19 - Lento
Dante
Tres años y unos meses atrás...
Respira Dante, no puede ser tan difícil.
Mierda, claro que es difícil, hace casi un mes que no le hablo, probablemente quiera mandarme a la mierda. Siento miedo, mucho miedo, porque una vez que diga esto en voz alta ya no habrá forma de echarme atrás.
Pero bueno... Los Romano seremos lo que sea, pero nunca cobardes, así que haré esto.
Mi pierna se mueve con nerviosismo mientras me muerdo una uña, ya debería estar aquí hace cinco minutos, ya no puedo esperar más, solo tengo mi vista fija en el camino del parque por el que debería aparecer. Dos minutos mas tarde lo hace, lo observo caminar hacia mí con los reflejos del sol brillando sobre sus cabellos rubios, luce tranquilo, se sienta a mi lado y sonríe.
— Pensé que ya no me hablarías, Dante — sus ojos azules encuentran los míos haciendo que mi estómago dé un vuelco.
— Sí, lo siento, me he comportado como un idiota. Pero estoy aquí para ser sincero contigo Álex.
Tomo una respiración profunda y le devuelvo la mirada, sí tenía alguna duda sobre lo que siento desaparece de inmediato.
— Te besé, y luego no volví a hablarte — Álex se ríe y asiente.
— Lo sé, yo estaba allí — su voz suena a una divertida ironía, no sé cómo hace para nunca estar nervioso.
— Bueno, pero estoy aquí para explicarte...
— Lo sé, no eres gay solo querías saber que se sentía y toda la misma mierda de siempre... No importa Dan, podemos seguir siendo amigos...
— No — lo interrumpo, si no se queda callado jamás lo podré decir.
— ¿Ya no quieres ser mi amigo?
— No, no estoy aquí para decir eso, solo escucha y deja de sacar conjeturas — me da una sonrisa de niño regañado y asiente, haciendo que los nervios desaparezcan un poco —. Te besé y luego no volví a hablarte porque estaba negando lo que siento...
Lo diré, es la verdad, tengo que poder decírselo al menos a él.
— Creo que... creo que también soy gay.
Ahora ya no sonríe, la conversación se tornó seria y real en solo un minuto.
— ¿Crees? — su mirada busca descifrarme, pero hay algo en él que me hace sentir seguro.
— No, no es solo algo que creo. Yo... tú... tú me gustas Álex, yo siento algo por ti que nunca había sentido antes.
— También me gustas Dante — lo dice con tanta naturalidad y soltura, necesito esa seguridad, necesito estar tan convencido como él de que lo que siento no está mal, necesito esa valentía para aceptarme como soy.
— ¿Puedo... besarte otra vez? — mi voz sale dubitativa, mi corazón parece querer salirse de mi pecho.
— Si vas a desaparecer por otro mes para esconderte de lo que sientes, entonces no. Ahora, si vas a hacerte cargo de lo que sientes y te vas a quedar a mi lado puedes considerarte el dueño de cada uno de mis besos.
— Yo quiero quedarme contigo, Álex. Pero necesito que vayamos lento y que nadie lo sepa por ahora.
— ¿Lento? — pregunta poniendo su mano en mi mejilla.
— A paso tortuga — confirmo rozando nuestras narices justo antes de que atraiga mi rostro al suyo para unir nuestros labios en un beso, un beso que me hace sentir yo mismo, un beso que me hace sentir que aquí, con él, soy mas Dante de lo que podré ser jamás.
De regreso al presente...
Toco el timbre y nadie responde, espero que sí esté en casa porque de verdad necesito verlo.
Mi cerebro no puede estar en paz, tengo mucho frío y el estómago revuelto por los nervios. Las ideas no se quedan tranquilas en mi mente, tengo los recuerdos confusos y los sentimientos también.
Vuelvo a tocar el timbre varias veces, hasta que por fin siento movimiento dentro, claro, recién tomo conciencia de que en realidad es muy temprano, a Álex le gusta mucho dormir hasta tarde.
Abre la puerta con sus ojos apenas abiertos, solo trae el pantalón del pijama y el calor de dentro de su casa me abraza haciendo contraste con mi rostro helado.
No parece sorprendido de verme, me conoce, él sabía que regresaría, hay cosas que nunca cambian.
— Lo siento — digo muy sinceramente.
— Lo sé, pasa, te prepararé algo caliente.
Hago lo que me dice, me quito la mochila y la campera y las dejo en un perchero que tiene junto a la puerta.
Bien, es hora de ser sincero nivel: Noah. Valiente, hablar con él corazón y dejar claro lo que siento.
