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11 - Tú lo harás y yo te miraré

Olivia

Entramos a la discoteca, suena una canción que hemos escuchado mucho con Dante así que la cantamos mientras nos abrazamos.

Pero no me acuerdo, no me acuerdo, y si no me acuerdo no pasó... Eso no pasó...

Dante grita sobre la música.
— Mira quién está allí.

No.

No puede ser.

Una hora de viaje para venir a una discoteca en la que no me conozca todo el mundo y él está aquí.

Liam.

Lo veo, él me ve, su mirada está inexpresiva como siempre.

Dante me empuja hacia él.
— Ve, ponlo un poco loco, iré a buscar un trago y un chico bueno.

No veo por qué no, no tengo novio, él no tiene novia. Estamos lejos de casa, nadie va a saberlo.

No iré hacia él de todas formas, solo un pequeño juego, para provocarlo un poquito.

Dante ya no está, estoy sola y él tiene sus ojos en mí. Lo miro directamente y muerdo mi labio inferior haciendo que él sonría de lado levemente.

Me meto entre la gente, para bailar un poco, sola, de todas formas es reggaetón.

Yo solo recuerdo que estaba bonita, todo el mundo loco con mi cinturita...

Diez segundos han pasado, un chico ya me ha sacado a bailar. Es lindo, no tanto pero no está mal.

Acepto de todas formas, sus manos se posan en mi cintura y sonrío.

Bailamos el resto de la canción, el chico está un poco pasado de hormonas pero tampoco se ha desubicado.

Cuando la canción termina me besa, sin darme tiempo a reaccionar. No voy a escandalizarme, solo es un beso corto y demasiado baboso.

Voy a preguntarle cómo se llama pero unas manos firmes se posan en mi cintura. Sonrío, sé perfectamente de quién son esas manos que me elevan en el aire alejándome del chico baboso al que saludo con la mano.

De repente estoy afuera, en la acera.

— ¿A que juegas Olivia? — sus ojos están un poco rojos, ha bebido algo pero no lo suficiente como para decir que está borracho.

— A nada, solo estaba bailando ¿Que pasa contigo?

— No, tú estás rompiendo la regla número dos y la número cinco, te besas con otro frente a mí y estás intentando provocarme — su mirada está cargada de molestia, ¿o son celos?

Elevo mis cejas.
— ¿Y lo estoy consiguiendo?

— Sí. 

¡Por todos los ositos de goma! No esperaba tanta sinceridad ¿Que digo ahora?

Me acorrala contra la pared de la discoteca.
— ¿Qué quieres, Olivia?

— No quiero nada, puedo besarme con quién me dé la gana.

Roza su nariz con la mía quitándome la respiración.

— Lo sé, pero no puedes hacerlo frente a mí, yo no quiero ver eso.

— No eres el centro del mundo Liam.

— ¿Entonces quieres que yo juegue el mismo juego? Porque puedo conseguir una chica para besar frente a ti en dos segundos ¿Eso es lo que quieres?

Agacho la cabeza.
— No.

— ¿Entonces qué es lo que quieres Olivia? Quieres convencerme de que no eres una niña, pues actúa como adulta y di lo que quieres con claridad.

Mi corazón está muy acelerado, pero de todas formas nunca he sido cobarde así que tomo valor para hablar.

— No quiero que busques otra chica, quiero ser yo quien te bese.

Sonríe con un gesto de suficiencia.
— Pues hazlo. No necesitas un título para bailar conmigo, o para besarme, puedes besarme cuando tú quieras.

— ¿Me estás dando un pase libre?

Elevo mis cejas y él suelta una pequeña risita.

— Parece que sí, pero sin ningún tipo de compromiso.

— Mira que voy a utilizarlo mucho.

— Está bien para mí...

No termina de hablar y mis labios ya están sobre los suyos. Desde la última vez que nos besamos no he podido pensar en otra cosa que no sea volver a hacerlo. La sensación es incluso mejor de lo que recordaba.

Su boca se abre para darme acceso mientras apoya sus codos en la pared para acorralarme, no le veo el sentido, no hay otro lugar en el que quiera estar.

Llevo mis manos a su cuello y me paro en puntas de pie para profundizar el beso.

Unos segundos después nos separamos para poder respirar, malditos pulmones ¿Para qué quieren el oxígeno de todas formas?

