8. Día de pesca
Jane estaba esperando la pista que necesitaba para hacer caer en la trampa a su apreciada jefa, con el doctor Kim. Después de cambiarse la ropa de trabajo, se asió bien de su brazo para evitar que se escapara.
—No quiero cargar contigo borracha —le recalcó la enfermera Oh.
—Solo comeremos Tteokbokki y nos iremos a casa.
—Esa es una de tus grandes mentiras.
La doctora Cha y la residente Yoon la miraron cómplices. Ellas la apoyaban en su plan porque sabían del profundo amor que se tenían ambos jefes, pero que no eran capaces de confesar.
—¿Ya están listas mujeres empoderadas? —El doctor Kim hizo acto de presencia frente a ellas, con su pulcra camioneta.
—Te estuvimos esperando peor que a una novia —reclamó la jefa.
El doctor intentó abrirle la puerta de su vehículo como todo un caballero, pero en son de burla. Sin embargo, la jefa lo apartó de un manotazo. Parecían dos adolescentes juguetones.
Llegaron al lugar establecido el cual había sido planeado por Nam Joon.
Jane y sus siete escoltas.
Ya estamos aquí, muchachos. ¿Dónde están ustedes?
Nam el destructor: Estamos en una mesa privada.
Jin el guapo glotón: Ya empezamos a comer sin ti, yo les dije que te esperáramos, pero no me hicieron caso.
Ji Min el coqueto: Jin hyung está mintiendo, fue el primero en atacar la comida.
(Agregó una foto de Jin atragantándose con los fideos).
Ja,ja,ja me lo imaginaba. Ya paso por ahí, guárdenme comida.
Yoon Gi el dormilón: Apúrate ratona.
—¿Con quién chateas? —La doctora Cha intentó ver la pantalla de su celular.
—Si te lo digo no me creerías, unnie.
—No si me dices que con BTS.
Jane elevó los hombros con una sonrisita bufona.
Siguiendo el plan, les hicieron beber de más a la pareja en la mira. No fue tan difícil, bastó que la residente Yoon preguntara sobre el pasado para que ambos jefes se pusieran a recordar sus juveniles vidas. Prácticamente les ignoró a ellas para ponerse a recordar entre los dos entre trago y trago.
La doctora Cha les dijo a las dos chicas que salieran sigilosamente sin que ellos se dieran cuenta. Como estaban tan perdidos en sus historias y, medio ebrios, no lo notaron. Por si las dudas llamaron a un chofer, y le indicaron que los dejaran en casa del doctor a ambos.
Jane esperó a que la doctora Cha y la residente Yoon tomaran sus taxis para poder regresar y reunirse con los chicos.
—¿Me esperaron mucho? —preguntó en cuanto estuvo con ellos.
Ellos ya estaban a mitad de comida.
—Te esperamos todo lo que pudimos —contestó Jung Kook.
Fingiendo estar ofendida se sentó entre el maknae y Nam Joon, quería sentarse a lado de Seok Jin, pero no quería ser evidente en cuanto a sus sentimientos. Aunque posiblemente él ni lo notaría, pero el líder sí.
Hobi le alcanzó su plato.
—Como no comes pato, cerdo, ni mariscos, te pedimos kimchi con carne de res.
—Gracias Hobito. —Le pellizcó una de sus alargadas mejillas—. Eres un sol.
Sin poder controlar su genio, Jung Kook empezó a bromear con ella. Dado que Jane tampoco era una santa, le siguió el divertido juego de adivinar qué comida era por el olor mientras cerraban los ojos.
—Mira Jane —le llamó Jin. Estaba intentando tomar una porción de sopa con la cuchara, la cual sostenía con su boca.
Pero en ese momento ella estaba demasiado ocupada por ganarle el juego a Jung Kook. Por fin cuando ganó, se giró hacia Jin quién le miraba juzgón.
—Ya no quiero —le contestó infantil. Los chicos se soltaron en risas.
Tae era el que más se reía.
—Hyung se enoja cuando no le dan atención.
Seok Jin quiso defenderse, pero como estaba con comida en la boca se atragantó con la misma. Jane llena de preocupación se puso de pie de un salto para hacerle beber agua. Le golpeó suavemente la espalda.
