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30- La verdad

EMMA

Termino de leer el mensaje y el caos reina a mi alrededor.

Matteo le da una patada a la valija mientras suelta insultos por lo bajo, la valija se desliza por el suelo con fuerza y golpea el pie de Dante, pero no parece dolerle, acaba de cubrirse el rostro con las manos y dejarse caer al suelo doblando las rodillas, llora, y entonces Matteo reacciona y se acerca para abrazarlo.

¿Y Noah? Noah no hace nada, ni una pequeña reacción, solo se queda quieto con los ojos muy abiertos y la mirada perdida.

Yo siento un gran nudo en el estómago, quiero llorar y tengo miedo, pero solo puedo tragarme la sensación e intentar mantener la mente clara porque ellos me necesitan.

No nos da tiempo de intercambiar ni una palabra, apenas han pasado unos segundos en los que intentamos asimilar lo que ocurre cuando Carlos llega con al menos diez hombres. Toman a los chicos con un poco de brusquedad y se los llevan por la fuerza sin dar explicaciones. El único que no se resiste es Noah, que aún parece en shock.

Un tipo me sujeta por el brazo y me lo quito de encima con un movimiento un tanto grosero.

—No es necesario que me toques, puedo caminar sola.

Él asiente pero no se despega de mi lado en todo el trayecto.

Hay algo que me huele raro, y es que nadie pregunta por Olivia. Solo vienen por nosotros, como si supieran de antemano que ella no está.

Llegamos al auto, Carlos está a punto de subirse en el asiento del conductor cuando Noah lo detiene. Sigue sin hablar, pero me mira a los ojos y el pedido está implícito.

—Carlos, ¿crees que yo podría conducir a casa? Seguiré todas tus indicaciones en caso de ser necesario —le pido con mucha calma y amabilidad.

—Señorita, tengo órdenes estrictas del señor Romano de llevar a Noah y a usted a salvo a casa —explica, y suena casi como una respuesta automática.

¿Solo a Noah y a mí? ¿Por qué a mí? No lo comprendo, ¿qué hay de Dante y Matteo?

—Por favor, conoces a Noah, sabes lo que significa para él. Sé que te importamos más que cualquier ridícula orden —mis palabras suenan básicamente como una súplica, necesito que diga que sí, necesito que Noah se sienta seguro.

Carlos duda por un momento, pero finalmente asiente.

Subimos todos al auto de Noah, Carlos viaja como mi copiloto, los chicos atrás, y tenemos un auto por delante y otro que nos sigue.

—La velocidad indicada para mantener la caravana es de ciento veinte kilómetros por hora, ni uno más, ni uno menos —me indica con severidad.

—De acuerdo.

Pongo el auto en marcha y llegamos a la casa en tan solo veinte minutos.

Un solo pensamiento me inunda cuando me bajo del auto: estamos a salvo.

Bueno, no todos, Olivia no está.

¿Y ahora? ¿Qué mierda haremos ahora?

Mantengo la calma solo en el exterior, y lo hago porque alguien tiene que hacerlo. No puedo dejarle esa carga a Noah otra vez, no está pudiendo, ni siquiera soy capaz de imaginar lo que pasa por su mente en este momento. El miedo, la culpa, la angustia. Lo quiero abrazar pero algo me dice que él no quiere lo mismo.

Los chicos bajan del auto, pero Noah no lo hace con ellos, él no se mueve del asiento, apenas pestañea. Quiero estar con él, pero no quiero presionarlo, cuando estoy en situaciones como esta no quiero que nadie me abrace, ni me toque, supongo que es igual para él, así que le doy su espacio.

Hay otro auto en el garaje, es probable que eso signifique que su padre está en casa.

La primera imágen que tengo en cuanto cruzo la puerta es la de Pietro Romano, con un vaso de whisky en su mano y una leve sonrisa en su rostro. Luce sereno y tranquilo, para nada preocupado.

—Hola Emma, es un gusto volver a verte —me saluda, y su voz suena profunda y escalofriante.

Me cae mal de inmediato, algo en él que no sé explicar es muy desagradable.

—Hola —digo simplemente, no voy a decir que es un gusto para mí porque realmente no lo es.

—Noah me contó que eres su novia.

No es una pregunta pero igual respondo:

—Así es, estamos juntos.

