31 - Las reglas las pongo yo
Olivia
Aún me cuesta respirar bien. Mierda, no quiero perder el control sobre mí misma otra vez, necesito calmarme pero no lo consigo.
Vuelvo a entrar a la casa y observo a Álex salir muy molesto, creo que estaba llorando y sé que Dante me necesita, pero no puedo ahora, ni siquiera estoy segura de poder respirar.
¿Dónde está Matteo? Lo necesito. Con los años he aprendido a controlar mis crisis de ansiedad antes de que aparezcan, pero no estoy segura de poder lograrlo ahora, mi respiración está pesada y cada vez se acelera más.
No estaba lista, yo acababa de besar a su hermano en un arranque de estupidez. ¿Y si él vio eso? Está bien que estoy molesta, está bien que se equivocó, pero no se merecía ver eso.
Y Frank no se merecía que lo trate de esa forma, no sabiendo lo que siente por mí.
— Livie, te estaba esperando pero... — Alegra entra a la sala y deja de hablar al ver mi rostro — ¿Qué pasa?
La pregunta de responde sola porque detrás de mí Liam entra a la casa.
— Oh... — murmura empujándome hacia la puerta que da al comedor para evitar un nuevo enfrentamiento y encarar a Liam ella misma — Soy Alegra, soy amiga de Olivia. Sé quién eres, no te presentes, solo dale su espacio y no tendremos problemas.
Ni siquiera lo deja hablar y viene tras de mí.
— Mírame — dice sentándose junto a mí en el comedor —. Cálmate, no puede ser tan malo...
— Creo que... me vio besar a su hermano.
— ¿¡Qué!? ¡Vamos Olivia! Pobre chico... deja de jugar con él, es demasiado bueno.
— Lo sé... es que con todo lo que ha pasado Frank ha estado allí para mí y yo... Pensé que sería justo darle una oportunidad.
Alegra suelta una risa que me hace sonreír, sin notarlo ya estoy respirando bien.
— A ti te da morbo lo mucho que se parece a su hermano, a mí no me engañas.
Bueno sí, si se me hace súper lindo porque se parece a Liam, pero no lo besé por eso ¿O sí? Ya ni siquiera me entiendo a mí misma.
— Ahora vas y te disculpas con él, que no tiene la culpa de los rollos sin resolver que traes con su hermano.
— Si mamá — concedo dándole una media sonrisa mientras escucho la voz de mi hermana acercarse al comedor.
— ¿Comiste? — es la primera pregunta que me hace, está muy pesada con eso, ya fastidia.
— No pude, pasaron cosas.
Lucas entra en el comedor tras ella, él va a la universidad a unos cientos de kilómetros de la ciudad, eso hace que se vean muy poco en realidad, pero hablan a diario.
— Hola, pequeña — besa mi mejilla y sonrío, él me adoptó como hermanita desde que supo que soy hermana de Emma.
— ¿Qué haces aquí a mitad de semestre? — pregunto mientras Emma sale de la cocina nuevamente trayendo comida para mí.
— Vacaciones de primavera, pero me graduaré antes de que nazcan estos pequeños, y me verás muy seguido por aquí — pone su mano sobre el vientre de mi hermana y sonríe.
— Come — insiste mi hermana y Alegra me defiende.
— Espera Emma, de verdad pasaron cosas ¿por qué no vas a la sala y lo ves tú?
Emma hace lo que Alegra dice y nos quedamos en silencio para escuchar sin darnos cuenta.
El grito de sorpresa de mi hermana nos perfora los tímpanos.
— Pobres bebés... — murmura Lucas haciendo que Alegra se ría.
— ¿Dónde estabas? ¡Idiota! Te extrañé mucho — la oímos decir y otra vez siento el nudo en mi garganta.
— ¿Por qué grita? — pregunta Matteo saliendo del pasillo que da a su habitación.
Sus ojos se posan en Lucas y su sonrisa se apaga un poco, saluda a penas con su cabeza y desvía su vista hacia mí.
Han pasado tres años desde todo su drama, pero aún es incómodo que estén en la misma habitación. Solo hola y adiós por cortesía, sin dudas ninguno es la persona favorita del otro.
— Liam regresó — responde Alegra ajena a todo el drama familiar.
— ¿De verdad? — Matteo vuelve a sonreír y luego me ve con más atención — ¿Estás bien pequeña?
Niego con mi cabeza haciendo un puchero y rodea la mesa para venir a abrazarme.
— Que envidia, ojalá mi hermano me quisiera un poquito — murmura Alegra y luego se ríe cuando Matteo la jala para unirla al abrazo — Sal, no quiero tu lástima.
— Iré a saludarlo, y luego te llevaré por un helado, solos tú y yo ¿va?
