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03- Mi especialidad

Es la mañana del sábado cuando Matteo aparece corriendo en la sala mientras veo la televisión.

—Voy a salir esta noche —anuncia.

Él no me pide permisos, pero las reglas de la casa incluyen que siempre sabemos dónde se encuentra el resto de los integrantes.

—¿A dónde?

—Una fiesta en casa de Jason, puedes venir si quieres. Creo que los chicos planean pedir permiso también —comenta como una posibilidad, aunque es obvio que ya lo hablaron porque mis hermanos más pequeños no suelen salir a fiestas si no es conmigo o Matteo.

Asiento, pero lo señalo con mi dedo de forma inquisidora.

—Okay, tal vez vaya, pero me ayudas con los chicos.

—Yo de Dante y tú de Liv —se apresura a decir.

Eso me deja la parte más difícil a mí, pero acepto porque de todos modos Matteo no es muy atento, la primer chica que se le cruza por delante y olvida por completo que está cuidando a sus hermanos.

Dante nunca causa problemas, él es demasiado tranquilo. En cambio, Olivia es... no sabría cómo describirla.

Emma hace su aparición majestuosa de todas las mañanas en la sala, todavía está en pijama y de todas formas luce bonita.

Matteo la escanea indiscretamente sin perder detalle de su apariencia.

—Buenos días, princesa.

Ella se ríe obligándome a sonreír a mí también.

—Buenos días Matt, ya te dije que no me mires de esa forma, eres como mi hermanito, te vi cagarte encima aquella vez qué comiste dos kilos de mangos.

Matteo lanza una sonora carcajada que yo acompaño con una pequeña risa.

Ese día fue algo épico, había caca por absolutamente toda la casa.

—Y además mi corazón ya tiene dueño —completa lanzándome un beso.

—Deja de utilizarme para deshacerte de otros chicos —reclamo y ella solo se ríe.

Matteo parece molesto por algún motivo que no dudo sea muy tonto.

—No es justo, siempre consigues las mejores chicas.

Arrugo mi frente mirándolo incrédulo y confundido.

—Eso no es cierto.

Él se ríe de mi reacción y asiente con toda la arrogancia que carga en las venas.

—Tienes razón, soy el más lindo de los tres.

—Qué modesto... —se burla Emma.

—Decir la verdad no es un pecado, Rubia, mentir sí lo es.

—Lamento no estar de acuerdo, pero el más lindo de los tres es Noah —contradice ella, para luego darme una mirada completa que me incomoda un poco y no sé por qué.

—No está enamorada de mí, solo le dice eso a los chicos con los que no quiere tener sexo —me excuso con mi hermano que ahora parece ofendido.

—Eso podría ser verdad, o no. No lo sabrán nunca. —Sonríe mostrando su confianza y regresa la mirada a mi hermano—: No voy a tener sexo contigo, Matteo, no gastes tus energías.

—¿Por qué? —Cruza los brazos sobre su pecho como si de verdad mereciera una buena explicación por la negativa de una chica.

¿De verdad estoy presenciando está conversación? Me siento incómodo.

—Lo hiciste con todas mis amigas, una de ellas está enamorada de ti y le prometí que no me metería contigo.

Eso claramente suena como algo que haría Matteo, ha tenido sexo con la mitad de las chicas de la ciudad.

Él parece divertido con la situación, ha dejado de lado su ofensa para dedicarse a alimentar su estúpido ego masculino.

—¿Sí? ¿Y qué piensa de que vivas conmigo ahora?

—Está insoportable, tuve que decirle que a Noah no le gustan las visitas o no podría sacarla de aquí jamás.

Muerdo mi labio inferior y le lanzo un cojín.

—Ya basta de dejarme como un maldito frente a todo el mundo, vas a lograr que todos me odien.

Finge una voz infantil viéndome con sus ojos inusualmente grandes mientras me dice:

—Sí papá, ¿Puedo ir a la fiesta esta noche? ¿Tengo tu permiso?

—Tienes mi permiso, pero si vuelves borracha duermes afuera.

Sé que ella solo está tomándome el pelo, pero no bromeo sobre dejarla dormir afuera.

Su única respuesta sigue siendo infantil, me saca la lengua, ofendida, y se va al jardín sin decir más.

—Hermano, ella está muy caliente contigo, ¿qué estás esperando? —pregunta Matteo con los ojos muy abiertos.

—Ella no me gusta, solo duermo con chicas que me gustan —miento.