— Eres mía esta noche.

Me toma de la mano y volvemos a entrar, me siento nerviosa, me gusta provocar pero cuando tengo que pasar a la acción me siento intimidada con Liam, me lleva cuatro años después de todo, tiene un mundo de experiencia más que yo.

Nos metemos entre la gente, y en medio de la pista voltea mi cuerpo para pegarlo al suyo. Sentir sus manos sobre mi cintura me hace estremecer, él desprende seguridad por los poros, así que me pondré a su nivel aunque me estoy muriendo de miedo por lo que pueda suceder esta noche.

No tomo alcohol, no lo necesito para perder la vergüenza y de seguro Dante ya está borracho en alguna esquina. Además quiero recordar cada detalle de esta noche, porque he estado esperando a este chico casi desde siempre.

Amo como sus manos pasan por mi cuerpo, amo como me mira, como si fuera la cosa que más desea en el universo, me hace sentir poderosa y fuerte, y quiero complacerlo, quiero que la tensión y el deseo desaparezcan, mierda que he esperado demasiado, quiero hacerlo ya.

Me paro en puntas de pie para hablar en su oído.
— ¿Y si mejor vamos a un sitio donde estemos solos?

Lo siento soltar un suspiro y su agarre en mi cintura se presiona. Lo estoy provocando, soy buena con eso.

— ¿Segura? — sus ojos se paran en los míos buscando algún rastro de inseguridad, pero no encuentran eso allí, solo el mismo deseo que encuentro en los suyos.

¿Por qué esperar? Yo quiero, él quiere, eso es todo lo que hace falta.

— ¿A tu casa? — murmuro elevando una ceja.

No obtengo respuesta, solo un abrazo por detrás y un beso muy intenso en el cuello.

Bueno, al parecer eso es un sí.

Siento la presión de todo su cuerpo contra el mío, y créanme que cuando digo todo, es TODO.
Me toma por la cintura y me guía hacia la salida, camino entre la multitud abriéndome paso y por fin siento el aire frío golpear mi rostro. Mis piernas se erizan por la falta de tela, es invierno, pero aun así me puse una falda.

Toma mi rostro con sus manos y me ve con ternura.
— Escucha bonita, yo sé que has estado esperándome por mucho tiempo, pero no hace falta que precipites las cosas. Tenemos tiempo, todo el tiempo que necesites.

Aww, ahí está, mi Liam dulce y tierno. Lo amo así, aunque también lo amo cuando se pone todo rudo y dominante. Lo amo de cualquier forma, él es perfecto.

— Sé que tal vez no confías tanto en mí, me desaparecí por una semana y ni siquiera te llamé, pero es que tú...

Se detiene, le cuesta mucho hablar de lo que siente y no quiero presionarlo.

— Tú diste vuelta mi mundo entero con ese beso.

Moriré, moriré de amor aquí mismo.

— Y tú el mío, no tienes que explicar nada Liam, respeto tus tiempos, te entiendo y confío en ti.

Pasa sus dedos por mis labios mientras mira mi boca.
— Eres muy hermosa, estás volviéndome loco.

— Ya vamos a tu casa, de verdad quiero hacerlo contigo, no es por presión, te lo juro.

— ¿Así? No.

Hago un puchero y él me ve con cara tierna.
— ¿Y cómo? Ya no quiero esperar más.

Suelta una pequeña risa y toma mi rostro en sus manos.
— Déjame prepararte algo bonito, por favor.

Esta vez él es quien hace un puchero y siento que quiero comérmelo entero. Dios, no puedo creer que lo tengo frente a mí en esta situación.

— Ya, está bien. Eres muy comprador. Igual iré a tu casa y dormiré contigo esta noche, que luego te desapareces y te extraño.

Sonríe y roza nuestras narices, antes de darme un pequeño besito.
— No me negaré a eso, toma — pone sus llaves en mi mano —. Conduce tú.

Subimos al auto y el frío se calma un poco, aquí dentro huele a él, todo está perfecto y limpio, eso me hace reír, mi auto es un desastre.

— ¿Sabes? Hay algo que da vueltas en mi cabeza hace un tiempo... — comienzo a decir cuando el auto ya está en marcha.

Liam rasca su nariz y apoya su mano sobre mi muslo.
— Muchas cosas, tú piensas demasiado. Deberías relajarte un poco.

