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11- Cuando le sumas sentimientos

NOAH

Estoy encantado con el resultado del mural, de verdad espero que le guste y me perdone por lo estúpido que fui. Ella ya no luce molesta, pero las cosas están algo raras entre nosotros.

Acabamos de dejar a Emily en su casa y ahora estamos solos, estoy nervioso, mi mente intenta procesar todas sus posibles reacciones ante mi regalo.

Tal vez se enoje y no vuelva a hablarme, tal vez no le guste y finja que sí por cortesía, tal vez me diga que no es suficiente después de lo que le dije.

¿Por qué solo piensas en mierda?

Porque estoy asustado, y el miedo opera así sobre el cerebro humano.

Tal vez será mejor si intento hablar con ella de algo, lo que sea para ocupar mi cerebro.

—Tenemos que hablar de un tema de suma importancia —digo, ella deja el celular sobre su regazo y voltea acomodándose sobre su asiento.

—Dime ¿Pasa algo con los chicos?

Se preocupa por ellos, es tan linda...

—Nos vamos de vacaciones enseguida de que acaben las clases.

Su gesto preocupado cambia por uno de comprensión, faltan algunas semanas aún, pero son cosas que siempre arreglamos con tiempo.

Vuelve a sacar su mirada de mí y la dirige a la ventanilla.

—Ah, okay ¿A dónde irán?

—Iremos, tú vendrás también. Pensé que te había quedado claro lo que hablaste hoy con Matteo. —Frunce su entrecejo, freno por un semáforo y la miro—: Él no me lo contó, pero no se alejaron del auto lo suficiente.

—Sé que tú me diste esa tarjeta, Noah, tu padre no se ocupa de ustedes, menos se va a ocupar de mí.

Mi cara se transforma por la de un niño que ha sido pillado en su mentira inocente.

—Lo siento, pensé que no la aceptarías si sabías que venía de mí.

Ella suelta una pequeña risita muy adorable.

—No puedes mentirme, no cuando aprendimos juntos a mentir.

Cada vez que habla de algo sobre nuestro pasado mi pecho se llena de una sensación extraña, como si el tiempo no hubiese pasado.

Juega con un mechón de su cabello clavando sus ojos en mí.

—¿Te acuerdas de nuestra promesa? Creo que es momento de volver a hacer un pacto.

Cuando tenía diez años prometimos no mentirnos nunca, no importaba la situación nunca íbamos a enojarnos por escuchar la verdad del otro. Era una promesa infantil, pero ahora siento que puede tener mucho sentido.

—¿Tú eres capaz de decirme siempre la verdad? —cuestiono, pensando seriamente las consecuencias de esta promesa.

—Si tú estás dispuesto a escucharla, sabes que puedo ser muy cruel —suelta como si no dijera nada importante.

Hay una alarma en mi interior que me dice que corra de ella, porque va a destruirme.

¿Por qué no lo haces?

No lo sé, solo no puedo hacerlo.

Eres un idiota.

Gracias, preciosa voz de mi conciencia.

Ella espera mi respuesta mientras yo tengo un debate mental con excelentes argumentos.

—Estoy dispuesto ¿Sin mentiras a partir de ahora? —Llegamos a la casa, freno el auto en la entrada y me volteo a mirarla—: Ni una pequeñita.

Estiro mi mano para sellar el trato, ella la toma y nos miramos a los ojos.

Baja sin decir una palabra más, entra a la casa y yo voy a dejar el auto al garaje. Antes de bajar miro hacia un lado y veo dos pequeñas bolsas de algo que compró, las tomo y entro a la casa.

Aún no subió a su habitación, está en la cocina, puedo escucharla hablar con Matteo.

—Estuviste bien, gracias. Estaba algo nervioso pero al final logré mostrarme tranquilo —escucho decir a mi hermano mientras camino hacia ellos.

—Todo va a estar bien, no puedo decirte lo que sé, pero sé cosas. Tengo un pequeño asunto que resolver pero estoy segura de poder hacerlo.

¿De que hablan? No lo sé, ni me interesa.

—... eres peligrosa —finaliza él mientras entro en la cocina.

Le extiendo las dos bolsas hablando con calma:

—Toma, dejaste esto en el auto.

