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2 - Reencuentro

Dante

— ¡Ya Emma! ¡Por favor!

— ¡Que no! Te he dicho mil veces que yo no le miento a tu hermano.

— Pero somos amigos, somos familia, y tú sabes que él está exagerando.

Emma me mira con reproche y niega con la cabeza.
— No está exagerando Dante, Noah tiene razón y tú lo sabes bien.

— Bueno, no te pido que le mientas, ¿Pero que hables con él? No lo volveré a hacer, aprendí la lección, lo juro.

Rueda sus ojos y murmura por lo bajo.
— De acuerdo, veré que puedo hacer.

Mi hermano me quitó las llaves de mi auto hace un mes, porque bebí algunos tragos y conduje a casa. Nunca hago eso, Noah es un muy buen hermano, pero algo estricto con las reglas, y esa era la más importante de todas.

Pero no lo volveré a hacer, no estaba mintiendo con eso.

— Estoy escuchado todo ¿Saben? — grita Noah desde su habitación provocando la risa de Emma.

— Eres una vieja chismosa — dice ella con ternura —. Ven entonces.

— No, vengan ustedes, estoy dibujando.

Emma se da la vuelta para entrar en la habitación de Noah y yo la sigo dentro.

— Así que manipulado a mi novia para que te levante el castigo… — dice arrugando su frente sin levantar los ojos del papel.

— ¿Por qué nunca me haces un dibujo? Seguro es más interesante dibujar a Emma diez millones de veces — miro el papel y él se encoge de hombros —. No intentaba manipularla, ella no es manipulable, solo intentaba llegar a su frío corazón.

Noah se ríe y niega con la cabeza.
— ¿Y por qué no intentaste llegar al mío? Te he dicho mil veces que no la metas en nuestros asuntos.

— Va, lo siento. Nunca en mi vida volveré a conducir si bebo, te lo juro, te lo prometo o lo que quieras, pero ya no quiero ir a todos lados con Olivia, ella escucha a Shawn Mendes todo el día, y entiendo… sé que el chico está bueno, pero mi cerebro canta Señorita en todo momento y siento que estoy enloqueciendo. Necesito recuperar mi independencia, por favor.

Emma se sienta junto a él y pasa los dedos por su cabello.
— Ya, no seas tan duro con él, démosle otra oportunidad.

— ¿Saldrás hoy? — me pregunta ignorando los pedidos de ambos.

— Sí, pero no planeaba conducir. Tal vez tú puedas llevarme.

— Okay, si todo sale bien hoy, mañana tendrás tus llaves de vuelta — dice por fin y sonrío estirando mi puño para que lo choque.

— ¿Olivia va contigo? — me pregunta Emma.

— No, ella está con Ámbar, y luego dijo que tenía otros planes. Iré solo con Abby.

Emma suelta una pequeña risa.
— ¿Sus padres aún piensan que ella es tu novia?

Niego con la cabeza.
— Lo descubrieron hace poco, ya le consiguieron otro pretendiente, recién llegadito de Londres.

Emma hace cara de asco y bufa.
— Pobre chica, ojalá haga como su hermana y desaparezca de la vida de sus padres para siempre.

La fiesta es buena, pero por algún motivo no me siento cómodo. He tenido una sensación extraña desde que llegué y no le encuentro explicación alguna.

Abby me trae una bebida que sabe a culo, es la bebida más asquerosa que he probado en mi vida.

Grito sobre la música.
— ¡Qué asco! ¿Qué demonios es esto?

Ella se encoge de hombros.
— Se llama el Zombie, no tengo idea de que tiene, pero es demasiado fuerte para mí.

— Lo beberé igual — le aviso mientras lo bajo de golpe y lo siento caer en mi estómago vacío, eso no es bueno, el alcohol me afectará más rápido.

Abby ya se ha bebido cerca de siete shots de tequila, está más ebria que yo y baila como una loca.

— ¡Tú! — me grita señalándome con su dedo — Bésame.

Me río, podría besarla, es mi mejor amiga. ¿Los amigos se besan? Me río otra vez.

— Soy gay — le recuerdo y ella se ríe, estamos demasiado borrachos, tal vez deberíamos irnos.

— Ya lo sé, y yo estoy enamorada de tu hermano.

Se ríe, pero yo ya no. No sabía eso, ella nunca lo dijo.

Finalmente termino riendo otra vez.
— ¿De cuál?

— ¿De cuál qué?

— ¿De cuál hermano?

— ¿El hermano de quién?

— Mi hermano.

— Tu hermano — suelta una risita —. Quiero que tú hermano me bese ahí abajo.

Me río a carcajadas, ella es divertida.

— Bésame — insiste, y no sé por qué, pero lo hago.

Es un beso torpe, corto y descoordinado, y nos separamos riendo de forma descomunal.

— Eso fue asqueroso — dice riendo aún —, tú no eres Matteo.

Matteo, a ella le gusta Matteo. Pobre... No tiene ni la más mínima posibilidad. Matteo lleva tres años con Emily, tienen una hija y son felices, ella lo tiene tonto. 

— Y tú no tienes pene.

