través del edificio y llevándose por delante las puertas cerradas. Con su velocidad tan solo le tomó unos segundos llegar hasta la siguiente ventana y atravesarla de una sola vez, cayendo sobre la azotea del edificio continuo en donde finalmente lo alcanzó. Rodó sobre el suelo y le lanzó de inmediato su escudo a la figura que corría alejándose de él.

Pero lejos de obtener el resultado esperado, Steve se quedó impresionado al ver que aquel sujeto se volteaba y atrapaba su escudo con una mano. Rogers se quedó pasmado, y bajo la luz de la luna, el brazo metálico que sostenía su escudo emitió un tenue brillo similar al del objeto. Steve se quedó sin aliento al ver tal escena y solo salió de su estupor cuando tuvo que atrapar torpemente su propio escudo, luego de que se le fuese devuelto con la fuerza suficiente para que el impacto lo empujara hacia atrás.

Para cuando Rogers recuperó su capacidad de reacción, corrió hacia el borde de donde aquel suelto había saltado, pero sólo la ciudad nocturna le devolvió la mirada. Ya no había nadie.

Se había desvanecido.


Natasha entró corriendo y empujó la puerta de la sala, acercándose al cristal que la separaba del quirófano. Steve estaba a su lado, apoyado en el marco y tan tenso que parecía haberse vuelto a congelar en el hielo. A penas levantó la mirada para observar a Natasha y entonces pudo darse cuenta de que jamás antes había visto una expresión como esa en su rostro. Miedo.

—Saldrá de esta.—dijo de inmediato, pero Steve no pareció compartir su misma opinión.

—No lo sé.

Natasha se había quedado tan impactada con lo que estaba mirando que ni siquiera había advertido de la presencia de Hill en un rincón de la habitación. Si no hubiera estado tan concentrado en reflexionar sobre aquella impensada situación de ver cómo los cirujanos operaban a Fury, Rogers se habría dado cuenta de que era la cuarta vez que Hill intentaba hacer una llamada, pero que no tenía respuesta. María fue enviada nuevamente el buzón de voz y tuvo que contenerse de maldecir.

—Hablame del tirador.—pidió Natasha.

—Es muy fuerte.—contestó Rogers—Y tiene un brazo de metal.

En el reflejo del cristal apareció una nueva cara, advirtiendo que Hill se había acercado a ellos.

—¿Cuál es el informe balístico?

—Tres proyectiles, sin estriado.—respondió Hill escuetamente—Es imposible rastrearlos.

—Son balas soviéticas.—masculló Romanoff. Hill asintió, pero antes de que agregara algo, un pitido alarmante resono en ambas habitaciones. De pronto hubo un alboroto en el quirófano mientras el incesante sonido se hacía cada vez más constante.

—No te atrevas...—susurró Natasha, con sus grandes ojos verdes tomando un aspecto cristalino. Sintió un nudo en la garganta cuando el doctor pidió el desfibrilador—No te atrevas, no te atrevas...

La voz del doctor contando los choques eléctricos que sacudían el pecho de Fury de pronto se oían lejanos, pero la secuencia de devastadoras imágenes se repitió una y otra vez, hasta que finalmente se fijó la hora de muerte y Steve tuvo que dejar de mirar.


María entró por la puerta y se encontró a Rogers y Romanoff junto a la camilla. Ambos estaban sumidos en un silencio sepulcral, propio del duelo, y observaban a Fury como si todavía estuviesen entendiendo que ya no estaba ahí, con ellos. El cuerpo ya había sido totalmente preparado para ser retirado. Steve la miró de reojo, pero Natasha no pudo apartar la mirada de Fury, así que sus ojos rojos continuaron observándolo, conteniendo sus lágrimas.

—Vine a llevármelo.—murmuró María, tan solo con intenciones de informarlo. Decidió que podía cruzarse de brazos y dejarles tener su momento mientras esperaba. Natasha acarició suavemente la cabeza de Fury una última vez y luego salió de repente. Sus pasos firmes resonaron en el pasillo, llamando la atención de los miembros del equipo SWAT que habían estado custodiando. Steve la siguió de inmediato.

—¡Natasha!—llamó, provocando que aquella frenará en seco y se volteara a mirarlo de manera juiciosa.

—¿Por qué estaba Fury en tu departamento?

—No lo sé...