Ella las toma con un gesto de felicidad exagerado.

—¡Mira lo que compré! Te traje un regalo... —Mira dentro de una bolsa y se la da a Matteo.

No voy a decir que estoy celoso, pero estoy celoso.

Ya sé que dije que confío en ellos y todo eso, pero que haya pensado en él para comprarle algo me da un poquito de envidia.

Matteo busca dentro de la bolsa y saca una camiseta rojo oscuro, una sonrisa se extiende por su rostro y veo un gesto de complicidad entre ellos, me siento sapo de otro pozo.

—Mira la mía —dice ella sacando una verde, algo más pequeña y corta.

—Gracias, Rubia, está increíble. —Se saca la camiseta que trae puesta y desliza la nueva por su cabeza.

Recién ahí veo el diseño en realidad, es de Harry Potter, una de las casas no recuerdo cuál. Supongo que solo las compró porque es algo que ellos comparten...

Y porque lo quiere, para qué negarlo, supongo que tengo que dejar mi inseguridad de lado si quiero que ella confíe en mí.

—Ahora me baño, me pongo la mía y sacamos una foto para Instagram ¿Sí? —propone ella volviendo a poner la suya en la bolsa.

—Emmm yo... —digo robándome su atención.

Vamos Noah, habla, sé que recuerdas cómo se hace.

—Tengo una sorpresa para ti, ¿Puedes venir conmigo un momento? —Extiendo mi mano hacia ella, duda un momento pero finalmente la toma.

La llevo escaleras arriba y me detengo frente a su habitación.

—¿Está aquí? —pregunta con desinterés, asiento y le hago señas de que entre—. Nada que hayas comprado puede borrar tus palabras, Noah, quiero que lo sepas.

—No es algo que compré ¿Por qué no entras y dejas las conjeturas? —Abro la puerta por ella, porque al parecer no va a hacerlo.

Ella entra en la habitación y yo me quedo unos pasos por detrás.

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EMMA

No puedo creer la belleza de lo que estoy viendo. De verdad es increíble.

Mi mandíbula cae y mi boca se abre, creo que voy a llorar.

Son mis ojos, una copia exacta, como si fuera una fotografía. Pero no es sólo eso, sino que cientos de pequeñas mariposas los rodean, ocupando absolutamente toda la pared que está detrás de mi cama.

Son mariposas de todos los colores, lucen muy reales y vuelan en distintas direcciones formando un hermoso caos.

—¿Te gusta? —pregunta con inseguridad detrás de mí.

Asiento y mi voz sale distorsionada por la emoción.

—Es lo más hermoso que vi en mi vida.

—¿De verdad? Porque si no te gusta podemos... —comienza a decir, pero me doy la vuelta para verlo a los ojos y pongo mi dedo sobre sus labios para que deje de hablar.

Hace silencio, con sus ojos expectantes clavados en los míos.

—Nunca nadie había hecho algo tan hermoso por mí, no sé cómo agradecerte.

Él sonríe con alivio.

—No tienes que agradecerme, recuerda que estoy haciendo esto para disculparme por ser un idiota.

Vuelvo a mirar su obra, pero esta vez me acerco más. Cada mariposa tiene muchos detalles, no es algo que hizo a la ligera.

—¿Cuánto tiempo te llevó esto? No dejaste escapar ningún detalle —acaricio una de las mariposas con mis dedos, la pintura ya está seca.

—Fueron diez horas en total, ya está seco porque son acrílicos de secado rápido.

Me lo imagino aquí, por tantas horas haciendo esto para mí y algo se remueve en mi pecho. Me estaba acostumbrando a que nadie hiciera cosas bonitas por mí, ahora llega él y...

Tampoco debería acostumbrarme a esto.

—Eres increíble —es lo único que puedo decir.

—¿Eso significa que estoy perdonado? —Acorta la distancia entre nosotros, posicionándose a mi lado toma mi mano y me voltea hacia él—: Yo no pienso nada de lo que dije, y no fue correcto mi comportamiento posesivo. De verdad lo siento.

—Está olvidado, Noah.

Sus ojos oscuros están clavados en los míos, intentando descifrarme.

—¿Sabes por qué mariposas? No son sólo porque te gustan, aunque eso también influyó.

