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18- ¿Superhéroes o villanos?

EMMA

Llegó el día, por fin voy a terminar con el plan. Adam me ha estado mandando muchos mensajes toda la mañana, para asegurarse de que sí o sí voy a ir a su colegio a la salida.

Estoy muy nerviosa, y tengo que repetirme todo el tiempo que él se merece esto.

Está bien, me gusta ser la perra y todo eso, pero también soy un ser humano y a veces siento que no estoy yendo por el camino correcto.

Pero la cara de decepción de Liv, y el recuerdo de cómo volvió a tener una crisis de ansiedad después de tanto tiempo solo por su culpa, son el motor para no echarme atrás a último momento.

Noah me recoge del colegio al mediodía, no hablamos nada en el camino porque estoy nerviosa, él no está de acuerdo con esto, me lo ha dicho varias veces, pero de todos modos irá con nosotros porque no nos dejará solos.

Cuando llegamos Matteo está en la entrada, así que bajamos del auto y nos acercamos a él.

—¿Cuál es el plan? —pregunta Noah.

Hasta ahora no he dicho absolutamente nada, pero este es mi momento de dar explicaciones.

—Estas semanas estuve viendo a Adam con el objetivo de lograr que sienta algo por mí, para eso me fijé en sus comportamientos y fingí ser el tipo de chica que creí que lo haría sentir algo, funcionó bien, está enamorado ahora. —Ellos asienten sin mostrar gesto de sorpresa y entonces continúo explicando—: Adam va a pedirme que sea su novia, hoy, frente a todo el colegio.

—¿Cómo lo sabes? —cuestiona Matteo.

—Solo lo sé, ese no es el punto —digo hablando un poco más bajo por si alguien escucha.

Noah frunce el entrecejo, dudando otra vez.

—¿Y entonces tú vas a rechazarlo? ¿Eso es todo?

—No, entonces voy a humillarlo frente a todos. Voy a mostrar que solo estaba jugando con él por lo que hizo con Liv.

Los dos me miran esperando más explicaciones.

—Ustedes van a estar cerca, observando toda la situación. Cuando vean que él hace la pregunta uno de los dos va a acercarse y va a besarme frente a él. Del resto me ocupo yo.

—¿Uno de los dos? —pregunta Noah— Se me hace un poco innecesario, nos exponemos mucho nosotros, nadie sabe lo que pasó, estamos haciendo una maldad públicamente y sin motivo.

—¿Acaso nos importa eso?

—No —responde Matteo por él—, entonces uno de nosotros va y te besa, y eso es todo.

Dije que uno de los dos para no ser tan obvia, en realidad Noah es la única posibilidad, pero no puedo decirle "Oye, ¿Por qué no vienes y me besas frente a todas esas personas?", eso sería raro.

Explicados todos los puntos, me doy la media vuelta y me alejo considerablemente antes de que alguien nos vea juntos.

Los observo hablar a la distancia, están discutiendo, Noah solo niega repetidas veces, pero Matteo no parece querer ceder. Me da curiosidad, quisiera escuchar por qué pelean, pero confío en que Matteo lo convencerá de venir.

Tomo una respiración y le envío un mensaje a Adam para avisarle que estoy aquí, él me pide que vaya al patio de atrás así que les hago una seña a los chicos y los dos me siguen en la distancia.

Mi corazón está acelerado, mil cosas me pasan por la cabeza, por un momento pienso que tal vez me pidió que venga para otra cosa y ya nada tendrá sentido, pero mis dudas se disipan en cuanto llego al lugar que me dijo.

Hay demasiadas personas, mi estómago se sacude y me transpiran las manos, pero es tarde para arrepentirme, así que me acerco al grupo de personas y descubro que hay flores por todos lados, rosas de todos los colores cuelgan por un sendero que me guía hacia donde Adam me espera con una rosa roja en su mano.

Dios, que vergüenza ajena da la imagen, a la verdadera Emma estás cosas le repugnan, si un chico hiciera esto para mí de verdad saldría corriendo.

Es que esto ya es humillante sin el rechazo, el chico no tiene sentido común.

