4. Un ángel a la vista
El departamento de Nam Joon era tal como se lo había imaginado, impoluto, y lleno de arte, porque toda army sabía que él era amante del mismo. Sus paredes estaban llenas de cuadros exóticos, y sus reposteros colmados de cerámicas y materias extrañas. ¡Sabe el cielo cuanto se había gastado el líder de la banda en su decoración! Ni en sus más pomposos sueños, Jane podía tener un departamento como ese. Y, por consiguiente, se rumoreaba que la posesión de Nam era uno de los más modestos de los siete, ¡santo cielo! No quería imaginarse los departamentos de los otros. Justo en la pobreza.
El guapo hombre la guio a través del inmueble utilizando muletillas porque aún no podía asentar bien el pie. A pesar que caminaba un poco encorvado, se veía tremendamente alto e intimidante en comparación de su baja e insignificante figura. Apenas y llegaba al hombro.
Cuando le mostró su habitación, un perro blanco salió a su encuentro moviendo las orejas, era su mascota, dulce y adorable, pero cambió de opinión cuando le quiso acariciar la cabeza, ya que el canino gruñó mostrando los dientes. Ahí estaba otra vez con su suerte con los perros, ella les temía a los grandes, y ellos podían sentir su miedo.
Nam le llamó la atención e inmediatamente el perro bajó las orejas avergonzado.
—Se comporta así con gente extraña, pero poco a poco te irá conociendo y no te dejará en paz.
—¿Se supone que es un alivio? —bromeó.
Él soltó una de sus características sonoras carcajadas. Habría dado un par de saltitos, preso de su entusiasmo, pero su actual condición no se lo permitió.
Jane lo ayudó a recostarse y le administró un analgésico y antibiótico en el muslo con mucho cuidado. Apenas y se quejó; tal vez porque había sido muy delicada, o porque él era muy fuerte.
—El doctor Kim dijo que oppa siempre solía lastimarse de pequeño.
Sonaba tan bien decirle oppa... Él le había dado permiso de nombrarlo así, e incluso le dijo que era libre de hablarle informalmente. Se sentía más confiada y más cercana.
—Siempre tenía raspones en las rodillas —constató él con un toque melancólico—. Amaba patinar, aunque siempre terminaba lastimado.
—De milagro sigues vivo —dijo risueña.
El asintió sonriendo.
—Mi padre siempre decía que una de esas me iba a golpear el cerebro e iba a quedar tonto.
—Menos mal no pasó, eres un genio.
—A veces pienso que no, y que sí me golpeé el cerebro, no puedo hacer cosas ordinarias como cocinar o manejar.
Jane se rio con ganas.
—Hay cosas que los genios no pueden hacer, las cosas simples no van con ellos.
Nam sonrió formando sus preciosos hoyuelos que le derretían el corazón.
—¿Quién te cocina?
—A veces mi madre, mi hermana, los miembros, o pido a domicilio.
—¿Tienes hambre ahora?
—Un poco.
—¿Quieres que te cocine algo? No sé mucho de comida coreana, pero puedo prepararte un plato de mi país.
—¿De verdad?, ¿cuál?
—Lomito saltado —lo dijo en español.
En intentó repetirlo, pero sonó gracioso.
—¿Romito sarado?
—Lomito saltado.
—¿En qué consiste?
Presurosamente le mostró una foto del alimento. Contenía papas fritas, arroz y carne de res.
—Se ve delicioso.
—Lo es, pero no sé si me salga como se ve en la foto.
—No puede ser peor que mi comida.
—Definitivamente no —bromeó—. He visto los capítulos de run de cocina. ¿De verdad eres muy malo cocinando?
—Me moriría de hambre como chef.
—De acuerdo, hoy no morirás de hambre.
Él contestó con una carcajada.
En cuanto atravesó la sala principal con dirección a la cocina, el timbre sonó. Fue a contestar por el interfono, pero casi le dio un paro cardiaco al ver de quien se trataba. Ni siquiera fue capaz de pronunciar palabra alguna, simplemente le abrió la puerta al chico pálido vestido de negro.
—Nam Joonnie, vengo a prepararte la comida —entró diciendo con una bolsa en la mano.
Se detuvo de golpe al verla y la analizó rápidamente con los ojos gatunos.
—¿Quién es?
Aun con las piernas temblando hizo una reverencia.
—Soy la enfermera de Nam Joonssi, Jane Briceño.
El copió la reverencia.
—Min Yoon Gi.
—Lo sé, soy army.
—Ah... —Se rascó la cabeza.
Se le veía incómodo, no sabía cómo actuar, y menos ella, pero si no hacía algo rápido, la tensión aumentaría.
—¿Quiere pasar a ver a oppa? Yo voy a prepararle algo de comer.
—Ah...mm vine por lo mismo, pero iré a verle primero.
—Ya.
Pudo respirar nuevamente cuando él desapareció de su campo visual. ¡Su bias wrecker frente a sus ojos! ¡Cielos, era demasiado de lo que podía soportar!