Es dulce que recuerde las cosas que me gustan después de tantos años, da la sensación de que todo entre nosotros está sin resolver, que somos un capítulo pendiente en la historia del otro, y que de algún modo volvimos a encontrarnos para poderlo cerrar.

—¿Por qué entonces?

—Es por lo que significan las mariposas, cambio, transformación.

—No entiendo... —susurro, pero él sigue hablando como si no lo hubiera interrumpido.

—Tú eras parte de nosotros, cuando te fuiste quedó un hueco que nadie pudo llenar. Nosotros, Matteo y yo, cambiamos, nos distanciamos y nos volvimos chicos duros. Y ahora vuelves, y otra vez transformas todo a tu paso, como si nunca te hubieras ido. Nos haces mejores, nos recuerdas quiénes somos y quiénes nunca debimos dejar de ser.

Sus ojos siguen fijos en los míos, estoy luchando por no bajar la mirada porque sé que es importante lo que está diciendo, pero no puedo dejar de sentir que no es de mí de quién habla.

—¿En qué momento hice todo eso?

—Eso es lo más increíble, no tienes que hacer nada. Tu sola presencia transforma a las personas.

Y en ese momento, cuando dice eso, puedo entender de verdad la situación que estoy viviendo.

Noah aún está enamorado de mí.

Y yo también lo quiero, muchísimo, pero no puedo corresponder sus sentimientos. Él merece alguien mejor, que pueda amarlo sin condiciones, una historia bonita con una chica dulce que lo sepa cuidar.

No puedo darle eso y no quiero hacerle daño.

No quiero depender de nadie, no quiero deber explicaciones, no quiero pensar todo lo que hago y digo para no dañarlo. Quiero seguir viviendo así, simple, siendo solo yo como siempre.

Siento que haciendo esto estoy rompiendo mi propio corazón, pero no puedo arriesgarme a quererlo.

No puedo.

Soy una cobarde.

Bajo la mirada y quito mi mano de la suya.

—Gracias, de verdad es hermoso que pienses eso de mí. Está todo bien entre nosotros, ya no estoy enojada en lo absoluto, todo igual que antes.

Parece decepcionado por mi cambio de actitud, yo también lo estaría.

—Okay, te dejo sola, debes querer descansar y eso.

No digo nada, solo lo dejo que abandone mi habitación en silencio y me quedo parada observando la nada misma.

Me siento una estúpida por dejarlo ir así, estuvo diez horas dibujando mis ojos en una pared, dijo un montón de cosas hermosas y sinceras, y yo me comporto como una idiota.

Si hubiera pensado esto mejor, sin dudas no lo haría, pero me dejo llevar por la emoción del momento y lo voy a buscar a su habitación.

Cuando abre la puerta luce confundido, una pequeña sonrisa aparece en sus labios al verme.

Siempre me caractericé por ser una persona mental, jamás dejo que me dominen mis emociones. Cada paso que doy, cada cosa que digo, cada cosa que hago, todo está fríamente pensado.

Pero en este momento no logro hacerlo, lo veo parado frente a mí sabiendo que me quiere, sintiendo el peso de todos los años en los que reprimí mis sentimientos para olvidarlo, todas las veces que soñé con que las cosas fueran diferentes, toda la falta que me hizo, lo sola que me sentía, entonces sé que está esperando que yo de el primer paso y no puedo contenerme, lo hago.

Doy un paso para estar más cerca, nuestras frentes se tocan, nuestras narices también, nuestros ojos se observan a solo unos centímetros.

Él está exageradamente quieto, como si temiera que con un solo movimiento volviera a escaparme, pero no voy a hacerlo, no hoy.

Cierro mis ojos y rozo apenas sus labios con los míos, él contiene la respiración y creo que yo también lo hago.

Le doy un pequeño y dulce besito, como invitación a relajarse un poco, me separo apenas y vuelvo a respirar.

Sus manos se pegan rápidamente a mi cintura y me atrae hacia su cuerpo, su pecho y el mío se tocan, pongo mi mano en su mejilla y finalmente lo beso.

Su boca se abre para darme acceso sin dudarlo, siento muy intensamente los latidos de mi corazón en mi pecho.