Ni siquiera me gustan mucho las flores.

Definitivamente pienso en salir corriendo, pero veo a Liv camuflada entre la multitud con una increíble sonrisa y tomo valor para romper el corazón de este chico.

Él se lo rompió a ella y luego se burló con sus amigos, esto no es maldad, solo es justicia.

Camino por el sendero floreado y siento los ojos de todos sobre mí, me paro frente a él y comienza a hablar, sé que dice muchas cosas bonitas por la reacción de la gente pero no puedo poner atención a absolutamente ninguna de sus palabras.

Solo pienso en Noah, y que va a venir a besarme frente a toda esta gente en solo un minuto.

Lo único que logro entender de todo lo que dijo es el final.

—Emma, ¿Quieres ser mi novia?

La multitud queda en absoluto silencio, y yo también.

Pienso cuidadosamente qué decir cuando siento unas manos firmes posarse en mi cintura. No es él, esas no son sus manos.

Veo el rostro de confusión en Adam y lo observo bajar la flor que me estaba ofreciendo hace un momento.

El silencio es absolutamente denso, las manos en mi cintura me giran hacia un lado sobre mi propio eje y quedo extremadamente sorprendida de encontrarme a escasos centímetros de Matteo.

Él no quiso hacerlo, ya no quiere besarme.

La realidad me abruma un poco, tengo que besar a Matteo, ese es el plan, pero sé que voy a dañar a Noah con esto.

Tal vez no haga falta el beso, tal vez con mis palabras alcance, sin embargo él no me da tiempo a dudar, junta nuestros cuerpos al mismo tiempo que nuestros labios y yo me dejo hacer.

Esperaba un beso corto o falso pero no es lo que ocurre, su lengua irrumpe en mi boca con furia y mi mente se nubla por completo, no recuerdo dónde estoy ni qué es lo que estoy haciendo.

Quiero besarlo.

Me siento rara porque me gusta su beso, hay conexión y esa sensación extraña que tienes cuando disfrutas de algo que es incorrecto.

Cuando él se aleja y abro los ojos caigo en cuenta de que debo seguir con mi actuación.

—¿Q-que es lo que ocurre? T-tu... —dice Adam con la voz temblorosa.

—Ella es mía —responde Matteo.

Tenemos mucho público y Matteo estudia aquí, la mitad de esas chicas están enamoradas de él y me deben estar envidiando en este momento. Me agrada eso.

Adam me mira esperando una respuesta decente de mi parte y entonces entro en personaje.

—¿De verdad te creíste el cuentito del amor? Nunca me fijaría en ti, eres patético. —Le lanzo mi mejor cara de perra y él agacha la mirada.

Dante, Olivia y Noah se unen a nosotros formando una pequeña pero poderosa pandilla.

—La próxima vez que vayas a meterte con alguien de una forma tan cobarde y estúpida, fíjate muy bien que no sea con un miembro de mi familia —agrego, y me siento muy mala, aunque mis fines sean buenos.

—Emma, ¿Quieres ser mi novia? —lo imita Matteo con una voz muy graciosa que arranca las risas de la multitud.

En un movimiento rápido arranca la rosa de sus manos y me la ofrece dejándome un último besito en los labios.

Nos damos la vuelta y nos vamos, con una salida triunfal digna de los mejores... ¿Superhéroes o villanos? No sabría decirlo.

Matteo, Dante y Olivia estallan de risas en el asiento de atrás comentando detalle por detalle lo que acabamos de vivir, mientras Noah y yo permanecemos en silencio, no sé qué pensará él pero yo solo tengo una cosa en mente.

Besé a Matteo.

Algo incluso peor que eso: me gustó besar a Matteo.

Cuando llegamos a la casa me voy a mi habitación, necesito estar sola para pensar un momento lo que acabo de vivir, pero dura poco la soledad porque apenas entro alguien está golpeando mi puerta que aún está abierta.

Me volteo para ver a Olivia, que sonríe ampliamente.

—Gracias, Emma, no puedo creer que hiciste todo esto solo por mí —dice caminando dentro de mi habitación.

