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10🚨

Chase terminó su turno aproximadamente dos horas atrás y condujo del centro comercial a la casa de su padre, agarró la bolsa con fuerza mientras subía los escalones de la entrada, sólo se acercaba porque Jerry le había pedido el favor para la noche en familia. Por supuesto, Sam estaría presente lo cual quería decir que no se aparecería por aquí, sólo ayudaba a su padre.

La puerta no demoró mucho en abrirse para él, sin embargo, no era quien esperaba, Sam estaba frente a él, otra vez, Chase sintió la bilis en su garganta y tragó sólo por si acaso.

—¿Qué haces aquí?

—No me gusta que pongas a Jerry en mi contra —Sam estaba actuando tan descarado como siempre mientras hacía un espacio, Chase no quería entrar ahora que lo tenía en frente, pero su padre probablemente estaría esperando las compras.

—Sólo vine a traer las compras, me iré en un momento.

La puerta sonó al cerrarse detrás de él, Chase hizo un gran esfuerzo en aparentar calma caminando a la cocina, dejó la bolsa en la encimera y miró alrededor, tenía que irse, sólo debía encontrar a su padre.

—¿Papá?

Chase revisó tan rápido como pudo, él no estaba, lo cual quería decir que estaba a solas con Sam, caminar hacia la puerta fue su único pensamiento coherente.

—¿Por qué te vas tan rápido, huyes de algo, o de alguien?

Sam estaba de pie contra la puerta, evitando que se acercara a lo único que lo sacaría de la desagradable situación, eso era un problema, estaba cubriendo su única salida.

—Déjame en paz, dile a mi padre que estuve aquí. 

—Jerry está duchándose, le diré.

—Bien, ahora déjame salir  —Sam lamió sus labios mirándolo como si fuese un ciervo, se estremeció sólo de imaginarlo haciendo algo más, tenía que irse con urgencia.

—¿Por qué te vas tan rápido?

—Tengo cosas que hacer, así que sólo déjame ir.

La negativa fue instantánea, Sam ni siquiera se movió para obedecer sus palabras, él quería tenerlo cerca, hacer algo.

—No estoy impidiéndotelo, sólo tienes que caminar hasta aquí y abrir la puerta —los labios se curvaron en una sonrisa justo al terminar la oración, Chase se acercó siendo presa de su propia ira, su temperamento estaba a punto de estallar.

—¿Te parece gracioso?

—Para nada, ¿no te ibas? —una de las manos de Sam le tocó el pecho haciendo que transpirara del nerviosismo, eso no impidió que lo agarrara del cuello y estampara en la pared, gracias al cielo tenía los guantes puestos o el mínimo contacto lo tendría entrando en pánico.

Aunque estaba cerca de eso.

—No me toques otra vez —el gruñido fue bajo tratando de intimidarlo, quería que este hombre supiera que ya no era el niño pequeño que conocía.

—No sólo creciste, eres más fuerte, tan…

Chase le apretó el cuello con más fuerza al escuchar el gemido, no se sentía como el mismo, sólo quería apretar hasta sentir el cuerpo sin vida resbalarse de sus manos.

—Que puto asco, eres jodidamente asqueroso.

—Pero eso te gusta, Chase.

Chase lo soltó, su respiración se estaba haciendo cada vez más fuerte.

—¿Qué mierda acabas de decir?

—Aún guardas el secreto, pequeño Chase —Sam plantó una mano en su abdomen, Chase aguantó la respiración viendo el contacto en shock.

—Sabes bien que es por mi familia, por…

—¿No quieres más? —la mano se deslizó directamente a su entrepierna, el toque lo hizo temblar como si tuviera trece años aún—. Ya eres mayor, podemos hacerlo de nuevo, será más fácil —Chase golpeó su mano y sacó el arma de su cinturón apuntándole directamente a la cabeza, no podía hacer algo como esto, pero Dios sabía que si apretaba el gatillo estaba totalmente justificado—. ¿Vas a dispararme?

—Tú…

Sam no se veía asustado a pesar de estar sosteniendo un arma contra su cabeza, estaba disfrutando de toda la situación. ¿Por qué debería estar asustado si estaba completamente en sus manos? Nunca había salido de ahí, seguía en el mismo maldito ciclo de terror.

—Chase, ¿qué estás haciendo?  —la voz de su padre lo calmó un poco, pero no lo suficiente para bajar el arma.

—¿Por qué me dijiste que viniera a traerte las malditas compras si él estaba aquí?

—No te pedí eso.

