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29- Aeropuerto

EMMA


—Estuve embarazada hace quince años, cuando Amelia estaba embarazada de los mellizos. El bebé nació muerto —habla sin evidenciar ninguna emoción.

—¿Era niño o niña? —pregunto rápido, tengo una estrategia para descubrir sus mentiras y es hacer una pregunta tras otra hasta que la hago fallar.

Solía funcionar, pero llevamos demasiado tiempo lejos y ni siquiera estoy viendo sus expresiones.

—Niña, no, digo... niño.

—¿Qué era en fin de cuentas?

—Niño —dice con más seguridad está vez.

—¿Por qué no me lo dijiste?

—Solo tenías tres años.

—¿Dónde está sepultado?

—¿Sepultado? —suena confundida, porque obviamente está mintiendo.

—Cuando un bebé nace muerto te lo entregan para sepultarlo, deberías saberlo si pasaste por eso.

Otro silencio, esta vez más largo.

—El bebé no existe, Emma, murió. Déjate de tontas preguntas y no vuelvas a llamarme.

Apenas termina de decir eso, sin dejarme tiempo de una mínima protesta, termina la llamada.

—Ella miente —afirmo con certeza.

—Lo sé, esto es muy extraño —Noah suelta un suspiro y acaricia mi mejilla con suavidad—. Te prometo que encontraremos la verdad, y si tienes un hermano también lo encontraremos.

—Sé que es una tontería lo que voy a preguntar, pero no puedo evitar tener la duda.

Él ladea su cabeza y luego niega, en anticipación a lo que está seguro que voy a sugerir.

—Ni Dante ni Olivia son ese bebé, mi amor, aunque es lógico pensarlo, hay dos panzas y dos bebés, yo también lo dudaría si no tuviera una foto de su ecografía. Siempre fueron dos bebés en la panza de mi mamá, tu hermano tiene que estar en otro sitio —dice antes de que pudiera preguntar nada.

Exhalo con frustración y echo mi cabeza hacia atrás, ni siquiera sé por dónde comenzar a buscar, no sé cuándo nació, ni dónde, ni si es hombre o mujer, no tengo absolutamente nada.

—Lo siento, tenía que preguntar. No quiero ser tan tonta como para tener las respuestas frente a mis ojos y no verlas.

—Nunca podrías ser tonta, eres inteligente y yo también lo soy, resolveremos esto al regresar del viaje, lo prometo —se pone de pie y se dirige a mi armario—. Si no estuviéramos en peligro cancelaría el viaje para ocuparnos de esto, pero no podemos quedarnos aquí.

—Lo entiendo, nos ocuparemos al regresar.

Sigo sin poder organizar mi mente aún. Se supone que mañana estaremos en Cancún y por algún motivo no puedo hacerme a la idea, no podré disfrutar con todo esto en la cabeza, nada se siente correcto.

—Haré tu maleta, solo dime qué poner dentro.

—Puedo hacerlo yo, no estoy enferma. —Hago un intento por ponerme de pie, pero él vuelve a empujarme a la cama.

—Dijiste que me dejarías consentirte —protesta con el ceño fruncido.

—De acuerdo —cedo con resignación—. Hay una bolsa roja que tiene todos mis bikinis.

Abre mi muy desorganizado armario y su rostro se contrae.

—Creo que va a darme una crisis de ansiedad o algo así.

Observa la gran bola de ropa amontonada y reniega.

—El orden no es lo mío.

—Sí, puedo verlo, pero Alisson siempre deja toda la ropa perfectamente doblada sobre la cama ¿Cómo es que lograste hacer esto?

Bufo un poco molesta, creo que no estoy de humor para ser juzgada por nada el día de hoy.

—No lo sé, Noah, yo me entiendo en mi desorden.

Él se ríe, le quita dramatismo y me arroja una almohada que estaba en el suelo.

—De acuerdo ¿Dónde está tu lista?

—¿Qué lista?

—La lista de cosas que no debes olvidar. ¿No tienes una?

Abro grandes mis ojos y asiento con exageración.

—Oh, ¡Claro que tengo una!

—¿Y dónde está?

—Aquí —digo tocando mi cabeza.

Frota sus sienes mientras suelta el aire como si lo que ocurre fuera algo realmente preocupante, su reacción desmedida me hace reír esta vez.

—No puedo creer que nos amemos tanto siendo un extremo y el otro en absolutamente todo.

_____________

Son las seis de la mañana y el despertador suena taladrando mi cabeza, nos dormimos como a la una así que el sueño no fue para nada suficiente.

Sacudo a Noah a mi lado y abre sus ojos con absoluta pereza, se ve demasiado hermoso cuando recién se levanta.

