3. Los soulmates.
Asintió por inercia. Quiso gritar, decirle infinidad de cosas, y abrazarlo, pero la sorpresa junto al rostro inexpresivo del idol se lo impidió. No podía dejar de mirarle con ensueño.
—Disculpe señorita enfermera, ¿podría moverse?
Contestó "sí" en español debido a los nervios, pero al instante se rectificó.
—Sí, adelante.
Yoon Gi hizo una leve reverencia y se adentró en la habitación cuando dejó de impedirle el paso.
Por fin pudo respirar, incluso se mordió la mano para comprobar que no estaba soñando. Era demasiado bueno para ser real. Demasiado perfecto. A esas alturas había llegado a creer que jamás los conocería, pero en un mismo día ya había conocido a dos de la banda, y uno de ellos su bias wrecker.
—¿Qué haces ahí parada como estatua? ¿No tenías que haberte ido ya?
Jane se giró de sopetón para encarar el rostro inquisitivo de la enfermera Oh. Tenía ojos alargados y juzgones. Les recordaba a los ojos de su madre. Inclusive tenían el mismo temperamento, por eso le gustaba demasiado compartir tiempo con ella, de ese modo extrañaba menos a su mamá.
—Enfermera Oh, no estoy soñando, ¿verdad? Mis chicos están ahí adentro —atropelló las palabras—. ¿Y si me salto las clases? Puedo quedarme y trabajar de largo, ni siquiera tienen que pagarme el turno, ¿eh? ¿Qué dice?
La mirada de la jefa se agudizó más, y no por su oscuro delineado gatuno.
—Largo —balbuceó.
—Pero jefa, de verdad...
—Vete de una vez —le advirtió empujándola suavemente por los hombros.
Supo que sería muy difícil convencerle. Imposible.
—Parece mi mamá, es tan difícil de convencer como a ella.
—¿Qué barbaridades estás diciendo? Soy muy joven para ser tu mamá. Soy del ochenta.
—Mi madre es solo un año mayor que usted.
Ella se detuvo para mirarle con las cejas alzadas.
—¿De verdad?
—Sí, me tuvo muy joven.
—Vaya...
Logró meterla al vestidor que solo usaban las enfermeras, se aseguró de cerrar bien la puerta para no dejarla salir mientras no se cambiara el uniforme.
Aunque el clima era templado, Jane se cercioró de llevar abrigo.
Tal como lo había supuesto, la jefa la esperó tras la puerta.
—Presta atención a tus clases —le sugirió—. Ni se te ocurra estar pensando en BTS mientras estás estudiando.
—Sí —contestó con formalidad, aunque claramente no iba a ser así.
Por tardarse demasiado en el hospital, no alcanzó a almorzar, solo se metió a la boca un tazón de ramen instantáneo. Mientras viajaba en el metro no dejaba de pensar en sus chicos, y pasó lo mismo en la universidad. Aun no se lo podía creer.
La situación no cambió al llegar a casa, se bañó, se puso el pijama, y continuó pensando en ellos. Estaba ansiosa por ir al hospital y encontrarse con Nam Joon nuevamente.
Como nunca, llegó puntualísima a su centro laboral. Era de esperar que sus colegas y, por supuesto, la jefa, la mirasen sorprendidas, aunque la última sabía el porqué. El doctor Kim también se unió a la cháchara y se burló de su prematura presencia.
—Me toca en la sala VIP, ¿no es así doctor? —le preguntó con los ojitos iluminados.
El miró su programación y fingió una carita triste. Tenía mucho parecido a su sobrino, rasgos firmes y varoniles.
—Me temo que no, hoy te toca instrumentar en la sala "A". Es más, te toca trabajar conmigo.
La mandíbula de Jane descendió al infierno.
—¡¿Qué?!
El doctor debió haber notado su consternación que, después de haber mantenido una expresión seria, se echó a reír.
—La enfermera Oh te programó para la sala VIP; mi sobrino pidió tu compañía.
—¿De verdad?
—Sí, dijo que eres agradable.
—No sé de dónde sacó semejante barbaridad —intervino la enfermera Oh haciendo reír al resto. —Miró al doctor Kim con desdén y agregó—: Es comprensible por ser tu sobrino, tiene mal escrutinio.