La sonrisa de Sam se hizo más profunda, como la de un zorro escogiendo que gallina se llevaría, no tenía que escoger, Chase ya estaba entre sus dientes y sólo tenía que morder.

—Tengo que disculparme, ese mensaje fue mío, sólo que utilicé el teléfono de tu padre.

Chase le quitó el seguro a la pistola sin dejar de verlo, este tipo estaba jugando con él y por supuesto que estaba cayendo como un completo imbécil.

—Chase, baja el arma —Jerry tuvo que pedirlo al menos dos veces más para convencerlo de asegurar el arma y llevarla de vuelta a su cinturón.

Podría buscarse muchos problemas si alguien se enteraba de esta mierda. Por fin abrió la puerta y corrió a su auto, vomitó en el césped cuando ya no pudo aguantar más. Joder, su cuerpo estaba hormigueando, se sentía terriblemente sucio, deslizando los guantes fuera de sus manos los dejó caer en la hierba.

Mierda, no iba a volver a esta maldita casa, debió haberlo hecho desde el principio.

—Chase… —mirando a su padre hizo un gesto para que se quedara lejos y se alejó.

Llegar a casa no tardó más de quince minutos, necesitaba una ducha con urgencia, se sentía tan repugnante, que ni siquiera restregándose lo más fuerte que podía la sensación se alejó, sus nervios estaban hechos una mierda.

Escuchando los toques en la puerta enrolló la toalla en su cintura, Dustin se lo comió con la mirada en cuanto lo vio, el calor en sus ojos le hizo olvidar el mal rato por un momento.

—¿Sueles abrir la puerta de esa forma? —Chase miró hacia abajo viendo las gotas deslizándose por la piel descubierta y la toalla amarrada.

—¿Qué tengo?

—Sólo una toalla —cerrando la puerta cruzó los brazos y lo repasó con la mirada. Chase dejó que lo mirara sin problema alguno.

—¿No te gusta? Pensé que sería agradable.

—Estás jugando con fuego —la advertencia hizo que las cosas fuesen más emocionantes, lamió sus labios disfrutando de la atención de Dustin sobre ellos.

—Hoy tengo ganas de quemarme.

—Chase…

—Ve a mi habitación.

Dustin caminó directamente hacia allí, pero se cruzó de brazos en cuanto lo vio atravesar la puerta.

—¿Te pasa algo? Podemos hablar si…

—No, no quiero hablar.

—Entonces…

—Quítate la ropa —Dustin no obedeció, se veía preocupado por alguna razón, Chase no quería su preocupación, sólo quería que se quitara la ropa y olvidar el mal trago con su tío.

—¿Estás seguro de esto?

—Dustin, no me hagas repetirlo, déjame ver lo mucho que me deseas —la orden fue un cuarto más baja de lo normal, Dustin se lamió los labios haciéndole desear un beso y dejó caer la chaqueta al suelo, la camisa fue la siguiente.

—¿Cuánto crees que te deseo ahora?

—Mucho más de lo que deberías —mencionó mirando hacia la erección que podía verse en el pantalón, la risa de Dustin se acompañó de sus dedos desabrochando el botón de los vaqueros.

Chase tragó cuando se despojó por completo de la ropa, su pene estaba completamente levantado, la punta brillaba debido al placer acumulado, sí, definitivamente lo deseaba más de lo que debería.

—¿Ahora qué?

—Acuéstate —Dustin obedeció caminando hacia allí con total arrogancia, Chase quería tocar cada parte de su cuerpo, sentir el calor de su piel quemándolo, él lo miró cuando estuvo sobre la cama, su polla estaba arriba deseosa de atención, pronto se la daría—. ¿Qué no deberías hacer?

—Tocarte —Chase asintió sentándose en los fuertes muslos de Dustin, él cerró los ojos y encajó los dientes en su labio inferior.

—Sube las manos y agárrate al cabecero de la cama, si las mueves me detendré.

—Sí, lo tengo claro —Dustin se agarró al cabecero y esperó, Chase deslizó una mano por su abdomen y apoyó la otra a un lado de su cabeza, mordisqueándole el labio ya maltratado gimió.

—Te ves tan…

—¿Tan?

—Es algo que ya debes estar cansado de escuchar —Chase lamió sus labios y luego deslizó la lengua en el interior, el beso fue más rudo de lo que se propuso inicialmente, pero Dustin se veía terriblemente perdido en el placer.

—No me canso de escuchar nada viniendo de tu boca, incluso le cogí cariño a la palabra no.

—Eres sexy.

