5 - Incomodidad
¿Tengo que rechazarlo? ¿O tengo que hacerme el tonto? ¿O tengo que dejar salir mis instintos más bajos y seguirle la corriente solo para recordar viejos tiempos?
No lo sé, y no lo puedo decidir justo ahora.
La realidad es que aunque he tenido sexo con muchos chicos después de él, ninguno se le compara.
Dicen que uno recuerda las cosas de una forma más increíble de lo que en realidad fueron, pero no creo que este sea el caso. Cuando él y yo lo hacíamos sentía como si todo mi interior estuviera en llamas, la conciencia desaparecía, solo quedaba esa conexión que no he sido capaz de conseguir con nadie más.
No es amor, claro. Solo que él fue mi primera vez y por eso las emociones eran tan intensas. Tal vez solo deba volver a tener sexo con él para darme cuenta de que no era tan increíble cómo lo recuerdo.
Pero si lo hago me arriesgaré demasiado. ¿Y qué si me vuelvo a enamorar? No quiero volver a ser débil.
Basta de atormentarme, solo dejaré que las cosas fluyan.
— ¿Estás bien? — me pregunta mi hermana por lo bajo.
Hace rato estamos en el bowling y no me he movido de esta esquina. Odio cuando algo me paraliza, odio salirme de mi zona de confort.
— No, no estaba listo para esto.
— Lo siento, pensé que te gustaría verlo, podemos irnos si quieres.
Volteo mi vista hacia él otra vez. Está con Tom riendo a carcajadas, al parecer mi presencia no lo afecta en lo absoluto. ¿Por qué lo dejaría afectarme? Vamos, soy un Romano, nada nos afecta.
— No, claro que no, solo estoy procesando información.
— Vamos Dan, no tienes que hacer esto si no quieres, te entiendo, estoy para ti.
Olivia me lo dice muy sinceramente, pero no quiero ser un cobarde, así que vuelvo a negar.
— Que no, tranquila, solo iré al baño y cuando regrese seré el mismo de siempre.
— Como digas — murmura aunque no muy convencida.
El baño está al otro lado, así que camino con toda mi lentitud hacia allí. No tengo ganas de hacer nada aquí, solo escapar por un momento.
— Ah, estabas aquí — Tom dice cruzando la puerta.
— Sí ¿Me buscabas? — mi soledad no duró ni cinco minutos.
— Vamos a jugar en equipos, Abby se fue así que tal vez tú quieras estar en el mío. Digo, para evitarte la incomodidad de estar con Álex.
— Bueno sí, no soy muy bueno de todas formas — digo sin demasiado interés.
No entiendo su propuesta de igual manera, podría hacer equipo con mi hermana y él con Álex, de hecho es lo más lógico.
— ¿Sabes? Nunca pensaría que eres gay si no lo supiera...
Tampoco entiendo ese comentario, no sé si yo estoy lento o este chico es raro.
— ¿No? — es todo lo que respondo.
— No, no pareces gay.
— ¿Y debería parecerlo? — hablo con ironía, no me afectan mucho los comentarios homofóbicos ni nada por el estilo, pero me hace reír lo estereotipados que nos tienen a los gays.
— No, claro, no es que solo deba ser de una forma. Pero a Álex se le nota más, yo te veo a ti y veo a un chico que debe coger con una chica diferente cada fin de semana.
Eso me provoca una risa involuntaria.
— Pues lo hago, pero con chicos.
— Oh, claro, y supongo que también tienes ese factor de narcisismo.
Esta conversación es completamente extraña, pero por algún motivo le sigo la corriente.
— ¿Cuál factor?
— Bueno, mi mejor amigo en Londres, Frank, manejaba la teoría de que todos los homosexuales son narcisistas. Porque son tan hermosos que terminan enamorándose de ellos mismos.
Mi risa retumba por el baño.
— Ojalá fuera tan simple.
— Tú eres hermoso y lo sabes, yo creo que eso confirma la teoría de mi amigo.
¿Él dijo que soy hermoso? Eso es extraño.
O es un chico muy seguro de su heterosexualidad que no le afecta para nada decir que otro hombre es hermoso, o todo lo contrario, me parece que es más la segunda opción, este chico está buscando experimentar.