Matteo menea su cabeza en negativa, como si no creyera ni una de mis palabras.

—No creo que exista un hombre sobre la tierra al que ella no le guste. Ahora dime el verdadero motivo.

Odio cuando alguien me conoce tanto que mis mentiras no funcionan, y miren que soy bueno en eso, de verdad, no tengo problema de soltar mentiras cuando es necesario. Obviamente con Matteo no funcionan la mayoría del tiempo.

—Es que es Emma, ¿entiendes? Ella era como una parte de nosotros y ahora está aquí y es todo tan extraño...

Su expresión cambia por una nostálgica, sé que a pesar de ser más inmaduro él se siente de la misma manera ante este cambio.

—Entiendo, a veces la veo caminar por la casa y es como si los años no hubieran pasado, como si todo pudiera estar en su lugar otra vez.

Ojalá pudiera ser así, ojalá no estuviéramos tan rotos.

—Ella ha cambiado, ya ni siquiera se parece a nuestra Emma —murmuro y mi mente se llena de bellos recuerdos, en la que los tres éramos los protagonistas de las más increíbles aventuras.

—Todos hemos cambiado, Noah, pero ella sigue siendo igual de importante para mí —dice y sus ojos vagan por el suelo con vergüenza, él no es un chico sentimental y siempre se siente intimidado al asumir algo como esto.

Para mí también.

No digo más nada, me levanto del sofá y me dirijo al subsuelo, antes de llegar puedo notar que Matteo me sigue.

—¿Vas a entrenar? ¿Puedo ir contigo? —pregunta en cuanto abro la puerta del gimnasio que tenemos bajo la casa.

Asiento en respuesta, sé que le pasa algo, siempre se pone pegajoso cuando no se siente bien, se hace el duro, pero también quiere que lo consienta.

Después de una hora intensa de ejercicio ambos salimos del gimnasio bastante sudorosos. Dejo mi camiseta en el lavadero y me dirijo a bañarme.

Paso por la sala y ella está sentada mirando su teléfono y comiendo chocolates.

Levanta sus ojos hacia mí, empujando un chocolate a su boca y me escanea sin absolutamente nada de disimulo.

Me paro frente a ella con actitud soberbia.

—¿Qué miras? ¿Te gusto?

Gran error pensar que puedo intimidarla, en realidad solo estoy entrando en su juego como un tonto.

—Definitivamente estás bueno, pero tu arrogancia lo arruina todo. —Sus ojos se posan en mi abdomen definido y luego viajan algo más abajo.

Es demasiado descarada, yo moriría de vergüenza si ella me atrapara viéndola así.

—Podría coger contigo de todas formas, aunque por ahora no voy a hacerlo. De hecho, te recomendaría que no te acerques mucho a mí. —Se acomoda sobre su asiento y se acerca a mí mientras susurra—: No soy en realidad lo que parezco, voy a hacerte mucho daño, es mi especialidad.

Sonrío con la intención de burlarme, aunque en realidad ella ha despertado mi imaginación.

—Eso no es una posibilidad, pequeña, recuerda que tú no me gustas.

Me acerco a ella lo suficiente para que piense que voy a besarla, y cuando inclina su cabeza esperando a que lo haga simplemente tomo uno de sus chocolates.

Ella golpea mi mano para que lo suelte, pero no lo hago, y lo meto de un bocado en mi boca.

—Nunca-vuelvas-a-tocar-mi-chocolate —dice entre dientes molesta.

—En esta casa la comida se comparte, Emma, no cuentes con eso.

—¡Vas a pagar por esto, lo juro! —grita mientras corro escaleras arriba.

EMMA

Me apuro a salir de la ducha, seguro Gruñón está esperando abajo y no estoy de ánimos para discutir.

Desde que llegué a esta casa no ha hecho otra cosa que estar enojado, por eso se ganó el apodo de Gruñón cuando hablo de él con mis amigas. Él no lo sabe, por supuesto.

¿Qué voy a ponerme? Los amigos de Matteo son muy adinerados, seguro todas las chicas llevarán ropa bonita de marcas exclusivas. No es que me acompleje, pero si voy a llamar la atención no quiero que sea por mi ropa.

Miro los cuatro vestidos que tengo, creo que hoy usaré el negro. Se ajusta a mi cuerpo perfectamente, y el negro siempre va bien.