— Sí, tal vez sea cierto.

Sonríe levemente.
— ¿Qué te agobia ahora?

— ¿Por qué nunca me has dado un apodo? Es que tú tienes uno para cada chica que te importa, llamas Pollito a Emily, Bombita a Emma y Morita a Elizabeth. ¿Por qué yo no tengo uno?

Liam se ríe y me mira muy tiernamente.
— Me gusta darles apodos a mis amigas, hace que haya una complicidad diferente, algo que solo me conecta a mí con ellas y nadie más.

— Ajá ¿Y entonces? Siempre quise creer que también soy una de tus chicas...

— Es que eres más que eso. Estuve más de una semana buscando un apodo digno de ti, y no lo encontré. Entonces me di cuenta de que ninguno me parecería suficiente porque tú me importas de una forma diferente que todas ellas, ninguna palabra tonta podía abarcar todo lo que tú eres, solo tu nombre. Entonces te llamo Olivia y ya.

Sonrío, no puedo no hacerlo.
— Eso es lo más hermoso que me has dicho, pero igual quiero un apodo.

— Y te lo daré, solo debo encontrar uno perfecto.

— Paciencia, es mi segundo nombre.

Detengo el auto en el estacionamiento subterráneo de su edificio y ahogo un bostezo con mi mano. Subimos al ascensor sin decir mucho y entramos en su pulcro y perfectamente ordenado departamento.

— Puedes dormir en el cuarto que usaba Emily, te haré el desayuno por la mañana — dice metiéndose en su habitación y cerrando la puerta.

¿Es en serio? No lo puedo creer, qué desilusión...

Voy a entrar a dónde me dijo pero vuelve a abrir la puerta riendo a carcajadas.

— ¿Te la creíste? — me jala por la cintura uniendo nuestros cuerpos — Está noche eres mía, ya te lo dije.

Me besa muy intensamente y me mete dentro de su habitación, no puedo, ni quiero detener esto, así que me siento sobre él y levanto su mentón para tener acceso a su cuello.

— Ya, que no aguanto más — dice apartándose un poco.

Sonrío con malicia y miro fijamente sus ojos.
— Te haré una confesión caliente — hablo muy bajito, y él asiente —. Nunca he tenido un orgasmo, nunca nadie me ha tocado ni me he tocado a mí misma. Así que tal vez esta noche no tengamos que llegar tan lejos para pasarla bien, podemos jugar un rato.

Estoy sentada sobre él, así que siento muy claramente su reacción a mis palabras, la ternura en sus ojos desaparece, no podrá decir que no aunque se lo proponga.

Pasa su dedo por mi mentón, y siguiendo una línea por mi cuello llega al borde de mi escote.

— ¿Entonces nunca has tenido un orgasmo? — pregunta poniendo su mirada en mis labios.

Niego con la cabeza, su gesto de sorpresa ha desaparecido, y ahora me mira como si sus ojos no alcanzarán para verme todo lo que desea.

— Pues yo no te daré tu primer orgasmo, tú lo harás y yo te miraré.

Sé que yo misma puse esa idea en su cabeza aquella noche en mi casa, así que me hace sentir que le cumplo una fantasía.

— No sé hacerlo — digo bajando la mirada, Liam sonríe de lado mordiendo su labio inferior.

— Yo te enseñaré, ¿confías en mí? — asiento y pasa su pulgar por mis labios suavemente, luego lleva su mano a mi mentón y me hace mirarlo a los ojos — Entonces quítate la ropa.

Mi corazón late acelerado, de verdad tengo ganas de hacer esto pero me siento muy nerviosa, nunca me he desnudado frente a un chico y ahora me pide que lo haga así, con la luz encendida y por mis propios medios.

Ve la inseguridad en mis ojos y sonríe.
— Tengo una regla nueva.

Eso me hace reír.
— Vaya que te gustan las reglas...

— Sí, pero esta vez solo será una.

— ¿Cuál?

— Jamás sentirás vergüenza conmigo.

Oh por Dios, creo que lo amo. Me tiene completamente estúpida, haré lo que me pida sin cuestionarme, después de todo, él tiene experiencia en esto, usaré eso a mi favor.