Asiento y va a la sala, Lucas también se va ante la atenta mirada de Alegra.
— Wow, es un nueve. O tal vez un nueve punto cinco.
Su comentario me hace reír, aunque no tenga ganas.
— ¿Un nueve? Si hay un chico en este mundo que merece un diez, ese es Lucas ¿estás bromeando?
— Ajá ¿y Liam? — ush, el dedo en la herida, clásico de Alegra.
— Liam es Liam, él no entra en ninguna categoría, él no lleva puntaje, él es el prototipo de perfección y los demás chicos solo pueden aspirar a parecerse un poquitito a él.
— ¿Entonces porque estás aquí llorando en lugar de ir a besarlo y olvidar toda la mierda?
Si hay algo que tiene Alegra es que nunca da rodeos para decir las cosas, eso me agrada, sé que nunca me miente, siempre dice lo que piensa porque no se avergüenza de sí misma.
— Porque quiero que me muestre que me quiere, que sí va a luchar por mí.
— Ten cuidado Olivia... — me advierte negando con su cabeza — Al parecer Liam es un chico de antes, como su hermano. Si tú lo rechazas mucho aceptará tu decisión y dejará de insistir, porque eso es lo correcto y toda la mierda.
Eso me hace reír, ella tiene razón, pero conozco a Liam desde siempre, sé hasta donde puedo llegar, sé cómo meterme en su cabeza, sé cómo decirle que no pero que él sepa en todo momento que en realidad quiero decir que sí.
— Alegra... ¿tú crees en el amor?
Pregunta básica, lo sé, pero con ella nunca se sabe.
— ¡Claro que sí! ¿Por qué no lo haría?
— Bueno... me recuerdas a Emma, ella antes de Noah no creía en el amor y tú... bueno, estos meses que hemos sido amigas te he visto salir con más de diez chicos diferentes y a todos los hiciste a un lado en cuanto demostraron demasiado interés.
Ella asiente, y luego se ríe, esta chica se ríe demasiado.
— Eso es porque no me gusta hacer daño, si veo que puedo dañar a alguien solo me alejo y ya. Supongo que algún día me enamoraré, hasta ahora no me ha pasado y no me parece justo hacerle creer a alguien que puedo quererlo cuando sé que no lo haré, así que vas y te disculpas con Frank ahora mismo.
El cambio rotundo en el tema de conversación me hace reír, de todas formas ella tiene razón, fui mala con Frank, pero ya me disculpé y no lo haré de nuevo.
— ¿Salimos hoy? Necesito ir de fiesta con urgencia.
Se pone de pie y mira hacia la puerta sacando su teléfono del bolsillo.
— De acuerdo, me aseguraré de que Liam sepa a dónde irás.
Definitivamente amo a esta chica.
Con Alegra llegamos temprano, Frank y Dante vienen en camino y nosotras ya estamos bastante alcoholizadas, aunque en su justa medida. Comimos ositos de goma remojados en vodka antes de venir, y ahora aun no hemos comprado nada.
Traemos poca ropa, aquí dentro hace calor, luces, reggaetón y gente alcoholizada. Varios chicos se nos acercan, pero ninguno digno de nuestra atención, y además, para ser sincera, solo estoy esperando a Liam.
Dan y Frank llegan en pocos minutos, Frank se ve muy bien, de verdad muy bien, pero tengo que dejar de verlo de esa forma, él no es Liam, por mas parecido que sea.
Dos horas y mucho alcohol después mis ideas ya no son claras, Liam no está aquí, y eso por algún motivo me molesta. Quiero vengarme, sé que no es buena idea, pero el alcohol en mi sangre y en mi estómago vacío me hace tomar malas decisiones.
— Baila conmigo — le digo a Frank al oído, para luego dejar un suave beso en su cuello.
Él me aparta gentilmente y niega con su cabeza. Alegra me jala del brazo pero la aparto y vuelvo al ataque.
— ¿Por qué? ¿Ya no te gusto? — pongo mi mano en su rostro dejando una suave caricia.
— Ya, no quiero Olivia.
— Pero... — no puedo hablar porque mi hermano me toma por la cintura y me aleja de él.
— Te dijo que no Olivia, basta.
— Dice que no, pero en realidad quiere decir que sí.
— Me vale mierda, dijo que no y lo estas acosando — ouch, si es verdad, no sé que pasa conmigo, últimamente no hago nada bien.
— Vamos Livie, te llevaré a tomar aire — Alegra vuelve a jalar mi brazo y de pronto siento ganas de llorar.
Salimos a la terraza, el pecho me duele, el estómago también. El aire fresco me aclara bastante la conciencia, y me siento avergonzada por lo que acabo de hacer ahí dentro.