—Me encanta saber lo que piensas de mi, como te pongo —la mirada de Dustin fue directo a la toalla aún cubriéndolo, la erección era visible buscando un poco de atención.

Mordisqueó la oreja de Dustin haciéndolo gemir y luego pasó la lengua por el lugar.

—Me pones muy caliente, eres la primera persona.

—Sé que soy tu primero —Dustin ni siquiera llegaba al principio de la implicación de sus palabras, Chase se refería a todo.

—No me refiero a eso, no tenía libido y tú consigues ponerme de esta forma.

—¿Desde cuándo? —mordisqueó el cuello y lamió tomando un poco de su sabor, era tan agradable que la lengua le hormigueaba por más.

—¿El qué?

—Nada de apetito sexual.

—Desde siempre.

—Chase… —dejándole una marca en el cuello pasó la lengua por la piel maltratada y siguió bajando a su pecho, Dustin levantó las caderas completamente perdido en el placer.

—Guarda silencio y quédate quieto mientras me deleito de ti.

—Ah…

—¿Qué tan sensibles son tus pezones?

—No mucho.

—¿Puedo…? —Dustin se echó a reír.

—No me pidas permiso para cada maldita cosa, besa y lame lo que quieras.

Ya que tenía el permiso comenzó lamiendo una de las protuberancias, Dustin perdió el aliento, si no era sensible estaba a punto de serlo, rodeó la lengua en el pezón y luego chupó.

La maldición tirante hizo que su piel se erizara mientras estimulaba la carne, Chase se tensó sintiendo el movimiento y soltó para ver las manos de Dustin, había soltado la cabecera.

—Las manos.

—Sí, lo siento —volvió a la labor cuando se aseguró de que sus manos estaban arriba, Chase estimuló el otro pezón cuando su cabeza entró en pánico debido al toque en su hombro.

—Las manos.

—No puedo evitarlo —las palabras se acompañaron de una caricia en su pecho, Chase apretó la mandíbula, sólo tenía que seguir una simple orden y él hacía todo lo contrario, estaba tan enojado de que quisieran tocarlo, de que lo tocaran.

Cogió su muñeca y juntó ambas por encima de su cabeza.

—Dustin, tienes que mantenerlas fuera o todo termina aquí —presionó, Dustin abrió los ojos y se agitó.

—¿Qué estás…?

—No puedes tocarme —gruñó apretando más, Dustin estaba respirando más rápido y sus labios se tornaron un poco blancos.

—Chase…

—Si fueses más obediente…

—Suéltame.

—… no tendríamos… —Chase abrió los ojos al ver la mirada endurecida de Dustin, el hombre juguetón de siempre se había esfumado por esta persona fría. 

—Suéltame antes de que te lastime.

—Lo siento —Chase soltó el agarre y bajó de la cama, bien, había estado mal y terminó enojando a Dustin.

—No vuelvas a hacerme esa mierda o te juro por Dios que las cosas no terminarán bien  —las palabras fueron como un puñal directo a su pecho, él recogió su ropa y comenzó a vestirse, lo arruinó todo por completo y no sabía cómo remediarlo.

—Dustin…

—Tengo que irme.

—Espera… —Dustin lo ignoró poniéndose la camisa de nuevo y agarrando la chaqueta.

—Podemos vernos mañana, ahora mismo no es un buen momento.

—Espera —esta vez agarró su brazo reteniéndolo, no podía dejarlo ir de esta forma o las cosas acabarían de una vez por todas.

—¿Qué?

—Lo siento, no fue mi intención asustarte —Dustin apretó la mandíbula y se deshizo del toque, su mirada fría aún estaba ahí. 

—No sabes lo que me hiciste, lo que provocaste haciendo eso, así que mejor ni te disculpes.

—¿Vamos a volver a vernos? —Dustin sonrió de medio lado, la ironía se deslizó en cada una de sus palabras mientras le daba la espalda.

—¿Eso te importa siquiera?

Chase se echó en su sillón y dejó salir un tembloroso suspiro, había cometido un error, sabía que las cosas no funcionarían, fue una mala idea intentar hacer esto.

Ahora, de alguna manera le había hecho daño a Dustin, era un imbécil, claro que lo era, había espantado a la única persona que de alguna manera despertó su interés.

Una persona que le gustaba y con la que en algún momento comenzó a desear más.

¿Y ahora que se suponía que hiciera? ¿Dustin querría verlo mañana en verdad?

Teniendo en cuenta su mirada estaba seguro de que ni siquiera lo llamaría.

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