Capítulo único.
Hyunjin se despertó de un sobresalto cuando un trueno hizo temblar la ventana. Contempló su habitación consternado por el estruendoso ruido, aunque no tardó demasiado en tomar consciencia del espacio y del tiempo. Se estiró para revisar la cama de abajo, en donde estaba Jisung, su compañero de cuarto. Éste ni siquiera se había inmutado, cosa que Hyunjin envidió con todo su ser. A él le costaba quedarse dormido y sí lo conseguía, cualquier sonido lo despertaba. En su móvil, se veía que eran las dos y quince de la madrugada; la hora perfecta para hacer su primera visita al baño. Tal como su vejiga lo dictaba, se bajó de la cama y se dirigió al cuarto correspondiente para descargar lo que fuera que hubiera estado reteniendo hasta ese momento.
Tras terminar con lo suyo, se lavó las manos y se echó una mirada en el espejo. Su cabello estaba hecho un desastre, y eso que se había acostado hacía unas muy pocas horas. ¿Qué había estado soñando? Sólo pudo recordar una mesa llena de comida y un cohete que iba directo a la luna. ¿Coherencia? Ninguna, pero pensar en eso le dio muchísima hambre. Se ordenó el pelo con los dedos como pudo y bostezó ampliamente. Apagó la luz al egresar de ese pequeño espacio del departamento en el que vivía con su grupo y se encaminó a la cocina casi automáticamente, como sí se hubiera transformado en un robot.
Con los ojos apenas despegados y sin molestarse en encender la luz, abrió el refrigerador y fue directo por una porción de lemon pie que había escondido muy ingeniosamente en un recóndito sitio. Se sonrió para sí mismo al comprobar que su plan había salido a la perfección y, ni corto ni perezoso, tomó un tenedor y se puso a comer ahí mismo, descalzo y a oscuras. Soltó un corto gemido de satisfacción; ese pastel estaba delicioso y lo que le seguía a eso. No tardó demasiado en devorar su tentempié y al rato ya se encontraba tirando el recipiente de plástico a la basura. Como pudo, lavó el tenedor utilizado para no recibir regaños de otros al día siguiente, o más bien de uno en particular: Jeongin. No era que le molestara hacer los quehaceres de la casa, pero el maknae siempre actuaba como la mamá de todos. Pensar en que alguien menor que Hyunjin podía ponerle límites lo hizo sentir un poco molesto, pero tenía demasiado sueño como para mantenerse en ese modo por mucho tiempo.
Iba de regreso a la habitación, dispuesto a seguir durmiendo; sin embargo, una luz en medio de la oscuridad de la sala de estar, le llamó la atención. Volteó para revisar y esta se trataba de la del televisor, el cual tenía un único espectador; el mismísimo Jeongin. «Hablando de Roma...». Caminó en un maquiavélico silencio en tanto la tormenta eléctrica rugía en el exterior y se paró justo detrás del muchacho acurrucado en el sofá, quien parecía no haber notado su presencia al estar tan concentrado en la televisión. Entonces, en un rápido movimiento, tomó los hombros del más joven, y éste pegó un sobresalto tan fuerte que por poco terminaba dando vuelta el sillón. Hyunjin cubrió los labios de su compañero a tiempo para contener un grito agudo que se le había escapado por la sorpresa.
一¡Shh! ¡Despertarás a los demás! 一lo regañó Hyunjin entre suaves risas.
Jeongin, al notar de quién se trataba, se deshizo de la mano del otro muchacho y volteó para fulminarlo con la mirada.
一Entonces, ¡No me asustes! 一soltó una importante bocanada de aire en tanto se sostenía el pecho con una mano con la clara intención de tranquilizarse a sí mismo一. ¿Cuál es la necesidad de ser así de cruel conmigo?
一Ah, exagerado. 一Hyunjin le dio la vuelta al sofá y se sentó al lado del chico envuelto en una manta一. De cualquier forma, ¿Qué haces aquí?
Jeongin torció los labios y luego meneó la cabeza de un lado al otro.
一Sólo no podía dormir y me entretuve viendo... Las noticias.
Hyunjin entrecerró la mirada en tanto vacilaba entre el rostro del otro y la pantalla. Cruzó los brazos debajo de la nuca y soltó un prolongado suspiro.
一Estás aquí porque te da miedo la tormenta.
Jeongin abrió la boca para luego cerrarla rápidamente.
一No es así. Yo de verdad tengo insomnio.
Hyunjin rió esta vez un poco más fuerte, por lo que tuvo que taparse la boca y evitar hacer demasiado ruido. Sabía perfectamente que Jeongin estaba mintiendo. El chico no era bueno ocultando sus temores.
一Le tienes miedo a los truenos porque eres un bebé.
一¡Oye!
一Bebé, bebé, b-e-b-é. 一Hyunjin canturreó para que su burla fuera aún más humillante, sólo para no perder la costumbre. Jeongin golpeó el antebrazo ajeno próximo a él y el atacado rápidamente se llevó una mano a la zona para sobársela一. Además de cobarde, eres un salvaje.