Pero primero, hay un pequeño asunto por resolver.
— Álex, Emma dijo que había más mensajes ¿Me los puedes mostrar?
Lo observo presionar botones en la cafetera aun intentando que sus ojos se abran del todo.
— Claro, mi computadora está en mi habitación, búscala.
Camino por el pasillo, estoy un poco nervioso, aún no le he dicho nada pero sé a qué vengo, y no puedo lograr estar tranquilo.
Su habitación en un gran caos, Álex siempre ha sido desordenado así que no me sorprende. Busco su computadora con la mirada y la veo sobre el escritorio cubierta por unos papeles, la tomo sin mirar nada más y regreso a la cocina.
— ¿Cuál es la contraseña? — pregunto mientras veo el logo de la marca aparecer en la pantalla.
— No tiene — trae dos tazas con café y me ofrece una, la verdad es que ya desayuné, Noah no me deja salir de casa si no como algo antes, pero igual tengo el cuerpo helado y sí se me antoja un café.
— ¿Por qué no tienes contraseña?
— Porque solo uso la computadora yo, y porque no tengo secretos. ¿Tú sí tienes contraseña?
— Sí, en mi computadora y en mi teléfono, aunque todos en mi familia las saben así que tal vez no tenga ningún sentido.
Sonríe y asiente mientras toma un sorbo.
— Simple costumbre.
No parece molesto, ni se siente incómodo, y eso me agrada. Hablar así, tranquilamente, me hace sentir que el tiempo no ha pasado.
Los mensajes son bastante fuertes, son amenazas directas con fotos que parecen de un acosador. Entiendo a Álex, aunque siempre pensaré que pudo decirlo, que los problemas se enfrentan, que no puede dejarse amenazar así. Lo entiendo, él pensaba que esto lo enviaba mi papá, de hecho uno de los mensajes dice que tenía mi celular interceptado y sabría si se ponía en contacto conmigo.
¿Qué hubiera hecho yo en su lugar? No lo sé, entonces no lo puedo juzgar.
Luego de ver todos los mensajes y fotos ya no tengo ninguna duda.
— Sé quién lo hizo ¿Rastreaste su computadora?
Álex abre sus ojos incluso mas grandes y asiente.
— Tiene el IP oculto.
— Creo que fue Abby — balbuceo volteando la computadora para que la vea, señalo la pantalla indicando una a una las fotos — Estábamos juntos en el centro comercial, aquí ella fue a mi casa a hacer una tarea, aquí íbamos por un helado, y es esta incluso estoy posando, fingiendo que estoy distraído, todas las tomó ella, ella estaba celosa de ti y yo no le di importancia.
No tiene ninguna reacción, se queda mirando a la nada con la taza de café en la mano y sin ninguna expresión. Le doy su tiempo de asimilar la información, y se tarda unos minutos en hablar.
— ¿Estas diciendo que estuvimos tres años separados solo por Abby?
— Sí.
— No se lo dejaré pasar — deja la taza sobre la mesa y puedo ver la furia en sus ojos, lo entiendo, ahora con toda la verdad sobre la mesa solo se puede odiar a Abby, también yo, de hecho tengo ganas de llorar y de hacerle daño a la vez.
Abby es mi mejor amiga desde los doce años, pensé que lo que ella y yo teníamos era algo único, que era sincero, que era verdadero, y en realidad es la responsable directa de todo mi dolor y del dolor del chico que amo.
¿Qué voy a hacer ahora? ¿Cómo enfrentaré esto?
Álex tiene la intención de salir tras ella justo ahora, pero lo detengo.
— Espera — aún estoy intentando asimilar lo que pasó, pero no lo consigo, estoy como en una especie de shock.
Álex lo entiende, y se detiene para tomar mi mano.
Siempre he dicho que las malas acciones de los demás no justifican las propias ¿Pero eso aplica ahora? Porque de verdad tengo ganas de hacerle daño, de verdad quiero que sienta exactamente lo mismo que estoy sintiendo ahora. Como si desprendieran dolorosamente una parte esencial de mi alma.
— ¿Te... puedo abrazar? — pregunta Álex con inseguridad.
Solo puedo asentir, no puedo hablar, no me salen las palabras.
Siento sus brazos envolverme firmemente y hundo mi rostro en su cuello para sentir su aroma, ese que siempre ha significado seguridad. Dejo mis pestañas caer, y con ellas dos gruesas lágrimas que limpio de inmediato.
Es que de verdad no lo puedo entender, no lo puedo asimilar, no lo puedo creer.