—¿Estás bien, oppa?
El asintió. Tanto sus ojos como sus orejas se pusieron rojas.
—Cualquier día vas a morir atragantado por glotón.
Él le miró por el rabito del ojo fingiendo estar molesto. No podía verse más tierno con esa expresión. Se contuvo para no soltar un suspiro.
El domingo por la mañana lo primero que vio fue la foto random de Jin, mandada por él mismo al grupo. En ella salía con los iris apuntando hacia su nariz y estirando la mandíbula inferior hasta el piso. Se veía muy gracioso. No había forma de aburrirse con él.
Jane y sus siete escoltas.
Jin el guapo glotón: Hasta haciendo muecas soy guapo.
Ji Min el coqueto: ¡Hyung, casi me atraganto!
Yoon Gi el dormilón: Utilizaré esa foto cuando esté estreñido.
Jin el guapo glotón: Ridículos, ¿quién me acompaña a pescar?
Yoon Gi el dormilón: Tengo sueño.
Eso no es novedad. Yo te acompañaré oppa.
Jin el guapo glotón: Báñate, paso por ti en una hora.
Pero si vamos a pescar, no es necesario, de todas formas, terminaré oliendo a pescado.
Jin el guapo glotón: Eres una cochina igual que Jung Kook.
Jung Kook el competitivo: Hoy en día tenemos que ahorrar agua.
Corrección, era imposible aburrirse con ellos.
Media hora más tarde alguien llamó a su habitación, Jin.
—Dijiste que en una hora —le reclamó Jane.
—Lo siento, pero mi impaciencia no me dejó esperar.
Ella no tuvo más que negar sin dejar de sonreír.
Su apreciado Seok Jin se tiró sobre su cama mientras la observaba maquillarse. Con los brazos sobre la cabeza se veía terriblemente atractivo. Aunque no lo miraba directamente, sino por el espejo, no era impedimento para se sintiera nerviosa. Sin poder evitarlo se manchó con el rímel.
El condenado se burló con su excéntrica carcajada limpia vidrios.
—Tienes mal pulso Jane.
—Llevo haciendo esto desde los diecisiete, pero sigo fallando. —No iba a decirle que él era el culpable de su accidente.
—Déjame ayudarte. —No esperó respuesta, de un brinco se puso de pie. Tomó una toallita desmaquillante y se acercó a ella. Colocó su tentativa mano sobre su cachete. Estaba tibia y suave. Con delicadeza le limpio el ojo manchado.
El corazón de Jane empezó a latir a mil por minuto. Aunque ya tenía los ojos cerrados, quería cerrarlos más para disfrutar de su delicioso toque. Lo sintió como una blanda caricia que lograba traspasar cada poro de su piel, cada terminación nerviosa. En su cabeza sonaba "Careless Whisper" dulce y tentadoramente. Cuando por fin él terminó con su ardua labor, su rostro se sintió vacío y friolento.
—Gracias oppa —suspiró.
Él contestó con media sonrisa, elevando las cejas.
—¿Nos vamos?
—Ajá.
Viajaron por mucho tiempo hacia Sejong donde se encontraba el lago Gobok, el lugar favorito de Seok Jin para pescar. A pesar de ser un poco agotador el trayecto, aún más para él que iba manejando, no se aburrieron un solo instante. Iban cantando y rapeando, jugando juegos de palabras y hasta bromeando.
—Oppa, ¿no hay problema si te reconocen? —le preguntó.
—Lo reservé solo para nosotros.
—Guau, qué humilde.
Su sonrisa llegó hasta las arruguitas de sus ojos que apenas se notaban, pero que se formaban cada que él sonreía. Sus orejas también se pusieron rojas. Era increíble ya que era un gran descarado.
—Jane, si queremos almorzar sí o sí tenemos que pescar algo.
—¡Oppa! —Le dio un suave golpecito en el hombre.
Su carcajada no sonó como siempre, más bien resonante.
—Confía en oppa, soy un senior en estos temas.
—Justamente por eso temo ayunar.
—¡Oye! —Le dio un golpecito en la frente con el dedo.
