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46 - Un giro en los acontecimientos

Frank

El encierro comienza a afectarme, van seis días que no veo a Dante, no sé nada de él, lo extraño. En este punto me pregunto si volveré a verlo, ¿cuánto tiempo pueden tenerme encerrado? No sé cómo van las cosas afuera, solo tengo ganas de llorar y de que toda esta mierda termine de una vez.

Alguien golpea la puerta, me pongo de pie y la abro.

Es mi madre, dice que ya es hora.

Olivia

— ¿Estás seguro? — le pregunto mirando los cientos de paquetes de esa sustancia blanca que estoy casi segura de que es cocaína.

— Hazlo — responde sin ni un rastro de duda en su voz.

— No habrá retorno — le recuerdo aunque estoy deseando su absoluta confirmación para hacer esto.

— No quiero que lo haya.

Lo haré, de todas formas ya estamos jugados, si vamos a arriesgar, entonces que sea todo.

Dante

No debí separarme de ella, eso no era parte del plan y ahora no puedo pensar en otra cosa. Nunca conduje tan rápido en mi vida, el velocímetro marca casi doscientos kilómetros por hora cuando diviso el auto de Noah en la distancia.

Sin mediar palabra me ayuda a bajar los grandes bolsos de mi auto y los pone en el suyo.

— ¿Dónde está ella? — pregunta al ver que estoy solo.

— Hubo un imprevisto — respondo sin dar detalles.

— ¿Qué imprevisto Dante? El plan no tenía lugar a imprevistos.

— Lo sé, pero no pude convencerla.

Liam

Si hago un análisis de mi vida, jamás espere llegar a este punto. Estamos al borde del río, el auto de mi padre con las puertas abiertas y sus ojos iguales a los míos pero vacíos y oscuros me ven frente a frente. El arma empuñada por su mano apunta sin falla de pulso directo a mi pecho, y sólo puedo pensar en todas las personas que amo. No tengo cómo defenderme, y él parece decidido a terminar con mi vida si no hago lo que me pide, y no lo haré, aunque eso signifique morir. 

Seis días antes...

Frank

Ajá, ni yo creo que haré lo que estoy a punto de hacer, pero lo haré. Toco el timbre de la casa de mis padres, Sebastián abre la puerta y parece muy feliz de verme.

— Joven Frank — sonríe y le devuelvo la sonrisa —. No creo que sea muy pertinente su visita justo ahora — se acerca para hablar más bajo —, su padre está en la casa.

— Lo sé, ¿puedes decirle que venga? Vine a hablar con él — mi corazón en mi pecho late tan intensamente que se escucha con claridad.

Le tengo miedo a mi padre, pero estoy aquí porque ya no quiero temerle, ya no quiero temerle a nada, solo quiero la libertad de ser yo mismo, de amar a Dante, de ir por la vida en paz.

— Hasta que por fin apareces — la sonrisa sarcástica en su rostro me hace contener la respiración. Mi padre, con mi madre a sus espaldas, me observa a unos metros de distancia.

— ¿Me buscabas? — pregunto devolviéndole su sarcasmo.

— En realidad preferiría perderte. En el sentido literal Frank, te prefiero muerto, como tu hermana.

Mi madre muerde su labio pero no dice nada, aún no me creo del todo su actuación, pero no hay más opción que confiar en ella.

— Estoy aquí para decirte que soy gay, estoy saliendo con un chico y lo haré de público conocimiento hoy mismo.

Camina lentamente hacia mí, vine preparado mentalmente para esto, así tiene que ser, aunque Liam y Dante insistieron mucho para que buscáramos otra forma, cada uno sabe cuál es su límite, y estoy dispuesto a soportar los golpes que sea.

El primer golpe me lo da con el dorso de su mano, no es tanto el dolor físico sino la humillación, pero no me defenderé, solo aguantaré. Mi mejilla duele, el dolor es punzante pero solo trago grueso y me mantengo firme.

— Así que quieres gritarle al mundo que eres maricón... — lo veo a los ojos, con firmeza aunque en mi interior estoy asustado ya no quiero estarlo.

— No es que quiero hacerlo, es que lo haré.

Un segundo golpe directo a mi boca, siento la sangre correr por mi mentón, solo paso mi mano y me mantengo quieto.

Les da una señal a sus matones, ambos se acercan y me toman por los brazos.

— A ver cómo lo haces... — se ríe de una forma muy burlona, los tipos revisan mis bolsillos y me quitan mi teléfono — Llévenlo abajo.

Su orden es obedecida sin refutar, abajo, sólo, incomunicado, sin saber absolutamente nada de lo que sucede afuera.

Liam

Los días pasan, y no tener noticias de mi hermano me desespera. Mamá dice que está bien pero ¿Cómo puede estar bien? Debe extrañar a Dante, debe sentirse solo, necesito que esto termine de una vez.

— ¿Sabes algo? — la tristeza en los ojos de Dante es evidente.

— Hoy harán eso, y mañana haremos todo lo demás.

— Eso ya lo sé, si sabes algo de él... Si está triste, si tiene miedo... Si... — no sigue hablando, solo entierra su rostro en sus manos y se deja caer en el sofá.

— Ella dice que está bien — no puedo decirle mucho, sobre todo porque no lo sé, y yo también me estoy haciendo esas preguntas.

— No debimos confiar en ella, no debimos dejar que lo haga, pudimos buscar otra forma...

— Confía en él, es lo que te pidió.

— Lo sé, es que ya no aguanto...

Tampoco yo, pero no lo diré, si todos perdemos la calma todo habrá sido en vano.