—Capitán.—una voz interrumpió su pequeña discusión. Steve se volteó y reconoció la cara de Rumlock, un agente de alto nivel que a menudo estaba encabezando los grupos especiales de ataque y protección de rehenes—Lo necesitan en S.H.I.E.L.D.

—Sí, voy enseguida.—respondió Steve calmadamente, intentando voltear hacia Natasha.

—Tiene que ser ya.—insistió, pero recibió una dura mirada de Rogers.

—Ya voy.—esta vez, Rumlock tuvo una contestación diferente, sin margen para el reproche, por lo que decidió asentir y darse media vuelta. Steve volvió a mirar a Natasha.

—No sabes mentir.

Ambos conectaron miradas y ni siquiera notaron cuando Streiten entro a la sala de donde habían estado. Cerró la puerta tras de sí y María reaccionó de inmediato.

—Por fin llega...—suspiró aliviada, pasando las manos por su rostro—Estamos listos para el traslado.

—¿Donde está Stark?

—¿Qué?

—¿Donde está Stark?—volvió a preguntar. Streiten lucia desconcertado por no verla rondando cerca, y por la expresión en su mirada, parecía resultarle muy malo su ausencia—El Director Fury ordeno que se le informará lo antes posible.

—Estuve intentando contactarla, pero todas mis llamadas se van al buzón de voz, no contesta.—respondió María, sin comprender muy bien su desespero. La nueva expresión en el rostro de Streiten le dio a María la sensación de que estaba prediciendo algo muy malo, porque se quedó callado por unos segundos, pensando detenidamente en lo que a Hill le pareció una eternidad—¿Que hay con eso?

Streiten volvió a mirarla y otra vez su rostro tomó seriedad.

—Hay que trasladarlo de inmediato.—resolvió con firmeza, recibiendo un asentimiento por parte de Hill—Luego tú irás a buscarla y la llevarás con nosotros.

María abrió la boca para dar una réplica, pero Streiten la interrumpió.

—Órdenes de Fury.


—Esa foto fue tomada cinco años después de conocer a Nick, cuando yo estaba trabajando en el Departamento de Estado en Bogotá.

Steve miró la fotografía, aunque su visión periférica advirtió como Pierce se quitaba su saco y lo dejaba sobre el respaldo de una de las sillas en la mesa de juntas. En ella las versiones más jóvenes de Pierce y de Fury hacían un gesto de lealtad entre ellos.

—La embajada fue tomada por los rebeldes y la seguridad me saco de ahí, pero el ELN tomó rehenes.—relató Pierce calmadamente. El roce de unos archivos que aquel estaba sacando de su portafolios hizo que Steve levantará la mirada por inercia—En ese momento, Nick era el Jefe Adjunto de la Central de S.H.I.E.L.D y vino a proponerme un plan, él quería irrumpir a la embajada por el sistema de alcantarillas, y yo me negué. Le dije que debíamos negociar, pero resultó que el ELN no pensaba lo mismo y entonces dieron la orden de matar. Pero cuando fueron al sótano lo encontraron vacío.

Pierce se había acercado hacia Steve y había tomado asiento en uno de los cómodos sillones más apartados. Rogers lo imitó, aún sosteniendo la fotografía en una de sus manos.

—Nick ignoró mi orden y llevó a cabo una operación militar no autorizada en suelo extranjero.—explicó, y Steve ni siquiera tuvo que mirarlo para saber qué eso probablemente no le había parecido una buena idea en su momento, más en el rostro de Pierce se pudo apreciar un atisbo de sonrisa—Al hacerlo, le salvó la vida a una docena de diplomáticos, entre ellos, mi hija.

—Y lo recompensó dándole un ascenso.—concluyó Steve con una pequeña sonrisa.

—Y jamás me arrepentí de hacerlo.—convino Pierce sin titubeos. Steve habría sabido reconocer su habilidad para influir en las personas a través de la calidez y el sentido de lealtad que inspiraba aquella pequeña historia de heroísmo, sino fuera por aquel sutil cambio en su mirada. No habría sabido describirlo ni aunque se esforzará, pero fue como si de pronto esa luz en sus ojos se apagará, y algo ligeramente oscuro la reemplazará. De pronto recordó que había tenido esa misma sensación alguna vez con Victoria—¿Por qué estaba Fury en su departamento?

Aquella pregunta tan repentina no lo sorprendió. Aún cuando sabía perfectamente por qué Pierce lo había llamado, aquel cambio en su mirada fue una señal de alarma.

—No lo sé.—respondió Steve.