Luego de bañarnos hacemos piedra, papel o tijeras para ver quién despierta a Matteo y pierdo yo, así que me toca lo más difícil. Dante suele despertarse solo y Olivia no es complicada. Golpeo la puerta de su habitación con todas mis fuerzas, pero nada se mueve dentro, así que tomo valor y abro la puerta.

Duerme boca abajo con un brazo bajo su almohada, sin camiseta.

—Matt —Lo sacudo con brutalidad.

Nada.

—¡Matteo! —grito más fuerte y nada, entonces lo empujo de la cama y cae generando un ruido sordo.

Se levanta del suelo de golpe, algo sobresaltado, y estallo en risas.

—¿Qué te sucede? ¡Estás loca! —reclama confundido.

—Te llamé al menos veinte veces de la manera tradicional y no conseguí resultados —aseguro exagerando bastante las cosas.

Me envía una mirada desagradable que yo correspondo enviándole un beso en el aire.

—Buenos días, Matt. En una hora hay que estar en el aeropuerto, lo que significa que en veinte minutos debes estar en el auto o nos iremos sin ti.

Muerde su labio inferior y rasca la parte de atrás su cabeza.

—Qué asco, ya suenas como él —lo escucho decir mientras abandono la habitación.

Media hora después estamos en camino al aeropuerto, Noah conduce, obviamente, pero detrás de nosotros viene un auto con Carlos y otros cuatro custodios.

Esto parece una película, no entiendo en qué clase de peligro están los chicos, pero no veo la hora de estar arriba de ese avión. Lo más extraño de todo es que no entran en el aeropuerto, solo nos dejan ahí y desaparecen todos.

Eso es claramente sospechoso, pero no digo nada porque Noah ya está lo suficientemente nervioso.

_______

NOAH

—Escuchen —le digo a mis hermanos para llamar su atención—, no se separen de nosotros ¿Sí?

Dante y Olivia están especialmente revoltosos hoy, lo cual no está ayudando para nada a superar la situación.

—¿Qué demonios sucede, Noah? ¿Por qué vinimos con custodia al aeropuerto? —pregunta Matteo de forma exigente.

Es él único que parece atento, Dante no despega sus ojos del celular y Olivia está cantando una canción y bailoteando alrededor.

—No lo sé, papá lo ordenó así —miento fingiendo desinterés.

Debo dejar de mirar alrededor o no van a creerme que nada sucede.

—Debo ir al baño —dice Dante, que no me puso la más mínima atención, mientras se da la vuelta sin dejarme tiempo de protestar.

Mi teléfono suena, mi padre está llamando.

—Contesta, iré tras él —dice Emma justo antes de salir corriendo.

Miro a Matteo y Olivia de forma intensa, necesito alejarme un poquito para que no escuchen la conversación y dudo de su capacidad de estar quietos treinta segundos.

—No se muevan de aquí, estoy hablando en serio —me aseguro de que me escuchen y en cuanto ambos asienten me doy la vuelta.

—¿Qué sucede? —pregunto sin previo saludo, él solo llama para comunicarme cosas.

—¿Dónde estás? —Su voz suena seria.

—En el aeropuerto, el vuelo sale en una hora.

—¿Qué ropa traes? —la pregunta es rara, no estoy entendiendo nada, pero considero que no es tiempo de cuestionamientos así que respondo rápido:

—Traigo una camiseta blanca y con un abrigo negro.

—Enciérrate en el baño, enviaré alguien por ustedes —indica, y mi corazón se acelera de golpe.

—¿Qué? ¡Ya dime qué demonios está sucediendo! —exijo con molestia.

—Alguien envió una foto de ustedes ahí, los están vigilando, Noah, quieren hacerles daño y saben dónde están. Solo métanse al puto baño —dicho esto corta la llamada.

El miedo se apodera de mi cuerpo por completo, debo recordar cómo moverme porque necesito calmarme antes de darme la vuelta, me repito internamente que todo estará bien una y otra vez, pero no logro creerlo.

Tengo que hacer algo, tomar a mis hermanos y salir de aquí, alejarme de mi padre y que nunca vuelva a encontrarnos.

Está poniéndolos en peligro, él está metido en algo y ellos van a pagar las consecuencias. No puedo permitir que el anormal de mi padre los exponga a esta clase de riesgos, tengo que alejarlos de él cueste lo que cueste.

Tomo una respiración profunda y centro mis ideas, tengo que mantener la mente fría para proteger a mis hermanos.

Ellos primero, mis miedos después.

Me doy la vuelta y encuentro solo a Matteo.

—¿Dónde está ella? —pregunto, tal vez demasiado exaltado.

—Fue a buscar a Dante al baño ¿No lo recuerdas? —responde con tranquilidad.

