Epílogo
Olivia
Siete años después...
— Julieta, dile a tu papá y al tío Matteo que está lista la comida — miro a mi hija a los ojos, idénticos a los de su papá, ella asiente feliz por la misión que le estoy dando.
A los dos años, cualquier tarea que un adulto te encomienda es una super misión.
— ¡Mamá! — Isabella corre dentro de la cocina, dónde Emma y Noah están cocinando — Stéfano y Ámbar dicen que si me trago las semillas de la sandía me crecerá un árbol en la panza.
Emma se agacha frente a su hija, su mirada divertida y una sonrisa en su rostro.
— Es mentira, pero intenta no comerlas. Diles que no te importa, que ser la primer niña árbol en el mundo te parecería genial.
Isabella corre fuera, satisfecha con la respuesta de su mamá.
Liam regresa con nuestra hija en brazos, he terminado de poner la mesa y solo queda servir la comida.
— Lávense las manos — los señaló con mi dedo y Juli levanta ambas manitos para mostrarme que ya lo hizo.
— Ya las lavamos mami, nosotros somos muy responsables — Liam rodea la mesa y me da un tierno beso antes de sentarse y sentar a la pequeña a su lado.
— ¿Dante no ha llegado? — pregunta Matteo que también ocupa su lugar en la mesa.
— Fueron por helado para el postre.
— El helado me trae lindos recuerdos, bonita — le dice a Emily que acaba de sentarse a su lado.
— ¿Vainilla y crema del cielo?
— ¿Aún lo recuerdas? — no me sorprende que aunque han pasado diez años desde que ellos están juntos aún se vean con el mismo amor, porque si hay algo que abunda en esta casa es el amor.
Emily y Noah abrieron su propio estudio de arquitectos hace varios años, son socios y se entienden a la perfección al igual que Liam y Matteo.
Liam logro abrir la escuela en la que estaba trabajando, pero eso solo fue el comienzo, Matteo se unió a él y ya han abierto más de diez escuelas de similares características en todo el país.
El hogar de Matteo se transformó en hogares, muchos chicos en situación de calle tienen una familia gracias a él, Ámbar lo acompaña a todos lados, tiene su mismo espíritu solidario, su mismo altruismo y su mismo carisma, con la ternura y la dulzura de Emily.
Emma abrió su propia editorial, empezó desde cero y ha trabajado muy duro para situarse en un lugar muy prestigioso dentro de la industria, siempre está en busca de nuevos autores, de nuevas historias que le den un giro a lo normal, "que se salgan de la regla" diría ella.
Frank y Dante han viajado por el mundo entero, aunque Frank estudió psicología se dedica a administrar la cadena de hoteles Evans y a acompañar a Dante, que como periodista busca historias locas por el mundo.
Ahora mismo hace más de tres meses que no los vemos, y la comida que estoy a punto de servir la organizamos para darles la
bienvenida.
Los niños gritan afuera, supongo que llegaron así que me acerco a la puerta para verlos.
Extraño a mi hermano cómo no tienen idea, no aguanto ya las ganas de abrazarlo así que me adelanto a los demás y lo envuelvo con mis brazos lo más fuerte que puedo.
Dante me abraza por la cintura y me eleva en el aire, no lo quiero soltar, no sé cuántos días se quedará pero sé que no serán suficientes.
Los demás chicos los saludan también, un gran bullicio se genera en el comedor.
Emma intenta calmar a los niños, pidiéndoles que se sienten pero ellos solo quieres acosar a sus tíos recién llegados.
Cuando por fin logramos que todos se sienten por fin sirvo la comida.
— ¿Cuánto tiempo se quedarán? — quiere saber Noah al que le cuesta igual que yo tener a Dante lejos.
— Nos quedaremos — responde él mirando a Frank con una sonrisa —. Ya no más viajes por un tiempo, iniciaremos los trámites de adopción.
Ay, creo que voy a llorar. Dejo el plato que tengo en la mano sobre la mesa, para abrazar a mi hermano, ambas noticias me parecen maravillosas. Todos vuelven a ponerse de pie para felicitarlos, parece que comer hoy no es la prioridad.
Así es cuando estamos todos juntos, caótico, es difícil escucharnos unos a otros, comer comida caliente es prácticamente misión imposible, pero si hay algo que hay en el aire es felicidad.
La felicidad que nos da estar unidos, haber encontrado el amor, que nuestros hijos crezcan juntos, que a pesar de cada piedra en el camino siempre supimos ponernos de pie.
Entre tontas promesas, tontas palabras y tontas reglas, con tantos errores que cometimos tan tontamente, aprendimos que mientras todos estemos del mismo lado, nadie podrá contra nosotros.
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