— ¿Quieres ir a casa? — Alegra pone su mano sobre la mía, y me volteo a mirarla.
— No, ya no me portaré mal, lo siento.
— Amiga, de verdad. Sé que esto no es por Liam, es por ella y deberíamos hablarlo. No comes, tomas demasiado y no dejas de hacer pendejadas. Nadie, y mucho menos ella, merece que tú te hagas tanto daño.
Mis ojos se llenan de lágrimas, ella tiene razón, pero no sé como mierda manejar mis emociones. Estoy haciendo todo mal, ¿qué pasa conmigo? Hago un puchero y Alegra sonríe.
— Ya, volvamos dentro, nos divertiremos sin acosar a nadie, y mañana hablaremos de todo esto ¿Lo prometes?
— Lo prometo — digo enjuagando mis ojos — Y Alegra... gracias.
Ella es una amiga como nunca esperé tener, de verdad pensé que este tipo de amiga no existía mas que en las series de Disney. Había un chico en la fiesta que ella esperaba ver, pero lo dejó de lado por cuidarme, no se separó de mí en toda la noche.
Entrando a la fiesta siento unas manos muy familiares tomarme por detrás para juntar nuestros cuerpos.
— ¿Volvemos al comienzo, Hadita? — su voz profunda y seductora hace que mi espalda se erice, si vino, está aquí. Sus ojos miran a Alegra y se acerca a decirle algo que no escucho, supongo que le pide cortésmente que se vaya, porque ella me mira buscando mi aprobación y cuando asiento no tarda dos segundos en desaparecer.
— Sí, pero esta vez las reglas las pongo yo — me volteo para quedar frente a frente, demasiado cerca.
No se hacen una idea de cuanto lo extraño, quiero besarlo, abrazarlo y mandar todo el enojo a la mierda, pero desgraciadamente soy muy orgullosa, y no puedo olvidar cómo me dejó de lado, aunque entiendo sus motivos, hubiese preferido que peleara por mí.
— Parece justo, estoy a sus órdenes, señorita — mierda, ¿cómo hace para meterse en mi cabeza tan rápido? O en realidad es que nunca salió de allí.
Yo creo que me conoce demasiado, eso es una desventaja en estas situaciones. Seguro llegó tan tarde a propósito, quería hacerme perder la paciencia, y viene en ese plan seductor de chico malo que sabe que me pone loca y solo puedo pensar en probar sus labios otra vez.
— Pues baila conmigo, y ojo con dónde pones las manos.
Me volteo moviéndome al ritmo de la canción, rozando mi trasero contra él siento sus manos en mi cintura tensionarse, si él quiere jugar este juego de provocación obvio que yo ganaré.
Toma una respiración profunda en mi cuello rozándome con su nariz, mierda, el también sabe jugar bien. Bailamos un par de canciones hasta que la tensión sexual se vuelve insostenible y tengo que apartarme.
— ¿Todo bien? — pregunto al ver que responde mensajes.
— Es Frank, él y Dante se fueron a casa.
— Bien, iré por un trago... — me sujeta por el brazo y me atrae a él pegando nuestros cuerpos.
— No más alcohol, Hadita.
— Las reglas las pongo yo.
— Todas las reglas que quieras, haré lo que me pidas sin protestar, pero no dejaré que te hagas daño.
Quiero estar molesta, pero ahí está Liam, siempre tan perfecto y una no puede ni ser un poco perra con él porque siempre encuentra la forma de ablandarme.
Ganaré esto como sea.
— Bésame Liam — ordeno viéndolo a los ojos desafiante.
Mi exigencia lo saca de onda, abre grandes sus ojos y se queda quieto por unos segundos.
Le daré tres segundos para reaccionar o me iré.
— Tres... dos... u...
La única forma en la que acepto que me calle. Toma mi rostro con ternura y une nuestros labios en un beso muy dulce y suave, mi corazón se dispara, no soporto esto, caeré como una idiota otra vez, mejor sin romance. Tomo el control sujetando su cabello por detrás y cambiando la intensidad para transformarlo en un beso mucho más caliente y sexual. Mierda, tampoco fue buena idea, lo necesito, esto es una tortura para mí también. Extrañaba el sabor de sus besos, la suavidad de sus labios y la conexión que tenemos, pero muy a mi pesar, y para conservar mi dignidad me aparto cuando considero que ya fue un buen beso.
— Espera — dice al ver que me volteo para irme —, deberíamos hablar. ¿Cómo sigue esto?
— ¿Cómo sigue qué? Fue un rollo en una fiesta Liam, no te hagas ilusiones. Me iré a casa.
Lejos de molestarse sonríe de lado y menea su cabeza.
— Bien, me lo merezco. Buenas noches, Hadita.
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