—Amelia estaría feliz por eso, ella fantaseaba con que se casarían al crecer —Sonríe con la mirada perdida en los recuerdos.

No entiendo cómo es que puede sonreír en un momento como este. Tal vez simplemente no lo sabe, nadie se lo ha dicho, tal vez piensa que Liv aún está con nosotros.

Voy a responder, pero soy interrumpida por Noah que entra en la casa con furia y lleno de impulsividad.

Al parecer salió de su extraño trance y ahora pasa por una fase de ira. Arremete contra su padre sin dudarlo, se para frente a él, muy cerca, con los puños cerrados a sus lados y la respiración acelerada.

—¿Qué mierda crees que estás haciendo? —le dice sin ni una gota de respeto.

—Tranquilo, Noah. Mantengamos las formas, hay una dama presente —voltea su vista hacia mí con parsimonia, marcando un gran contraste con la actitud agresiva de su hijo. 

Su comentario es repulsivo y machista, pero no me esperaba menos.

—Me paso por el culo tus formas, ¡dime dónde está mi hermana! ¿Quién mierda se la llevó? —exige sin retroceder un paso.

Lo amo, amo que no se deje intimidar ni un poco por este hombre asqueroso.

Pietro toma un trago de whisky y se da media vuelta.

—Te espero en mi oficina, Noah, pero baja ese estúpido temperamento primero. —Camina algunos pasos hacia esa puerta en la sala que siempre está cerrada, al parecer porque es su oficina; y desaparece cerrando la puerta detrás de sí.

________

NOAH

Antes de salir tras mi padre me volteo a mirarla, Emma aún se muestra calmada, pero sé que por dentro está igual de asustada que todos nosotros. Es la chica más fuerte que he conocido y la necesito mucho en este momento.

Se acerca y toma mi mano con fuerza, solo nos vemos a los ojos por un momento y sé que está diciéndome que puedo hacerlo, que estamos juntos y vamos a poder con esto.

Quiero creerle, pero me siento muy vulnerable en este momento.

—Cuida a mis hermanos, están en el jardín —le pido antes de darle un beso rápido e ir a la oficina.

Mi padre me espera de pie mirando por la ventana, me genera violencia verlo tan tranquilo, con su traje impecable y el vaso en la mano. Mi hermana no está, es su responsabilidad, es su culpa, y él está aquí mirando por la ventana con toda la calma del mundo.

Él no está nervioso, no está exaltado y, conociéndolo como lo hago, estoy seguro de que no obtendré nada de él si no logro calmarme primero.

Por algún motivo, una conversación que tuve con Emma a sus trece años se manifiesta con fuerza en mi mente.

"Noah, si tú quieres conseguir algo de alguien nunca debes gritarle, no muestres tus emociones, esa es la primera regla de un buen manipulador"

¿De dónde habrá sacado eso? Ella siempre tuvo tanto en la mente, demasiado para una niña de trece, siempre un paso por delante de mí.

Intento calmar mi respiración y reprimir el enojo, esto es por Olivia, si pierdo la calma estoy más lejos de encontrarla.

—Lo siento por lo de ahí fuera —digo una vez que encuentro mi voz, aunque no lo siento una mierda en realidad.

—Entiendo hijo, estás preocupado, yo también lo estoy. —Señala la silla y me siento mientras lo observo hacer lo mismo.

—¿Quién se llevó a Olivia?

Estoy haciendo mi mejor esfuerzo para sonar calmado, el problema es que mi intuición me dice que mi padre no es precisamente inocente en todo esto.

—A una de mis empresas le está yendo de maravilla, justo por eso el dueño de una compañía similar quiere hacer negocios conmigo, me negué a hacerlo porque el trato no era justo. Entonces dijo que buscaría la forma de presionar lo suficiente. —Deja el vaso sobre la mesa y entrelaza sus dedos sobre la misma apoyando sus antebrazos.

—¿Una de tus empresas? ¿De algo legal?

—Todas mis empresas son legales, Noah.

—¿Entonces por qué no llamamos a la policía?

—No podemos.

—¡Tienen a mi hermana! ¡Es tu hija! ¿Cómo es que no te importa? Estás aquí, sin hacer nada cuando no tenemos idea de dónde está, o si está bien…

—Hay mucho dinero involucrado, esto no es un juego.