—Te quiero, Liv, haría lo que sea por ti —respondo con una sonrisa un poco fingida, porque si de algo no tengo ganas ahora es de sonreír.

—Es qué... no hace mucho que nos conocemos pero tú... Eres increíble. —Sus ojos lucen maravillados, y por primera vez después de lo que hice siento algo de satisfacción.

—Yo te vi nacer, y tal vez tú no te acuerdes tanto de mí, pero eras mi pequeña. No dejabas de seguirme por toda la casa, y querías hacer todo lo que yo hacía, me hacías sentir importante, como si fuera mi misión volverte una niña fuerte y valiente. —Me doy la vuelta hacia el armario y ella me sigue.

Busco entre las pocas cosas que me traje de mi casa, una caja en la que guardaba fotos de cuando éramos pequeños.

Saco un par de las dos juntas para mostrarle y ella sonríe con dulzura al ver nuestras dos melenas rubias llenas de trenzas atadas con cintas de colores.

—Gracias, Emma, tienes mi lealtad absoluta para cualquier cosa —promete devolviéndome una de las fotos—. ¿Puedo quedarme con esta?

Me muestra la de las trenzas y yo solo asiento.

—Hablando de lealtad, tengo que pedirte algo —digo con mi mente trabajando a toda velocidad.

Alza sus cejas con curiosidad.

—Lo que quieras.

—Bueno, Eva es la novia de Noah ahora. Ella me hizo una tonta amenaza para que me aleje de él que obviamente me vale mierda pero esto ahora es una guerra, y me gustaría saber si estás conmigo.

Ella me da una amplia sonrisa y sus ojos se llenan de picardía, ella tiene ese fuego Romano allí, aunque aún no lo deje salir.

—Obviamente estoy de tu lado, ella me cae mal de todas formas. —Elevo mi puño y ella lo choca antes de abandonar mi habitación.

Vuelvo a las fotos y me pierdo un rato entre los recuerdos, tengo muchas con los chicos pero sobre todo con Noah, lo nuestro siempre fue especial, él me cuidaba tanto... Jamás volví a sentirme protegida de ese modo.

Pasando de una foto a la otra, encuentro una un poco curiosa.

Son mi mamá y Amelia, ambas con una enorme panza que parece que va a explotar en cualquier momento.

Obviamente ya había visto esa foto, siempre pensé que era yo en la panza de mi mamá y Matteo en la de Amelia, pero ahora mi mente hace cálculos rápidos, le saco seis meses a Matteo, eso significa que cuando yo nací Amelia estaba embarazada apenas de tres meses, ella no podía tener esa panza tan grande, y tampoco era de Noah, él me saca un año y medio. Está cerca de cumplir veinte y a mí aún me falta más de medio año para los diecinueve.

Aparto la foto y hago una nota mental para llamar luego a mi madre y hacerle preguntas, ahora no puedo pensar, tengo una sensación extraña en el estómago, tal vez sea hambre así que bajo para conseguir algo de comer.

La casa está inusualmente silenciosa, miro la comida y mi estómago se revuelve, obviamente no es hambre lo que siento.

Es culpa, así que decido buscar a Noah para hablar con él, después de todo se lo prometí anoche.

Lo encuentro en el jardín con los pies dentro de la piscina y lo imito sentándome a su lado.

—El plan salió genial —comento con desgano mientras mi piel se eriza por la frialdad del agua.

—Lo sé —dice simplemente sin mirarme.

Muevo un poco mis pies para calmar el frío y parece funcionar.

Suspiro lentamente, tengo ganas de llorar, y un nudo en el estómago que no me deja pensar en otra cosa.

—Entonces... ¿Por qué me siento tan mal?

—Porque le hiciste daño a más de una persona hoy —responde directo, justo a la herida y sin rodeos.

Mi voz sale muy baja para responder:

—Lo siento, yo te esperaba a ti. Pensé que tú ibas a ir a besarme.

—Iba a hacerlo, pero Matteo dijo que él lo haría porque yo ahora tengo novia.

