Veintiséis
[NARRADOR]
La noche pasó más rápido de lo que Derek hubiera querido, igualmente transcurrió la mañana. Llegando el momento en el que debía llevar a Stiles a hablar con aquél chico que no iba a cooperar con la información a menos que el humano hiciera acto de presencia.
Iban en el Camaro, Derek no se había dado cuenta de lo tenso que estaba hasta que Stiles hizo un comentario sarcástico sobre ello. Momento en el que se obligó a relajarse un poco, observando como sus nudillos se ponían blancos al estar haciendo presión en el volante.
Llegaron a la mansión Hale y, por alguna razón, Derek no quería que Stiles entrara. Intentó retrasarlo lo más posible caminando delante de él, pero Chris les había escuchado llegar y para desgracia del mayor, el cazador andaba con prisa.
— Estoy a punto de dispararle –Advirtió el Argent.— Ve a ver que esté bien sujeto, Derek.
El lobo asintió y se apresuró a ir hacia el sótano de su antiguo hogar. Encontrando al chico atado a una nueva silla.
— Hola chucho –Le saludó sonriendo.— ¿Y Stiles dónde está?
— Más te vale tener cuidado con lo que dices cuando venga –Le advirtió.
— ¿O qué?
— ¿Quieres enterarte de que se siente ir a nadar con unos zapatos de cemento? –Por primera vez, el chico puso cara de susto.— Cuida tu lengua.
Al escuchar como Stiles y Chris bajaban las escaleras, Derek se puso detrás de la silla del chico. Moviéndolo para que quedase mirando hacia la puerta del sótano.
Stiles estaba a medio comentario sarcástico cuando sus ojos se clavaron en el sujeto. Y Derek pudo ver claramente como la expresión del chico cambiaba a una de puro horror, pero no un horror normal, sino uno que podría significar que la misma parca se había puesto de pie frente a él.
— Hola Stiles –Saludó el atado, demasiado alegre.— Tiempo sin verte ¿Cómo está tu manada? Espero que mal.
El humano no respondió, no se movió, ni siquiera parpadeó, y detrás de él Chris se veía igual de preocupado por la reacción del humano.
— Estos dos buenos hombres han pasado un buen rato intentando sacarme información –Volvió a hablar el chico.— ¿Por qué no les ayudas? Diles como me llamo.
Pasaron dos minutos que a Derek se le hicieron eternos antes de que Stiles respondiera.
— Donovan... –Había dicho en un hilo de voz, el cual Derek por poco y no escucha.
— Ese es mi nombre –Asintió sonriendo.— Ahora explicales por qué tienes esa cara de Vi un fantasma, cuéntales qué me ocurrió la última vez que me viste.
— Moriste.
— ¡Me asesinaron, diría yo! –Exclamó medio ofendido.— ¿Y quién lo hizo?
Stiles dijo algo, pero lo dijo tan bajo que ni siquiera Derek llegó a escuchar.
— ¡Habla fuerte, Stilinski! –Le gruñó Donovan.— Vamos, dilo frente a ellos, diles quién me mató.
— YO –Dijo Stiles súbitamente.
El rostro de Stiles estaba más pálido de lo normal, sus puños y mandíbula apretados con fuerza, y su corazón a punto de salir disparado de su pecho.
Derek temía que le fuese a dar un ataque de pánico.
— Exacto, Stilinski –Donovan parecía repentinamente furioso.— Tú me mataste y en cuanto me libere de esta silla te devolveré el favor. Ojo por ojo, maldito hijo de...
Donovan no pudo acabar la frase, un rugido de Derek le hizo mirar hacia el lado junto a tiempo para que un puño duro como una roca impactara contra su mandíbula.
Un par de dientes salieron de su boca, siendo arrastrados por una catarata de sangre y saliva que brotó de su boca.
Derek no se había molestado en golpearle de nuevo, había cogido a Stiles por el brazo y lo había jalado hacia el piso superior.
Salieron de la mansión y el ojimiel se dejó caer en los escalones de la salida, llevándose las manos al cabello y jalando con fuerza mietras se cubría el rostro.
— Mierda, mierda ¡Mierda! –Repitió una y otra vez hasta que le falló la voz.— Esto no puede estar pasando.
Derek le observó mientras el chico se derrumbaba. Olía la ira, tristeza e impotencia que desprendía por cada uno de sus poros. Al notar que le miraba fijamente, otro aroma de unió a los anteriormente nombrados: la vergüenza.
El lobo no sabía qué hacer, por lo que sentó a su lado mientras el chico maldecía y gritaba con pura furia. Soltando lágrimas de pura impotencia.
El humano dio un respingo al sentir la mano del lobo apretar su hombro con fuerza, como si quisiera recordarle que estaba allí con él. Bajó las manos y volteó el rostro para poder verle, los ojos verdes de Derek estaban clavados en él, mirándole como si vieran más allá de lo que él mostraba. En otro momento eso hubiera provocado que se sonrojase, pero ahora estaba demasiado shockeado como para pensar en cualquier otra cosa que no fuera lo que acababa de ocurrir.
Donovan, chico al que cabe mencionar había matado, había estado sentado frente a él con la misma sonrisa desquiciada con la que una vez le había dicho No voy a matarte, solo voy a comerme tus piernas.
Se llevó una mano al pecho, sintiendo como su corazón golpeaba como loco, como si quisiera escapar de su caja torácica, y creyendo que necesitaba sujetarse para que no lo hiciera.
Si seguía así, iba a darle un infarto antes que a su padre. No podía ser bueno para su salud el sufrir un infarto a los 17 años.
La otra mano de Derek se aferró a su otro hombro, ayudándole, o más bien obligándole, a levantarse.
— Vámonos de aquí –Le dijo el lobo con una voz gruesa.— Ya hiciste suficiente.
El lobo le guió hacia el Camaro y él ni siquiera intentó oponerse a ello. Sintiendo que no estaría seguro hasta que estuviera encerrado en el departamento, alejado de todo y todos.
Pero era obvio que Derek no iba a aceptar el dejarle solo en el estado en el que se encontraba.
NOTA DE LA AUTORA:
Puto Donovan, le va a dar un infarto a Stiles. Pobre nuestro babu, está al borde de un ataque de pánico. Y pobre Derek, no sabe cómo ayudar. Me duele mucho escribir esto, pero sin drama no hay trama.
En fin, sin más que decirles me despido deseándoles un buen resto del día y mandándoles muchos besos y abrazos para todos. Adiós mi linda manada.
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