— No estoy enamorado de mí mismo ¿Tú lo estás? ¿Estás consciente de que eres lindo? ¿Eso te vuelve gay?
— No, pues sí sé que estoy bueno pero no creo que eso me vuelva gay.
— Entonces a mí tampoco. Soy gay porque lo soy, y ya.
Tom piensa por un momento y luego asiente.
— Tal vez tienes razón.
— Dile a tu amigo Frank que Dante Romano ha tirado abajo su tonta teoría, ahora vamos, ganemos ese juego.
Sonríe y me sigue fuera del baño, mejor evitar cualquier conversación extraña, a mi hermana le gusta este chico.
— Va, Dan y yo somos equipo. El que pierde paga la cena — anuncia en cuanto llegamos y Olivia me mira con una divertida confusión, me encojo de hombros mostrándole que yo tampoco lo comprendo y solo sonríe.
Para algo están las reglas, ella sabe que no me meteré con él.
Olivia y Álex nos ganan, no estaba mintiendo cuando dije que no era bueno, pero Tom no parece molesto para nada, de hecho, ella ya no parece odiarlo tanto.
Olivia y Álex eran amigos antes de que entre él y yo pasara algo, ella fue quien nos presentó, y no dejaron de ser amigos mientras éramos novios, pero Olivia no le perdona la forma en la que me dejó. Le dije mas de mil veces que no tenía por qué involucrarse en eso, pero igual la entiendo, si alguien le hace daño a ella yo solo tengo deseos de matarlo, así sea mi mejor amigo.
Olivia es como una parte de mí mismo, no hay otro vinculo parecido en mi vida, ni siquiera mis otros hermanos, no hay cosa que no haría por ella, y sé que no hay cosa que ella no haría por mí.
Ahora, debo regresar a ese bendito auto con Álex, con toda la incomodidad, y mi estúpida incapacidad para tener una conversación casual con él.
— ¿Que carrera has elegido? — pregunta muy tranquilo, al parecer la incomodidad es solo mía.
Ahora que Abby se ha ido esto parece una cita doble, pero no lo es, claro que no lo es.
— Comunicación ¿Y tú? —intento evitar mirarlo. Siento que sus ojos me leen por completo, y no quiero que lo hagan.
— Medicina — responde con una leve sonrisa.
Esto es incómodo, Olivia y Tom van en su mundo delante, incluso se ríen de algo, pero yo no puedo prestar atención. No quiero sentirme así, es Álex, entre él y yo había todo menos incomodidad.
— ¿Sabes? De verdad te odié cuando me dejaste, no he vuelto a tener otro novio.
Sinceridad, una de mis mejores cualidades.
— También me odié por ser un cobarde, lo siento. Sé que lo arruine todo, pero espero que… no sea demasiado tarde.
— Está bien, han pasado años, solo tenía que decirlo para terminar con esta estúpida incomodidad. Hemos vivido muchas cosas, es tonto que ni siquiera podamos vernos a los ojos.
Volteo para verlo y sus ojos están sobre mí.
— Eres tú el que no puede, Dante.
— Sí puedo — protesto intentado fijar mis ojos en los suyos.
De inmediato corro la mirada, tiene razón. No puedo, si lo veo a los ojos tengo ganas de... besarlo.
No puedo hacerlo. ¿O sí? No. Definitivamente no.
— Entiendo, soy el hijo de puta que te rompió el corazón, y tú eres el chico duro e insensible que duerme con todo el mundo ahora ¿Verdad?
Suelto una pequeña risa.
— Bueno, sí duermo con todo el mundo, pero no soy insensible, nunca lo he sido, y no es como si tú o nadie más tuviera el poder de cambiar lo que soy.
— Lo sé Dante, por eso me enamoré de ti.
Dios, no se dicen esas cosas.
Está queriendo llegar a mí, pero no hay oportunidad, no me arriesgaré a sufrir de nuevo, estaba bien hasta que él regresó, puedo seguir de la misma forma.
Llegamos al lugar que elegimos para comer, todos bajan y me quedo un segundo, es tan frustrante no entender lo que siento que hasta tengo ganas de llorar.
