En su soledad él recordaba toda su vida antes de ese fatídico día.

Aquel día donde se conocieron fue como encontrarle significado a la vida, fue como ganar la lotería volviendo lo millonario de un día para otro.

Ella atendía la florería en donde trabajaba, su resplandeciente sonrisa,su cabello castaño y largo que se movía suavemente al caer por sus hombros.

Todo en ella era luz y él no pudo evitar acercarse, nunca dudaba ni temblaba ante los humanos pero con ella fue diferente.

Al estar cerca su cuerpo empezó a sudar, sus manos temblaban y su voz salía muy apenas. Estaba muy nervioso y no lo entendía.

—B-buenas tardes.

Ella lo miró sin abandonar su tan vivaz sonrisa.

—Buenas tardes, ¿En qué puedo ayudarte?

Su voz era igual a su aspecto, dulce y suave.

—....T-tengo una lista.

Torpemente saco el papel de su pantalón, necesitaba plantas que solo se encontraban en el lado humano y llegar ahí fue su mejor decisión.

Ella tomo la hoja de papel la abrió y después de leer todo se dió la vuelta excusando se un segundo para conseguir todo.

Después de unos minutos ella volvió con cada planta puesta en un envase de vidrio cada uno con su nombre en una etiqueta.

—Esto es todo... mantén los en los envases, así te durarán bastante y una cosa más...ten cuidado con las listas que entregas.

Le tendió la hoja dándose cuenta de que eran dos hojas, leyó la primera que era de las plantas pero la segunda,se trataba del juramento lunar que haría esa noche. Él nervioso la miró y después retrocedió temiendo que ella gritara que era un lobo pero su voz lo tranquilizó.

—No diré nada...puedes estar tranquilo.

No sabía si podía confíar en ella pero tampoco quería irse así.

—¿Puedo confiar en tí?

—Siempre.

Su sonrisa salió sin poder evitarlo, ella era su primera amiga humana pero con el tiempo aquellos sentimientos iban cambiando. Ella era su luna y nunca lo supo hasta que estuvieron juntos la primera vez.

En medio de su caliente momento él no pudo evitar morder la suavemente sin crear el lazo, aquel roce lo condenó a sentirse con la necesidad de morder la realmente pero no lo hizo. Al día siguiente se dió cuenta de que ella no recordaba nada.

Era tan extraño que busco una respuesta por todos lados hasta encontrar la.

Un viejo anciano le contó su historia, la de sus hijos y hermanos, cada uno se unió a un humano y este mismo nunca recordaba nada al día siguiente de haber se entregado en cuerpo y alma.

Él hablaba de lo confundido que estaba pero todo tomaba sentido cuando el le habló sobre la luna.

Ella era una diosa que amo a su especie, se enamoro pero al final de todo ella seguía teniendo un cuerpo humano, así que una unión como la suya debía ser especial.

Era así mismo con los humanos, ellos entregaban sus recuerdos solo para sentir el amor de su especie y solo un lazo podría hacer que sus recuerdos permanecieran en ellos.

La importancia de lazo resaltaba en cualquier unión y nuevamente se mostraba ante él.

Estaba decidido a amarla y respetarla hasta que ella le permitiera unirse a su vida sintiendo cada emoción como suyas.