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14. RJ tamaño gigante.

Desde que amaneció Jane se encargó de hacer recordar a los chicos que el día siguiente se celebraba el día de la enfermera. En esos momentos Tae Hyung se convirtió en su víctima ya que no dejaba de repetirle lo mismo.

—Ya me lo dijiste muchas veces Jane —le dijo sonriendo—, interpretaré una canción con mi trompeta en tu honor.

—¿Ya no te duele la quijada?

—Me ayudó mucho la fisioterapia. Estoy bien. —Realizó una maniobra con el timón—. Es aquí.

Aparcó su auto frente a una modesta, pero bonita casa de dos pisos. El barrio era empinado con muchos locales de comida china.

Tae hizo una llamada para comunicar su llegada. De la casa salió una señora bonita que compartía algunos rasgos con él. Imaginó que se trataba de su tía, la hermana menor de su padre.

Colocándose su gorro y mascarilla él fue el primero en bajarse, seguido de ella. Una vez dentro se los pudo sacar. Ambos hicieron una reverencia ante la señora.

—¡Oppa!

—¡Hyung!

Dos niños de aproximadamente diez años abrazaron a su amigo con entusiasmo.

—¿Estás seguro que puedes quedarte con ellos? —preguntó su tía.

—Claro que sí, ellos estarán bien. Por si acaso traje a mi amiga enfermera para que se sienta más segura.

—Muchas gracias hijo, eres muy dulce. Niños pórtense bien con el primo mayor.

—¡Sí! —corearon.

—¡A divertirnos! —expresó Tae una vez la señora salió—. Jane también es divertida. Jugaremos mucho y comeremos golosinas —les habló con ternura.

—Oppa, ¿es tu novia? —cuestionó la pequeña.

—No linda, es solo mi amiga.

—¿Y tu novia? Tu novia era muy linda. ¿Ya no vendrá?

De pronto la expresión de Tae se volvió nostálgica. Era evidente que la extrañaba aún. Ella no sabía ni se imaginaba de quién se trataba, tampoco tenía mucha confianza para preguntárselo. Él era algo impredecible, no quería arriesgarse a molestarlo ni incomodarlo solo para satisfacer su curiosidad.

Como en muchas otras ocasiones, Tae se mostró como un verdadero ángel con los niños. Era demasiado tierno y juguetón con ellos, por eso lo querían tanto. Jane también disfrutaba de la simpatía de los pequeños, de modo que la tarde fue amena para todos.

Por la noche la fue a dejar a casa. Le agradeció por haberlo ayudado con sus primitos. Ya que habían conversado de temas personales en el camino, ella aprovechó para preguntarle sobre su ex.

—Ustedes siete tienen muchos secretos.

—¿Por qué lo dices Jane?

—Por sus historias románticas. ¿No vas a contarme sobre tu ex?

Se tardó un tanto en contestar.

—No terminamos bien, por eso no te conté. Prefiero no hablar de ella.

—Ya.

***

Por decisión de su jefa Jane tuvo el día libre, aunque sus compañeros se quejaron porque también querían tomarse un descanso por celebrarse su día. Pero ella se lo había ganado, además que la enfermera Oh lo consideró porque se esforzaba estudiando y trabajando.

Tuvo la ilusión de despertar y encontrar a los chicos para pasarlo con ellos, pero se desanimó al solo encontrar la sala vacía. Tal vez ellos tenían el día ocupado...

Totalmente desalentada se sirvió cereal con yogurt griego. No tenía ganas de desayunar, pero se obligó a hacerlo porque padecía de gastritis.

Un poco aburrida se sentó frente al televisor para ver algo, pero luego al notar la consola decidió que era momento de jugar algo. El gusto por Mario Bross era el juego que compartía con Jin.

Se entretuvo un rato jugándolo hasta que la adrenalina rebasó su sistema. En ese momento escuchó la puerta abrirse. Quiso ver de qué integrante se trataba, pero la emoción de ganar no se lo permitió. De reojo consiguió ver la silueta esbelta de su amigo, y su voz le causó estragos en su pecho.

—Oye, eres muy buena jugando.

—Oppa, no me distraigas —contestó con las pupilas dilatadas.

—Okay, okay. —Se sentó a su lado.

En el momento en el cual el juego subió de nivel, Jane empezó a gritar. Entonces Seok Jin tomó el mando para ayudarla. Con unos movimientos maestros logró ganar el juego por ella.

—¡Sí! —gritaron al unísono.

—Feliz día mi enfermera favorita —dijo él una vez se calmaron. Se aproximó y le dio un abrazo fugaz, aunque ella deseaba tenerlo cerca por más tiempo.

—Gracias Jinnie oppa.

Se veía muy atractivo con su camisa amarillo bebé, y su pantalón vaquero.

Estuvo a punto de preguntarle por el resto de chicos, pero la llegada de Ji Min se lo impidió.

—¡Oppa, tú también viniste!

—Tenía que traerte a Chimmy. —Bajo su brazo traía al tierno peluche que le faltaba a su colección.

—¡Chimmy! —Saltó sobre él abrazando al muñeco—. Ahora tengo mi colección completa. Gracias oppa.

—No es nada.

Jin miraba divertido, algo tramaba mientras admiraba el entusiasmo de su amiga. Compartió una mirada cómplice con Ji Min.

—Jane, ¿tienes hambre? —le preguntó.

—Sí, un poco.

—Sígueme, iremos a un lugar bonito.

—Ya, déjame cambiarme.

Estaba segura que no hay decisión más difícil para una mujer que elegir un outfit para salir con el chico que le gusta.

En un instante derribó todo su armario porque no encontraba un conjunto apropiado para la ocasión, casual, pero elegante.

