Día 3 / Bajo la lluvia

º º º

Peter toma la mano de Tony para hacer que corra más rápido. Las nubes lucen oscuras y el cielo gris no le da buen augurio de lo que se avecina, así que corre para llegar deprisa a la cabaña.

Sabe que Tony podría llamar a una de sus armaduras, pero eso le quitaría lo divertido a la situación. Y además, acordaron no usar nada de sus trajes mientras estuviesen ahí.

—¡Oh vamos! Eres bastante lento —dice Peter mientras se detiene y mira a Tony recargarse entre sus rodillas buscando respirar.

—O quizá bastante viejo —le responde riendo—. No creo que nos mojemos demasiado si nos detenemos un momento.

Peter mira hacia su alrededor y se permite respirar del aire fresco que la ciudad no le brinda, los arboles rodeándolos, el césped bajo sus pies, si ruido natural den entorno, todo lo hace sentirse más tranquilo consigo mismo.

La lluvia comienza a caer y Peter vuelve a tomar la mano la mano de Tony para correr. Apenas y logran ver con el agua mojando su cabello y cayendo sobre sus rostros. Peter sonríe, jamás se había sentido tan libre y Tony de igual forma no desearía estar en otro lugar más que con el chico a su lado.

—Creo que debemos darnos más de pris... —Cae jalando a Tony consigo.

Lo primero que se escucha es la carcajada de Peter a la cual no tarda en secundarla la de Tony.

Ninguno hace el intento de ponerse de pie, dejan que el agua cubra sus cuerpos sabiendo que por más que se apresuren no tendrán ni un solo pelo seco.

Tony voltea su mirada para quedar frente a Peter quien hace lo mismo.

—Te amo. —susurra Tony, y Peter sonríe.

—Promete que esto será para siempre —escucha decir a Peter y Tony lo toma de su mejilla.

—Lo prometo.

Con la lluvia mojándolos, Tony se acerca para besar a Peter quien corresponde el beso, es dulce —poco incómodo por las gotas golpeándolos— y sanador, siente el sabor de la libertad en sus labios, el sabor que tanto anhelo durante toda su vida.

Tony se pone de pie ayudando a Peter a hacer lo mismo.

—¿Vienes conmigo? —Tony le pregunta sabiendo la respuesta, pero quiero escucharlo.

—Siempre iré contigo.

Ambos vuelven a correr, juntos, siendo los mismos hombres que conocieron pero con una versión más libre de sí mismos. 

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