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Trentaidos

[NARRADOR]

Stiles no pudo dormir en todo lo que restó de noche ¿Cómo iba a poder hacerlo luego de lo ocurrido?

No se lo podía creer, Derek le había besado. Le había besado de verdad, aunque hubiera sido solo un piquito, era mucho más de lo que se había esperado conseguir de Derek.

No había estado tan dormido como para no darse cuenta de aquello, aún así no había abierto los ojos ni se había movido, se había quedado inmóvil, casi petrificado, hasta que escuchó a Derek irse a su cuarto y, aún luego de eso, no se movió en lo más mínimo.

Se quedó el resto de la noche mirando al techo, sin mover ni brazos ni piernas hasta que su móvil marco las 8am y sus riñones llenos de orina le ganaron.

Fue al baño sin hacer el más mínimo ruido, como si más que ir a orinar estuviera por asaltar un banco o alguna joyería. Pasó junto a la puerta de Derek y por un minuto que le fue eterno antes de entrar al baño, sintió el pánico de que el lobo pudiera abrir de repente y encontrarle allí.

Era como si todo el avance que había hecho desde que le conocía de hubiera esfumado en apenas los tres segundos y medio contados que había durado aquél beso, porque Stiles contó los segundos en un intento de que no le diera un ataque de pánico y de que su corazón no se acelerara. No se imaginaba qué hubiera ocurrido si abría los ojos o si Derek se daba cuenta que él estaba despierto.

Estaba 100% seguro de que no hubiera ocurrido nada bueno si Derek se daba cuenta. Era obvio que aquello había sido un error, un estúpido error provocado por el alcohol que reccoría el organismo del lobo. O de eso quería convencerse Stiles, porque sino temía que hubiera sido por lástima a él y a sus estúpidos sentimientos humanos, y de verdad no se creía capaz de soportar que Derek le tuviera lástima.

Una fuerte migraña provocada por la resaca le atacó una vez que estuvo bien despierto, mientras se lavaba los dientes. Sin importarle el dolor salió del baño y, mientras se acomodaba la ropa arrugada por haber dormido con ella puesta, salió del departamento a pasos de pluma, incluso cerrando la puerta a cámara lenta para que esta no hiciera ruido.

Una vez fuera, bajó las escaleras corriendo como si le persiguiera la misma muerte. Consiguió salir del edificio en menos de un minuto a pesar de que tuviera que bajar cuatro escaleras. No iba a admitir que casi rueda por al tropesar con un escalón de lo precipitada que fue la bajada.

Antes de que su mente le permitiera centrarse en la realidad, se vio a sí mismo en el parque del centro. El cual quedaba a veinte calles del edificio en donde ahora convivía con Derek.

Veinte calles que había caminado sin siquiera pensar en que lo hacía. Había cruzado calles, pasado frente a autos y semáforos, pudieron haberte atropellado y él iba pasando moscas por la vida.

Le daba ganas de darse un zape por idiota. Aunque, en lugar de hacerlo, se dejó caer en una de las bancas del parque.

El dolor de cabeza aumentaba a medida que sus pensamientos e inseguridades de adolescente enamorado le atacaban sin darle tregua.

Se sujetó la cabeza y sintió ganas de maldecir a medio mundo. Pero se mantuvo en silencio, sin poder entender el por qué de que le afectara tanto.

Él estaba enamorado de Derek de una forma que, estaba seguro, no era sana. Debería ponerse feliz por el hecho de que el lobo le hubiera besado, pero por alguna razón no estaba feliz. Más bien se estaba deprimiendo ¿La razón? No tenía idea, no había realmente algo que justificara el repentino cambio de actitud.

Seguía enamorado de Derek, eso ni siquiera se lo discutía, pero por alguna razón no conseguía pensar que aquél beso hubiese sido algo bueno. Estaba consciente de que ahora las cosas con el Hale iban a estar muy tensas.

— Tío –Dijo una voz masculina a sus espaldas.— Estás hecho mierda.

Dio vuelta la cabeza casi al instante, sorprendido por escuchar a esa persona allí. Donovan hizo una mueca mientras se sentaba a su lado.

— ¿Qué haces aquí? –Preguntaron al mismo tiempo.

— Yo vine a caminar –Respondió Donovan.— ¿Y tú?

— ¿Qué parece que vine a hacer?

— Pues, en mi humilde opinión, te ves como si fueras a suicidarte y hubieras querido levantarte para ver el amanecer una última vez –Admitió el chico con una sonrisa burlona.— Aunque por la hora, creo que se te hizo tarde.