Comienzo a quitarme la ropa lentamente, el top primero, no traigo brasier así que la primera vista que le doy lo hace contener la respiración. El bulto en sus pantalones ha duplicado su tamaño, me gusta saber que yo puedo ponerlo así, me gusta saber que me desea.

Desabrocho la falda y la bajo también, solo dejo mis bragas. Sus ojos escanean mi cuerpo ansiosos y da un paso hacia mí volviendo casi nula nuestra distancia.

— ¿Quieres ayudarme con esto? — pregunto pasando mis dedos por el borde de mis bragas.

Relame sus labios y deja un beso en mi hombro, su mano acaricia mi cintura mientras marca un camino de besos por mi abdomen, se arrodilla frente a mi dejando un último beso sobre mis bragas, justo donde lo quiero sentir; y dejando de lado la ternura con un movimiento bruto, rompe un lado de la tela y luego el otro provocando que caigan al suelo.

Mi entrepierna hormiguea por el deseo, Liam se pone de pie, me empuja a su cama y abre mis piernas dejándome completamente expuesta.

Se sienta como indiecito frente a mí, toma mi mano y la lleva lentamente a mi entrepierna para dejarla allí.

Mis dedos bajan rápidamente a mi entrada pero él los detiene.

— No allí, eso lo dejaremos para otro día, ahora te tocarás aquí — usa su dedo índice para tocar haciendo presión en una zona muy sensible que me hace voltear los ojos hacia atrás.

Santa mierda ¿Qué demonios es eso que sentí?

— Tú comienza suave — pone su mano sobre la mía y me indica como tengo que moverla —, luego tu propio cuerpo te indicará como hacerlo.

Obedezco, la sensación es única y placentera, como un calor que comienza a crecer desde mi centro y llega a cada partecita de mi cuerpo. Mi respiración se acelera hasta casi convertirse en un jadeo, Liam tiene razón, mi cuerpo me pide que vaya más rápido y lo hago, provocado que el primer gemido se escape de mis labios. Cierro mis ojos dejando caer mi cabeza hacia atrás y lo siento moverse para ponerse a mi lado en la cama, su lengua se divierte en mi cuello, baja suavemente por mi hombro y de pronto veo las estrellas cuando lame muy suavemente uno de mis pechos.

¿Cómo me perdí de esto por tanto tiempo? De verdad se siente bien.

Siento que hay como una energía acumulándose allí abajo, y que pronto estallará, y quiero que estalle, necesito que estalle. El movimiento de su lengua en mi pecho hace el resto del trabajo, de pronto siento que ya no necesito respirar, ese calor que estaba formándose dentro de mí estalla llegando a cada rincón de mi cuerpo.

Es la mejor sensación que he experimentado en mi vida, ni siquiera tengo palabras para expresarlo, eso fue... eso fue algo que quiero volver a sentir, una y otra vez, siento que jamás podría cansarme de esto.

Abro mis ojos y me encuentro con los suyos, de pronto me siento un poco avergonzada y cierro mis piernas rápidamente.

Liam suelta una pequeña risa y acaricia mi mejilla.
— Ahora viene la parte en la que te avergüenzas, pero no tienes de qué, eres hermosa, tus gemiditos dulces resonarán en mi cabeza por mucho tiempo.

Me volteo de lado para verlo de frente, no me sentiré insegura con él, no importa de la forma que sea.

Muerdo mi labio y el hace lo mismo con el suyo casi por reflejo, aún trae toda su ropa, no es justo, si él puede verme yo también quiero. Meto mi mano bajo su camiseta y la paso suavemente por sus abdominales, subo y luego bajo, luego repito el movimiento pero no me detengo al bajar, y toco un poco más abajo, sobre sus pantalones.
Él mantiene sus ojos fijos en los míos esperando por mis movimientos, casi que conteniendo su respiración. Desabrocho su pantalón y meto mi mano dentro de su ropa interior muy lentamente. Nunca he tocado uno, y me siento bien con que el suyo sea el primero.

— ¿Quieres verlo? — pregunta con cautela, no quiero que me trate con cautela, quiero que solo se deje llevar.

— Quiero probarlo.

Ajá, deberían ver su rostro justo ahora, no, en serio deberían. Es una mezcla de "Oh mierda si, pruébalo" y "¿De verdad acabas de decir eso?"

