15. Bembos.
¿Por qué un mes parecía un año lejos de Jane? Incluso al darse espacio para charlar con ella por video llamada no era suficiente. Sinceramente la extrañaba desde que pisó el extranjero junto a los otros miembros por motivos laborales. Le urgía regresar a Corea.
Ese día estaba de buen humor porque habían finalizado sus faenas en Estados Unidos, ya era libre de descansar y tomarse un respiro. Fue en busca de los chicos para salir con ellos en la penumbra de la noche. Se sentía más confiado y menos tímido con su presencia.
Su primera opción fue Nam Joon debido a su experticia en inglés, además su facilidad de relacionarse con gente nueva. Lo encontró metido en la ducha cantando a todo pulmón; era gracioso escuchar sus notas altas desafinadas.
Descartado. El líder se tomaba demasiado tiempo para bañarse.
La siguiente opción fue Hobi; pasar tiempo con él era agradable y divertido, sin embargo, los miembros del staff le hicieron saber que se hallaba de rumba con los tres maknaes.
Cuatro descartados. Solo quedaba su eterno roomate.
Con sigilo entró a la habitación de Yoon Gi para no molestarlo. Está demás decir que ya se hallaba en los brazos de Morfeo. Boca abajo yacía plácidamente envuelto en la blanca cobija. Su respiración era lenta y pausada.
Al inicio dudó en despertarlo, pero no perdía nada con el intento.
—Yoon Gi-yah... —susurró.
—Fuera —contestó con la voz ronca, por supuesto sin abrir los ojos.
—Sí.
Fue un caso perdido, cero opciones.
Tuvo que consolarse con la compañía de su guardaespaldas, de todos modos, también era su amigo.
Degustando un delicioso helado de vainilla con chocolate, Seok Jin recorrió las tiendas de la ciudad junto a su guardaespaldas. Los regalos que tenía que comprar eran demasiados entre los de su familia y amigos cercanos. Empezó por los obsequios masculinos y finalmente por los femeninos que eran los más complicados.
Una sucursal de Chanel fue su último paradero. Como lo supuso se pasó tiempo demás buscando el regalo perfecto para Jane. No encontraba nada que estuviese de acuerdo a su estilo casual y femenino. Decidió que la opción más acertada era consultar con el modista que se paseaba de un lado a otro. Sí, aquel sujeto bien vestido y con mucho flow podía ayudarlo. Su bigotito extraño se anchaba más que su fina cara.
—¿En qué puedo ayudarle al señor? —cuestionó haciendo movimientos graciosos con los brazos. Tenía alta pinta de francés.
Logró entenderlo, pero por si acaso usó su traductor electrónico. Así le era más fácil comunicarse.
—Busco un conjunto bonito para una señorita de... —1997 iba a decir, pero ciertamente eso no funcionaba en el extranjero, de modo que, hizo un cálculo rápido para obtener su edad americana—, veinticuatro años.
—Perfecto. ¿Cómo es el estilo la señorita?
—Algo así como casual, pero no menos elegante, y femenino cuando quiere.
—¿Cuál es su talla?
Era la primera vez que le compraba ropa, no había modo de saberlo. Tampoco quería llamarla para preguntárselo.
—Es pequeña, apenas pasa mi hombro.
Sí, no entendía como ese pequeño y ligero cuerpo podía almacenar tanta personalidad. Peleaba a la par con Jung Kook que le doblaba en peso.
—¡Una petite, buscaremos algo cute para ella! —exclamó haciendo un círculo con el dedo índice y pulgar.
Lo llevó a una zona donde predominaba los colores pasteles. Jane adoraba esos tonos, cualquiera de esos conjuntos estaría bien con ella.
El tipo le mostraba de canto a canto sus posibles colecciones, le hablaba de calidad y diseño que él poco comprendía. Estuvo a punto de decidirse por cualquiera hasta que sus ojos dieron con una muda que le gustó al instante. Se trataba de una blusa en el color favorito de Jane, un pantalón jean holgado, tacones y cartera de color blanco. ¡Ella lo iba a amar!
Ya podía imaginársela con la blusa de tiras con corsé en forma de mariposa. El pantalón acampanado le iba a quedar muy bien junto a sus sandalias de tacón.