—Tienes novia... —murmuro en voz muy baja, aún me cuesta asumir que esa es la realidad ahora.

—No quería dejar que él te besara, pero todos estaban grabando con sus celulares, y no voy a ser el chico que engaña a su novia, no podría con la culpa.

—Fue un beso insignificante —miento, sé que prometí no hacerlo pero no voy a volver a romper su corazón diciéndole que el beso de su hermano me movió el suelo por completo.

—No importa, quiero olvidarlo. No hablemos más de eso.

Yo también quiero olvidarlo pero algo me dice que no será tan simple.

—¿Está mal si siento culpa por Adam? —pregunto, algo compungida.

—No, yo me siento de la misma manera —resopla y mueve un poco sus pies—. Sé que él le hizo daño a mi hermanita, pero no puedo disfrutar del dolor ajeno.

—Pensé que la venganza se sentiría bien, siempre ha sido así... No entiendo por qué ahora es diferente, ¿cómo voy a sentir empatía por un tipo como él?

—Creo que esta vez fuiste demasiado lejos... —dice, pero de inmediato se corrige—: Fuimos.

En realidad, no. Fui, yo solita, él me dijo desde el comienzo que no estaba de acuerdo.

Nuestra conversación es interrumpida por Alison que llega al jardín y se aclara la garganta.

—Señorita Emma —me llama de unos metros de distancia.

Saco mis pies del agua y me aproximo a ella.

—Ali, te he dicho mil veces que solo es Emma, nada de tontas formalidades —la regaño con cariño y ella me da una sonrisa.

—De acuerdo, Emma. Un chico la busca afuera, dice que se llama Adam.

Siento los pies de Noah salir del agua con rapidez y ambos casi que corremos a la puerta.

Adam luce abatido, pero sobre todo avergonzado.

Se sobresalta un poco cuando ve que vengo con Noah y levanta ambas manos a la altura de su pecho.

—Tranquilo, solo quiero hablar con ella un minuto.

Entonces recuerdo que Noah lo golpeó brutalmente hace unas semanas y comprendo su reacción. Tal vez es verdad, tal vez no fui la única que fue demasiado lejos.

Noah no abandona su cara de malo, a pesar de que sé que está arrepentido por todo lo que le hicimos al chico, no va a demostrarlo.

—No voy a golpearte. Pero lo que quieras hablar con ella puedes decirlo delante de mí.

Adam me mira buscando mi aceptación y yo simplemente asiento.

—No voy a reclamarte nada, me merezco todo lo que me hicieron. —No sé qué decir así que permanezco en silencio—. Vengo porque quiero disculparme.

Abro la boca para responder pero él me interrumpe antes de que lo haga.

—Fui un idiota al intentar acostarme con Olivia y no tengo una excusa para eso, solo me dejé llenar la cabeza por mis amigos. Pero tengo que explicarles lo del dinero.

Noah me lanza una mirada rápida y me hace un gesto para que me siente en el escalón de la entrada, lo hago y ellos me siguen.

Se crea un silencio incómodo, Adam parece afectado por algo y demora más de un minuto en volver a hablar.

—Mi mamá tiene una enfermedad muy grave —dice por fin, y una punzada de culpa enorme se instala en mi pecho—. Ella necesita una cirugía para salvar su vida, que cuesta veinte mil dólares. Yo no quería dañar a Olivia, pero estaba tan desesperado que no encontré otra forma.

Sus ojos se humedecen un poco y de algún extraño modo podemos ver qué dice la verdad.

—No quiero que se disculpen ni victimizarme en lo absoluto, solo estoy aquí porque tú realmente me importas. —Me mira directamente a los ojos y agrega—: No quiero que pienses que soy un idiota.

Noah se levanta y entra a la casa, dejándonos solos por un momento.

No puedo decir nada, las consecuencias de mis acciones están frente a mis ojos y no sé cómo enfrentarlas. Creo que las venganzas no son tan buenas después de todo.

—¿Eres la novia de Matteo? —pregunta desviando su mirada al suelo.