Me deslizo dentro de él rápidamente y me dirijo al espejo. Seco mi cabello y en unos minutos estoy lista, el maquillaje no es lo mío, nunca lo fue y no creo que lo sea tampoco algún día.

Llevo casi una semana en la casa y aún no me acostumbro a estar aquí, los chicos son agradables —sin contar a Gruñón— pero ellos son una familia, lo que había entre nosotros ya no existe al parecer y no puedo dejar de sentir que solo soy una intrusa.

Él me lo dijo, no me quiere aquí.

Si tuviera otro lugar a dónde ir... Mi madre no es una posibilidad, de hecho, estoy feliz de tenerla a miles de kilómetros. Ellos se fueron a vivir a Londres, ella y su asqueroso novio.

Y mi padre... Yo no tengo un padre, nunca lo tuve.

Sé muy poco sobre mi historia, nací en Francia, mi padre es un francés que mi madre conoció en uno de sus viajes. Él me dio su apellido, pero en cuanto cumplí mi primer mes mi madre lo abandonó y me trajo con ella de vuelta a nuestro país. No sé nada más, no sé si me buscó, o si le daba igual. Ella nunca quiso hablarme de él, ni siquiera sé su nombre, solo su apellido porque lo llevo desde que nací, Dupont. Es uno de los apellidos más comunes en Francia por lo tanto eso jamás me llevaría a él.

A veces me gusta imaginar que me está buscando, o que por lo menos me extraña. Pero luego me desengaño, tengo dieciocho años, si me estuviera buscando ya me hubiese encontrado.

Y así terminé aquí, sola.

"Estás por tu cuenta, Emma, esta no es tu familia, solo eres una intrusa"

El chico es cruel, pero yo también puedo serlo.

Aunque esta mañana cuando robó mi chocolate, tenerlo tan cerca se sintió extraño, de verdad quería besarlo. Es raro porque no suelo ser impulsiva y ya me había decidido a mantener la distancia, algo en la forma en la que nos sentimos en presencia del otro me dice que habrá muchos problemas si nos dejamos fluir.

En realidad no debería cuestionarme tanto, es lógico que quiera besarlo, no es un secreto que es demasiado lindo, todas las chicas de mi colegio hablan de él, pero al parecer no es accesible, es un chico muy selectivo.

En lo personal me parece algo amargado, está bien que cuide a sus hermanos y todo ese rollo, pero le faltan kilos de juventud. De hecho me sorprende que vaya a salir de fiesta esta noche.

Bueno, en realidad ya casi no lo conozco, pero no pensé que fuera capaz de divertirse.

Bajo la escalera y está sentado en el sofá. Lleva jeans oscuros que se ajustan a sus atléticas piernas y una camisa de cuadros rojos y negros perfectamente doblada hasta sus codos. Luce muy bien, debe pasar horas en el gimnasio.

Sus ojos me inspeccionan disimuladamente, yo no disimulo nada, si voy a mirar que se entere, no tengo nada que ocultar.

—¿Vas a salir así? —me cuestiona y lo miro confundida.

—Sí. ¿Por qué?

—Tal vez es demasiado provocativo.

¿Celos? No me gustan los celos, no importa de quién provengan.

—¿Te estoy provocando ahora? —le pregunto al ver sus ojos fijos en mis piernas.

Sus expresiones son imposibles de descifrar, solo a veces, por pequeños instantes es que siento que puedo ver más allá, como si por un instante fuera capaz de leerlo.

—Uhm... No, ya te he dicho que no me gustas. Solo soy protector, nada más.

Auch, eso dolió.

—Machista diría yo, puedo ponerme lo que se me dé la gana, lo que los babosos como tú sientan con eso es problema suyo, no mío.

—Machista no es una palabra que me define en lo absoluto, así que voy a ignorar tu ofensa. Haz lo que quieras, tampoco es que me importe.

Tal vez piense que estoy siendo dramática cuando él solo hizo una pregunta, pero fue una pregunta muy idiota, ¿qué le importa el largo de mi vestido?

—Ya no tengo catorce años, Noah, no tienes que cuidarme de nada, en realidad tu deberías cuidarte de mí —digo, y él me da una pequeña sonrisa cargada de arrogancia. En otro chico me hubiese molestado, pero en él... no sé por qué me gusta que sea así, algo está mal en mí.

—Sin maquillaje ¿Eh? —Me preparo para recibir otra crítica, pero no ocurre—. Te ves hermosa.

