Veinticinco
[NARRADOR]
Derek estaba de pie frente a aquél sujeto, vigilando que no intentase nada mientras Chris preparaba los objetos que había traído para sacarle información. El lobo no iba a admitir que tembló al ver que aquellos utensilios se parecían a los que alguna vez Kate había usado con él.
El chico en la silla le miraba con una sonrisa muy torcida. Casi perturbadora, y con una tranquilidad que ya resultaba preocupante. Derek estaba curioso de preguntarle si estaba consciente de lo que iban a hacerle si no cooperaba.
— Muy bien, chico –Comenzó a hablar el cazador.— Tenemos dos opciones: puedes cooperar y no salir herido, o podemos torturarte.
— O podemos hacerlo divertido y que me suelten –Gruñó el chico.— A ver quién tortura a quién.
Derek rodó los ojos, acercándose al chico y dándole un puñetazo en la mandíbula.
El que acababa de ser golpeado se quedó en shock, ese puñetazo definitivamente le había acomodado las ideas.
— Empecemos por algo simple –Dijo Derek, agachándose a la altura del rostro del otro.— ¿Cómo te llamas?
El chico enderezó el rostro y puso una expresión de superioridad mientras escupía sangre a los pies de Derek. No estaba tan loco como para escupirle en la cara.
— Pregúntale a Stiles –Le dijo.— Él me conoce.
— Tenías una máscara –Puntualizó Chris.— No puede conocerte.
— O, créeme... –Pidió sonriendo con picardía.— El de la escuela no fue nuestro primer encuentro cercano.
El pelinegro le rugió y volvió a golpearle. Dejando desconcertado a Chris.
— ¿Cómo es que conoces a Stiles? –Preguntó o, más bien, gruñó.
— Pregúntale quien le hizo la bonita cicatriz que tiene en el hombro.
Derek rugió con furia y cogió al chico por el cuello, levantándole con silla incluida y lanzándole contra el suelo. Destruyendo la silla en el progreso.
Chris tuvo que ponerse frente al ojiverde para que Derek no se le volviera a lanzar encima al chico. Aunque le golpeó con una macana eléctrica para que no intentara nada.
— Suficiente –Dijo Chris, viendo como por los puños de Derek corrían unas finas líneas de sangre.
El pelinegro sintió el aroma de su propia sangre y dejó de apretar los puños. Yéndose hacia la primera planta para poder aclarar sus pensamientos y recuperar del todo su control. Por un momento, sintió haberlo perdido.
Chris se encargó de inmovilizar al chico y fue detrás de Derek, queriendo asegurarse de que estaba bien.
— Deberías ir por Stiles –Le aconsejó.— Quizás conduciendo te relajes un poco.
— Me estás pidiendo que me relaje con Stiles –Repuso el lobo.— Eso no es posible.
— No lo es para ti, pero quizás el lobo se calme si ve que Stiles está bien.
Derek le miró de reojo, sabiendo que había algo entre líneas en aquella frase.
— No sé de qué me hablas –Quiso fingir demencia.— Stiles no tiene nada que ver, solo me enfureció que ese tipo me escupiera.
— Si eso es verdad, entonces tu temperamento se está volviendo peligroso y tardío –Ironizó Chris.— Porque reaccionaste varios minutos después de que te escupiera.
El lobo no respondió, se limitó a darse media vuelta y comenzar a caminar hacia la salida.
— Ahora es tarde –Gruñó mientras le daba la espalda al cazador.— Mañana traeré a Stiles.
Chris murmuró un Está bien y, sin decir más, Derek salió de la mansión para irse al departamento.
(...)
Stiles abrió mucho los ojos al ver a Derek llegar. Y le acorraló en cuanto cerró la puerta para interrogarle.
— ¿¡Dónde estabas y qué diablos te ocurrió!? –Preguntó a gritos.
— Estaba con Chris –Respondió el pelinegro, sin entender por qué Stiles reaccionaba así.
— ¿Y quién o de qué te hizo perder esa sangre?
Stiles apuntó a los pies del otro, a la botamanga de los pantalones, donde había pequeñas manchas de sangre.
— No es mía –Aclaró el mayor.
— ¿A quién mataste?
— No maté a nadie, Stiles –Volvió a aclarar con obviedad.— Estabamos intentando interrogar al tipo que te atacó.
— Oh... –Stiles estaba, y se notaba, mucho más tranquilo.— ¿Averiguaron algo?
— No –Negó.— Dio a entender que no hablará hasta que tú estés allí.
— ¿Yo? –Stiles se señaló a sí mismo, haciendo una mueca de que no entendía.— ¿Por qué yo? ¿Qué puede tener que ver ese tío conmigo?
— Lo mismo me pregunto yo –Siseó el mayor entre dientes.— Pero quiere hablar contigo.
— Genial, podremos hacer un número de policía bueno y malo –Dijo riendo.— Hablando de gente mala, te dejaste el móvil y Braeden llamó, no iba a responder pero no paraba de llamar. No parecía muy feliz cuando le respondí yo, le dije que me habías dejado tu móvil porque te fuiste a entrenar. Sígueme la corriente o va a matarme.
— No lo hará –Le dijo Derek.— No podría.
— ¿Qué se lo impediría? –Stiles caminó hacia la cocina, mientras Derek cogía su móvil.
— Yo lo haría –Dijo alto para que el otro le escuchase, aunque luego se dio cuenta de que eso podía sonar raro.
Antes de que pudiera decir algo más, su teléfono sonó. Y, como sospechaba, era Braeden.
La mercenaria comenzó a cantarle los cuarenta, que por qué no iba con su móvil encima, que por qué no le dijo que iba a salir, entre otro centenar de cosas que Derek ignoró olímpicamente.
— ¿Y qué es eso de que el mocoso tenía tu móvil? –La pregunta hizo que Derek regresara a la realidad.— ¿Qué haces siquiera con ese debilucho?
El pelinegro apretó el móvil un poco antes de tomar aire y responder.
— No voy a permitir que lo trates de esa forma –Gruñó.— No le daba explicaciones a mi madre y menos te las daré a ti. Ya no quiero hablar, adiós.
— Volveré a llamarte.
— No te molestes.
Derek le colgó la llamada, levantando la vista y dándose cuenta de que Stiles estaba de pie frente a él, junto a la entrada a la cocina.
— Eso fue intenso –Dijo el menor, viendo la expresión cansada y seria del otro.— ¿Estás bien?
— Si –Respondió el ojiverde bufando.— Estoy cansado.
— Hagamos esto, ve a ducharte, yo me encargo de esperar la pizza y miramos una peli.
El pelinegro hizo una mueca ante lo que el otro le dijo, pero estaba tan emocionalmente agotado que le encantó la idea.
— Está bien –Asintió.— No destruyas el lugar mientras me ducho y no pongas música fuerte.
— Señor, no señor –Dijo haciendo el saludo militar.
Derek se dio la vuelta y caminó hacia el baño.
— Gruñón –Siseó Stiles mientras cogía su propio móvil.
— ¡Escuché eso! –Le gritó Derek, haciéndole reír.
Quizás, después de todo, vivir con el lobo no iba a ser tan malo.
NOTA DE LA AUTORA:
Braeden me jode mucho, I hate her, la odio. Me hago odiarla.
En fin, sin más que decirles me despido deseándoles un buen resto del día y mandándoles muchos besos y abrazos. Adiós mi linda manada.
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