La verdad es que si bien soy virgen y he estado esperando por Liam, mi cerebro no es nada inocente, créanme, nada. Tal vez no debería leer tanto en ciertas plataformas, pero el punto es que lo hago, leo mucha literatura erótica y si hay algo que ya no queda en mi cerebro es inocencia.

— Tú... ¿quieres? — pregunta dubitativo.

— Sí, ¿puedo? — me da un breve asentimiento — Entonces quítate la ropa, Liam.

Sonríe de lado, se quita la camiseta y los pantalones muy ágilmente.

Obvio ya lo había visto sin camiseta, pero nunca tan cerca, nunca al alcance de mi mano. Paso mis dedos por los músculos de sus brazos, por su pecho, por sus abdominales, es demasiado perfecto, podría hacer esto todo el día, pero el bulto de sus boxers solo me indica que lo estoy torturando.

Dejo un beso en sus labios, luego otro en su mentón, bajo a su cuello y luego a su pecho con mucha lentitud.

Una lenta tortura, se la merece, el me torturó con la espera también.

Mis labios tocan sus abdominales, y beso uno por uno antes de llegar al borde de sus boxers, y entonces también lo beso, sobre la tela, haciendo que suelte una grosería.

Sí, Liam soltando una grosería.

Deslizo los boxers por sus caderas y luego por sus piernas hasta que se los saco. Él se mantiene quieto, con una muy leve sonrisa dibujada en sus labios.

Algo me dice que ya ha imaginado esto muchas veces, y eso me gusta.

Bueno, aquí el punto, ni tengo idea de cómo hacer esto. Solo sé, por lo que he leído, que debe ser suave y sin mucha presión. Luego de eso no hay mucha ciencia.

Paso mi lengua suavemente y lo escuchó soltar el aire de sus pulmones, las venas marcadas en su erección indican que ya no aguanta más y no lo seguiré torturando.

Desciendo lentamente por todo su largo, bueno, al menos hasta donde alcanzo porque no alcanzo a meterla toda.

Elevo mis ojos para verlo cerrar los suyos y echar la cabeza hacia atrás. Amo tener el poder de volverlo loco, amo tener el poder de hacer que pierda el control, amo su rostro cargado de placer, amo esto, podría hacerlo cada día.

Solo han pasado unos minutos y su respiración se vuelve pesada, uso mi mano para acompañar los movimientos, en solo unos segundos me aparta rápidamente y siento un líquido caliente y viscoso correr por mi mano.

Tengo la tentación de probarlo, pero no la hago. Ya lo haré en otra ocasión.

Aún mantiene sus ojos cerrados y su respiración acelerada, me detengo a verlo por un momento, yo generé eso, me hace sentir poderosa.

Estira su mano al suelo y me alcanza su camiseta para limpiarme, lo hago y luego limpio su abdomen también porque tenía algunos restos.

— Tú el primero, yo el segundo — dice volviéndome a empujar sobre la cama.

No entiendo a qué se refiere hasta que siento su lengua rozar exactamente la misma zona que me hizo tocar hace unos minutos.

Puta mierda, ni siquiera se compara a lo que sentí con mis dedos, es como un orgasmo continuo, mi piel se eriza haciendo que arquee mi espalda. Entierro mis dedos en la almohada y dejó mis gemidos salir sin pudor, nada de pudor, él y yo en la cama somos uno.

¿Cómo me perdí esto por tanto tiempo? Creo que no querré detenerme jamás.

La energía en mi interior se vuelve a concentrar, su lengua es precisa, sus labios se mueven a la velocidad perfecta, siento que todo dentro mío estallará y lo hará pronto.

Mis ojos se cierran, los músculos de mis piernas se tensionan, cada parte de mi cuerpo está atenta a lo que sucede entre mis piernas.

Y entonces sucede, incluso más intenso que la vez anterior, siento mi respiración entrecortarse y la intensa necesidad de apartarlo.

Es como si cada puto minuto de espera hubiera valido la pena.

— Eres tan linda... — murmura disfrutando de ver el placer en mi rostro.

— Ven aquí — digo jalándolo hacia mí para que se acueste.

— ¿Necesitas dormir? — su tono es de burla, así que me río y asiento — Pues descansa, mi dulce Hadita.

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Hola gente bella ❤️

Intensa doble actualización, ¿que les pareció? Leo sus opiniones.

La próxima será hasta el lunes.

Los quiero ♥️

Besos, mil besitos 💋

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