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Prólogo

La primera vez que Jungkook conoció a Park JiMin puede decirse que no fue en las mejores condiciones. El chico azabache de no más de veinte años con un cuerpo bien dotado que era cubierto por las ropas holgadas de tonalidades opacas, yacía adherido lo más que podía a la pared de un callejón de mala muerte. Mientras temblaba de puro pánico, al estar rodeado de tres Alfas de lobo que lo mantenían preso de su libertad.

Y no es como que pudiera siquiera librarse de ello sin dar pelea. ¿Qué puede hacer un simple humano común? nada. Era en su punto de vista, injusto que tres Alfas contra un humano común,  era igual a puré de humano común, era igual a puré de humano enlatado y exportado.

Se miraba vulnerable, tan indefenso contra esas bestias que querían darle una lección tratando de intimidarlo. Lo consideró como un cachorrito que pedía urgencia auxilio antes de entrar en ansiedad, detrás de esas gafas redondas pudo apreciar a través de su desarrollado vista como el rostro del azabache se notaba un rastro de lágrimas en sus mejillas sonrojadas, el leve temblor que percibió en la lejanía le confirmaba que ese chico necesitaba ayuda pronto.

Sino lo harían puré de humano.

JungKook no se consideraba la persona correcta para juzgar a nadie, ya que el mismo a causado problemas a otras especies, pero para su excusa el nunca le provocaba daño a quien no le toquen las pelotas. Por lo que no tenía ni idea del por que tenía la necesidad de proteger a ese chico.

Fue en ese entonces que su león se había crispado y rugido molesto por tal acto inhumano, ese grandote bebé humano como lo había llamado su león, necesitaba que alguien lo ayudará, lo mimara y apapachara con todo el amor y cariño que un noble corazón pudiera tener.

Y lo haría, ese bebé humano grandote no merecía ese mal trató. En ese mismo cuchitril mal doliente que apestaba, pudo notar al momento de haberse acercado al azabache en su auxilió, un olor a colonia de bebé que derritió el caparazón duro de su león y de él mismo que ignoro por completo el mal olor e incluso la amenaza.

Era un olor tan rico que su león ronroneo gustoso, le había encantado  la esencia que desprendía el bebé humano grandote por que logró sentirse cálido. De pronto olvido la razón por la cual iba en camino por ese lugar asqueroso, podía patearle el culo a Yeonjun en otro momento, pero en ese instante tenía que cortarle la yugular a esos hijos de perra que lo acaban con sus asquerosos aromas el rico olor de ese humano bonito.

Cuanto odiaba a esos malnacidos perros.

Recuerda que en un abrir y cerrar de ojos se había transformado y atacado a los tres tipos. Sólo había bastado un fuerte rugido de abvertencia, su imponente figura y peso más esos filosos colmillos que expone orgulloso cada vez que abre la boca, para que dejaran en paz al chico.

Defendió con orgullo a ese ser humano indefenso que nada más de verlo su corazón latía rápido queriendo hacer todo lo que ese humano bello le pidiera hacer.

Su león ronroneo satisfecho cuando logró acercarse más al bebé grandote quien sorprendido y asustado y asustado todavía trataba de retroceder para que ese león no tratara de hacerle daño. Pero una vez Jungkook paso su lengua en una sonrojadas mejilla le transmitió seguridad y confianza, no tenía por que temer.

Y para terminar de calmarlo su león le había mostrado sumisión, se había doblegado ante él. Bajando su cabeza y acostando todo su enorme cuerpo. Minutos después una sutil caricia por las manos de ese bello ser desencadenó una energía electrizante en todo el cuerpo de Jungkook, su león había jadeado gustoso pidiendo entre rugidos lastimeros que el bebé grandote los volviera acariciar.

Fue en ese entonces que su león le había reclamado, exigía a ese chico a pesar de ser un humano simple y común. Quería esa esencía a colonia de bebé sobre él,y exigía que también el portada su aroma a manzana verde.

Ambos querían a Park JiMin, el bebé humano grandote.

[...]

La segunda vez que se toparon con el bebé humano grandote fue en el super, tocaba llenar la refrigeradora con productos para la semana así que esa vez fue en persona a realizarlas y una vez ahí, su sentido del olfato desarrollado le confirmo ese olor que tanto le gustaba, colonia de bebé.

JiMin iba vestido con ropas hosgadas de nuevo, sus gafas redondas y un sonrojo en cada mejilla. Tan hermosamente adorable, que no evitó soltar un suspiro de tonto enamorado aunque la mayoría del tiempo anduviera con una actitud de mierda.

El despistado bebé grandote en ningún momento había notado el Adecco del león macho. Inmune a las feromonas que expulsaba más Jungkook conforme lo seguía de pasillo en pasillo.

Esa vez Jungkook no se arrepintió de a ver comprado todas las mismas cosas que el humano compró, por que deseaba conocer las cosas que le gusten. Y tampoco se arrepintió de haber roto la nariz de un Alfa que golpeó por accidente el hombro al azabache logrando que la bolsa donde llevaba jugos se le callera.

Nadie lo lastimarla mientas él este.

[...]

Y así de una tercera,luego una cuarta y una quinta coincidencia.
Una coincidencia que hacía latir el corazón de Jungkook a más no poder y el rugir de su Omega León por tenerlo para él.

Quería a ese humano, y tendría a ese humano.

Aunque el chico no supiera de su existencia, se lo haría notar cara a cara y no a través de su forma animal.

Lograría a toda costa que el humano Park JiMin se fijará en él, aunque este fuese un tonto, tonto despistado.

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