Se ríe, me río, bailamos, tomamos más alcohol, es la magia de nuestra amistad, no hay límites, somos como una misma cosa.

Un chico viene a hablar con ella, están discutiendo, quiero meterme, pero ella me lo tiene prohibido. No puedo defenderla a menos que me lo pida.

Me vale mierda, estoy borracho.

— ¿Qué sucediendo?

¡Dios! Ni siquiera puedo conjugar los verbos correctamente.

— Él nos vio besarnos — se ríe y yo también, el chico parece molesto.

¿Quién es? ¡Oh! Es ese chico con el que sus padres insisten que salga, luce familiar ¿De dónde lo conozco?

— Soy gay, solo estábamos jugando.

Me ignora por completo.
— Te llevaré a casa, despídete.

Ella hace un puchero.
— Lo siento ¿Puedes regresar solo? Si no voy con él mi padre me matará.

— Claro, iré a casa ahora.

Me despido con un beso en la nariz ante la molesta mirada del niño rico y se van.

Misión número uno: encontrar la puerta.

Llevo veinte minutos intentando, pero cada vez que creo que lo logré termino en el baño.
No sé si fueron veinte minutos en realidad, pero veinte es un número bonito, igual que tres, sin dudas tres es el mejor número del mundo, es maravilloso y si lo volteas parece un trasero. Álex siempre decía que yo comparaba todo con traseros, pero no puedes negar que el tres es un trasero, y uno muy bueno, como el de Álex.

— ¿Por qué estoy pensando en Álex? Él número tres es un trasero, no importa lo que él decía.

Casi me caigo de culo cuando escucho que alguien me responde.
— Es curioso, después de tres años te encuentro hablando solo en un baño, sobre el número tres y sobre mí.

No suena como su voz, así que volteo a decirle al extraño que no hablo de él si no de...

Álex.

Sí es Álex.

Ha crecido, mierda que ha crecido, hasta su voz suena diferente.

— Hola ¿No? — dice divertido dando un paso hacia mí.

— No. No tengo nada que hablar contigo.

Su gesto se torna serio.
— Que rencoroso, han pasado tres años.

— Sí, mi número favorito, el número de pedazos en el que dejaste mi corazón.

¿Qué estoy diciendo? Sueno como una cuarentona despechada.

Me río, para que piense que es broma, aunque no lo es y funciona, porque él se ríe también.

Escanea mi apariencia por completo.
— Has crecido.

— Si estás intentando decir que estoy bueno, ya lo sé. Ahora ayúdame a encontrar la puerta, que quiero irme y no puedo salir de aquí.

— De acuerdo, te llevaré a casa.

Me toma la mano y me arrastra entre la multitud, la puerta estaba exactamente al otro lado y es enorme. No entiendo cómo no la vi. 

El frío golpea mi cuerpo y revuelve mi estómago. Siento ganas de vomitar, pero las contengo.

— ¿Estás bien? — Álex pregunta preocupado.

Me río, se ve gracioso.
— Tu nariz es pequeña.

Se ríe señalando su auto, no logro abrir la puerta así que él lo hace y me meto dentro. Mis dedos son torpes para ponerme el cinturón, así que él también lo hace.

¿Qué hace Álex aquí? Me siento confundido.

Conduce, el movimiento del auto me hace sentir mal así que recuesto mi cabeza hacia atrás.

— ¿Te sientes mal? — pregunta preocupado poniendo su mano en mi mejilla.

Asiento lentamente mientras miro por la ventana.
— ¿Qué hacemos aquí?

— Te traje a casa.

— Hace tres años que no vivo aquí.

Luce sorprendido.
— ¡Oh! No lo sabía ¿Qué sucedió?

— Mataron a mi padre ahí dentro.

— ¿Tu papá? Pero... ¿Cómo?

— Un ajuste de cuentas.

Su rostro luce apenado.
— Lo siento mucho.

— Aún estábamos juntos cuando eso pasó, pero no te lo dije porque estabas de viaje. Nunca pude decirle que soy gay, él no me hubiese aceptado de todas formas, pero será un pendiente en mi vida para siempre.

Mucho sentimentalismo, mi estómago se sacude y alcanzo a abrir la puerta justo para vomitar en la acera.

Su mano se posa sobre mi espalda, acariciándola hacia arriba y hacia abajo.

— Dime dónde vives ahora.

¿Dónde vivo ahora? Con Noah y Matteo. ¿Dónde exactamente? No puedo hacer que mi cerebro coordine.

Lo miro por la rendija de mis ojos que permanece abierta.
— Junto a la casa de Emma.

Álex se ríe.
— Ya, ¿y dónde vive Emma?

— Yo... Estoy confundido.

Me da una sonrisa tranquilizadora.
— Está bien, llamemos a Noah.

— Mi celular está apagado.

— ¿Sabes su número? ¿O el de alguien?

— Uhm... Fred me obligó a memorizarlo hace años. ¿Cómo era? Siete dos...

Álex se ríe.
— Dan... Ningún número comienza así.

Golpeo mis piernas con los puños.
— ¡Yo no lo sé!

— Tranquilo, iremos a mi casa, cargas la batería de tu teléfono y los llamaremos.