Se avecinaba una graciosa riña entre ambas autoridades. El jefe de cirugía siguió a la jefa de enfermeras de cirugía, cuestionando el porqué de su comentario. A pesar que Jane quería ir tras ellos para tener material para shippearlos, el deber le llamaba, y vaya que en esos momentos estaba entusiasmada por ser una buena enfermera.
Con la sonrisa más bonita que tenía, se apareció en la sala VIP. Se acomodó el uniforme, y entró emocionada. Sin embargo, al cruzar el umbral, se quedó quieta. Sus soulmates preferidos habían ido a visitar a su líder. El sensual Tae Hyung intentaba posicionar en alto la pierna del desdichado, mientras el coqueto Ji Min luchaba por colocar una almohada cómoda detrás de su cabeza.
—Señorita enfermera, al fin llegó —comenzó diciendo Nam Joon con cara de sufrimiento y voz lastimera—. Sálveme de estos dos.
Apenas y pudo reaccionar, movió la cabeza para luego morderse la lengua debido a los nervios. Les regaló una sonrisa a los dos y realizó una reverencia que, al instante ellos la devolvieron.
—Un gusto, soy la enfermera Briceño.
Los chicos se presentaron formalmente y, a pesar que, no pronunciaron correctamente al intentar repetir su apellido, tampoco se dio el lujo de corregirles.
—Señorita enfermera, ayúdenos a poner cómodo a nuestro hyung —pidió Ji Min con su vocecita angelical y ojitos tiernos.
Casi se derritió como helado al escucharle. Rápidamente cumplió su labor reacomodando al líder de la banda. Su carita de satisfacción fue más que suficiente, pese a sus palabras de agradecimiento.
—¿Viste? —apuntó Tae Hyung reprendiendo a su mejor amigo—. Te dije que utilizáramos la almohada más pequeña, pero jamás me haces caso. —Se llevó una mano al pecho con expresión dramática.
Los ojitos del más pequeño se agrandaron a tiempo que sus cejas se elevaron cargadas de indignación. El drama anunciaba su llegada.
—Fue al revés, yo te dije que utilizáramos la más pequeña. —Miró a Nam como cachorrito magullado—. ¿Viste hyung? El siempre miente.
—¿Mi mejor amigo me está llamando mentiroso?
Pronto empezaron a discutir con enérgico dramatismo. Nam Joon acostumbrado ya a sus discusiones y colmado de mucha paciencia, se limitó a suspirar y negar con la cabeza. Mientras que ella se divertía escuchándolos. Preparó su jeringa con medicamento y la elevó frente a los ojos de los soulmates. Al instante los chicos se callaron y retrocedieron asustados.
—¿Ya ven? —les retó Nam—. Si siguen peleando la señorita enfermera les pondrá una inyección.
No pudo evitar sonreír tras su comentario. Ya se imaginaba pinchándoles la nalga a cada uno.
Los muchachos se quedaron el resto del turno entreteniendo a su hyung, y de paso a ella. Tae era más reservado, aunque amable; parecía estar analizándola mientras poco a poco intercambiaba palabras con ella. Ji Min era más abierto y amigable, al igual que el mayor de los tres, le hizo interminables preguntas sobre su vida en el extranjero, y su vida de army. Quedó satisfecha al final del turno.
Supo por boca de sus colegas que el resto de chicos habían ido en su ausencia, en turnos que ella no había cubierto. Casi se puso a llorar sobre el hombro de la enfermera Oh. Ese día que tuvieron una cena con sus compañeros de trabajo, tomó un poquito de más y lloriqueó por su mala suerte de no haber conocido a Jung Kook, Ho Seok, y a su adorado Seok Jin. Sobre todo, porque Nam iba a ser dado de alta al día siguiente.
—No puedo creer que perdí la única oportunidad de conocer a mi querido Jin —sollozó jaloneando a la enfermera Oh que manejaba con precisión. Se prestó para llevarla a casa porque no estaba en condiciones de volverse sola.
—Vives en su misma ciudad, tienes cierta probabilidad de conocerlo.
—He pasado muchísimo tiempo viviendo aquí y no he conocido a mis chicos, y cuando al fin conozco a algunos, necesariamente a él no lo conozco. —Se sonó el moco—. ¿Cómo es? ¿Es de verdad muy guapo?
—Su carita parece tallada por los mismos ángeles —punzó con ganas—. Es alto y delgado. Huele muy rico.