¿Por qué? ¿Por qué hacerme tanto daño? ¿Cómo pudo verme llorar, abrazarme, consolarme, llorar conmigo, cuando era ella la culpable de todo?
Álex se aparta de mí y sujeta mi rostro viéndome a los ojos.
— Tal vez no fue ella, deberíamos confirmarlo antes de decidir qué hacer.
Es verdad, tal vez alguien consiguió esas fotos de alguna otra forma. Saco mi teléfono del bolsillo y busco el número de Emily.
— Necesito tu ayuda — hablo antes de que ella lo haga.
— ¿Con qué? Suenas mal Dan, ¿Qué pasa?
— Necesito que me ayudes con lo del e-mail ¿puedes aunque tenga el IP privado?
— Claro, es una tontería, mándame la dirección de correo electrónico y te diré quién lo hizo en menos de 10 minutos.
Termino la llamada para enviarle la dirección y solo nos sentamos a esperar en el sofá.
Aprovecho para ser sincero, e intentar arreglar un poco lo idiota que fui.
— Lo siento por lo de ayer, no debí tratarte así, no es porque te usé y tú lo sabes. Es que... estar otra vez así contigo me hizo sentir que... — mierda, no puedo decirlo — nada...
— ¿Que aún me quieres?
Vamos Dante, los Romano seremos lo que sea, pero nunca cobardes.
— Que aún te amo, pero ya no soy el mismo. Tú regresaste por a un Dante que ya no existe, y que no regresará...
Álex busca mis ojos y los encuentra, mi corazón late acelerado, demasiadas emociones en tan poco tiempo comienzan a afectarme.
— Dan, las personas cambian, yo también he cambiado. Puede que hayas cambiado tu personalidad, tu carácter o tu apariencia física, pero nunca podrás cambiar tu esencia, y eso es lo que amo de ti.
Suena bonito, pero nada es tan fácil.
— Solo... tal vez debamos conocernos otra vez y ver que sucede.
Una gran sonrisa se extiende por su rostro, intento no sonreír también pero me sale involuntariamente.
— ¿Lento?
Sonrío por su referencia y una sensación cálida se expande en mi pecho.
— A paso tortuga — completo la oración exactamente igual que aquella vez.
Estoy a punto de besarlo para pasarme por el culo mi propio pedido de lentitud, pero mi teléfono suena rompiendo el momento y haciéndome recordar que es altamente probable que mi mejor amiga tenga rasgos psicópatas.
— Em — digo con mi corazón latiendo a mil en lo que Álex toma mi mano en señal de apoyo, saco el teléfono de mi oído y lo pongo en altavoz.
— Lo tengo, entré a la base de datos, es un teléfono celular registrado a nombre de Abril Arias Larreta.
Bum, como una bomba explotando en mi cerebro, una cosa es sospecharlo, y otra muy diferente es confirmarlo.
— Abby — articulo para que Emily lo comprenda.
— ¿Abby? ¿La chica que está molestando a Matteo? — claro, no había relacionado las dos situaciones y que justo le pido ayuda a Emily con esto.
— Sí, ella le envió esos correos a Álex — siento como una gran presión en mi pecho que crece, como si el aire pesara demasiado —. Em... no me siento bien, ¿puedes pedirle a Matteo que me recoja en casa de Álex? Él sabe dónde es...
— ¿Tienes tu auto?
— Sí, pero Álex me lo llevará luego, solo dile que venga, por favor.
Aleja el teléfono de su oído y la escucho relatarle a Matteo lo que sucede.
— Ya salió, tranquilo bebé, todo estará bien ¿sí? Estamos juntos, para ti, lloraremos contigo y saldremos de esto.
— Lo sé — murmuro dejando que las lágrimas salgan, necesito a mi familia, ya, ahora, no puedo esperar. ¿Dónde está mi hermana?
Álex no está a mi lado, se puso de pie y habla por teléfono con alguien unos segundos cerca de la ventana antes de regresar al sofá.
— Olivia te espera en tu casa — dice acariciando mi mejilla —. Sé que solo los necesitas a ellos, pero sabes que si me llamas estaré allí en un segundo.
Le doy un asentimiento justo cuando suena el timbre.
Me pongo de pie, recojo mi mochila y mi campera del perchero y volteo a ver a Álex antes de abrir la puerta.
— Te llamaré luego ¿Sí?
Asiente con una media sonrisa.
— Estaré esperando.
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Hola gente bella ❤️
Un capítulo un poco triste, dejen sus mimos para Dante aquí.
Los quiero y síganme en Instagram 😘 @ineskyblue
Besos, mil besitos 💋
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