—¿Y sabías que había micrófonos en tu departamento?

—Sí, porque Fury me lo dijo.

—¿Y te dijo que él dio la orden de instalarlos ahí?

Al ver la expresión en el rostro de Steve, Pierce obtuvo su respuesta de inmediato. Esta vez sí lo había tomado por sorpresa. Steve guardó silencio, evidenciando que no tenía idea.

—Estoy seguro de que recuerda su misión de hace unos días recuperando el Lemurian Star de manos enemigas.—dijo entonces Pierce—Resultó ser que al líder del grupo lo contrataron de forma anónima para atacar nuestro barco, lo contactaron por correo electrónico y le pagaron con una transferencia. El dinero que recibió pasó primero por diecisiete cuentas ficticias, la última de ellas pertenece a alguien registrado con el nombre de Jacob Beach.

Pierce extendió hacia el uno de esos archivos que había traído consigo y Steve lo recibió para darle un vistazo.

—¿Debería saber quién es?

—No lo creo, ese hombre murió hace cinco años.—respondió Pierce—Su dirección era el 1435 de Elmus Basf. Cuando yo conocí a Nick, su madre vivía en el 1437.

Steve lo miró incrédulo.

—¿Piensa que Fury contrató a los piratas que secuestraron el barco?—cuestionó seriamente, como si esperara que Pierce se retractara, pero eso no sucedió—¿Por qué?

—La teoría predominante es que el secuestro era una tapadera para la adquisición y venta de información clasificada.—explicó Pierce—Pero la venta salió mal y eso acabó en la muerte de Fury.

—Sí realmente conociera a Nick entonces sabría que eso no es verdad.—espetó Steve con firmeza.

—Por eso te hice venir.—respondió Pierce con tranquilidad, levantándose de su asiento y siendo seguido por Steve—Si acepte un puesto en el Consejo no fue porque yo lo quisiera, sino porque Nick me pidió hacerlo. Ambos éramos realistas. Sabíamos que a pesar de toda esa diplomacia, cuando quieres construir un mundo mejor, a veces tendrás que acabar con el anterior. Y eso genera enemigos.

Pierce dejó de mirar la ciudad a través del enorme muro de cristal y se volteó a Steve.

—Capitán, usted fue el último en ver a Nick con vida, y no creo que eso sea una casualidad.—continuó, mirándolo fijamente. Por primera vez en toda esa particular reunión, Steve se sintió desafiado—Y sé que usted tampoco lo cree. Le preguntaré una vez más:¿porque estaba Fury en su departamento?

—Me dijo que no confiara en nadie.

—Me pregunto si eso también lo incluía a él.

—Lo siento, fue lo último que dijo.

Pierce notó que ya había conseguido todo lo que había podido, y que Steve supo no caer en su sutil y elaborada provocación.

—Con permiso.

Steve se colgó su escudo al hombro y se dio media vuelta para marcharse.

—Capitán.—dijo Pierce, consiguiendo que aquel se detuviera y lo observará de reojo—Alguien ha matado a mi amigo, y pienso averiguar por qué. Y cualquiera que se interponga en mi camino, lo va a lamentar. Cualquiera.

Steve lo observó por unos segundos más.

—Entendido.

Victoria suspiró pesadamente, dejándose caer sobre la silla de su oficina. Ser una trabajadora responsable era empoderante y enorgullecedor hasta que llegaba el momento de trabajar y ser responsable. Había pasado un total de nueve horas consecutivas de cuatro juntas diferentes en un intento por autoconvencerse de que manejar la empresa por sí sola no sería nada que no pudiese hacer con los ojos vendados. Aunque quizás no sería tan agotador si no tuviera que utilizar todas las noches para intentar descifrar que es lo que estaba sucediendo con los resquicios de su antigua vida como espía y las posibles consecuencias en las que jamás había pensado. Justo cuando se estaba preguntando que noticias nuevas podía tener Fury, el sonido de la puerta abriéndose hizo que despegará su cara del escritorio.

—John, terminamos por...—Victoria frunció el ceño—hoy.

María se aseguró de que no hubiese nadie alrededor y cerró las puertas. El hecho de que tuviera su arma entre sus manos no pareció causar nada en Victoria más que molestia.

—Muero por saber la razón por la que crees que puedes entrar sin tener una cita.—espetó Victoria cruzándose de brazos y subiendo una pierna sobre la otra. Su vestido color carmín se levantó por unos centímetros acentuando sus piernas desnudas—Parece que el Director Fury ya no educa bien a sus mascotas.

