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21- Lejos de ti

EMMA

Quería quedarme para ver cómo terminaba mi hermoso plan, pero tengo una cita con Adrián. Por lo que me dijo vamos a un bar que conozco bastante, estoy en su auto justo en este momento.

Estoy viéndolo demasiado y nunca hago esto, las pocas veces que lo hice las cosas no terminaron nada bien, ya que es esa clase de chico que no entra en ninguna de mis tres categorías. No es un chico de una noche, ni está tratando de seducirme con mentiras y tampoco es un desafío porque se ha mostrado interesado en mí desde un comienzo.

Entonces entraría en una cuarta categoría en la que solo hay algunos chicos: los chicos a los que les rompí el corazón.

No hemos tenido sexo, solo nos besamos cada vez que nos vemos y no ha apurado las cosas lo que solo puede significar una cosa: él va en serio conmigo.

Llegamos al bar y corro al baño porque estoy haciéndome pipí mientras Adrián queda buscando una mesa.

Cuando salgo lo veo hablando con alguien en una mesa en la esquina, no tardo mucho en darme cuenta de que es Evan, el chico al que herí voluntariamente hace un par de meses.

Me apuro a llegar a ellos porque es realmente peligroso lo que pueda decirle.

Verdades subjetivas, esas son más peligrosas que las mentiras.

—¿Qué sucede? —pregunto tomando mi lugar al lado de Adrián.

Evan me lanza una mirada bastante despectiva.

—Nada, ya me voy.

Se da la vuelta sin decir nada, y muerdo mi labio inferior con la mirada perdida.

—No le prestes demasiada atención —me atajo estando cien por ciento segura de que hablaban sobre mí—. Tuvimos algo hace unos meses y quedó resentido ¿Qué te dijo?

—Dijo que no confíe en ti, porque eres experta en hacerle creer a los chicos que te interesan para luego desecharlos como basura.

Bueno, eso es cierto, pero no quería que Adrián lo supiera así de ese modo.

—¿Y tú le crees?

Sus increíbles ojos azules me interrogan curiosos mientras esboza una leve sonrisa.

—Pienso que es su punto de vista, pero yo puedo tener otro.

No respondo, su actitud es linda, pero en realidad no quiero estar aquí. Solo puedo pensar en Noah, y en que se fue luego de que le dije que lo amo.

Amo a Noah.

¿Por qué estoy saliendo con otro chico al que no quiero besar? Ni siquiera tengo ganas de hablar con él...

Revuelvo el trago que me pidió mientras no estaba, tiene una pequeña sombrillita que me hubiese encantado si estuviera de buen humor. Dejo salir un suspiro y Adrián me mira confundido.

—¿Estás bien?

No.

Siento como algo que me pesa en el pecho al respirar, y como si nada fuera capaz de hacerme sonreír.

—Sí, solo estoy cansada.

Miento, como siempre, soy experta en decir mentiras. Pero hasta hoy no había notado que las mentiras más grandes me las digo a mí misma.

Le rompí el corazón al único chico que me quiso como soy, con todo lo que está mal en mí, y lo hice convencida de que así me protegería del dolor. ¿Y ahora? ¿Quién tiene ganas de llorar ahora? ¿Quién tiene el corazón roto ahora?

Ya no quiero mentir...

—No en realidad, no estoy bien. Quiero ir a casa.

Adrián no hace preguntas, solo me lleva a casa como le pedí y me dice que lo llame si es que quiero hablar con alguien. Si es que quiero hablar con alguien seguro no será con él, pero de todas formas le agradezco y bajo de su auto.

Al caminar por el jardín me sorprendo de ver a Noah esperándome en la escalera de la entrada, dudo por un momento, pero finalmente me decido a sentarme junto a él.

Él suelta un suspiro y se da la vuelta para verme.

—No lo comprendo, me dices que me amas y luego sales con él. —Su voz suena profunda y exageradamente seria.

—Y yo no te comprendo a ti, te digo que te amo y al segundo estás corriendo tras ella —contrapongo y él asiente pensativo.

—¿De eso se trata entonces? ¿Una eterna cadena de "tú lo haces, yo lo hago"? —Pasa una mano por su cabello y desvía su mirada de mí.

—No salí con Adrián para vengarme de ti, ya había quedado con él. —Tomo su mejilla y lo obligo a mirarme a los ojos—. Te amo Noah, no estoy jugando contigo.

—Yo también te amo, pero ¿y qué con eso? ¿Qué hacemos con el amor? Solo lo ignoramos, seguimos cagándola y de verdad tengo miedo, Emma.

—¿De qué tienes miedo?

Aún tengo mi mano en su mejilla, estamos demasiado cerca y eso no es para nada incómodo, él me da una sensación de hogar tan familiar que no es fácil de explicar.

