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7🚨

Dustin entró a casa de su madre, la mujer había dejado la puerta abierta, no importa lo mucho que se lo dijera ella confiaba mucho en sus vecinos, negó, Abigail hacía lo que quería como siempre.

—Dustin —lo saludó con una sonrisa a penas lo vio, estaba en el sillón con su perro, Dustin le dio un beso en la mejilla y le preguntó cómo estaba—. Todo bien, cielo. ¿Hoy tampoco trajiste a nadie a casa?

—Por Dios, no empieces, por eso no quiero venir —ella hizo una mueca, el cabello castaño estaba recogido en una coleta, el perro se removió incómodo al verlo, Dustin se tiró en el sofá, esos chuchos de su madre siempre lo odiaban.

—¿Qué tiene de malo? Sólo quiero que te asientes y tengas una vida feliz.

—No necesito a nadie para ser feliz, estoy bien, ninguna otra bruja jugará conmigo —mencionó de forma ponzoñosa, Abigail negó.

—¿Cuándo vas a deshacerte de toda esa ira acumulada?

—¿También quieres que invite a mi traicionero hermano y esa bruja a tomar el té? —Dustin torció los ojos—. Deja de molestarme con eso.

No quería volver a saber de esos dos en su maldita vida, esas víboras ponzoñosas se merecían el uno al otro. Anya no había esperado ni un mes para ir a joder con su hermano cuando lo declararon desaparecido.

—No quiero que tomes el té con ellos, yo tampoco les hablo, pero guardar ese resentimiento no te deja avanzar.

—No voy a abrazarlos y agradecerles por eso —gruñó.

—No me hables así y todas las mujeres no son como ella —su madre se puso de pie dejando al chucho en el suelo, el perro se sacudió, Dustin también se levantó dispuesto a irse.

Era tan obstinado como Abigail.

—Si sigues tocándome este tema no voy a pisar esta casa de nuevo, desde que regresé mi vida se puso de cabeza y tú sigues molestándome. Debí haberme quedado en el maldito desierto con esos hijos de puta donde no tenía que escuchar esto —Abigail le dio una cachetada, Dustin colocó una mano en su mejilla y la miró con sorpresa, su madre nunca lo había golpeado.

—No vuelvas a decir eso.

—Lo siento, no fue mi intención —murmuró, Abigail se echó a llorar haciéndolo sentir aún peor.

—Tuve que enterrarte, Dustin.

—Era un ataúd vacío —ella se secó las lágrimas, no mejoró nada.

—Sabiendo bien que probablemente estabas muerto, te declararon muerto —Dustin la abrazó, era un completo imbécil, joder, merecía una cachetada más fuerte.

—Lo siento, me pasé hablando sobre eso.

—Sí, por completo —se quejó golpeándole el pecho, Dustin le frotó la espalda.

—Mamá, no pienso casarme, tener niños o perro —agregó mirando a la vil criatura en el suelo—. No me interesa hacerlo.

—Ni siquiera estás saliendo con mujeres, por supuesto que no vas a tener hijos —Abigail salió de sus brazos, Dustin pestañeó.

—¿Qué tiene que ver eso? Pensé que no te molestaba.

—No me molestaría si al menos salieras en serio con alguno de ellos.

—Es mi vida privada.

—La cual es una montaña rusa —Dustin asintió.

—En la que me divierto bastante.

—Bien —replicó Abigail—. ¿Qué quieres almorzar?

—Tienes que lavarte las manos —Dustin miró al feo perro, Abigail resopló como si hubiese dicho algo tonto.

—Siempre me lavo las manos, genio —gruñó caminando a la cocina, Dustin la siguió y se sentó en uno de los taburetes—. ¿Y, cuál es el menú para hoy?

—Mmm… Bistec de res encebollado.

—A tus órdenes. ¿Cómo te las arreglas solo? —ella comenzó a lavarse las manos, Dustin se apoyó en la encimera.

—Cocino, no soy tan malo.

—Si hablamos de sobrevivir no lo eres —Dustin frunció los labios.

—Eres tan malvada.

Luego de un satisfactorio almuerzo y conversación con Abigail se tiró en el sofá, aún se sentía mal por la tontería que había dicho para hacer llorar a su madre.

Dios, eso era lo que más odiaba.

Dustin miró hacia el jardín por la ventana abierta, Abigail estaba fuera ocupándose de algo referente al jardín, estaba recortándolos al parecer, Dustin prendió uno de los cigarros de su madre, inhaló y exhaló el humo viéndolo hacer figuras en el aire.

