🚨Epílogo🚨
Seis meses después.
Chase tomó asiento y bebió un sorbo del café que acababan de traerle, ya había terminado su turno y definitivamente necesitaba el café para poder lidiar con el día, su turno de noche no estuvo muy tranquilo.
Ahora tenía que buscar a Kevin e ir a casa. Al final Abigail no se mudó con ellos debido a que había encontrado el amor con un Coronel, aunque eso no la salvaba de tener al niño por unas buenas horas. Dustin estaba desplegado, otra vez y ellos se dividían al niño.
Por suerte todo ese problema del juicio había acabado ya, Sam no tenía posibilidad alguna de salir de la cárcel y todo fue a puertas cerradas, por lo que sólo las autoridades competentes tuvieron que escuchar su historia. Nada de revuelo sobre esto.
Joder, gracias a Dios.
—Nos vemos de nuevo —mencionó alguien tomando asiento frente a él sin siquiera pedirle permiso. Chase dejó el vaso sobre la mesa y pestañeó, Dustin y él solían escribirse con regularidad, pero no le dijo que estaba de vuelta.
El pelo castaño estaba largo, más largo de lo que había visto nunca, ojos azules, nariz un poco torcida, la barba de tres días, aún llevaba el uniforme, así que lo había atrapado aquí directamente. Dios, lo había extrañado tanto que aún no sabía cómo seguía sentado. Dustin levantó una ceja retándolo a contestar.
—Por si no lo notaste la mesa está ocupada —Dustin sonrió cuando le devolvió las palabras de la segunda vez que se vieron.
—Me senté aquí precisamente porque lo noté, ¿es el final de tu turno?
—Sí —tomó otro sorbo tratando de mantener la calma, no sabía a donde quería ir Dustin con este intercambio, pero estaba dispuesto a descubrirlo. Los ojos de Dustin miraron el vaso plástico y se desviaron a sus manos descubiertas.
—¿Deberías estar tomando café? Luego no podrás dormir.
—Tengo un niño en casa que cuidar.
Él hizo un gesto de incredulidad.
—¿En serio, es tu hijo?
—No, el hijo de mi novio —Dustin se apoyó casualmente en la mesa, Chase quería besarlo tanto que era una maldita tortura seguir hablando.
—¿Y cómo ese idiota te tiene aquí tomando café sin compañía y cuidando de su hijo? No te merece.
—No es un idiota, es… un Comandante, así que deberías tener cuidado, puede ser celoso.
—¿Y cómo es que ese Comandante no te ha puesto un anillo en el dedo?
—Vamos a nuestro ritmo —Dustin sonrió esta vez.
—¿Quieres que te acompañe a casa?
—¿Por qué no me esperaste ahí?
—Porque quería verte con urgencia —entonces la mano de Dustin se posó sobre la suya y Chase colocó su otra mano encima. Dios, era sólo su mano, pero se sentía como lo mejor del mundo.
—¿Si? Yo también.
—Tuve un sueño. En mi sueño… ¿Sabes lo que hacías?—Chase arqueó una ceja por las palabras, el mismo intercambio de hace unos meses, cuando Dustin relató con detalles su sueño húmedo. Chase no estaba cayendo otra vez en eso.
—¿Estar de rodillas en tu baño mientras te chupaba la polla? Dustin, ya pasamos por esto, no hay que recrearlo otra vez, incluso pasó —Chase se sonrojó cuando varias personas lo miraron—. Mierda, mira lo que me haces decir.
Dustin mordió su labio inferior con diversión, estaba teniendo un día de campo con él.
—No precisamente, aunque tuve muchos de esos.
—¿Entonces qué?
—Soñé contigo saludándome al llegar de un despliegue con Kevin en brazos.
—No es difícil de cumplir —Chase se encogió de hombros, eso era algo que podía hacer por su hombre, perfectamente, sólo ir a casa de Abigail, recoger a Kevin y listo.
—Pero había algo diferente en mi sueño y ahora lo quiero tanto que estoy a punto de volverme loco.
—Dime lo que es y lo conseguiré para ti —hablaba totalmente en serio, cualquier cosa que quiera la buscaría, no le importaba que tan difícil fuese.
—Sí, estoy seguro de que lo harías, pero ya lo conseguí para ti.
—Por favor, no vayas a salirme con nada raro —gimió, Dustin sonrió de medio lado.
—¿Raro como qué?
—No lo sé.
—¿Te asustarías si te propongo jugar con un vibrador?
—No, pero no creo que soñaras con eso mientras cargaba a tu hijo —Dustin se carcajeó.
—Es cierto —Dustin sacó una pequeña caja de su bolsillo y la puso sobre la mesa, Chase perdió todo el aire en sus pulmones—. Vamos a nuestro ritmo y soy de los que se toma los riesgos, vivo la vida al máximo, Chase, soy lo que soy y me encanta lo que hago.
—Lo sé, nunca cambiaría eso.
—Lo que quiero decir, es que, sé lo que quiero cuando lo veo, no necesito años para querer que estés a mi lado toda la vida, con un par de meses me basta. Es rápido, pero la verdad es que no quiero esperar más —Dustin abrió la caja enseñando dos alianzas doradas, Chase casi se desmaya, aunque ya lo imaginaba.
—Dustin…
—No me importa si es rápido en realidad, sólo quiero que estés ahí para mí cuando llegue —Chase negó, recordaba la charla de Dustin sobre este tema, no quería que hiciera este tipo de cosas sólo para atarlo.
—Sabes que lo estaré aunque no me lo propongas, si no es lo que quieres…
—Dije muchas cosas sobre el matrimonio, lo sé, dije que no creía realmente que todos encontraran a su media naranja y todo eso, pero me equivoqué, joder, eres mi alma gemela…
—Acepto —Dustin siguió con su discurso sin enfocarse realmente en su respuesta, estaba fuera de sí mismo.
—Me casé antes por todos los motivos equivocados, pero puedo jurarte que esta vez no es igual, realmente….
—Dustin…
—¿Si? —Dustin pestañeó.
—Acepto, quiero casarme contigo, no me importa si es rápido o no, no me preocupan los demás, sólo nosotros.
Y entonces Dustin lo besó frente a toda esa gente que estaba esperando su respuesta y que aplaudía y chiflaba. Chase se sonrojó mientras Dustin le colocaba el anillo, él se puso el otro, y luego se lo llevó directamente a su auto donde no tuvo reparo alguno en besarlo hasta hartarse, aunque se veía terriblemente cansado.
—Te amo.
—También te amo, maldición —gruño contra su hombro, Chase no quería que se quedara dormido antes de tiempo.
—Tenemos que ir a buscar a Kevin.
—Sí.
—Ahora.
—Sí.
—Dustin —Chase lo agarró de las mejillas y lo besó suavemente.
—Vamos a buscar al niño, llegamos a casa y dormimos los tres. ¿Qué tal ese plan?
—Perfecto.
Como tú, pensó Chase y luego de abrochar los cinturones puso el auto en marcha. Estos eran sus planes perfectos, dormir, pero luego de un turno de doce horas y sabrá Dios cuantas horas de vigilia por parte de Dustin dormir se escuchaba bien.
Perfecto.
Tenía todo el tiempo del mundo para disfrutar de la propuesta, para casarse, porque Dustin ya era suyo de todas las formas posibles y un anillo no cambiaba eso. Eran ellos, seguían siendo ellos.
Y seguían amándose igual, con anillo o no.
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