—De que un día lo arruinemos tanto que no haya forma de solucionarlo —confiesa y aparta su rostro de mí—. A veces pienso que de verdad tienes la certeza de que pase lo que pase terminaremos juntos, pero no es así ¿Sabes? Yo no sé cuánto más podré resistir esto, tú me estás haciendo daño.

Siento con claridad cómo un nudo sube por mi garganta, quiero llorar, pero no lo haré.

—Créeme que lo sé, ya no quiero hacerlo.

—Entonces no lo hagas —simplifica.

—Te amo, no quiero estar lejos de ti.

Desvía su mirada hacia el suelo y esboza una sonrisa amarga.

—Ni muy lejos, ni muy cerca. Ni juntos, ni separados. No puedo con tu indecisión, no puedo estar pendiente de lo que tú decidas, ya basta, este es mi límite.

—¿Qué significa eso?

—No eres tonta Emma, tú sabes lo que significa.

De un momento a otro se pone de pie y entra en la casa, dejándome sola afuera. Sin darme cuenta me quedo un rato largo batallando entre mis pensamientos y mis emociones, el aire fresco me obliga a pensar.

Me he dado cuenta de que a pesar de mis intenciones, no estoy dispuesta a dejarlo ir, a pesar de todo lo que ha pasado y de que tal vez sea tarde, de que tal vez hay daños que no puedo reparar, no puedo permitir que esto termine así, no después de todo lo que hemos vivido.

Sé que, como sea, Noah se merece mi esfuerzo de ser mejor.

________

Es el final del último día de clases, agradezco no tener que continuar viendo la cara de Sam, Katia y Lisa que no han dejado de lanzar indirectas sobre lo puta que soy delante de toda la clase. Al principio es incómodo, luego de unos días ya es molesto, así que librarme de eso y de las clases en un mismo día parece ser pura ganancia.

Cuando me acerco al auto de Noah al salir, veo a Katia bajar del asiento del copiloto, lo cual me resulta extraño y me hace apurarme a llegar a él.

—¿Qué sucedió? —le pregunto por la ventanilla, Noah voltea a verme con el entrecejo fruncido, parece molesto.

—Quería besarme, y como no fui muy cortés para rechazarla dijo un montón de mierda sobre ti. —Se estira y abre la puerta del auto para mí, pero no subo.

Me doy la vuelta para enfrentarla, la alcanzo a solo unos metros y la volteo con un movimiento brusco.

—¡¿Qué demonios pasa contigo?! —le grito y ella lanza una risa burlona.

No debería alterarme, las personas que gritan jamás ganan una discusión, pero ya ha pasado muchos límites metiéndose con los míos.

—¿Ahora también eres celosa? —Se ríe mientras las otras estúpidas le festejan sus tontas palabras.

¿Qué sería de ella si estuviera sola? ¿Se atrevería a hablarme de ese modo? Estoy segura de que no.

—¿Celosa? No tienes ni una mísera oportunidad con él, solo mírate. —Le hecho una mirada rápida, es un golpe bajo, lo sé, pero no estoy controlando bien mis emociones.

—¿Entonces qué haces aquí? —pregunta y debo pensar una respuesta ingeniosa rápidamente.

—Ni siquiera sabes lo que pasó y te pones de su lado... —Ruedo los ojos fastidiada por tener que lidiar con ellas—. Nada tiene que ver Noah con el problema que tengan conmigo, déjenlo en paz, no porque sea mi chico tiene que estar involucrado en todo lo que hago.

Noah salió del auto y camina hacia nosotras ahora mismo, al parecer el drama no terminará tan rápido como esperaba.

—Él no es tu chico, idiota —me dice Katia, como si le importara.

—De hecho, sí lo soy —asegura Noah manteniéndose un paso por detrás de mí, es dulce que siempre me defienda, pero en realidad no lo necesito.

Katia se ríe, intentando mostrarse segura, yo le enseñé a hacer eso, qué tonto que quiera hacerme creer que es real.

—Tú no la conoces realmente, ella te está manipulando.

Noah va a volver a hablar, pero mi mirada le pide que no lo haga, no soy una niñita indefensa.

—¿Y a ti qué? —le pregunto en tono de burla—. ¿Por qué te importa con quien me acuesto? Al menos disimula y que no se te note tanto la envidia.

Lucas llega a nosotras, confundido por el revuelo a nuestro alrededor.

—¿Qué mierda sucede con ustedes? —les reclama poniéndose en medio.

—Ya te dijimos lo que pasó con Matteo y como humilló a Sam cuando ella fue a hablar pacíficamente para arreglar las cosas, Emma no es lo que creíamos, solo sabe pensar en ella.