Ahora estaba fumando otra vez, genial, simplemente perfecto, estaba hasta arriba en términos de ansiedad, la situación con Chase, la discusión de su madre, los recuerdos de esa bruja con su hermano al llegar.

Se había desquitado con la persona equivocada y ahora estaba fumando.

Quizás no conseguir nada con Chase lo tenía así de ansioso.

Chase consintió un beso en ese oscuro callejón y aún ahora a pesar del cigarro, no podía olvidar el sabor de su boca, de sólo pensar en eso estaba duro como una roca y falto de ideas.

¿Debería seguir asistiendo a esa cafetería y acosarlo?

No, mala idea.

Pero no tenía una mejor.

Bueno, puede ser que sí.

Dustin dejó el cigarro en el cenicero y agarró su teléfono, Chase respondió al segundo timbre.

¿Diga? ¿Quién llama?

—Yo —el suspiro de Chase fue audible lo cual hizo que sonriera, le encantaba molestarlo e imaginar su ceño fruncido.

¿Cómo conseguiste mi número?

—¿En serio preguntas eso? Llevo diez años en la armada, tengo amigos que pueden hacerme favores.

No puedo creerlo —Chase se quejó del otro lado, incluso refunfuñando se escuchaba bien.

Carajo, Dustin estaba perdido con el chiquillo.

—¿Por qué suenas tan molesto? La última vez que nos vimos hubo incluso un beso involucrado.

Lo recuerdo.

—Me alegra escuchar eso porque fue jodidamente increíble.

Pensé que solías hacer eso con regularidad y no creí que… —Dustin lo interrumpió.

—Fue increíble porque era contigo y porque no me diste un maldito rodillazo —agregó haciéndolo reír—. Dime, ¿también te gustó?

Chase no contestó, Dustin sabía que seguía del otro lado gracias al sonido de su respiración.

—Vamos, no pierdes nada diciendo una verdad que ya sé.

¿Entonces por qué quieres que te lo confirme, sólo para inflar tu ego?

—No, porque quiero escucharlo, que lo admitas, luego de decirme tantas veces que no, sé sincero contigo mismo por una vez en la vida —dijo sentándose en el sofá, Dustin vio el cigarro aún encendido y dio otra calada.

Me gustó —por fin admitió haciéndolo tremendamente feliz.

—¿No quieres volver a hacerlo?

Detengamos las cosas aquí.

—Bien, es lo más seguro. ¿Puedo ir mañana a tu casa? —preguntó inhalando y exhalando nuevamente.

Que sorpresa. ¿Mañana, por qué no hoy?

—Estoy en casa de mi madre, me quedaré esta noche.

Así que viniste de algún lado —Dustin se echó a reír.

—Por si no lo has notado no soy una planta.

Ujum

—¿Podemos tener sexo telefónico?

¿Con tu madre ahí? —la ironía se captó al instante, Dustin tomó otra calada.

—Mi madre está en el jardín, puedo ir a mi habitación y…

Está bien —Dustin se ahogó al escuchar esa respuesta, tosió y preguntó como si no lo hubiese escuchado la primera vez.

—¿Qué?

¿No fuiste tú quien lo ofreció?

—Pensé que no aceptarías —murmuró apagando el cigarro en el cenicero.

Era broma, no aceptaré tener sexo contigo de ninguna de las maneras existentes.

—Es muy pronto para afirmar algo como eso, podrías tropezar con tus propios pies y terminar cayendo.

Chase suspiró.

¿Por qué yo? —Dustin se acomodó en el respaldo del sofá y colocó los pies en la mesa del frente.

—Desde que te vi tuve un flechazo, eres tan sexy con ese pelo rojizo, los ojos de diferente color —gimió—. Joder, también tus labios, sólo quisiera morderlos todo el día, lamerte el cuello y deslizar mi lengua por todo…

Eres un completo pervertido —Dustin torció los ojos ante la queja.

—Ese hecho quedó bastante claro, además también te atraigo, no sigas negándolo.

Voy a…

—Antes de que cuelgues, iré mañana a tu casa.

No vengas.

—Iré.

Has lo que quieras —gruñó y finalmente colgó.

Dustin se echó a reír y dejó el teléfono a un lado.

—Terco —dijo a nadie en particular.

—¿Puedo saber quién era?

—Dios santo, Abigail —gruñó Dustin bajando los pies de la mesa, se giró para ver a su madre con hojas y barro en la cara—. ¿Estabas escuchando a escondidas?

—Es mi casa, no escuchaba a escondidas. ¿Tienes una relación de la que no me dijiste nada?

Dustin se cubrió el rostro, mierda, había escuchado todo eso, si, definitivamente era un pervertido, gracias al cielo Chase no había accedido al sexo telefónico.