El modista que seguía parlando sin parar por fin se calló cuando lo notó mirando embelesado al conjunto.
—Creo que ya se decidió el señor.
***
Todo era aburridísimo sin BTS. No había quien la alegrara en los días en el que el trabajo la dejaba moribunda, como ese día.
—Vi en las noticias que tal vez realicen un tour mundial antes de ir a su servicio militar —le dijo la enfermera Oh que en ese momento la llevaba a casa en su auto.
—No lo sé, pero si es así me meteré en alguna de sus maletas.
—No digas tonterías Jane.
Se vio en la obligación de hacer un puchero.
—Eso me dice Seok Jin oppa.
—Cállate que te saldrá miel por los ojos.
—Últimamente me he sentido más cercana a él. En estos días que ha estado fuera, he hablado con él todas las noches por video llamada. Hay tanto por hablar que el tiempo no alcanza. Me cuenta todo, y yo le cuento todo.
Su jefa se giró hacia ella para mirarla de modo despectivo. Esa mirada daba miedo.
—Has tenido guardias nocturnas este mes.
El pez por la boca muere.
—En mis momentos libres, claro está.
—No me queda más que creerte. Volviendo a lo anterior, ¿no solo está en tu cabeza?
—Tal vez —suspiró.
—Por cierto, sé que estás muy cómoda donde estás, pero igual quiero informarte que hay un departamento disponible en mi edificio.
—Lo tendré en cuenta.
Quiso invitar a su jefa a cenar, pero se negó debido a que ya estaba comprometida a cenar con alguien más. De haber estado animada le habría cuestionado e indagado, pero como se sentía cansada solo se metió al departamento sin rechistar. Las luces apagadas y el pulcro silencio le bajaron los ánimos. Se daría un rápido baño, miraría un capítulo de su serie en netflix y se iría a dormir.
Atravesó el umbral de la puerta cuando escuchó las voces chillonas de los chicos.
—¡Sorpresa!
—¡Ah! —gritó despavorida, cuando se hubo calmado agregó—: Mis bebés.
Ji Min se rio cogiéndose la panza.
—Es la menor de todos y nos llama sus bebés.
—Los extrañé chicos.
—Nosotros a ti —dijo Nam Joon con cariño.
Jane sirvió los snacks que había comprado antes de llegar a casa para compartirlos con los chicos. Mientras todos comían con tranquilidad y modestia, Jin y Jung Kook compitieron por meter la mayor cantidad posible de aperitivos a su boca, así que los chicos se sumaron a la competencia para acaparar más snacks, impidiendo que el mayor y el menor comieran un solo más.
Más tarde se tomaron todo el tiempo de charlar sobre los días que habían pasado distanciados. Definitivamente ellos tuvieron mucho más que contar.
Seok Jin estaba impaciente por darle el regalo que había comprado para su amiga, pero creía que debía dárselo a solas. En tanto, ella se mantenía detrás de él jugando con sus cabellos, no sabía con exactitud que intentaba hacer, pero sus pequeñas manos sobre su cabeza eran relajantes. Finalmente tocó el moñito que le había hecho en la coronilla. Una sonrisa afable se esbozó de su boca.
—Mi lindo Jinnie —dijo ella con vocecita de ardilla.
Cuando ella lo llamaba de forma cariñosa no podía evitar avergonzarse. Tanto sus mejillas como orejas se tornaban rojas y calientes. Se quitó el colé porque no encontró otra mejor cosa qué hacer.
Más tarde los chicos se marcharon a sus respectivos departamentos, salvo Yoon Gi que tenía pereza manejar y, por supuesto, Jin que esperaba el momento para darle el obsequio a Jane.
Conversaron un momento más los tres hasta que el de felinos ojos decidió por fin acostarse a dormir. En ese preciso momento Seok Jin buscó la bolsa que con mucho cariño trajo para ella.
—¿Es de Chanel? —susurró Jane sin poder creérselo, era la primera vez que tenía en sus manos algo de esa prestigiosa marca.
Sus ojos se agrandaron más de lo común.
—Ábrelo —le animó Jin.