Noah y yo soltamos una risa en conjunto, y aunque tal vez podría tener razón en alguna parte de su discurso, yo no hice lo de Matteo con mala intención y eso no justifica que se metan en mi vida y quieran hacerme daño.

—¿Eso es lo que ella dijo? Qué ridícula —digo sin dejar de reír.

—No le prestes atención Lu, sé que tú estarás de nuestro lado —dice Katia intentando sonar convencida, lo más triste es que ella sí se cree sus palabras, no se da cuenta de que Lucas se junta con ellas sólo porque yo lo hago, aunque en realidad nunca estuvo del todo conforme con eso.

Mi amigo deja salir una pequeña risa.

—Claro que no, me vale mierda si Emma se cogió al novio de todas ustedes la misma noche en una super orgía, siempre estaré de su lado.

Por eso es mi mejor amigo, me siento increíblemente afortunada en este momento.

—Le rompes el corazón... —digo fingiendo que me importa—. Eres el amor de su vida, deberías ser más considerado.

—Pero es que yo... —responde mi amigo en voz baja, como si lo avergonzara—. Sabes bien que solo tengo ojos para ti, aún no supero eso.

—No es momento de hablarlo —murmuro también, fingiendo condescendencia—. Mejor ya vamos a casa.

En cuanto regresamos al auto los dos nos reímos, y al parecer Noah recién comprende que solo era actuación.

—Era broma, ¿verdad? —pregunta para estar seguro.

—Claro que sí —se ríe Lucas—. Si hay alguien en el mundo por el que no debes preocuparte, ese soy yo.

—Creo que me caes mejor a partir de hoy —murmura Noah estirando su puño para que Lucas lo choque.

—Gracias chicos, pero no necesito que corran al rescate cada vez que alguien se mete conmigo. Puedo defenderme sola —les recuerdo

Noah me ve con ojos de niño pequeño.

—Lo sé, lo siento. Es que cada vez que oigo que una de ellas te dice cosas que no son ciertas me hierve la sangre.

Quiero besarlo, sé que no debo, pero igual quiero.

—Es que no lo hacemos por ti —se defiende Lucas—. Mas bien por la otra persona, corre más peligro si te defiendes sola que si intervenimos nosotros, es simple humanidad...

—Anda, idiota —me río—. Ve a hacer de superhéroe a otro lado en el que a alguien le importe.

—A ti te importa —me pelea de forma muy confiada.

—Ya, gracias, eres mi héroe. —Simulo la voz de una admiradora.

—Lo sé, de nada —responde con arrogancia dejando un beso en mi frente, para luego caminar a su auto mientras dice—: Te veo luego.

Me despido con la mano y subo al auto, al que Noah ya se había subido mientras yo peleaba con Lucas.

—Tengo dos noticias para ti —informa una vez que pone el auto en marcha.

—Soy toda oídos.

—La primera es sobre la universidad, han aceptado tu solicitud y he pagado tu matrícula completa.

Bueno, esto es incómodo.

—¿Cómo lo sabes? ¿Abriste mi correo? —inquiero entrecerrando las cejas.

—No, hablé con el director, estudio allí ¿Recuerdas?

—Te dije que no lo hicieras, yo iba a resolver eso de alguna forma.

—No seas orgullosa, eso es realmente tonto —le resta importancia con un gesto de su cabeza—. Además ¿Por qué no has usado la tarjeta que te di? La única compra que figura es la de esas dos camisetas de Harry Potter y una ni siquiera era para ti.

—Ya te dije que no me interesa el dinero de tu papá, tengo todo lo que necesito en la casa ¿Qué podría comprar?

Él resopla, molesto por tener que discutir mil veces sobre lo mismo.

—Ropa, cosas que te gusten, ir de paseo, bolsos, no lo sé, Emma, pero me tortura pensar que quieres cosas que no puedes tener mientras yo podría limpiarme el culo con un billete de cien dólares cada día y no notaría la diferencia.

Acepto que él tiene razón, pero no entiendo por qué no puedo hacerlo.

—Además es mi dinero, no el de mi papá.

—Él te lo da, es exactamente lo mismo —digo con un gesto indiferente.

Niega con la cabeza y me da una mirada rápida mientras piensa en sus palabras por varios segundos.

—Estoy a punto de confiarte un secreto de estado. Nadie lo sabe salvo mi papá y yo así que debes prometer que jamás saldrá de tu boca —pide y yo asiento rápidamente, pero él insiste —: Di que lo prometes.

—Te juro que nunca nadie se enterará por mí.

Toma una gran bocanada de aire y comienza a hablar:

—Cuando mi abuelo Tito murió...

—¿Tito murió? —pregunto apenada.

—Sí, hace dos años.

—Oh, que lástima, él me caía bien...