Observo a los chicos entrar al restaurante y por fin bajo, el aire frío me gusta, sientes como si quemara tu nariz pero a la vez pudieras respirar de verdad.
Estoy a punto de entrar también, pero él sale a buscarme y chocamos de frente, estamos a centímetros. Contengo la respiración porque siento que se me va a salir el corazón.
Sus ojos en los míos, nuestras narices apenas se rozan, tenerlo tan cerca me hace regresar en el tiempo, cuando todo era bonito, cuando con solo ver sus ojos me sentía en paz.
No te he olvidado, Álex.
Si tan solo fuera capaz de decirlo, si las consecuencias de eso no fueran tan dramáticas e irrevocables.
No sé cuanto tiempo ha pasado, pero ninguno de los dos da un paso hacia atrás, ni hacia ningún lado, el tiempo se ha congelado, como si otra vez pudiéramos tener quince años.
¿De verdad Dante? ¿Vas a tirar tres años de reconstruir tu autoestima solo porque él decidió regresar? No se lo merece, no merece que esté dudando, pero lo estoy haciendo.
Solo un beso, para aclarar lo que siento.
Cierro los ojos esperando que avance, y lo hace. No es un beso tierno, de hecho es bastante agresivo, se siente bajo la piel el deseo de comernos uno al otro, se siente en cada roce de nuestros labios el deseo de estar aún mas cerca que esto, las ganas contenidas, todos los “te extraño” que nunca pude decirle, todos los “te amo” que nunca fui capaz de volver a pronunciar.
Por un breve momento todo se siente en su lugar, como si el daño no hubiese sido provocado, como si ese Dante que dejé atrás aun luchara por vivir dentro de mí. Tal vez puedo con esto, tal vez entre él y yo no está todo tan arruinado, su lengua y la mía se enredan como si nunca mas quisieran separarse, mi cuerpo entero reacciona ante su beso, y no me quedan dudas, nadie, jamás, me hará sentir como él.
Pero entonces, en medio de la magia de la nostalgia de sus besos, una frase contundente se vuelve realidad en mi cabeza.
“Podemos, si… pero no quiero”
— No — digo dando un paso hacia atrás.
Álex abre los ojos, todavía luce alterado por lo que acabamos de vivir.
— No puedes venir y besarme, no puedes.
— Tú también querías — dice él con sus ojos brillando, al igual que sus labios húmedos.
— ¿Por qué demonios regresaste? Todo estaba bien, ya me había olvidado de ti… TÚ me dejaste, fuiste TÚ, y ahora regresas y pretendes cambiar mi vida entera, pero no. No hay forma Álex, tú y yo, no pasará.
Tal vez estoy un poco exaltado, pero no puedo estar de otra forma.
— Lo siento, no quiero hacerte daño Dante, te amo, nunca dejé de hacerlo, y sé que tienes tus motivos para odiarme, pero no pretendas que no lo intente, porque tú eres el amor de mi vida y eso no cambiará jamás.
— ¿Me amas? ¿Y me haces esto? Era feliz antes de volver a verte, todo estaba bien, todo era perfecto, y ahora llegas y das vuelta todo.
Las lágrimas ya corren por sus mejillas, pero no lo harán por las mías.
— ¿Eras feliz? ¿De verdad? Porque yo lo único que veo es que no eres capaz de sentir nada, te veo a los ojos y estás vacío Dante.
—¿Y a ti que mierda te importa? Solo te lo diré una vez Álex, aléjate de mí.
¿Rudo? Tal vez un poco, pero no puedo darle el poder de dañarme otra vez, prefiero dañarlo yo, sé que eso es cobarde, pero es la verdad.
Entro al restaurante y lo dejo en la acera, necesito a mi hermana.
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Hola gente bella ❤️ Aquí el capítulo del viernes, adelantado como siempre, ¿por qué? Porque soy genial.
La próxima actualización será el domingo.
No tengo mucho que decir, solo que me sigan en Instagram, ¿por qué? Porque soy genial. @ineskyblue
Los quiero ♥️
Besos, mil besitos 💋
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