Dios, ni siquiera puedo mirarlo, mis ojos no encuentran un punto fijo, solo divagan por todos lados.

—No, solo fingimos eso para la venganza.

—¿Y no sientes nada por mí? —puedo ver una pequeñísima cuota de esperanza en sus ojos, que destruyo en el momento siguiente.

—No, lo siento Adam. Me caes bien pero yo estoy enamorada de alguien más.

Levanto mi mirada para verlo, le estoy haciendo daño y me siento muy mal por eso.

¿Qué pasa conmigo? No es al primer chico al que le hago daño ¿Por qué siento tanta culpa?

—Supongo que me lo merezco, yo rompo el corazón de Olivia, tú rompes el mío.

—Yo... De verdad lo siento.

Asiente con amargura y se levanta listo para irse, justo cuando Noah vuelve a salir de la casa, trae un cuaderno y un lápiz.

—Voy a pagar por la cirugía de tu mamá, pero tú no volverás a acercarte a nadie de mi familia, y eso incluye a Emma —dice extendiendo el cuaderno y el lápiz—. Anota aquí los datos del hospital y haré una transferencia bancaria ahora mismo.

Adam está en shock, pestañea rápidamente una y otra vez.

—¿Tú no estás jugando conmigo verdad? —apenas logra articular palabra.

—No jugaría con algo así, yo perdí a mi mamá hace unos años y es un dolor que no le deseo a nadie, así que dame esos datos y desaparece de nuestra vida para siempre.

Los ojos de Adam se llenan de lágrimas nuevamente, anota los datos con torpeza y le da un abrazo a Noah sin dejar de agradecerle ni un segundo. Me lanza una mirada nostálgica y se larga de nuestra vida para siempre, como le pidió Noah.

—Creo que me enamoré un poco más de ti —digo en cuanto volvemos a entrar en la casa.

—Ya no me digas esas cosas... —murmura de forma distante—. Además, ese dinero no significa nada para mí, y creo que ya le hicimos daño suficiente.

Con sus palabras caigo en cuenta de que en realidad ellos tienen más dinero del que yo puedo imaginar.

Matteo irrumpe en la sala y mi estómago me envía un impulso, tal vez deba hablar con él luego sobre lo que sucedió.

—Tatiana se fue a casa temprano porque no se sentía bien, no alcanzó a hacer la cena —dice con gesto frustrado.

—Uh, pediremos comida. Se que no es lo mejor pero no hay otra opción —dice Noah sacando su teléfono.

—¡Espera! —le digo levantando mi mano—. No he podido dejar de notar que lo que ustedes comen día a día es exageradamente saludable en todos los aspectos.

—Tenemos un nutricionista que elabora cada semana detalladamente cada cosa que tenemos que comer —explica Noah como si eso fuera lo más normal del mundo.

—Se llama Alfonso —agrega Matteo y me río porque es un dato absolutamente irrelevante.

—¿Nunca comen hamburguesas? ¿O papas fritas? —los miro absolutamente indignada.

Noah se encoge de hombros.

—No.

—¿Por qué?

—Porque no, son calorías vacías, ¿Acaso tú no cuidas tu cuerpo? —dice Matteo lanzándome una mirada rápida.

—No.

Me siento indignada, la comida es esencial, uno tiene que comer lo que le gusta.

—Será que tienes una buena genética entonces —dice Noah volviendo a levantar su teléfono.

—Ustedes también, digo... Véanse —los escaneo con mis ojos rápidamente y ambos sonríen.

—No es genética, es ejercicio y buena alimentación —responde Matteo poniendo una mano sobre mi hombro.

Me está tocando, su mano está en mi hombro. Siempre lo hace, somos amigos, nos damos abrazos, golpes amistosos y todas las cosas que los amigos hacen, pero hoy, luego de ese beso, que me toque me pone muy nerviosa.

Noah me saca de mis pensamientos.

—Está bien... Por lo pesada que eres te dejo decidir qué pediremos hoy, tampoco soy un loco obsesivo...

—No lo es —lo apoya su hermano—. Una vez al año, si nos portamos muy bien, nos deja poner azúcar en nuestro café.