—Ya deja de interrumpirme —se queja.

—Lo siento, estoy escuchándote.

—Cuando mi abuelo Tito murió dejo todo su dinero a mi nombre, sabía que yo estaba próximo a ser mayor de edad y para cuándo los trámites estuvieran listos el dinero estaría en mis manos y no en las de mi padre. Él me hizo jurar que en cuanto cada uno de mis hermanos fuera mayor de edad recibirían su parte de la herencia. Pero mi padre tiene otros planes, él dice que si mis hermanos saben que son millonarios nunca se esforzarán por lograr nada y que no podrán acceder a ese dinero hasta que hayan terminado una carrera decente, obviamente aprobada por él.

Mis cejas se juntan en una ligera confusión.

—¿Y tú aceptaste esa ridiculez?

—Le hice creer a mi padre que sí, pero en realidad voy a cumplir con la promesa que le hice a mi abuelo. Ninguno de mis hermanos sueña con ser abogado o contador, y eso los forzaría a seguir caminos que no quieren.

Le doy una sonrisa sincera.

—Eso suena más como tú.

—Para sobrellevar a mi padre solo finjo obedecer todo lo que dice, pero él en realidad no tiene idea de todo lo que sucede aquí, ellos son más mis hijos que los suyos.

Eso está más que claro, aunque no debería ser así, él es demasiado chico para tanta responsabilidad.

—¿Y entonces por qué finges obedecerlo? Sería más simple mandarlo a comer mierda y hacer tu vida con tus hermanos —digo como si fuera la cosa más obvia del mundo.

—Soy el tutor legal de mis hermanos, pero él renueva eso cada tres meses. Lo que significa que hasta que ellos sean mayores puede alejarlos de mí si así lo desea—. En cuanto lo dice veo un brillo de preocupación en sus ojos, él realmente teme por eso.

—No tengas miedo, nadie podrá separarlos, estás haciendo las cosas increíblemente bien. —Pongo mi mano en su hombro y él suspira.

—A veces solo necesito escuchar eso —murmura cuando estamos por llegar al colegio de sus hermanos.

—Noah, estoy harta de esto —declaro de pronto.

—¿De qué? —cuestiona, confundido.

—¿Qué hago con Adrián? ¿Qué haces con Eva? Tú y yo nos amamos.

Sus ojos se desvían del camino para verme, incrédulo de mis palabras.

—Eres tú la que le escapa al amor.

—Lo sé, pero ya no quiero hacerlo.

—Entiendo Emma, pero las cosas no son cuando tú quieres. Harás que deje a Eva y luego me saldrás con tus estúpidos miedos y yo ya no quiero seguir llorando por ti.

La conversación no ha terminado, pero llegamos al colegio de sus hermanos así que tendremos que continuar luego.

Cuando los chicos están en el auto Noah parece completamente recuperado, como si la conversación anterior nunca hubiera ocurrido.

—Y la segunda noticia en realidad es para todos —informa, y a estas alturas ya había olvidado que eran dos las noticias. —México, Cancún. Ese es el destino de nuestras vacaciones este año, nos vamos en dos semanas.

Se oye un gran revuelo en la parte de atrás del auto, al parecer ya han ido y les gustó, por lo que están felices de regresar. Los chicos no dejan de hablar sobre cosas a las que no puedo prestar atención y yo solo sonrío.

Nunca he salido del país, esto me emociona mucho y a la vez me da culpa que él tenga que pagar por eso.

Llegamos a la casa, estoy por bajarme del auto cuando él me detiene, esta escena se repite demasiado.

—¡Tú! —Me señala con su dedo amenazante—. Prométeme que usarás esa tarjeta para comprarte los trajes de baño más sexys que existan.

—No necesito un traje de baño para ser sexy, de hecho, soy mucho más sexy cuándo no lo traigo.

Él muerde su labio inferior, claramente dejando en evidencia que podría caer en mis insinuaciones.

—No puedes ir a la playa desnuda, y si tú no te compras ropa lo haré yo.

Eso sería divertido, pero de todas formas asiento para dejarlo conforme.

Por fin estamos en casa, voy a dormir la siesta porque quedé con Adrián esta noche, obviamente será solo para ponerle fin a lo nuestro. Me cae increíble y es un buen chico, pero no siento absolutamente nada por él.

Noah también se prepara para salir, es raro porque él nunca va a ningún lado sin sus hermanos, pero no hago preguntas porque no quiero que él las haga.

Subo al auto de Adrián cerca de las nueve de la noche, no me ha dicho a dónde iremos, y desde que salimos tengo una sensación extraña en el estómago, como una pequeña intuición de que algo no saldrá bien.

Y debo decir, que ojalá la hubiese escuchado.

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