¿Por qué estoy tan nerviosa?

Porque lo quieres, tonta.

Es un beso lento, dulce, sin prisas. Mi lengua y la suya se encuentran como viejos conocidos que tienen todo el tiempo del mundo para ponerse al día.

Me jala dentro de su habitación y cierra la puerta, sin despegarse de mí, sin separar nuestros labios que parece que nunca van a encontrar en otros esta misma sensación. Siento como si todo estuviera en su lugar, como si todo fuera correcto y no hubiera otro lugar en el mundo donde pueda estar si no es en sus brazos, en sus labios.

El beso se intensifica, él muerde mi labio inferior algo fuerte, pero no lo suficiente como para hacerme retroceder, quiero más, necesito más.

¿De verdad voy a hacer esto para luego salir corriendo como una cobarde?

Sí, eso es exactamente lo que voy a hacer.

Sus manos presionan el agarre en mi cintura, lo siento tensarse, está conteniéndose, quiere más que un beso y no va a hacer nada para conseguirlo, pero yo sí.

Deslizo mis manos por debajo de su camiseta y paso mis dedos suavemente por su espalda, puedo sentir como cada uno de sus músculos se tensiona ante mi contacto y jalo su camiseta hacia arriba pidiendo permiso para quitarla, él rompe el beso, suelta mi cintura para permitirme hacerlo y vuelve a besarme aún con más intensidad, esta vez sujetando mi cabello por detrás de mi cabeza.

Envuelvo mis brazos en su cuello y me paro en puntas de pie para no tener que levantar tanto la cabeza, el comprende mi incomodidad por la posición y me vuelve a tomar por la cintura para levantarme del suelo, envuelvo mis piernas a su alrededor y posiciona sus manos bajo mi trasero, sin hacer demasiada presión.

Puedo sentir su dureza justo donde la necesito, y de repente la ropa se convierte en una molestia.

Abandona mi boca y comienza a dejar pequeños besos húmedos por todo mi cuello, inclino mi cabeza hacia atrás para permitirle mejor acceso mientras se sienta en la cama dejándome a horcajadas sobre él.

Sus dedos juegan con el borde de mi top y no tengo nada debajo. Finalmente se decide a quitarlo dejando mis pechos al descubierto, su boca se separa de mi cuello y la extraño de inmediato, pero al parecer tiene otros planes con ella.

Observa mis pechos desnudos con una mirada que nunca había visto en sus ojos, esboza una media sonrisa y acuna uno con su mano para luego llevar su boca a él. Una oleada de placer viaja directo a mi entrepierna, ya duele un poco por la falta de contacto lo que me hace frotarme contra él moviendo mis caderas.

Se me escapa un pequeño jadeo por el movimiento de su lengua sobre mi pecho mientras acaricia el otro con su mano libre, deja pequeñas mordidas que me estremecen por completo, definitivamente sabe lo que hace.

En un movimiento lento invierte nuestras posiciones y me deja sobre la cama. Desabotona mis shorts y los desliza por mis piernas, dejando solo mi ropa interior de color blanco.

Vuelve a besarme con la misma intensidad, sus dedos descansan en mi abdomen pero yo los necesito más abajo. Parece escuchar mis pensamientos, traza un pequeño camino de caricias hasta el borde de mi ropa interior e introduce su mano con mucha lentitud sin dejar de besarme.

No sé si es casualidad, conexión o que él tiene mucha experiencia en el asunto, pero coloca sus dedos en el lugar exacto en un solo intento. Estoy exageradamente húmeda, mueve su mano llevando un ritmo preciso y excitante, me separo de su boca para soltar un gran suspiro que termina saliendo como un gemido. No quiero ser ruidosa porque hay más gente en la casa, y aunque la habitación de Noah queda bastante separada del resto de todas formas es un riesgo.

—Noah, por favor —susurro muy bajo y él entiende mi pedido.

Se quita los pantalones y bóxers en un solo movimiento, está desnudo, frente a mí. Parece que su cuerpo fue tallado por los mismos dioses, me gusta. Que digo me gusta, me encanta, estoy loca por él.

Abre su mesa de luz busca algo dentro y lo observo ponerse un condón como si ello fuera todo un arte.