María ni siquiera se tomó la molestia de enfadarse por su arrogancia, pues la miró fijamente y cerró sus puños con fuerza.

—Fury está muerto.

Victoria arqueó las cejas, y se quedó observándola en silencio por lo que a María le pareció una eternidad. No había ninguna expresión en su rostro, pero por alguna razón le dio la sensación de que había dejado de respirar. María pasó saliva, esperando la respuesta y rogando que coincidiera con lo dicho por Streiten. Fue como si Victoria se hubiese apagado por unos segundos, y luego, sus labios rojizos se entreabrieron levemente para hablar.

—¿Muerto como Coulson?

María se sorprendió ligeramente al oír cierto titubeo en su voz, en especial porque realmente pareció que Victoria se había esforzado por sonar sería y desinteresada. Aunque no pareció muy sorprendida de notar que Victoria de verdad parecía saber cosas que deberían estar reservadas solo para agentes de SHIELD. Si no fuera porque la situación estaba a punto de explotar, María se habría tomado el tiempo de analizar el hecho de que por fin iba a tener muchas de las respuestas a las miles de preguntas que se había hecho desde que tuvo a Victoria en frente y sintió su presencia como un fenómeno antinatural que parecía tener la caja de Pandora en la palma de sus manos.

—Casi.—respondió María—Casi como Coulson.

Victoria se permitió liberar el aire en sus pulmones. Cerró los ojos por un momento, pareció tan tranquila que María jamás podría haber notado que se tomó ese par de segundos para intentar alejar al brote asesino que por poco se presentaba en su cabeza.

—Tengo órdenes de explicarle todo, señorita Stark, pero también tengo órdenes de protegerla y llevarla conmigo.—espetó María seriamente, acercándose a su escritorio como si esperara que Victoria se reincorporará y la siguiera, más no sucedió así. Victoria pareció confundida.

—¿Protegerme?—repitió con cierta incredulidad—¿De qué, precisamente?

—Del hombre que intentó matar a Nick, y que Streiten cree que vendrá por usted.—contestó María. Eso pareció encender alguna alarma en su cabeza porque en su rostro se instaló una expresión de alerta—Han pasado muchas cosas en las últimas horas, S.H.I.E.L.D está en peligro...

—A quién le importa S.H.I.E.L.D.—contestó Victoria de mala gana, levantándose de su silla y tomando su bolso—Llévame con Nick.

—Entonces, ¿de quien estamos huyendo?—inquirió Victoria, una vez que decidió que aquel sentimiento de miedo que había sacudido su corazón finalmente se había apaciguado al aceptar que Fury aún continuaba con ellos. Trataba de permanecer indiferente, en un intento por seguir manteniendo la enorme distancia que había entre lo que Hill debía y lo que no debía conocer. Desde hacía mucho tiempo que, secretamente, había comenzando a tener cierta inseguridad con respecto a la verdad. A que alguien que no quisiera de pronto supiera lo que Victoria realmente era, pero no se lo había dicho a nadie.

[Como es evidente, en ese entonces todavía tenía esperanzas de que las cosas podían seguir como estaban]

—El tirador que intentó asesinar a Nick todavía está allí afuera, no pudimos atraparlo.—contestó María con cierto pesar—Rogers lo persiguió pero lo perdió. Él y Romanoff vieron a Fury morir.

—Háblame del tirador.—pidió Victoria, intentando en vano que María no pudiese detectar el genuino interés que había en sus palabras—¿Qué saben de él?

[De que a pesar de que todo a mi alrededor cambiará, mi anonimato podía seguir justo como lo había dejado. Que nadie que yo no quisiera, podría saber lo que realmente era]

—Es muy rápido, y muy fuerte.—relató María, mientras giraba el volante para tomar una curva—Tiene un brazo de metal.

—¿Romanoff te dijo eso?

—Rogers me lo dijo.

—¿Qué?

María se mostró algo extrañada al ver la reacción de Victoria. Su indiferencia había sido reemplazada por una expresión pensativa, como si finalmente comenzara a estar tan preocupada como ella. María esperó a que dijera algo más, pero fue como si Victoria se hubiese quedado completamente en blanco.

—¿Qué hay con eso?—dudó María sin comprender—El tirador era un soldado, y todos los soldados son fuertes.