—¡La vida de mi hermana está involucrada! Me importa una mierda el dinero.

Deja salir una pequeña risa que suena bastante sarcástica, me da escalofríos, cada segundo que pasa me siento más perdido.

—¿Te importa una mierda el dinero? ¿El mismo que ha pagado cada cosa que traes puesta, el mismo que te da de comer a ti, a tu novia y a tus amados hermanitos? —Suena irónico, y eso le quita mucha seriedad.

—No vas a jugar esa carta conmigo, papá, sabes que no necesito tu sucio dinero. —En este punto puedo decir que estoy fallando miserablemente en controlar mi temperamento.

—Ah, ¿ya hablaste con tus hermanos sobre tu increíble fortuna?¿Qué crees que piensen cuando se enteren que la has estado gastando sin que ellos siquiera sepan que existe?

Me río por dentro, obvio que no estoy gastando nada, pero él piensa que sí y voy a dejar que crea que me tiene.

—Pensé que no querías que lo supieran, solo estoy siguiendo tus indicaciones.

—Noah, tú y yo sabemos que nunca sigues mis indicaciones, la semana pasada gastaste doscientos mil dólares en una sola compra, y el mismo día del cumpleaños de Matteo abriste una cuenta a su nombre para inmediatamente transferir su parte de la herencia del viejo.

Estoy sorprendido, pero me esfuerzo por no expresarlo en mi rostro. Tal vez lo subestimé un poco, pensé que no estaba para nada al pendiente de lo que ocurre aquí.

—Matteo no lo sabe ni lo sabrá, solo lo hice por un tema organizativo. Haré lo mismo con Olivia y Dante cuando sean mayores —miento, obviamente voy a decírselo a Matteo en cuanto toda esta mierda termine.

—¿En qué gastaste esos doscientos mil? —pregunta queriendo sonar casual pero sin lograrlo.

—Ah, controlas mis movimientos bancarios pero no tienes idea de lo que sucede después —me burlo—. No tengo secretos de todas formas, compré un auto para Matteo por su cumpleaños.

—¿Por qué no me pediste el dinero a mí?

—Ni siquiera lo llamaste, seguro no sabrías que era su cumpleaños si yo no lo mencionaba, así que es mi obsequio, no el tuyo —respondo de mala manera.

Suelta el aire muy lentamente, niega levemente con la cabeza, no sé qué dije pero parece herido de repente.

—¿Por qué me odias? Eres mi hijo, Noah, todo lo que estoy construyendo es para ti, solo para ti.

—No estoy aquí para hablar de eso, quiero a mi hermana de vuelta. Haz lo que tengas que hacer —exijo, y me pongo de pie para salir.

Al parecer mi falta de sensibilidad por su momento vulnerable solo lo volvió más frío, y queda muy claro en su forma de responder:

—No voy a mover ni un dedo por la mocosa, no me interesa en lo absoluto.

—Tú no puedes estar hablando en serio... —murmuro con incredulidad.

—No me interesa ninguno de tus hermanos, pensé que lo había dejado en claro. Tú eres mi único hijo, el único que quise tener. Los otros fueron asunto de tu madre, y la pequeña ni siquiera es mi hija.

Mi cerebro no alcanza a procesar la información. Una cosa es pensar que no los quiere, y otra muy distinta es que lo diga. Pestañeo varias veces intentando asimilar sus palabras, pero no puedo, necesito una confirmación.

—Tú... ¿Dijiste que Olivia no es tu hija?

—Exactamente.

—Pero… ¿Cómo? Eso tiene que significar que Dante tampoco es…

—Dante sí es mi hijo.

—Eso es físicamente imposible, ellos son mellizos, yo ví la ecografía, eran dos bebés y…

Ni siquiera puedo armar bien las frases. Todo está revuelto y las piezas no encajan.

Mi padre resopla con molestia por tener que explicar más cosas, parece aburrido, vuelve a tomar el vaso y le da un sorbo.

—Ella no es tu hermana, es hija de Sara.

Es hija de Sara...

Es la hermana de Emma, ella tenía razón.

Hace un ademán con su mano para que me vaya pero no pienso hacerlo.

—Necesito explicaciones.

Niega con la cabeza, muy determinado. 