Eso me hace reír, porque parece broma, pero en realidad no hay azúcar blanca en la casa, solo otras variables más saludables y orgánicas.

—Yo cocinaré para ustedes, bola de niños ricos.

Matteo levanta sus cejas con expectativa y pregunta.

—¿Tú sabes cocinar?

—Claro que sí, sé muchas cosas de las que no tienen idea.

Noah suelta una pequeña risa, al parecer quiere abandonar la tensión y simplemente pasar un buen momento, lo mismo que queremos todos.

—¿Con qué nos deleitará hoy, princesa de la cocina? —pregunta haciendo un ademán hacia mí simulando una reverencia.

—¿Qué tienen ganas de comer?

Ambos responden a la vez.

—Pizza —se miran como tontos y llenan la sala de risas.

—Okay, pizza será entonces. Ustedes me ayudarán, manos a la obra.

Noah se nos adelanta a la cocina y me quedo a solas con Matteo. No es momento de hablar de nada pero él me lanza una mirada de complicidad que hace que mis piernas se aflojen un poco.

Me acerco a él y le susurro al oído.

—Te vi comiendo papas y tomando gaseosa el día que vimos Harry Potter, tramposo.

Él suelta una pequeña risita y se acerca a mí oído para susurrar también.

—Shhhh, no me delates. Las reglas se hicieron para romperlas. —Mi espalda se eriza por completo y me alejo un poco para recuperarme.

¿Qué pasa contigo Emma?

Es Matteo, él no te gusta.

¿O sí? ¡Claro que sí! Es uno de los chicos más hermosos que he visto en mi vida, pero es mi amigo, es el hermano del chico del que estoy enamorada y tengo que dejar de pensar en él de esa forma.

Hago mi mayor esfuerzo por alejar de mi cabeza que estos dos chicos están volviéndome loca, para así poder disfrutar del momento como algo más familiar.

Funciona bien, en cuanto estamos los tres juntos es como si todas las piezas de un rompecabezas encajaran a la perfección.

—Teniendo en cuenta que hoy voy a alimentar sus maltratados estómagos, ustedes solo van a llamarme "princesa" —les digo buscando unos delantales en un cajón.

Matteo suelta una sonora carcajada y asiente.

—De acuerdo, princesa ¿Qué hacemos primero?

Les doy indicaciones y ellos las siguen, son algo torpes en el asunto pero es realmente divertido.

Una hora después la cocina es un desastre, y nosotros también. Hay harina por todos lados después de que Matteo iniciara una guerra en la que todos salimos perdiendo, la pizza está en el horno y los dejo cuidándola para ir al baño.

Cuando entro a la sala siento el timbre sonar, miro a ver si alguno de los chicos viene, pero solo escucho sus risas ruidosas, al parecer no escucharon, o son tan malcriados que sus oídos ignoran por completo el sonido, acostumbrados a que alguien más abre la puerta siempre.

Me toca abrirla, para encontrar a Eva al otro lado que me escanea frunciendo el ceño.

Tengo harina en todo el cabello y mi ropa, algunos trazos de salsa de tomate se extienden por mi delantal. Las risas de Noah y Matteo llegan desde la cocina y mi cerebro maléfico funciona con gran velocidad.

—Ah, eres tú. Estamos teniendo un momento familiar ¿Sabes? Tal vez puedas venir en otro momento —hago un movimiento para cerrar la puerta pero ella pone su mano.

—Llama a Noah, por favor —dice lanzándome una mirada de desprecio.

La voz de Noah llega en un grito desde la cocina, para darle un toque final a mi pequeño y malvado plan.

—¡Apúrate, princesa! Esto huele mal... —ella queda sorprendida, no mueve ni un músculo.

—¿Él te llamó princesa? —murmura entre dientes.

—Sí, es solo una de las muchas formas en las que me llama —respondo, cierro la puerta en su cara y me doy la vuelta.

Voy al baño y regreso a la cocina deseando que ella no lo llame por teléfono, y al parecer no lo hace.

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