En realidad siento que sabe que la cagó con su comentario sobre la ropa, y por eso intenta arreglarlo con un cumplido. Definitivamente no funciona, que se esfuerce más.

No respondo nada porque Dante y Olivia bajan las escaleras, y las palabras que tenía para decir no eran ni un poco decentes.

Ella está muy bonita, me encanta que aunque las chicas de su edad se esfuerzan por verse mayores, Olivia todavía luce como una niña y está bien con eso. Él se ve guapo con jeans y una camiseta blanca, lo observo con detenimiento, pero ni siquiera me mira.

No es que yo sea una chica irresistible, pero tiene quince años, todos los chicos a esa edad son terriblemente hormonales y él ni siquiera ha volteado a mirarme.

Casi que aseguraría que es gay, no tengo pruebas, pero tampoco dudas.

—Liv, pongamos en claro las reglas antes de salir —le dice Gruñón a su hermana para luego comenzar a enumerarlas—: Prohibido tomar alcohol...

Ella continúa el recitado como si hubiese sido obligada a aprenderlo de memoria a la fuerza.

—Prohibido salir del lugar, prohibido desaparecer de tu vista por más de media hora, y prohibidos chicos mayores de dieciséis.

Al menos tiene permitido salir con chicos.

Las reglas no son tan malas, él solo la está cuidando porque ella es pequeña para salir de fiesta, pero me molesta que solo ella tenga que seguirlas.

—¿Dante no tiene reglas? —pregunto, aunque sé que no tengo que meterme, la pobre Liv ha estado viviendo sola entre estas bestias por demasiado tiempo.

—Claro que las tiene, son las mismas que las de Liv, pero él nunca ha roto ninguna de ellas por eso no le pido que las repita —responde con molestia, a él no le gusta que me meta con su forma de educar a sus hermanos, pero no podría importarme menos—. Además, Matteo es el responsable de Dante hoy.

Cómo si lo hubiera invocado, Matteo se materializa en la sala, la genética de estos chicos es absolutamente envidiable. Yo definitivamente dormiría con él si no fuese porque Sam está enamorada. Bueno, ella de verdad cree que está enamorada, aunque en realidad no lo conoce, jamás han hablado, Katia y Lisa pasaron la noche con él en alguna oportunidad, ella no, aún es virgen.

No es que ser virgen sea algo malo, cada una es libre de elegir qué hacer con la suya, solo pienso que la virginidad está sobrevalorada para las chicas, pierden años buscando al chico ideal y terminan con el corazón roto.

Me temo que ese es el destino de mi amiga, que según ella se está guardando para Matteo, un mujeriego incurable con el que nunca ha hablado pero está segura de poder cambiar con su amor.

Soy más como los chicos en eso, el sexo solo es sexo y para mí nunca ha involucrado ningún sentimiento. Y aquí estoy, con mi corazón completamente sano y mío. Me siento suficiente y completa como para no necesitar un novio para ser feliz, de hecho, ni siquiera creo en el amor.

__________

Cuando llegamos a la fiesta soy la primera en bajar del auto, y alejándome de ellos de inmediato los observo entrar a la fiesta como en una película, Noah va en medio con Matteo a un lado y Dante al otro.

Al parecer Liv también se deshizo de ellos apenas llegó, la chica es inteligente, ningún chico va a acercarse a ella si la ven llegar con sus hermanos que son tres bolsas de músculos.

Un grupito de chicas murmura entre risas a mi lado, discutiendo cuál de los tres hermanos es el más sexy.

Si me lo preguntan, es una decisión difícil. Obviamente Dante es muy pequeño para mí, pero luce bastante mayor de lo que es y es muy parecido a Noah, seguro tiene una gran fila de chicas detrás, de las cuales no mira a ninguna porque es gay, estoy casi segura de eso.

Matteo es un cliché andante, mujeriego y sexy sin corazón que les moja la ropa interior a todas con solo una sonrisa. Incluyéndome.

Sin dudas físicamente es el más perfecto de los tres, y creo que en algún punto también me gusta. Él es hermoso, y está consciente de eso lo que lo vuelve todavía más atractivo.

Es mi tipo de hombre, hay buen sexo seguro, sin rollos a la mañana siguiente, porque él es igual a mí.

Pero no voy a meterme ahí porque se lo prometí a Sam. Y bueno... también tengo otro motivo.

Y después está Noah, mi Gruñón.

¿Tu gruñón? Deja de sonar como idiota Emma, te dijo mil veces que no le gustas.

