
Día 2
En secreto, Pudding es una romántica empedernida.
No es algo que ella haya decidido, sucedió de una manera tan natural, que muy difícilmente recuerda como era antes de eso. Probablemente empezó cuando era una niña de tan solo 6 años que amaba los cuentos de hadas donde el príncipe y la princesa tenían sus felices por siempre, o aquella vez, a los 12, cuando decidió ver su primera película romántica. Sea cual sea el origen de su amor al romance, había crecido con más fuerza en el pasar de los años.
Y también su decepción por la realidad.
De niña y adolescente, creyó que ese sentimiento tan agradable llamado amor, ese que te hace sentir mariposas, electricidad y te acelera el corazón, llegaría un día. En ese entonces Pudding quería enamorarse, quería ser capaz de entregar todo y que esa persona haga lo mismo. Pero se dio cuenta que eso no pasaba.
Intento salir con chicos que decían que ella les gustaba, pensó que estar en una relación ayudaría a que el amor se desarrolle naturalmente. Pero los niños de su edad no la tomaron enserio, ni siquiera se necesitaron palabras para dar por terminada la relación. Cuando entro a la pubertad, los chicos se le acercaron con más fuerza, Pudding había estado algo insegura, pero acepto, pero pedían cosas que ella no quería dar, besos en la primera cita y tocar su cuerpo. Las peleas no se hicieron esperar, ella buscando tiempo, intentar sentir, desesperadamente, ese sentimiento que añoraba. Y la otra persona llamándola anticuada y que estaba cansado de esperar.
Las personas rompen. Las personas engañan. Las personas...
Pudding no entendía.
En ninguna de esas ocasiones sintió algo, ni remotamente parecido al amor, solo decepción.
Talvez ella estaba defectuosa. Talvez ella pedía demasiado.
¿Querer ser amada era tan malo? Querer sentir amor, como en las películas, ¿estaba mal?
Pudding no sabía la respuesta. Pudding se rindió.
Estaba bien si no tenía amor.
Ese sentimiento que tanto amaba, podía ser transmitido a través de películas y libros. Pudding estaba agradecida de poder sentirlo de alguna manera. Que a pesar de que no era autentico en su realidad, lo era en su corazón.
La Pudding de ahora era feliz.
Había conseguido la librería de sus sueños, donde vendía chocolates que ella misma preparaba. Los sábados eran días de películas, en donde prendía la tv y ponía sus películas favoritas, algunos clientes vendrían especialmente para eso. Pudding estaba encantada de unir todo lo que amaba en un solo lugar.
En un día normal, mientras limpiaba algunos libros de la estantería, vio de reojo como un cliente rubio, con media cara cubierta por su largo fleco, entraba.
Pudding no hizo nada.
Normalmente a los clientes les gusta ver lo que hay, buscar tranquilamente, sin que nadie los interrumpa.
Pudding respetaba eso. Igual miro.
Su andar era elegante, talvez era prejuicioso de su parte, pero creyó que podría ir por libros de historia o de política, las personas con dinero suelen tener esas preferencias. Sin embargo, se detuvo en la sección de cocina. El rostro del hombre prácticamente se ilumino, todo rastro de elegancia se fue, y tomo unas revistas y libros con la emoción de un niño comprando juguetes.
A Pudding le pareció algo lindo. Entrañable.
Él también era atractivo.
Pudding parpadeo.
Estaba tomándole demasiada atención. Ella no suele hacer eso.
Pudding negó y fue a recepción. Si no se equivocaba, el hombre iría allí.
Por un segundo se preguntó si se veía bien. Arreglo su fleco.
Cuando el hombre llego, con libros en sus brazos, la miro de una forma extraña. Como si ella fuera algo único y bello que jamás pensó encontrar.
Pudding definitivamente no estaba sintiendo las orejas arder.
Él finalmente se acercó al mostrador con seriedad.
—Señorita, creo que he muerto.
Pudding amplio los ojos, confundida.
—¿Qué? Pero... —titubeo.
—Porque solo en el cielo podría encontrar ángeles tan bellos.
Ah.
Era un idiota.
De todas formas, Pudding decidió ignorarlo. No era la primera vez que recibía cumplidos, ni la primera vez que intentaban ligar con ella.
No funcionara, le dijo en su mente.
—Soy Sanji, —dijo sonriente.
—Pudding —le mostro su mejor sonrisa de atención al cliente. Luego miro los libros que llevaba, un poco sorprendida—. ¿Vas a llevar todos esos libros?
—Por supuesto, amo cocinar —dijo como si la idea de lo contrario fue ridícula —. Estuve buscando estos libros por todas partes. Admiro mucho la cocina de estos chefs. Gracias por traer estos libros, Pudding.
Allí estaba esa expresión que había visto hace unos minutos.
Él realmente lo amaba, ¿verdad?
Pudding tomo los libros, casi con cariño y los paso por la maquinita, para después embolsarlos, dejando la boleta adentro.
—Me alegro —sonrió sincera y les tendió los libros,
Sanji la miro por unos momentos, casi en trance. De repente negó, regañándose y abrazo la bolsa. Luego saco efectivo y se lo dio.
Mientras Pudding buscaba el cambio, Sanji pensaba a toda velocidad.
Sanji asintió.
—Tengo una amiga que le encanta leer. Su anterior librería favorita cerro. Voy a recomendarle este lugar, es muy agradable. Estoy seguro que le encantara.
Pudding jugo con sus dedos, un poco avergonzada por el cumplido.
—Gracias.
—¿Qué día atiendes? —pregunto un poco apresurado—. Quiero decir... ¿Qué día atienden? Ya sabes, para decirle a mi amiga.
—De lunes a viernes de ocho a ocho. Los sábados son días de películas, cerramos a las seis. Y los domingos está cerrado... Mi día libre.
Pudding no estaba segura porque dijo lo último. Sus manos sudaban.
Sanji sonrió.
—Ya. Nos vemos, Pudding.
—Hummm, si —miro su mano—. Tu cambio.
Sanji miro la mano de Pudding y luego a ella. Entonces se acercó y cerro la mano de pudding delicadamente. Pudding dio un pequeño saltito por la sorpresa, sintió una chispa de electricidad.
—Puedes quedártelo. Gracias por hoy.
Pudding no se movió ni un poco mientras Sanji se despedía con la mano y desaparecía por la puerta.
Su corazón latía a toda velocidad, podía escucharlo claramente. Aun sentía el calor de las manos grandes de Sanji. Su rostro un poco más cerca, tenía los ojos de un azul mar.
Pudding sabía lo que pasaba, lo había leído, lo había visto.
Pero vivirlo era...increíble.
Talvez, solo talvez... puede que ella también tenga un romance como en las películas.
Me siento muy identificada con Pudding.
Si soy.
Me voy a escribir el siguiente, que me siento ON FIRE!! 🔥
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