—Para un hombre común, todos los soldados son fuertes.—respondió entonces Victoria, mientras María pisaba el acelerador para subir al puente que se erguía sobre un extenso río que desembocaba en el mar—Para un hombre como Rogers, ninguno debería serlo.

[Quería creer que mi pasado se había quedado enterrado junto a Howard. Que todo había terminado, y que mi dolor había sido útil, para ser la criatura más poderosa de le tierra]

María observó a Victoria con curiosidad, y sus palabras se quedaron flotando en su cabeza.

—No lo pensé de esa forma.—murmuró entonces, admitiendo en sus adentros lo interesante que podían ser las palabras de Victoria cuando no las usaba para ser una desinteresada egocéntrica.

[Que había hecho mi trabajo y que no había nada de ese tedioso pasado que pudiese volver a buscarme]

Victoria miró hacia el frente.

—Hill.

—No sé si lo sepas, pero ya que debo protegerte, creo que está bien decírtelo.—dijo María, observándola atentamente. Victoria tenía la mirada fija en el camino y María no pudo advertir el pequeño salto en sus ojos—Estamos seguros de que SHIELD tiene infiltrados de Hy...

—¡Hill!

[Creí que después de tanto dolor, por fin había terminado con lo que él Capitán América había iniciado, pero hice mal en ignorar la realidad: corta una cabeza de Hydra y dos más crecerán en su lugar]

Steve ingresó en el ascensor y se recargó en una de las paredes de cristal, suspirando para liberar la tensión sobre sus hombros.

—Al piso de operaciones.—habló fuerte y claro, consiguiendo que el lector de voz comprendiera la orden y diera una señal positiva. Las puertas iban a cerrarse tras él pero el brazo de Rumlock se interpuso, abriendolas otra vez. Junto a él, los miembros de su equipo entraron también.

—Al laboratorio forense.—habló Rumlock, y obtuvo la misma respuesta afirmativa del sistema. Steve lo miró de reojo—Capitán.

—Rumlock.

Steve se puso firme y coloco más manos delante de él para esperar.

—El personal de pruebas forenses quieren que veamos unas fibras que han encontrado, ¿ordeno al equipo que se prepare?—preguntó con tranquilidad, observando a Steve.

—Aún no.—respondió escuetamente—Esperemos a ver de qué se trata.

Un sonido sólo perceptible para el oído de un super humano hizo que la alarma de Steve despertara de repente. Las yemas de unos dedos rozando el metal de una pistola. La mirada de Steve abandonó a Rumlock y se trasladó a los hombres de su equipo, notando que sus manos estaban peligrosamente cerca de sus armas. Como si hubiesen notado su sospecha, intentaron actuar con normalidad, pero una de las grandes cosas que caracterizan a un super humano es que su presencia usualmente no permite la tranquilidad.

El ascensor se detuvo otra vez y entraron más agentes. Tenían trajes elegantes y portafolios, pero cuerpos muy atléticos para ser un personal administrativo. En un parpadeo, Steve se encontró rodeado.

—Siento lo que le sucedió a Fury.—dijo Rumlock, mirando a Steve de reojo—Es una perdida tremenda.

—Gracias.—contestó Steve, y su mirada se dirigió a los dedos que Rumlock mantenía rozando el bastón eléctrico que colgaba a su costado derecho. La dura mirada de Steve, depredadora, comenzaba a hacer que Rumlock tuviera los pelos de punta. Haciendo uso de la visión y la intuición que solo un super soldado podría haber desarrollado, Steve notó el nerviosismo en sus cuerpos, las gotas de sudor formándose en sus frentes, el como rehuían de su peligrosa mirada.

El ascensor se detuvo una vez más y dejo entrar a cuatro agentes extra. Las puertas volvieron a cerrarse.

—Antes de comenzar...—dijo Steve, y supo de inmediato que el sonido de su voz los hizo contener el aliento—¿Alguno se quiere retirar?

Todo sucedió en cuestión de segundos, por lo que María ni siquiera pudo reaccionar. Victoria jaló la palanca del asiento del piloto, provocando que el respaldo de María se inclinará totalmente hacia atrás. El cinturón de seguridad la arrastró consigo y los cristales del parabrisas cayeron sobre su cuerpo luego de que tres estruendos resonaran dentro del vehículo. Hill cerró los ojos fuertemente para evitar que los cristales los cortaran y jaló el freno de mano. El auto frenó peligrosamente, contoneándose hacia los lados y sacudiéndola dentro. El chirrido de las ruedas derrapando en el asfalto sonó lejano debido a su consternación. Cuando el auto se detuvo con una última sacudida, Hill levanto la mirada sosteniendo su arma y volteó hacia el asiento del copiloto.