De todas formas, él es mi favorito. Todo en él es absolutamente perfecto excepto su carácter. Aunque esa actitud reacia solo me hace desearlo más, lo vuelve un misterio, un desafío.

Su cabello castaño luce despeinado, pero es obvio que lo hace a propósito, Noah es esa clase de chico que no deja nada librado al azar, le gusta el control, se impone solo con su presencia, de esos que te miran y apartas la mirada, seas chico o chica, y no es por miedo, es porque te intimida su seguridad.

Sus ojos son oscuros y profundos, sus labios son... mordibles, sí, esa es la palabra.

—¿Admirando a tus nuevos hermanos? —La voz de mi mejor amiga me trae a la realidad.

Pongo cara de desagrado y niego.

—Ellos no son mis hermanos, Katia, mis pensamientos serían muy incestuosos si así fuera.

Ella se ríe golpeando mi hombro, conozco bien su tipo de chico, tiene nombre y apellido, unos hermosos ojos azules y no es ninguno de los Romano.

—Solo bromeo, aunque debo admitir que Noah está bueno.

Me molesta su comentario, aunque no debería.

Lisa y Sam se nos unen, yo no aparto mi vista de ellos porque por algún motivo no puedo.

—Él está aquí, necesito que nos presentes —suelta Sam, acompañado de una risita tonta.

Luce muy nerviosa, ella de verdad se cree el cuento del amor platónico y todo eso, me hace sentir mal que sea tan ingenua y no advertirla. Me siento en una encrucijada, si le presento a Matt va a terminar desflorada y con su corazón roto. Pero si no lo hago ella nunca va a superar esto y va a molestarme hasta la muerte.

—Voy a presentarlos querida amiga, pero es mi deber informarte que él es un mujeriego y no solo va a romper tu himen, sino que también tu corazón.

—Estoy dispuesta a correr el riesgo —asegura tomando valor.

Listo, yo se lo advertí. Tomo su mano y me dirijo hacia mi nuevo-viejo amigo.

Sam es linda, sé que él no va a rechazarla.

—Matt —digo en lo que se da la vuelta para mirarme frente a frente.

—Emma, desapareciste rápido allá afuera. —Todavía no nota que Sam está conmigo, hay mucha gente en la habitación.

—No quería arruinar su entrada de película—me burlo y él esboza una maravillosa sonrisa.

Casi puedo sentir la ropa interior de mi amiga mojarse.

—Pudiste ser parte de ella, eres una de nosotros ahora, de nuevo.

Eso es dulce, no conozco su lado dulce, aunque supongo que lo tiene. ¿Será que aún me quiere? ¿O solo me quiere meter en su cama? Eso me confunde, porque él siempre ha sido importante para mí y sería agradable saber que también lo soy para él.

Sus ojos se posan en mi amiga a mi lado y sus cejas se elevan con interés.

—Ella es Sam, es de mis mejores amigas. —Me acerco a su oído para susurrar sin que ella escuche—: Es la chica de la que te hablé, no seas muy malo con ella.

—Hola Sam —la saluda él acercándose a besar su mejilla.

Misión cumplida, voy de regreso con mis amigas cuando mis ojos instintivamente buscan a Noah. Me cuesta un poco encontrarlo en el mar de gente, y en cuanto lo hago me llevo una gran decepción al descubrir que está en uno de los sofás, con una chica.

Me quedo de pie mirando, como una estúpida, ella es hermosa, demasiado perfecta, y lo peor es que no parecen haberse conocido recién. Hay complicidad en la forma en la que se ven y se sonríen, cómo no les incomoda la cercanía... De inmediato me hace sentir mal la idea de que sienta algo por ella. De hecho, jamás había visto a Noah tan relajado y a gusto, y teniendo en cuenta que a mí me ladra solo por existir, no puedo evitar sentir un poco de envidia de esa chica bonita.

De pronto mis ganas de estar en la fiesta se han evaporado, pero como mi ego y mi orgullo me dominan la mayoría del tiempo, no me iré.

De regreso al sitio del que vine me encuentro con Dante, una chica se le acerca tanto que casi chocan sus narices, pero él da un paso atrás y la rechaza gentilmente. Parece triste, sigo su mirada y me doy cuenta de que en realidad él está mirando a un chico rubio que está más lejos, el chico le devuelve la mirada y ambos salen afuera por separado.

Debato por un momento si seguirlo es lo correcto.

A la mierda. ¿Desde cuándo hago lo correcto?