Niego con la cabeza.
— ¿A tu casa? No, tus padres estarán molestos.

— Mis padres se quedaron en Roma, vivo solo ahora.

— Ah, okay.

Vuelvo a cerrar la puerta y recuesto mi cabeza hacia atrás, cerrando los ojos por un momento.

Me despierto en una habitación desconocida, me siento en la cama de golpe y la cabeza me duele. Siento la boca seca y pastosa y la luz que entra por la ventana me molesta muchísimo.

Me teléfono está en una mesita a mi lado, apagado, pero con la batería completa.

¿Dónde estoy? ¿Tengo la ropa puesta? Sí, dormí con jeans, eso es incómodo.

Intento hacer memoria, estaba con Abby, ella se fue, no podía encontrar la puerta y entonces encontré a...

No, seguro lo soñé.

¿Estoy en casa de Álex?

Me pongo de pie frotando mis sienes y salgo de la habitación que da a un pequeño pasillo con otra puerta enfrente.

Enciendo mi celular mientras camino por el pasillo hacia lo que parece una pequeña sala, tiene un sofá y un televisor. No presto atención a lo demás, mi celular suena con infinitos mensajes, son las dos de la tarde.

Mierda, será otro mes escuchando a Shawn Mendes, porque después de esto Noah no me regresará mi auto en un buen tiempo.

— Buenos días Dan — saluda Álex desde la cocina.

— Ah, hola. Estoy un poco confundido. ¿Tú y yo...

Se apresura a hablar.
— No, claro que no, no te imaginas lo que me costó que bajarás del auto y llegaras a la cama.

— Lo siento. Abby me dejó solo, se suponía que llamaría a Noah para que me recoja.

— Está bien ¿Cómo te sientes?

— Como la mierda ¿Me das agua?

Apoya un vaso en la puerta de su heladera y el dispensador se activa.

— Hay analgésicos en el baño.

— Gracias, ya me voy. Llamaré a mi hermano.

Tengo demasiados mensajes, Noah, Matteo, Emma y Olivia. Todos quieren saber dónde estoy y qué sucedió conmigo, me espera un regaño muy grande.

Le marco a Matteo, es el menos sobreprotector de todos.

— ¿Dónde estás idiota? — dice en cuanto responde.

— Lo siento Matt, ya te lo explicaré. ¿Puedes recogerme? Te envío la ubicación.

Su voz suena indiferente.
— Mientras estés bien me vale mierda la explicación, ya voy.

Últimamente Matteo se ha transformado en mi hermano preferido, es el único que no me dice que es lo que debo hacer, me da libertad de tomar decisiones y luego siempre está a mi lado cuando las cosas se complican.

¿No se supone que eso es lo que debe hacer un hermano? Amo a Noah, pero me agobia demasiado.

— ¿Y Ámbar? — pregunto en cuanto veo su sillita vacía en el asiento trasero.

— Con Emma — dice ajustando el volumen del radio.

— ¿Sabes quien vive aquí? — pregunto en cuanto pone el auto en marcha.

— Algún chico con el que sales.

— Álex.

— ¿Álex? ¿Tu Álex? ¿Aquel chico tierno que te hizo mierda el corazón?

— Sí, el mismo. Pero ya no se ve como un chico tierno, está incluso mas bueno que antes.

Matteo sonríe.
— ¿Hubo acción?

Bufo frotando mis sienes y niego.
— Que va, si me encontró perdido en el baño de la discoteca, hablando solo y todavía sobre él. Me ofreció llevarme a casa, pero yo no sabía donde vivía, y por eso me llevo a la suya y me dormí antes de llegar. Si tenia alguna posibilidad de coger con él se esfumó por completo. 

Matteo se ríe a carcajadas, le cuento esto porque sé que no habrá sermones sobre el uso excesivo del alcohol. A Matteo no le gusta hablar mucho, pero cuando lo hace dice cosas importantes.

— Usa condón — dice cuando deja de reír.

— Ya, siempre me dices lo mismo.

— Es que para ti debe ser más difícil pensar en eso. Yo siempre usaba condón con todas las chicas con las que salía porque tenia terror de que alguna quedara embarazada, pero tú no debes preocuparte por eso, entonces tal vez no te parezca tan grave no usarlo, pero debes hacerlo, sobre todo para los encuentros casuales.

— Lo hago, tranquilo, confía en mí.

— Lo hago.

Resoplo de mal humor.
— Noah no me devolverá mi auto ahora.

Él sonríe de lado y mete las manos en sus bolsillos.
— Toma, le dije que estabas conmigo — dice extendiendo las llaves.

Reitero: Definitivamente es mi hermano preferido.

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Hola gente bella ❤️

Aquí comenzando de nuevo.

Quiero sus opiniones, y sus teorías (aunque sé que son malos en eso, jaja)

La próxima actualización será el lunes, hasta entonces, disfruten de los dos primeros capítulos de esta nueva historia.

Le dedico este inicio a RV230710 que no está en su día más feliz 🤣 Te quiero, tonta.

Los quiero a todos 😍

Besos, mil besitos 💋

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