—No es momento, otro día.

—Dime la verdad ahora mismo, o voy a llamar a la policía y a la prensa para denunciar la desaparición de Olivia —amenazo manteniendo mi firmeza.

Sus ojos se abren rápidamente y se pone de pie, sabe que soy perfectamente capaz de hacerlo.

—¡No, no harás eso! Ella estará bien, no van a hacerle daño.

Comienza a inquietarme no entender nada de lo que sucede.

¿Emma y Olivia son hermanas o no?
¿Cómo es eso posible?
¿Él sabe dónde está?
¿Está involucrado en esto?

—Llamaré a la policía en este mismo instante si no me dices la puta verdad.

No estoy bromeando, de verdad lo haré, no voy a dejar las cosas en sus manos, mi hermana no está y está en peligro justo en este momento.

—No lo harás, ¡no vas a desafiarme! —Golpea la mesa con la mano abierta, pero ni siquiera me hace pestañear.

Lo miro con una media sonrisa.

—¿Quieres probarme? La madre de Liam estará feliz con la primicia.

La madre de Liam es la dueña de una de las revistas de chismes más vendida del país.

Sé qué toqué su punto débil, la imagen pública lo es todo para él.

—¿Sabes qué? Te lo diré, no es algo que me importe de todos modos, no tengo por qué guardar un secreto que ni siquiera me pertenece. —Vuelve a sentarse y yo hago lo mismo.

—Habla —exijo con mi corazón latiendo a mil por hora.

—No es una historia demasiado larga, tu madre estaba embarazada de gemelos, Dante y Donatto. Sara estaba embarazada de una niña pero planeaba darla en adopción en cuanto naciera —vuelve a agarrar su vaso y bebe un trago—. Donatto murió en el parto, yo no quería que tu madre sufriera así que programamos una cesárea de urgencia en una clínica privada para Sara e intercambiamos los datos de los bebés. Tu madre nunca lo supo, nadie nunca lo supo hasta hoy.

—Entonces Olivia es hija de Sara, es la hermana de Emma y lo ocultaron por quince años. —Tenía la esperanza de que tal vez si lo decía en voz alta sonaría más real pero no es así.

—No se lo dirás a nadie —exige, como si tuviera el derecho.

—Claro que se lo diré a todos, no voy a ser cómplice de cómo juegas con la vida de las demás personas. —Vuelvo a ponerme de pie y aparto la silla de mi camino—. ¿No harás nada por Olivia?

—No, resuélvelo tú ya que te crees tan poderoso —dice y voltea su vista hacia otro lado con arrogancia. 

Salgo de la oficina, no hay nadie aquí, lo que es bueno porque necesito un momento para asimilar todo.

El hecho de que Olivia no lleve mi sangre no significa nada para mí, es mi hermana y nadie va a quitarnos eso, el problema es que ahora tengo que enfrentar a Emma.

¿Cómo se lo diré?

Justo en este momento, cuando Olivia no está, cuando no tenemos idea de qué hacer para recuperarla, tengo que decirle que es su hermana.

Ella va a perder la cabeza, va a ponerse en riesgo para recuperarla, pero aún sabiendo que no será sensata, tengo que decirle la verdad.

Ni siquiera puedo determinar cómo me siento, las emociones están arremolinadas en mi interior como un torbellino y no puedo identificar ninguna, solo sé que todas son oscuras y negativas.

Mi estómago se retuerce y me mareo un poco, corro al baño más cercano para devolver en la taza del baño todo mi desayuno. Entre lágrimas y una respiración errática siento como si el mundo entero se estuviera derrumbando a mi alrededor, y yo…

Yo soy un inútil. No puedo con nada. No pude cuidar de ellos, era mi único trabajo y fallé.

Es que no sé, no sé cómo se hace.

¿Cómo hago para ser fuerte para ellos si no puedo ni conmigo mismo? ¿Cómo voy a salir a ver a mis hermanos si no tengo respuestas para darles? ¿Cómo los hago sentir seguros si en realidad no lo están?

Voy a desestabilizar su vida entera con verdades del pasado, y luego no sabré cómo volver a construir.

No puedo con esto, no sirvo.

Así que me quedo en el suelo del baño, intentando tomar valor sin conseguir absolutamente nada más que llorar como un imbécil.

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