一¡Es tu culpa! 一Jeongin frunció el entrecejo de una manera tan infantil que Hyunjin tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no soltar ruidosas carcajadas一. ¿Podrías dejar de burlarte de mí? No quiero terminar cometiendo homicidio esta noche. 一de pronto, un nuevo trueno se hizo escuchar, con lo que Jeongin pegó un brinco en su sitio, esta vez aguantando la respiración. Probablemente se estaba esforzando por no gritar.
一Dudo que cometas uno sí antes te mueres de un infarto. 一Hyunjin negó con la cabeza y a continuación, rodeó los hombros del menor de ambos para atraerlo contra su propio pecho. Sabía que él necesitaba un poco de contención en aquellos momentos, y esperaba que con eso alcanzara一. Ya cálmate, pequeño bebé.
一Si me vuelves a llamar así, te lanzaré por la ventana. 一a pesar de su amenaza, Jeongin no dudó en acomodarse contra el cálido cuerpo ajeno con toda la naturalidad del mundo, llevándose consigo la manta para esta vez cubrir a ambos. Era habitual en ellos pelear y luego demostrarse cariño como sí nada; Hyunjin suponía que ese era el equilibrio perfecto en su relación. JeongIn volvió a sacudirse cuando un nuevo rayo cruzó los cielos y Hyunjin no tardó en abrazarlo protectoramente一. Hey, que tampoco me voy a ir a ninguna parte.
一Claro, porque estás petrificado por el pánico.
Jeongin pellizcó una de las mejillas de Hyunjin a modo de reprimenda.
一Iba a decir que era porque me siento bien de este modo, pero me retracto.
Hyunjin rió por lo bajo y se dispuso a jugar con el cabello de su compañero para así distraerlo de aquellos temblores que todavía lo acongojaban. Se mantuvo de la misma forma por un largo rato, permitiendo que su líder se concentrara únicamente en la calidez que le ofrecía y en los latidos de su corazón. Sabía que estos últimos, debido a la cercanía de los dos, eran como los truenos que teñian el cielo nocturno; erráticos, potentes y absolutamente impredecibles. Jeongin siempre conseguía que la más impresionante tormenta eléctrica se desatara en el interior de Hyunjin, aunque éste no lo reflejara por fuera. Sin embargo, tampoco se molestaba en ocultarlo. Al principio, sí lo hacía por temor a volverse obvio y ser juzgado por esto, pero Jeongin no se mostraba nada molesto. Aparentemente, no sólo estaba acostumbrado a su inexplicable reacción, sino que también la respetaba. Finalmente, el más joven comenzó a relajarse entre sus brazos.
一Admítelo; sin mí, estarías frito. 一el mayor de ambos se deslizó lentamente hasta estirarse por completo sobre el sofá. Esta vez, volteó al otro para así él recargar la cabeza sobre el pecho ajeno en tanto rodeaba su cintura con un brazo. Después de todo, el cuerpo de Jeongin siempre le había parecido increíblemente cómodo, además de que sus latidos también le recordaban a los truenos, ya que eran igual de inquietos que los propios. Ese golpeteo escandalizado lo hacía sentirse... bien, muy a gusto. Lo animaba a pasar la imaginaria línea que había entre los dos, levantar el rostro y buscarle los labios para besarlos con lentitud, sin apuros, tal cual lo estaba haciendo en aquellos momentos. Nunca se habían planteado nada al respecto; nunca le habían puesto un nombre a esa conexión tan íntima que se forjaba cada que se encontraban a solas. Sin embargo, Hyunjin sabía que el sentimiento era mutuo. Fuera lo que fuera, los dos estaban bien así, muy cerca el uno del otro y con el corazón desbocado por una emoción sin nombre, casi tangible. Jeongin era la tormenta que Hyunjin necesitaba en aquella noche, y tal vez en las que le siguieran. Mientras sus nubes relampagueantes no se esfumaran, él iba a estar completo.
El gentil ósculo se desvaneció poco a poco y al separarse ambos rostros, los dos vocalistas se sonrieron con aire de complicidad, como si ese fuera su más preciado secreto, aunque no lo expresaran verbalmente.
一No voy a negar ni afirmar eso. 一Jeongin finalmente se reacomodó para invertir los roles y así abrazar los hombros del otro. Una vez bien posicionado, bostezó abiertamente.
El más grande de ambos se contagió de esta última acción y se talló los ojos al sentir que el sueño lo golpeaba violentamente de nueva cuenta. Irónicamente, a pesar del mar de sensaciones que lo inundaba, su cuerpo volvió a relajarse. Ya con los párpados descendidos, depositó un beso a la altura del corazón contrario.
一Buenas noches, Innie-ah.
El aludido, tras atravesar su desordenado cabello, le devolvió el gesto besando el sector superior de su cabeza.
一Buenas noches, hyung.
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