El encargado le dio la bienvenida a Jin, se notaba que lo conocía desde hace mucho tiempo.
—Menos mal ya llegamos porque mi trasero se estaba haciendo más plano de lo que es.
—A ver. —Intentó verlo para molestarla, pero ella se tapó a la velocidad de la luz.
Aun con su polo blanco y bermuda verde, él se veía guapo y elegante. El enorme sombrero sobre su cabeza le hacía ver más adulto.
De su maletera sacó una tienda de acampar y dos cañas de pescar. Ella jamás había pescado, y tampoco estaba interesada en hacerlo, solo quería pasar tiempo con él. Aun así, puso suma atención a lo que él le enseñaba. Tenía mucha paciencia para explicarle paso por paso.
Recorrieron el muelle hasta que llegaron a un buen punto que Jin consideró apropiado para emprender marcha a la actividad. Antes de sentarse junto a él, miró la preciosidad a su alrededor. Aunque el agua era verdosa, parecía ser saludable. La vegetación que acompañaba al lago, emitía diferentes matices de verde gracias al sol. Pero lo más hermoso del paisaje definitivamente era él.
—El sombrero te queda grande no vas a poder ver bien.
—Me lo prestó Nam Joon oppa.
—Pero él es cabezón, y tú tiene una cabeza pequeña.
—No había más opciones.
Sin decir más intentó acomodarle el sombrero de palma. Repentinamente se detuvo a mirar sus ojos. Le fue imposible no ponerse nerviosa otra vez.
—Jane, con la luz de sol me acabo de dar cuenta que tus ojos son claros. ¿Son pardos?
—Marrones claros.
—Son bonitos.
Se puso tímida con su halago. Para no hacer cualquier torpeza decidió iniciar la pesca.
Después del medio día Jane logró atrapar no solo uno, sino tres pescados. Jin lo veía y no lo creía, su discípula le había ganado. Por supuesta ella no perdió la oportunidad de mofarse de él. Aunque después terminó consolándolo cuando hizo su tierno puchero. Y lo del almuerzo él no mintió, esos tres pescados fueron asados para ser comidos con fideo que Jin había cargado. Además de sandía que se esmeró en explicar que era producto de la chacra de su tío. Claro que ella ya lo sabía al igual que todo army.
El resto del día se lo pasaron fotografiando alrededor de la zona. Cabía decir que Jin era un excelente fotógrafo, encontraba el mejor ángulo para que ella saliera perfecta. Después se sentaron fuera de la carpa para visualizar y reírse de las fotos graciosas.
—Oppa, ya está anocheciendo, ¿nos quedaremos aquí?
—¿No tienes actividades mañana en la mañana?
Si tenía, pero negó.
—Genial, entonces puedes quedarte en la tienda y yo en el auto.
—Te va a doler la espalda si duermes en el auto. Podemos compartir la carpa.
—Está bien, pero no te aproveches de mí —bromeó.
—Esperaré a que te duermas.
Quisieron quedarse por más tiempo viendo las estrellas, pero la lluvia que empezó a caer los obligó a refugiarse. Por suerte él había llevado dos bolsas de dormir. Apagaron la luz que colgaba de la carpa frente a la negativa de Jin que se moría de miedo. Para seguir fastidiándolo, ella prendió una linterna pequeña y enfocó su cara de forma vertical. Le contó muchas historias de terror para asustarlo más.
—Ya no quiero —gimoteó él de manera graciosa—. Me voy a dormir.
—Está bien, descansa oppa.
—Gracias por acompañarme hoy, fue un día espectacular. No me imaginé que podías ser tan buena compañía.
—Soy la mejor.
—A veces suenas como yo.
—Yo soy más ególatra.
Sonriendo cerró los ojos para posteriormente quedarse dormido. Para Jane no era tan fácil dormir estando junto a él. Seguramente la pasaría en insomnio. Podía pasar hora tras hora contemplando su carita serena. No solo era un chico hermoso por fuera, también lo era por dentro.
Despejando el fleco de su cabello, depositó un cálido beso en su frente. Tenía mucho que agradecerle al cielo por permitirle conocerlo...
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