Chase entró a casa de su padre y dejó la chaqueta en el respaldo de un asiento, Jerry le brindó café, pero se negó, había tomado no hace mucho, además había decidido venir por algo en específico.
Necesitaba evidencia para reabrir el caso de su madre, luego de meses intentando convencer a un detective para que investigara accedió con la condición de que le llevara evidencia que pudiese utilizar para abrir el caso nuevamente.
Chase necesitaba encontrar algo entre las cosas de su madre, era su última oportunidad.
—Papá, necesito ver las cosas de mamá.
—¿Para qué?
—Sólo necesito hacerlo —Jerry apuntó hacia la puerta que llevaba al garaje.
—Están en el garaje, hay cajas y cajas, tardarás una eternidad en revisarlas todas.
—Está bien, buscaré, por favor, evita que Sam venga, no quiero verlo —Jerry suspiró.
—Luego de la última vez no lo quiero cerca de ti, visitarte en la cárcel no es uno de mis planes a futuro.
—Gracias.
—¿Quieres algo?
—Por el momento no.
—Haré la comida, creo que vas a tardar bastante.
Chase caminó hacia el garaje haciendo una mueca, si que eran un montón de cajas apiladas unas sobre otras. Dios santo, no terminaría ni en quince días. Negó y se acercó a una de ellas, tenía que hacer esto, necesitaba a ese asesino detrás de rejas.
Quería que su madre descansara de una vez y haría todo lo que estuviese en su mano para conseguirlo, Chase revisó entre la ropa, maquillaje, recuerdos, estatuillas y muchas cosas que su padre había almacenado, ni siquiera recordaba la mayoría de ellas.
Para su mala suerte había logrado olvidar casi todo lo referente a su madre, en el álbum de fotos ni siquiera había fotos de su madre con Michael, todas eran suyas y él apenas podía recordarla.
Recordaba el sonido de su voz susurrándole cosas bonitas al oído, cantándole, la sonrisa cálida y el olor a flores.
—Chase, es tu tío —avisó su padre cuando ya quedaba poco por terminar, Jerry se veía muy arrepentido, sí, no pudo evitar que Sam entrara.
Ese maldito tenía influencia sobre todos, Jerry era su hermano menor, sería muy fácil apelar a su amabilidad cuando prácticamente lo había criado.
Chase se puso de pie sacudiéndose el pantalón y fulminó a Sam con la mirada.
—¿Qué haces aquí? ¿Papá no te dijo que no podías venir?
—Pequeño, tenemos que arreglar las diferencias, somos familia, no podemos estar peleados de esta forma.
—Debiste pensarlo antes.
—¿Qué estás haciendo? —Sam miró alrededor, las cajas obviamente estaban en un lugar distinto, pero no sabía por qué notó eso en específico.
—Viendo las cosas de mamá.
—¿Por qué?
—No es tu problema —escupió con ira, Chase miró a Jerry—. Papá, me llevaré estas cajas.
—Está bien —Jerry salió, Chase fue detrás de él hasta que la mano de Sam se cerró en su brazo asustándolo por completo, lo empujó hacia una de las cajas.
—No me toques, joder. ¿Cómo carajo te lo digo?
—¿Para qué quieres esas cajas?
—Te dije que no es de tu incumbencia —Sam lo empujó de vuelta, la pared quedó presionada en su espalda, Chase comenzó a transpirar, su respiración se hizo más agitada.
—¿Estás jugando conmigo, te haces el valiente? Porque ambos sabemos que tan valiente puedes ser en realidad —Sam lo acorraló contra la maldita pared, Chase estaba totalmente paralizado por el miedo.
—Aléjate.
—Llorabas por todo, pequeño, y te veías tan bien haciéndolo —mencionó tocándole la mejilla y delineando sus labios, Chase gimió viendo como todo frente a él se disipaba por las lágrimas.
—No me toques.
—¿Vas a llorar otra vez? —la sonrisa de Sam se hizo más grande, él bajó su labio con el dedo pulgar, estaba jugando con él, podía sentir la bilis en la garganta, sus piernas temblaban, odiaba lo pequeño que se hacía frente a este hombre.
—Por favor…
—Por favor, ¿qué?
—Déjame ir —lloriqueó dejando salir algunas lágrimas, Sam por fin se alejó dejándolo respirar.
—Eso es lo que me gusta ver, ahí está mi chico.
Chase resbaló por la pared, abrazó sus piernas y escondió la cabeza entre sus brazos, joder, frente a este imbécil no era más que el mismo niño de trece años.
—Chase, ¿por qué no…? —Chase se estremeció escuchando la voz de su padre, él se acercó—. ¿Estás bien?
—Creo que se siente un poco mal —su corazón repiqueteó con más fuerza al escuchar la voz de Sam otra vez, estaba a un minuto de entrar en pánico.
—Déjame ver. ¿Qué pasa? —preguntó Jerry agachándose a su lado, Chase negó sin sacar la cabeza de su escondite.
—Déjame solo un momento, llévatelo de aquí.
—Vamos.
Chase apoyó la cabeza en la pared e inhaló, Dios, se sentía tan mal, tan repugnante, Sam siempre lograba ese efecto y estaba tan cansado de eso, tan…
Negando, dejó ir el pensamiento, no resolvería nada quedándose en una esquina y recapitulando todo una y otra vez, tomó una de las cajas en la esquina y salió directamente a su auto, Jerry lo siguió.