—No quiere ni darme la hora, es un hombre muy terco.

—¿Qué tan en serio es esto? —Dustin arqueó una ceja.

—Nos conocemos hace dos semanas, no voy a casarme con él.

—¿Pero?

—No hay un pero, mujer, ve a bañarte, estás llena de tierra.

—Cuando salga me hablarás sobre él —advirtió Abigail señalándolo, Dustin negó.

—No lo haré.

A pesar de decir eso, Dustin se vio obligado a hablar de ello, su madre sabía cómo sacarle información a un maldito General, era increíble y sabía con qué torturarlo realmente.

Como no cocinar para él cuando la visitara, era un completo demonio.

De regreso lo primero que hizo fue justo lo que le prometió al apuesto Oficial, Dustin tocó, para su sorpresa Chase le abrió la puerta e incluso lo dejó pasar hasta la sala de estar.

—¿Qué debería hacer contigo? —la pregunta fue lanzada nerviosamente  mientras deslizaba una mano por su cabello.

—¿Me pides consejo? —Dustin mordió su labio inferior—. Tengo varias ideas, si quieres podríamos…

—No me refiero a eso, a pesar de decirte que te alejes sigues insistiendo e insistiendo.

—Mmm… también recuerdo que pediste que te besara e incluso provoqué varias erecciones —Dustin se acercó a él, Chase lo fulminó con la mirada.

—Eres arrogante.

—No, se llama ir detrás de lo que quiero.

—¿Y siempre lo consigues?

—Siempre lo consigo, Chase —afirmó mirándolo, Chase pestañeó.

—¿Crees que me conseguiste?

—Aún no, pero estás a punto de ceder —mirando hacia sus labios no se perdió la forma en que Chase los humedecía y tragaba con nerviosismo.

—Detén todo esto.

—¿El qué?

—Todo, necesitas alejarte de mí, las cosas se pondrán difíciles.

—¿Estás asustado? —Chase volvió a darle una mirada de muerte, Dustin lamió sus labios, eso sólo hacía que se encendiera aún más.

—¿De qué podría estar asustado?

—De lo que te provoco —sus ojos cayeron directamente hacia la cremallera, a pesar de negarse a él con tanta intensidad y decirle que se alejara tenía una erección visible, Chase cruzó los brazos a nivel del pecho como defensa.

—¿Qué es eso exactamente?

—¿Seguirás portándote de esta forma? Ambos sabemos que estás interesado, pero hay algo que no te deja ceder de una vez —un gruñido bajo salió de la garganta de Chase haciéndolo estremecer, cada maldita cosa referente a este chico lo excitaba.

—Si mis compañeros se enteran de esto estoy acabado.

—¿Sólo es eso? —preguntó dando un paso hacia él, Chase apretó los labios.

—Hay mucho más.

—¿Qué más? —negó—.  Vamos, es hora de decirlo.

—Eres un hombre.

Dustin se echó a reír, era ridículo escuchar tal afirmación a estas alturas.

—¿Y qué haremos al respecto? Eso parece estimularte bastante —Chase se alejó y abrió la puerta, su comentario lo molestó.

—Vete de mi casa y no regreses de nuevo.

—Chase…

—Escucha, no sé por qué te empeñas en jugar conmigo y no me importa, sólo ríndete de una vez, no sirvo para ese tipo de relación que quieres o para alguna en general —agregó, Dustin apretó la mandíbula, era un hombre terriblemente terco.

—Suelo perseguir lo que me gusta.

—Bueno, pues deja de perseguirme de una vez porque lo que estás haciendo nos hará mal a los dos, ¿entiendes eso?

—Sí.

—Bien, ya que dejamos todo claro vete de mi casa y no regreses —Chase lo agarró de la chaqueta y lo sacó, luego dio un portazo.

Dustin miró la puerta y mordió su labio inferior, era el hombre más testarudo que había conocido en su vida. ¿Qué parte de perseguía lo que le gustaba no había quedado lo suficientemente clara?

¿Irse ahora? Claro, le haría caso al chico que decía ser hetero, pero lo miraba como si quisiera follarlo hasta el cansancio, que había reaccionado a sus palabras, a su beso.

Joder, le había pedido un beso, Dustin tenía que admitirlo, quería repetirlo y hacer mucho más que enredar la lengua con la suya.

Cómo iba a conseguirlo con esa fobia era un misterio, pero tarde o temprano Chase cedería, a la mierda si les hacía mal o no, Dustin se haría cargo de las consecuencias una vez estuviesen ahí.

No era de los que se echaban atrás.

Y ese Oficial definitivamente sería suyo.

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