Nuevamente se soltó a llorar. Su jefa le ayudó a subir las escaleras hacia su departamento, y la recostó sobre el sofá
—De verdad que te compadezco, en estos momentos eres muy patética. Estar tan cerca de conocerlo, y no ver ni su sombra...
—Enfermera Oh... —gimoteó.
—Nos vemos mañana patética, traes tu patético trasero temprano para preparar el alta de Nam Joon-ssi. —Cerró la puerta tras marcharse.
Jane se recostó boca abajo y soltó un fuerte gemido de sufrimiento. Alcanzó su teléfono celular y lo desbloqueó para ver la imagen de Jin en su fondo de pantalla.
—Mi dulce angelito —balbuceó—. ¿Cómo es que no llegué a conocerte?
Por supuesto a la mañana siguiente le dolía la cabeza a morir, aun así, se alistó temprano para ir al hospital. En la entrada se encontró con la doctora Seo que salía de guardia. Era una de las más jóvenes del equipo de cirujanos.
—Enfermera Briceño. —Se acercó precipitada, con el aire contenido en la boca—. Los chicos a pruebas de balas están aquí —habló rápidamente—. Me parece que son los que no has conocido aún.
Ella había sido testigo de la lloradera que se había echado el día anterior.
Su corazón estuvo a punto de estallar de felicidad. Presurosa empezó a subir las escaleras de dos en dos porque el ascensor estaba repleto. Tenía mucha ilusión de encontrar a Jin allí y, por ende, llorar de la gracia.
Llegó hasta la zona VIP e inhaló con fuerza para recuperar el oxígeno que había perdido. Entró ilusionada. Ahí estaba la enfermera Oh, el doctor Kim, Nam Joon sentado sobre la cama, y.... dos de los chicos que aún no había conocido, Hobi, y Jung Kook. Casi se pone a saltar en un pie, repleta de la dicha, sin embargo, la desilusión de no ver a Jin se lo impidió. Finalmente, no había tenido oportunidad de conocerlo... Prontamente la tristeza de no volver a ver a los chicos nunca más, la invadió. El líder de la banda ya estaba firmando el alta.
—¿Ella es la enfermera que nos comentaste, hyung? —cuestionó el maknae. Tenía un porte impresionante y demandaba fuerza.
El chico asintió en respuesta, formando sus preciosos hoyuelos. Hobi la miraba con curiosidad, pero sonriente.
—Buen día, soy la enfermera Briceño —se presentó, haciendo una reverencia.
—Es de tu edad, Jung Kook —añadió Nam.
El menor entornó sus ojos grandes y risueños, sorprendido.
—Pero es como una niña —intervino la enfermera Oh—. Es la más juguetona e infantil del servicio de cirugía.
El doctor Kim asintió confirmándolo. Los chicos rieron con gracia. Hobi por fin habló sin dejar de reír.
—Es como Jung Kookie, y Jin hyung.
Escuchar al nombrado le trajo melancolía. De verdad quería conocer a su bias, pero se había perdido la oportunidad. La ilusión de verlo en persona, e intercambiar palabras con él, se había ido al vacío. A pesar que no tuvo oportunidad de conversar con Yoon Gi, al menos lo conoció en vivo y en directo. Tenía muy grabada su mirada seria y penetrante. Pero de Jin no tenía nada...
Jung Kook ayudó a su hyung a bajar de la cama y sentarlo sobre la silla de ruedas. Hobi se encargaba de llevar sus cosas y revisar que no se olvidara nada, porque era consciente de la mente olvidadiza y distraída de Nam.
—Iré a verte después que salga del hospital, sobrino —le dijo el doctor Kim.
Nam asintió sin dejar de sonreír un solo momento. Tenía una sonrisa preciosa y no se cansaba de verla.
—Tío, ¿es posible que la enfermera Briceño me cuide en casa?
A Jane casi le dio un paro cardíaco.
—¿Qué?
—Me ha gustado mucho su trabajo —prosiguió, mirándola con respeto—. Me gustaría disfrutar de sus servicios en casa. ¿Es posible?
—¡Por supuesto que sí! —contestó al instante, sin respirar. Emocionada—. ¿Verdad que sí? —Esperó respuesta de su jefa.
Ella la miró como su madre la miraba de pequeña cuando pedía permiso para salir con sus amigos.
—Es posible —dijo soltando un suspiro.
La sonrisa de Jane no pudo ser más grande. Nuevamente sintió que amaba su carrera con devoción.
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