Chase puso la caja en el asiento trasero y miró a su padre.
—Ya tengo que irme, ¿puedes traerme las cajas restantes? Son las tres de la esquina.
—Claro.
—Gracias —dijo una vez tuvo las cuatro cajas con él, su padre suspiró.
—Siento no haber podido mantener a Sam fuera.
—Está bien, nos vemos luego.
Chase entró a su auto y dejó caer la cabeza en el volante, no estaba bien, ese tipo había logrado joder su cabeza, su piel hormigueaba con la desagradable sensación.
Necesitaba desprenderse del malestar como sea, pero la última vez que vio a Dustin luego de un incidente con Sam terminó haciéndole daño. Chase tragó, lo intentaría, el único que podría hacer que olvidara esto era él, así que cogió su teléfono y marcó.
A pesar de ser tarde en la noche, Dustin contestó al instante.
—Dustin.
—¿Estás bien? Tu voz se escucha extraña —Chase suspiró mirando al frente, aún estaba en el vecindario de su padre y no veía la hora de estar con él.
—¿Podemos vernos, ahora? —Dustin no siguió empujando por el momento.
—Claro, te estaré esperando en casa.
Chase colgó y condujo directo a su casa, aún no estaba seguro de que fuese una buena idea, pero de todas formas hizo que sus temblorosas piernas caminaran hasta detenerse frente a la puerta de Dustin.
No quería llamar y a pesar de no hacerlo la puerta se abrió sola, Dustin se acercó.
—Eh… mírame —Chase obedeció mirando hacia arriba, sabía el aspecto que tenía, era un desastre, el pelo enmarañado, los ojos rojos e hinchados, por supuesto que Dustin no lo pasó por alto—. Tienes los ojos rojos.
—¿Puedo pasar?
—Si —Dustin se hizo a un lado dejándolo pasar, cerró la puerta detrás de él y cruzó los brazos a nivel del pecho, se veía preocupado, pero Chase no quería eso. Quería a su amante.
—¿Qué pasó?
Su mirada cayó hacia los brazos cruzados. ¿Por qué Dustin veía la necesidad de protegerse de él? ¿Por qué estaba enojado, era su culpa? Chase se frotó la cara, sus pensamientos eran un completo caos. Necesitaba dejar de pensar. Se quitó los guantes y los dejó caer al sofá.
—Tus manos, necesito que me toques —Dustin suspiró mientras descruzaba los brazos y se acercaba, levantó sus manos y Chase las agarró sin perder tiempo.
Sosteniéndole las manos hizo que las colocara en sus mejillas, Chase cerró los ojos y suspiró al contacto de sus palmas contra la piel, Dustin frotó con el pulgar bajo sus ojos.
—¿Así está bien?
—Sí, bien —jadeó, Dustin siguió acariciando sus mejillas.
—¿Por qué estuviste llorando?
—No estuve…
—¿Vas a mentirme como si fuese un tonto? —Dustin parecía enojado nuevamente, Chase no comprendía el motivo, estaba yendo de un extremo a otro y era su culpa, gimió.
—No puedo decirte eso, simplemente no puedo…
—Ven conmigo —Dustin alejó sus manos y comenzó a caminar dándole la espalda, Dios, verlo alejarse era como sentir que su pecho tenía un peso encima, no lo entendía.
—¿Qué quieres…?
Chase lo siguió hacia la habitación, Dustin se acostó y palmeó el lugar libre.
—Ven a la cama, Chase.
—¿Puedo dormir aquí?
—Sí, ¿por qué no podrías? Te quiero aquí, a mi lado —quitándose los zapatos obedeció, Chase colocó la cabeza sobre la almohada y se giró para poder verlo a los ojos.
—Quiero estar aquí —Dustin sonrió levemente y estiró una mano hacia él, Chase siguió el movimiento con la mirada hasta que detuvo la mano y comenzó a alejarla, evitó que lo hiciera agarrándola para ponerla a su alrededor.
Dustin le apretó la cintura.
—¿Dónde estabas?
—Con mi padre.
—¿Fue él quien te hizo llorar?
—No fue él, no quiero hablar de eso.
—Quiero ayudarte, entender.
—No puedo hablar de eso.
—Chase… —Chase lo miró fijamente, apretó su mano y le besó los labios suavemente, era tan agradable que no quería dejarlo ir, finalmente lo hizo lamiéndose los labios.
—Sólo, vela por mis sueños otra vez, cuando estoy contigo no tengo pesadillas.
—¿Sueles tener pesadillas?
—Sí.
—Entonces velaré que no las tengas.
—Gracias por todo, Dustin —Dustin acarició su cintura.
—Es un placer, ahora duerme.
Chase cerró los ojos e intento conciliar el sueño, no mintió al decir que no solía tener pesadillas junto a Dustin, a su lado podía conciliar el sueño más rápido que nunca.
Normalmente soñaba con su infancia, los recuerdos llegaban convertidos en pesadillas, sólo para atormentarlo. Como para que no se olvidara nunca de eso. No es como si pudiese olvidarlo, el hecho lo tenía marcado de por vida.
Dustin tenía razón, necesitaba hablar de eso, ocultó cosas cuando le hicieron la evaluación psicológica. Nadie tenía que saberlo. Chase sólo tenía que mantener el secreto hasta el final.
Pero se estaba ahogando y necesitaba ayuda.
Por el momento, Dustin lo protegería, tenía la certeza.
Era justo por eso que se sentía seguro a su lado.
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