—No Emma, Olivia, ¿Dónde demonios está Olivia? —miro a mi alrededor y no la veo en ningún lado.

—Fue al baño también —se encoge de hombros, juntando las cejas un poco confundido.

—¡¿Qué parte de no se muevan de aquí no entra en su estúpida cabeza?! —Estoy gritando, mi corazón no deja de latir acelerado y no puedo calmarme.

—¿Qué está sucediendo? Dime la verdad —exige mientras veo a Dante y Emma acercarse a lo lejos, una parte de mí se siente aliviada pero la otra aún está alterada.

—Papá está metido en alguna mierda, alguien nos vigila y tenemos que salir de aquí. Ayúdame a buscarla, pero no volvamos a separarnos —Matteo asiente nervioso, suena sus nudillos mientras mira a su alrededor.

Emma y Dante llegan a nosotros y ella me mira intentando entender mi comportamiento extraño.

—Todo está mal, tenemos que encontrar a Olivia y salir de aquí —susurro en cuanto llega a mí.

Ella pone sus manos en mis hombros, no soy capaz de centrar la mirada y eso es evidente.

—¿Dónde fue? Tranquilo, nada sale bien si nos ponemos nerviosos —dice con calma.

—Al baño —dice Matteo y todos corremos juntos hacía allí.

—¿Qué está pasando? —pregunta Dante mientras corremos, está confundido, obviamente, de la nada todos corremos y estamos nerviosos.

—Ahora te explico, solo corre —le dice Emma que es la única que aún mantiene la calma.

Dejamos que ella entre al baño de chicas a buscarla, pero sale enseguida.

—Ella no está aquí, tal vez fue a otro baño.

No tiene sentido, ella conoce a la perfección este aeropuerto, no iría a un baño que esté mas lejos solo porque sí.

Siento ganas de romper todo a mi alrededor, pero me contengo. Tal vez fue a comprar comida u otra cosa, tal vez nada va a salir mal.

Corremos como unos locos por todos los baños del maldito aeropuerto mientras intentamos llamar a su teléfono sin obtener respuesta, ella no está, no aparece por ningún lado.

—¿Y si ella regresó a dónde estábamos? —pregunta Matteo que tiene sus ojos exageradamente abiertos.

Tiene miedo, odio no poder protegerlo.

—Alguien debió quedarse —dice Dante, que aún no entiende nada.

—No podemos separarnos, estamos en peligro porque papá se metió en alguna mierda —responde Matteo.

Dante arruga su frente, un poco escéptico.

—Llamemos a seguridad, seguro hay cámaras y nos pueden decir dónde fue.

—Entiendes que no se fue ¿verdad idiota? ¡Alguien se la llevó! —le grita Matteo totalmente fuera de sí.

—Eso no lo sabemos, ahora van a calmarse los tres —ordena Emma con su respiración calmada—. Iremos al puesto de seguridad y contaremos lo que sucedió, ninguno se separa del grupo ni un centímetro y todos nos tratamos bien unos a otros.

La dejo que tome el mando porque yo no puedo hacerlo, ni siquiera sé en qué estoy pensando solo necesito ver a mi hermanita. Ella es quién habla en todo momento, nosotros permanecemos un paso detrás en absoluto silencio.

El hombre de seguridad está parado en una de las entradas y habla por radio con alguien así que debemos esperar unos segundos.

—Disculpe señor, mi nombre es Emma. Perdimos a nuestra hermanita hace rato, ella es pequeña y seguro no logra encontrarnos. ¿Hay alguna posibilidad de ver las cámaras de seguridad para saber dónde fue? —explica con mucha amabilidad.

—Lo siento, niña, las cámaras están fallando desde esta mañana y hay un equipo trabajando en eso. Busquen por un rato más y si no dan con ella vuelve a buscarme que te ayudaremos.

Cierro mis puños a mi lado por la frustración y nos damos la vuelta mientras Emma le agradece de todas formas.

—Quién sea que está haciendo esto lo planeó a la perfección —se resigna Matteo.

—¡Deja de pensar en lo peor! —le grita Dante que también se ha puesto nervioso.

—Deja de gritar, Dante, sigamos buscando —dice Emma en lo que jala de mi brazo.

Regresamos al lugar de partida y vemos la maleta de Olivia justo allí.

Tal vez ella regresó y luego salió a buscarnos. Pero ¿Por qué dejaría la maleta?

Todos nos acercamos y notamos que hay una nota en la maleta, pero nadie se atreve a tomarla, creo que en algún punto todos sabemos lo que dice y no queremos que sea realidad.

Después de unos segundos Emma lo hace.

—Lee en voz alta —pido conteniendo mi respiración y ella lo hace:

—Tengo a tu pequeña, Pietro. Sabes lo que tienes que hacer si quieres volver a verla.

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