Caminó presurosa a la cocina, inspiró hondamente y se lavó las manos. Era mejor empezar a cocinar o moriría de un infarto. Quiso preparar el arroz primero, pero no lo encontraba por ningún lado. Buscó de aquí allá, pero no lo encontraba.
—Es difícil encontrar algo en el desorden de Nam Joon —dijo de repente Yoon Gi tomándola por sorpresa. Ni siquiera le había oído llegar.
Se le erizó la piel.
—No encuentro el arroz —mencionó con las mejillas calientes.
Aunque él era bajo para el resto de los chicos, era bastante alto para ella, así que fácilmente alcanzó la alacena y bajó un depósito con arroz.
—¿Qué ha pensado preparar?
—Le prometí a oppa que le prepararía un plato de mi país.
—Genial, entonces yo prepararé el arroz, usted puede avanzar con el resto.
—De acuerdo.
Era difícil cocinar con él a lado, estaba demasiado nerviosa; decidió que sería bueno poner música.
—¿Le incomodaría si pongo música? —le preguntó por cortesía.
—Creo que estaría bien.
Reprodujo su playlist, uno de sus bienes más preciados; era muy recelosa de mostrarle a otras personas, pero de alguna forma, aunque estaba incómoda, se sintió en confianza de mostrársela a él.
Primero sonó Beat it de Michael Jackson, después Limón y sal de Julieta Venegas, más tarde Dancing Queen de Abba, y luego Fake Love de BTS.
—Pensé que army solo escuchaba nuestra música —dijo de repente soltando una carcajada.
Aunque no la miraba, logró divisar las arruguitas al contorno de sus ojos; le parecieron tiernas. Se veía divertido.
Jane rio con él. De pronto la tensión se disolvió.
—¿Ustedes escuchan su propia música?
—¡No! —expresó al instante—. Basta con que la cantemos repetidas veces; es abrumador escucharla en cada rincón de la tierra.
—Son bastante famosos.
—Sí... —dijo suspirando.
Se imaginó que sería muy cansador estar a la vista de todos.
—¿Tu plato lleva patatas? —cuestionó al verla quitándole la cascara.
—Sí, y carne de res.
Mágicamente él se mostró conversador mientras le ayudaba a preparar el plato, ella también era una buena conversadora, solo necesitaba sentirse en confianza. Al igual que el líder, él se mostró curioso sobre su vida como army y en el extranjero.
Luego se encontraron los tres reunidos en la mesa; Jane se sintió emocionada cuando ambos probaron la comida y quedaron encantados.
—Me gustó —dijo Nam Joon—. Quisiera probar más de la comida de tu país.
—La prepararé cada que pueda —contestó orgullosa. La alarma de su celular sonó haciéndole recordar de su clase de la tarde—. Oh, ya tengo que irme la universidad. Vendré mañana oppa, después del trabajo.
Yoon Gi también se incorporó.
—Yo me voy a mi clase de Pilates.
—Hyung, ¿trajiste tu auto? —le preguntó Nam.
El asintió.
—¿Puedes llevar a Jane a la universidad?
—¿Ah?
La nombrada rápidamente negó.
—No, no es necesario, puedo...
—No hay problema —le interrumpió Yoon Gi—. Andando. —Caminó con dirección hacia la puerta.
Ella no tuvo más que despedirse brevemente del líder, y seguirlo.
—¿Está llevando algunos estudios extras de su carrera? —preguntó él.
Apenas y entendió la pregunta, se había concentrado en sus manos grandes y bonitas pegadas al volante que le hizo desconectarse del mundo. Seguramente era mágico ser acariciada por esas manos...
¡Concéntrate Jane!
—Eh, si... estoy haciendo mi maestría.
Durante el camino le contó sobre su trabajo, y su experiencia en Corea. El tiempo y la distancia se hizo demasiado corto. Se despidieron con una sonrisa y se dieron buenos deseos.
Por la noche no dejó de pensar en todo lo que estaba viviendo, tenía miedo de despertar y descubrir que todo era un sueño.
Al día siguiente por la tarde fue muy contenta al departamento de Nam Joon; no tuvo que esperar a que le abra la puerta porque le pasó la clave puesto que le dolía un poco estar de pie.
—¿Oppa? —llamó en cuanto ingresó en la instancia.
Al no escuchar respuesta, entró a su habitación. El pobrecito estaba recostado en su cama cubierto con la manta hasta la cabeza. Decidió no despertarle y preparar su inyección en silencio. Si él tenía el sueño pesado ni sentiría el pinchazo. Empapó el algodón con alcohol y lo dejó en la riñonera. Descubrió lentamente la pierna izquierda y bajó con delicadeza el pantalón de chándal plomo bajo su cadera, pero lo miró con extrañeza, no recordaba que las caderas de Nam fuesen tan afiladas...
—¿Jane? —Alguien llamó a sus espaldas, esa voz era de...
—¡¿Oppa?! —vociferó al reconocer a Nam Joon que salía del baño—. Si estás aquí, entonces quien...
—¡Ah! ¡¿Acaso iba a pincharme con esa enorme aguja?! —reclamó el inocente desde la cama, mientras señalaba exaltado la jeringa en su mano derecha.
Jane apenas pudo hablar.
—Ji... ¿Jin?
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