El grito de Hill podría haberse escuchado incluso en el otro Estado. En todo el pecho de Victoria habían disparos, y la sangre había salpicado tanto que incluso estaba en el rostro de María.

—¡N-no puede ser...!—balbuceó, completamente en shock. Acababan de matar a Victoria Stark en su propio auto y ni siquiera podía procesar todo el desastre que eso provocaría—¡No puede ser!¡No puede ser!

María se abalanzó sobre ella y comenzó a hacer presión en sus heridas de manera desesperada.

—¡Stark, Stark, Stark!—llamó de manera insistente, comenzando a hacer una maniobra de reanimación sobre su pecho. Sus manos estaban tan ensangrentadas y su mente tan alterada por lo que estaba sucediendo que no siquiera se dio cuenta de que ya no había ningún agujero en el pecho contrario. Victoria abrió los ojos y parpadeó un par de veces, mirando a Hill.

—Quítate de encima.

Otro grito y María retrocedió abruptamente, cayendo sobre el asiento del copiloto y golpeándose la espalda contra la puerta. Sus ojos viajaron desde el rostro de Victoria hacia su pecho. Su boca estaba tan abierta que su mandíbula podía dejar manchas de sangre ajena en el piso del vehículo. Victoria suspiró pesadamente, decidiendo que trataría con el asunto luego. Sus ojos abandonaron a la impresionada María y observaron hacia adelante.

Fue como si el tiempo se hubiese detenido por un eterno instante, porque a través del cristal destrozado, Victoria pudo verlo acercarse como si tan solo estuvieran los dos. De pronto el hecho de que un importante agente de S.H.I.E.L.D estuviera viendo en vivo y en directo como su carne se regeneraba y escupía las balas que la habían perforado no fuera más que una pequeña piedrita en sus tacones. Su figura se acercaba hacia ella como si el camino estuviese echo para que se encontraran. Por un extraño momento, se sintió como si las cosas por fin estuvieran en su lugar.

[Puedo jurar que esa fue la primera vez que lo vi. El hombre al que luego conocería como El Soldado del Invierno]

—Era cierto.—murmuró Victoria.  María seguía demasiado shockeada como para contestar, pero se sobresaltó al oír la manija de la puerta abrirse. Fue como si de pronto reaccionara y se diera de cuenta de que continuaban ahí, y de que lo que había visto era real. Victoria, de alguna forma, estaba viva, y había abierto la puerta.

[Hay ocasiones en nuestra vida en que conocemos a alguien y tenemos la extraña sensación de que así debía suceder]

Victoria observó a María una vez más mientras sacaba una de sus piernas del auto.

—Tiene un maldito brazo de metal.—observó Victoria, y una inexplicable y terrorífica sonrisita divertida se instaló en sus labios ensangrentados. María hizo contacto visual con esos oscuros ojos avellana y entonces el corazón le dio un vuelco. Por primera vez en su vida creyó que el demonio existía y estaba segura de que estaba a su lado—Se lo voy a tener que quitar.

[A nadie le ha sucedido antes? Cuando a penas conoces a alguien pero sabes que tienen algo pendiente. Parecía ilógico...pero nosotros lo teníamos]

[N/A: Holaa, ¿como está? Espero que les haya gustado este capítulo 💕 me gustaría mucho leer sus opiniones. Como verán, en el siguiente capítulo Victoria y Steve tiene cosas por resolver, ¿por qué creen que Bucky recibió la orden de matar a Victoria?¿que creen que hará ella ahora que Hill vio como se regeneró luego de los disparos?¿que harán Nick y Tory cuando se reencuentren? Victoria siempre tiene presente su pasado en SHIELD del que casi nadie sabe, ¿por qué creen que haya abandonado SHIELD? En el siguiente capítulo veremos a las dos armas más letales del mundo agarrándose de los pelos jaja nuevamente, me gustaría leer sus opiniones y sus teorías💕💕💕 Muchos saludos y nos vemos después 💕✨]

[N/A: Es recomendable prestar atención a la voz en off de Victoria, ya que en base a sus reflexiones puede comprenderse el rumbo que toma con sus decisiones y las cosas a las que empieza a tenerle y aquellas que comienza a desear]

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