Me abro paso entre la gente hasta que los encuentro a unos metros de distancia. Están discutiendo, pero no logro escuchar nada con esta música. Es imposible acercarme sin que ellos lo noten porque están en medio del jardín. Así que solo espero algunos minutos a que la discusión termine.

El chico se va, Dante se queda parado mirando a la nada y aprovecho para acercarme.

—¿Estás bien? —Acuno su mejilla en mi mano y la siento húmeda, está llorando.

—Sí, Emma, estoy bien. Déjame en paz. —Quita mi mano de su rostro y mira hacia otro lado.

Él obviamente quiere hablar conmigo, porque no se mueve ni un centímetro de donde esta.

—Él te gusta.

No es una pregunta, solo quiero que se dé cuenta de que lo sé.

—No digas estupideces. ¿Cómo va a gustarme? Es un chico... —escupe, lleno de nerviosismo.

—No hay nada de malo en eso, Dan. Está bien si él te gusta, que sea un chico no es un impedimento. —Llevo mi mano desde su mejilla hasta su mentón y lo levanto para obligarlo a mirarme.

Sorbe por la nariz y limpia sus lágrimas rápidamente.

—¿Cómo lo notaste?

—Todos los chicos me miran excepto tú —respondo con un encogimiento de hombros.

—Tienes un gran ego —se burla y esboza una media sonrisa que no llega a sus ojos.

De pronto siento la imperiosa necesidad de estar con él, nunca me preocuparon los sentimientos ajenos, pero por algún motivo los suyos sí me importan, me duele que esté así de triste.

—Lo sé ¿Él no corresponde tus sentimientos?

—Sí, lo hace, pero ya está cansado de esperarme. Yo no estoy listo para que todo el mundo lo sepa —responde, luciendo muy avergonzado.

Eso es tan injusto, él está enamorado de ese chico ¿Por qué tiene que tomar valor para compartirlo con el mundo? ¿Por qué esta avergonzado de querer a alguien? Odio esa parte de la sociedad, querer es algo natural, no importa lo que cada uno tenga entre las piernas.

—No se lo digas a mis hermanos, por favor.

Su súplica me rompe el corazón.

—Claro que no voy a hacerlo, tú lo harás cuando estés listo y yo voy a estar ahí para ti. Puedes contar conmigo Dante, no estás solo en esto.

Su respuesta es un abrazo impulsivo, está llorando, aunque sin expresión, solo deja caer las lágrimas como si no pudiera hacer más que eso.

—Tú eres la única que lo sabe, la única que me miró lo suficiente para notarlo.

De pronto siento una rabia inmensa por sus hermanos, sé que no soy quién para juzgar, no cuando yo misma me fui, pero ellos lo ven a diario, comparten todo con él y jamás lo han notado. Ni siquiera cuando es tan evidente que está sufriendo en silencio, desde que llegué noté muy claramente que Dante no era el mismo que recordaba, no hay brillo en sus ojos ni ingenio en sus comentarios, la mayoría de las veces parece estar ausente de las situaciones.

Me bastaron unos días para notar su dolor, y ellos que lo ven cada día lo pasan por alto.

—¿Vamos a casa? Sé que no estás bien aquí —susurro sin dejar de abrazarlo.

Se aparta de mí para verme, mostrando una gran sorpresa por mi actitud en su rostro.

—¿Harías eso por mí?

Claro que lo haría, sé mucho sobre sentirme sola y no voy a dejar que él vuelva a sentirse así. Además, él no tiene idea de cuánto lo quiero, y es probable que no se lo diga pronto así que prefiero demostrarlo.

—Claro, igual yo también quería irme, podemos mirar una película y hacer palomitas —propongo y sus ojos se iluminan ante la idea.

—¿De qué te escapas tú? —curiosea mientras comenzamos a caminar.

—De tu hermano, estaba con una chica y... no lo sé, me molestó.

—¿Noah? ¿Con una chica de cabello oscuro, rizos y ojos muy grandes?

—Sí —asiento de inmediato—. No es que Noah me importe, o sí... no sé, me incomodó la situación.

—Ella es Emily, es su mejor amiga, no pensé que fueras insegura... —se burla olvidando las lágrimas en un segundo.

—Ni yo, Dante, ni yo... —murmuro en voz baja—. Ahora, camina, que estamos a unas cuantas cuadras.

Y así, es como hice un nuevo amigo, o en realidad, recuperé uno que creí perdido.

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