El ojimiel le miró con los ojos entrecerrados y una expresión de ofendido, ya se arrepentía de haber liberado a Donovan en lugar de dejarle para que lo mataran.

Suspiró y regresó la vista hacia adelante, observando los juegos para niños vacíos que había allí. Era obvio que por la hora no iba a haber ningún crío jugando.

— ¿Alguna razón en especial por la que hueles a que te quieres meter una raya de veneno para ratas? –Le preguntó el Quimera, intentando iniciar una conversación.

— ¿Siquiera te importa o vas a hacerme hablar en vano?

— No me importa –Admitió encogiéndose de hombros.— Pero me interesa saber, estoy aburrido y no hay nadie más para hablar aquí.

Stiles le miró, dudando de si debería decirle o no. Pero la verdad es que estaba desesperado y necesitaba hablarlo con alguien, alguien cuya opinión de los hechos no le importara. Y ese alguien era Donovan.

— Derek me besó.

— ¿Quién es Derek? –Stiles le miró con el ceño fruncido.— ¿El lobo ese?

— Si.

— Pues si besa como golpea te envidio –Le dijo, sorprendiendo al humano.— ¿Qué? El tío está bueno, no me lo vas a negar.

— No sabías que te gustaran los chicos.

— ¿De qué hablas? No soy maricón como tú –Le recriminó ofendido.— No tienen que gustarme los hombres para envidiar el físico de otro sujeto.

— Maricón será tu abuelo –Le dijo Stiles.— Ni siquiera se por qué te lo cuento, ni que fuéramos amigos.

— Es que soy el único que te presta atención –Dijo mientras metía las manos en los bolsillos de su chaqueta.— Que triste, alguien que quiera matarte es el único que se interesa por lo que sientes o piensas, no quisiera ser tú, tu vida es una mierda.

— Claro, porque ser una rata de laboratorio a la que ahora quieren exterminar es vivir el sueño americano.

— Me corrijo, nuestras vidas son una mierda –Bufó.— La gente que más sufre es la que menos lo merece.

— Ambos nos merecemos lo que nos ha ocurrido.

— Ahí es donde encuentro tu problema –De repente, Donovan se puso serio.— Nunca, pero nunca, debes decir que te mereces sufrir. Aún si de verdad te lo mereces, admitirlo es el primer paso a que la gente te pase por encima, si crees que te mereces todo lo que te ocurre, las personas se aprovechan ¿Tú crees que el asesino cree merecer la pena de muerte por haber matado? No, y eso es lo que hace que la gente les tema, porque no pueden pasarles por encima sin tener que pagar las consecuencias.

El móvil del Quimera comenzó a sonar con una música extraña y demasiado estruendosa, rock pesado o algo así. Donovan sacó el apararo de su bolsillo y entonces el humano vio que era una alarma.

— Me tengo que ir –Suspiró mientras se levantaba.— Conseguí a alguien que va a sacarme de aquí, me estoy escapando.

— ¿A dónde vas a ir?

— Primero: al aeropuerto, luego: quien sabe –Sé encogió de hombros.— Quizás me vaya a México o a Argentina, no lo tengo asegurado. Solo compraré un boleto de avión y adiós.

El humano asintió con la cabeza mientras igualmente se levantaba.

— Creí que ibas a esperar a que acabara la ventaja e ibas a intentar matarme –Admitió haciendo una mueca.

— Nah... –Donovan sonrió.— Matarte si ya tienes la vida hecha mierda no me daría el mismo placer. Quizás vuelva cuando las cosas mejoren.

— ¿Crees que las cosas van a mejorar?

— Si dejas de permitir que te pisoteen, lo harán –Aseguró.— Adiós, Stilinski.

— Adiós Donovan –Se despidio de igual forma.— Nunca supe tu apellido.

— Y nunca lo sabrás –Sentenció dándose la vuelta.— Nos vemos.

Stiles observó mientras Donovan se marchaba, desapareciendo mientras se internaba en la parte del bosque que conectaba con aquél parque.

El humano nunca iba a admitir que aquella charla le había relajado bastante. Aunque aún tenía mucho en lo que pensar.

NOTA DE LA AUTORA:

Donovan se va, lo cual deja a Stiles con dos problemas: Theo y su extraña relación con Derek ¿Qué va a pasar ahora? Tendrán que esperar para averiguarlo.

En fin, sin más que decirles me despido deseándoles un buen resto del día y mandándoles muchos besos y abrazos para todos. Adiós mi linda manada.

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