Con mucho cuidado desempaquetó la ropa frente a la poca paciencia de su amigo. Él ya habría roto la bolsa de un tirón para descubrir el contenido, pero ella lo abrió con mucha delicadeza.
Cuando la blusa fue la primera en asomarse, ella dio un fuerte grito. Sacó las siguientes prendas con el mismo entusiasmo dando saltitos de alegría.
—¡Me encanta! ¡Está hermoso!
—Sabía que te gustaría.
—¿Tú lo elegiste?
—Sí —contestó más que orgulloso.
—Muchas gracias oppa. ¿Puedo probármelo?
—Adelante.
Se tardó casi nada en meterse a su cuarto y cambiarse el conjunto. Le parecía increíble que su querido Seok Jin acertara en la talla perfecta. Todo le quedaba en el punto exacto. Le encantaba que hubiese tenido ese detallazo con ella. Estaba ansiosa por lucir su nueva ropa con las chicas del hospital, pero primero iba a hacerlo con su oppa.
Fingiendo que el pasadizo hacia la sala era una pasarela, modeló con galantería su conjunto frente a él.
—¡Wow! —exclamó como recibimiento. La alentó con aplausos para que continuara.
—¿Cómo está?
—En el punto.
—Muchas gracias oppa.
—No es nada.
—Iré a cambiarme para no ensuciarlo.
Y como era de esperar guardó su preciada ropa Chanel en el mejor espacio de su armario. Al volver junto a él se sentó a su lado para acompañarlo en lo que fuese que estaba haciendo.
—¿Me ayudas a elegir una foto para subir a weverse?
—Claro —contestó animada.
Con su galería descubrió que él no era partidario de sacarse selfies, la mayoría de fotos que mostraba era de animales, comida, plantas y lugares bonitos. Pocas eran de su cara bonita.
Él le narraba las historias detrás de cada fotografía. En tanto, ella sintió la tentación de recostarse sobre su hombro. ¿Qué diría él? ¿Tal vez se alejaría? Jamás lo sabría si no se armaba de valor y lo hacía. Se mordió el labio inferior para posteriormente doblar el cuello hacia el lado derecho. Por un momento el detuvo su historia, sin embargo, luego de hacer un sonido gutural prosiguió con voz suave.
Aunque su corazoncito latía descontrolado, se sentía demasiado reconfortante.
Pasado un determinado tiempo los ojos le empezaron a pesar. No consiguió reprimir un bostezo.
—¿Ya tienes sueño? —le preguntó él dulcemente.
—Sí —contestó somnolienta.
Mágicamente el sueño se esfumó en el preciso momento que se giró para verlo. No es mentira decir que sus rostros quedaron separados a penas por un mísero centímetro. El peor de los escalofríos la arremetió en toda la piel. Sus ojos dudosos se pasearon a esa boca esponjosa y al instante volvieron a esa mirada oscura e intensa que le atravesaba el pecho. Quería besarlo.
Para no cometer un terrible error intentó voltear la cara, porque ya su respiración agitada la estaba delatando. Apenas pudo girarse porque la mano grande de él que cubría casi todo su rostro, la devolvió a su posición anterior. Sin conseguir asimilar lo que estaba pasando esos labios que fueron su ensoñación por mucho tiempo, cubrieron los suyos con fervor. Primero suave y delicado.
Se hallaba tan atónita que no conseguía corresponder de manera adecuada. Sus manos temblaban sobre sus mulos. Si hubiese estado de pie ciertamente se habría caído.
Con un sutil movimiento él intentó entreabrir su boca. Ya que no podía reaccionar, le dejó el camino abierto para que la besara como quería. Se acercó más hacia ella para profundizar el beso. Atrapó con vehemencia su labio inferior, se tardó en él lo necesario para continuar con el superior. Fue entonces cuando sus brazos torpes fueron a parar en el largo cuello de él. Un suspiro salió de lo más profundo de su ser.
Esos labios carnosos y pomposos podían convertirse en su vicio mortal. No era experta en besos, pero estaba segura que era el mejor beso que estaba experimentando en toda su vida. Él la besaba de una manera tan prodigiosa entre una combinación de frenesí y ternura que temía que todo eso fuera un sueño, porque de ser así, rogaba que jamás la despertaran...
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