Arranca mis bragas y ya nada se interpone entre nosotros. Toma mi cabeza por detrás y fija sus ojos en los míos mientras lo siento deslizarse dentro de mí.

No puedo explicar la sensación que invade mi cuerpo en este momento, es simplemente perfecta.

Nuestras miradas permanecen unidas mientras comienza a moverse con un ritmo que se siente demasiado bien, algunos pequeños gemidos se escapan de mi boca mientras siento sus embestidas.

Tuve sexo con muchos chicos en mi vida, y puedo asegurar que nunca, jamás me sentí de esta manera, es un nivel que ya trasciende lo físico, una conexión invisible que hace que podamos entendernos solo con la mirada.

Te amo.

Yo también.

Mi corazón está acelerado, puedo sentir el suyo de la misma manera, estamos en una posición básica, él encima de mí, pero no queremos cambiarla. Queremos vernos a los ojos para poder comprender los dos que en realidad nos pertenecemos, que no importa cuánto intente escapar, mi corazón solo va a latir de esa forma por él.

Pasaron segundos, minutos, horas, meses o años. No tengo idea, el tiempo no parece importante, solo quiero estar con él, así, desnudos siendo uno solo.

Sus movimientos se intensifican, no logro controlar los gemidos que salen de mi boca así que él me da el dorso de su mano para que lo muerda antes de subir la velocidad. No voy a aguantar mucho más, mi espalda comienza a curvarse, mi cuerpo se tensiona y puedo sentir la explosión de placer en mi entrepierna que envía espasmos a absolutamente todo mi cuerpo.

Muerdo su mano con fuerza, tal vez lo lastime pero no se queja, sube la velocidad una vez más hasta que él tiene su propio momento, su cuerpo tiembla un poco y las embestidas se detienen.

Se desploma a mi lado y observo su pecho subir y bajar con su respiración.

Eso fue... No hay palabras, no hay nada que pueda expresar lo que eso fue.

—¿Qué acaba de pasar? —pregunto sin comprender el torbellino de emociones que acabamos de vivir.

—Se llama hacer el amor, es cuando al sexo le sumas sentimientos —explica,

no sé si irónicamente o no, pero me asusta de todas formas.

Levanta su mano y la mueve cerrando su puño y volviendo a abrirlo, observo la marca profunda que mi mordida le ha dejado. Luce blanca, pero sé que mañana se verá morada.

—Lo siento, no quise lastimarte —me disculpo, avergonzada.

—Está bien, me gusta, me servirá de recuerdo en un minuto cuando te levantes y salgas huyendo de mí —susurra con resignación.

Mierda, él me conoce tanto...

—Lo siento Noah, yo no puedo con esto.

Esperaba un reclamo, pero en su lugar suelta una pequeña risa amarga.

—Tú no quieres esto, eso es diferente.

Siento ganas de llorar, pero no sé por qué.

—Solo quiero decirte que si te vas ahora no voy a volver a insistir. Yo también tengo un corazón Emma, y también debo protegerlo.

—Lo siento, no puedo darte lo que esperas de mí, va a ser mejor fingir que esto no pasó —me levanto de la cama, y tomo su camiseta.

—Yo no voy a fingir nada, esto pasó y fue increíble. —Su voz suena natural, pero sin ni una nota de emoción, suelta un suspiro y agrega—: Ve tranquila Emma, nada va a cambiar entre nosotros.

—¿Puedo quedármela? —pregunto enseñándole su camiseta—. Yo también quiero un recuerdo.

—Claro, es tuya ahora.

La paso sobre mi cuerpo, recojo mi ropa del suelo y abandono su habitación con la sensación de que acabo de perder la única oportunidad de ser feliz que he tenido en mucho tiempo, solo por ser una cobarde.

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Hola Pollitos 🐣

Lamento la tardanza, como recompensa habrá dos capítulos hoy y uno más mañana♥

La última escena no tuvo modificaciones (solo gramaticales), por dos motivos, la primera es que era especial, mas emotiva que física y siempre sentí que tenía los detalles justos, y la segunda es que fue la primer escena sexual que escribí en mi vida, y quería dejarla así, aunque no sea perfecta. 

Los quiero♥

Besos, mil besitos 💋

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