Al músico principal; sobre Neginot. Salmo de David.

4 Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia.
Cuando estaba en angustia, tú me hiciste ensanchar;
Ten misericordia de mí, y oye mi oración.

2 Hijos de los hombres, ¿hasta cuándo volveréis mi honra en infamia,
Amaréis la vanidad, y buscaréis la mentira? Selah

3 Sabed, pues, que Jehová ha escogido al piadoso para sí;
Jehová oirá cuando yo a él clamare.

4 Temblad, y no pequéis;
Meditad en vuestro corazón estando en vuestra cama, y callad. Selah

5 Ofreced sacrificios de justicia,
Y confiad en Jehová.

6 Muchos son los que dicen: ¿Quién nos mostrará el bien?
Alza sobre nosotros, oh Jehová, la luz de tu rostro.

7 Tú diste alegría a mi corazón
Mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto.

8 En paz me acostaré, y asimismo dormiré;
Porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado.

Noche a noche al recostarme en mi lecho invoco tu presencia en mí. Te hablo con voz quedita, sintiendo en mi corazón el regocijo. Y te nombro mi Señor, mi fortaleza, mi refugio. Apoyo mi rostro en tu pecho, siento que acunas mis penas. Te agradezco todo lo que soy. A pesar del dolor te agradezco, a pesar de las carencias te agradezco, a pesar de todo te agradezco. Clamo tu presencia como bálsamo a mi tristeza. Y sé que me escuchas, que volteas tu rostro inmaculado y tu mirada piadosa hacia mí. Y es esa mirada tuya la que me redime, me libera y me fortalece. Son esos tus ojos de gran misericordia los que se posan en los míos. Y ante tanto amor me desvanezco, ante tanta benevolencia mi alma se regocija e implora por tu sosiego permanente.

Yo tan pequeña, tan pecadora, clamo y soy escuchada. Yo que dudé de ti, creyendo que el dolor era parte de tu indolencia, imploro y soy socorrida. Yo que pensé alguna vez que desapartabas tus ojos de nuestras tribulaciones, gimo y soy consolada. Yo tan humana. Tú tan Divino, tú tan misericordioso.

¿Quién puede avergonzarme si a tus pies estoy postrada?, ¿Quién puede dañarme si con tu fortaleza hago mi escudo?, ¿Quién puede injuriarme si tu cayado se eleva para cerrar bocas y cortar con fuego palabras hirientes?. NADIE NI NADA puede penetrar la Paz de mi alma cuando invoco tu presencia Divina y recibo a cambio tu luz resplandeciente y tu mirada entrañable.

En mi lecho, cada noche, proclamo un credo personal para darte gracias y suplicar tu asistencia. Es mi plegaria, salida de esta alma tan humana que tú vas encaminando hacia lo divino. Es mí adoracion, con voz bajita, casi en silencio, cuando las horas van muriendo. Y en ese momento etéreo y plácido siento que soy UNA contigo y somos TRES con el Padre. Oh Jehová! Mi fuerza, mi Cristo Interno, mi amparo supremo.

En mi lecho, cada noche, me voy segura a transitar los recovecos del sueño porque sé que tú me haces dormir confiada.

Para luisnai y Aishatsufur intentando responder al reto que me hicieron ambas. Espero que les guste. Yo lo disfruté porque simplemente el salmo vino en un susurro y el texto salió de mi alma.