— Todo saldrá bien ¿verdad? — Dante está asustado, todos lo estamos, pero nadie quiere dar marcha atrás.

— Claro que sí — responde Emma por mí que viene bajando las escaleras con Stéfano en sus brazos, mira a Dante y sonríe suavemente — ¿Me ayudas a cambiarlo?

Él asiente y le da una genuina sonrisa a su pequeño sobrino antes de tomarlo en brazos. Mantener a Dante ocupado para que no intente comunicarse con Frank, eso hemos hecho todos estos días, pero no sé hasta cuando aguantará.

— ¿Tú crees que sea una buena idea? — Olivia, que venía siguiendo a Emma, se sienta sobre mis piernas y descansa su cabeza en la mía.

— No dejaré que nada malo te pase otra vez — si lo digo es porque soy capaz de llegar hasta las últimas consecuencias para asegurarme de eso.

— Tengo miedo... — murmura ocultando su rostro en mi cuello. Amo cuando hace eso, amo sentir que de alguna forma ella siente que puedo protegerla.

— Te cuidaré, lo sabes.

— No tengo miedo de lo que pueda pasarme... pero si tú... si él... yo no sé qué haría si algo te pasa — el nudo en su garganta se percibe con claridad en su voz.

— No me matará, soy su hijo — solo lo digo para que ella se quede tranquila, porque estoy seguro de que sí lo haría, que aunque en algunos momentos de mi vida ha demostrado interés en mí, o ha demostrado sentir aunque sea algún tipo de cariño, entre él y yo, siempre se preferirá a él.

¿Estoy dispuesto a morir por esto? Es tonto, dirán ustedes, morir por una venganza.

Pero esto, para mí, no es solo una venganza por poner sus manos sobre ella...

Esto es la justicia que mi hermanita se merece, esto es liberar a mi mamá de su prisión, es liberar a mi hermano de sus miedos, es liberarme a mi mismo de llevar todas esas cargas, es darle a mi familia la oportunidad de ser felices, una vez en la vida.

No serán felices si mueres.

Me reprocha mi conciencia, y lo sé, no pretendo ser el héroe que muere por la causa, no le haría eso a mi Hadita, solo que en medio de la adrenalina que corre por las venas de todos en estos momentos son cosas que se pasan por mi cabeza.

El padre de Olivia se acerca a nosotros y la bajo de mis piernas, me incomoda un poco el contacto físico frente a su papá, soy un chico a la antigua en algunas cosas.

— Livie, ¿por qué no duermes? — su voz dulce de "déjame hablar con Liam a solas" hace que mi pequeña no se queje, solo se pone de pie deja un beso sobre mis labios y otro sobre la mejilla de su padre y sube.

— ¿Mejor afuera? — murmuro mirando hacia el jardín.

— Demos un paseo Liam, no traigas tu teléfono — no hago preguntas, solamente dejo mi teléfono sobre la mesa de la sala y me pongo de pie para seguirlo al garaje.

Sube a su auto, yo hago lo mismo en el asiento del copiloto. El silencio nos invade mientras salimos de la casa, solo hasta que estamos lo suficientemente lejos se atreve a hablar.

— Sé que este es el plan de Olivia, sé que quieres confiar en ella pero tiene fallas, Liam — sé eso, no dejo de pensarlo, pero solo asiento y no digo nada —. Eres joven, estás enamorado, seguro la idea de Olivia te pareció maravillosa, pero estamos fallando en exactamente lo mismo que la ultima vez, y la última vez, Noah casi muere.

El recuerdo de lo que sucedió hace tres años hace que la piel de mi espalda se erice, y eso que ni siquiera estuve allí.

— ¿Cuál es la falla?

— ¿Cuál fue la falla la ultima vez, Liam? ¿Qué fue lo que no tuvimos en cuenta?

La ultima vez, las cosas se salieron de control porque amenazaron a los chicos del hogar y Matteo siguió sus impulsos.

— No tuvimos en cuenta la naturaleza humana — una sonrisa se extiende por su rostro.

— Eres listo, Liam. Por eso estás aquí, no quiero que mi pequeña crea que no confiamos en ella, pero tenemos que tener en cuenta todos los factores que podrían hacernos fallar.

— Tenemos una debilidad muy grande, todos, cada uno de los involucrados en el plan — asumo, porque al ver los ojos de Dante estos días, no he podido dejar de pensar en eso.

Fred sonríe y asiente.
— ¿El amor?

— Sí.

— Puede ser una debilidad o una fortaleza... — me cuesta verle la fortaleza, pero solo lo escucho — ¿Harías lo que sea por Olivia?

— Sí — respondo sin dudas en mi voz.

Sonríe con suficiencia y lo entiendo, si un día tuviera una hija, también querría alguien que diera la vida por ella a su lado.
— Lo he visto, casi matas a tu padre y no mostraste arrepentimiento alguno. De hecho, si él hubiese muerto estarías bien con ello.

— Odio a mi padre desde que era un niño, su muerte nos liberaría a todos.

— No somos asesinos, Liam — suspiro, lo sé, pero supongo que todos tenemos un lado oscuro, y el mío sale cuando tocan a los míos.

— Lo sé, por eso seguimos el plan de Olivia.

Siento que Fred me lee a la perfección, pero eso no me molesta porque confío en él.

— Te contaré mi secreto Liam, pero debes prometerme que nunca saldrá de este auto.

— Puede confiar en mi palabra, señor Dupont.

Él sonríe por mi formalidad y asiente, mete la mano en su bolsillo y extiende algo hacia mí.

Una sonrisa se extiende por mi rostro cuando lo veo, esto sí es un buen giro en los acontecimientos.

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