Todas sus blusas le parecieron sosas o descaradas. Buscando con detenimiento halló un cárdigan de color negro de cuello V que iba descotado sobre los hombros. Tenía dos botones grandes que resaltaban sobre la tela. La puso debajo de su falda tubular de cuadros. Y para cubrir sus piernas, pantis negras y botines del mismo color. Le gustó el resultado, se sentía bonita.

Quiso que Ji Min los acompañara a almorzar, pero prefirió quedarse porque quería descansar.

Luego de cierto trayecto Jin aparcó su camioneta frente a un restaurante sobrio, aunque elegante. Predominaba sobre la fachada el color beige y hueso. La puerta de entraba estaba constituida de madera, adornada de pequeños faroles de luz amarillenta.

Como de costumbre al entrar en un lugar público, él se colocó su gorro y mascarilla para no ser reconocido. Ella lo siguió con lentitud para disfrutar de la decoración interna que en su mayoría era de mármol. Los colores eran cálidos como de la portada.

Jin escogió una zona privada que había reservado con anticipación. Un mozo joven luciendo el uniforme blanco con negro, les alcanzó la carta. Era de esperarse que él pidiera diversos platillos como "seugangyong" a base de gambas, "Mulnengmyon" fideos fríos de trigo, "Cholpan Bulgogui" de ternera, "Kimbab", "Kimchi" y arroz blanco.

Disfrutaron la comida de canto a canto. Ambos amaban comer hasta cansarse, incluso rozar el límite de la gula. Aunque él no intentaba parecer divertido, le hizo reír cuando agregó el kimchi sombre su plato de arroz de manera brusca.

—Cuidado te sacas un dedo, oppa.

Como respuesta se rio con la boca llena.

En el momento que ella se giró hacia su plato, debido a su torpeza hizo caer un palillo. Al inclinarse para recogerlo notó que él puso su mano en la esquina de la mesa para que no se diera la cabeza en ella. Jin era la definición de caballerosidad.

—Seok Jin —llamó un hombre.

Al atender la voz, a Jane casi se le bajó el azúcar. Como army que sabe incluso el más mínimo detalle reconoció el aspecto robusto del hermano mayor de su amigo.

—Hyung —contestó él con alegría. Sonaba un tanto extraño escuchar esa palabra en sus labios—. Vine a comer con mi amiga —añadió.

Inmediatamente ella se puso de pie para hacer una reverencia, la que él respondió del mismo modo.

—Un placer —dijo amablemente.

—Jane, él es mi hermano mayor, es dueño del restaurante.

—La comida está deliciosa.

—Muchas gracias. ¿Ves Seok Jin? Tú siempre te estás quejando.

—A Jane solo le importa que la comida tenga sal y sea comestible.

—Oppa —le riñó ella dándole un golpe amistoso.

El mayor sonrió de un modo similar a como lo hacía Jin.

—Tengo que atender unos asuntos, sigan disfrutando.

Unas cuantas conversaciones más fueron suficientes para terminar el almuerzo. Él le pidió que se adelantara a la camioneta para despedirse de su hermano. Le parecía divertido que cuando niños disputaran por el favor de sus padres y por cosas sin sentido. Ahora ya como hombres hechos y derechos con obligaciones laborales o paternales en caso del más mayor, se habían hecho más cercanos. Discutían en algunas ocasiones, pero su relación se volvió más estrecha.

Al notarlo su hermano se separó del personal para darle un espacio cómodo para conversar.

—Ya nos retiramos hyung. Tengo ganas de ver a mi pequeño sobrino, iré a visitarle un día de estos. Sus pequeños ojos merecen ver un rostro guapo, no lo privaré de eso.

—¿Qué dices? Su padre es guapo.

—Lo eras más joven, ahora soy más guapo que tú.

No le quedó más que reír.

—Es la primera vez que traes a una chica a mi restaurante. ¿Es una amiga cercana?

Fue consciente de sus orejas calientes, seguro se estaban poniendo rojas.

—Sí.

—Noté la complicidad y confianza en ambos, debe ser especial.

—Jane es alguien que te da rienda suelta a ser quien eres. Es amiga de los miembros también.

—Ya veo.

—Tengo que irme hyung, cuídate.

—Tú también.

Jane reía ante su teléfono cuando él subió al vehículo. Parecía estar intercambiando mensajes con alguien porque tecleaba y esperaba la respuesta. ¿Estaría hablando con algún amigo de su trabajo? O algún compañero de sus clases de maestría... Fuese quien fuese debía ser divertido para hacerle reír a carcajadas.

—Yoon Gi oppa dice que debería estar celebrando mi día en el hospital haciendo mi labor como enfermera.

Entonces se traba de su amigo pálido. Notó que con ella sacaba mucho su lado bromista y fastidioso. A lo mejor porque también se sentía confiado como él; era la especialidad de Jane.

—Oppa, tomémonos una foto para mandárselo, le echaré en cara que me trajiste a comer por mi día y él no me dio nada.

—Ya.

Se acercó hasta él para capturar el momento. Como la obtuvo en línea la mandó sin percatarse que Jin había salido con expresión graciosa. No pudo contener una fuerte carcajada.

—Oppa mira, sales feo.

—¿Qué? ¿Cómo puedes decirme que salgo feo?

Ella solo se rio, pero él se puso serio y fijó su mirada en la carretera sin voltear hacia ella ni por equivocación.

—¿Oppa está molesto? —le preguntó con voz de niña, pero él le ignoró—. ¿Está molesto el niño? —Lo trató como un bebé hasta hacerlo reír. Sus orejas lo delataron como siempre.

La devolvió a casa, pero él no entró. Dijo que volvía después de arreglar su asunto. Aunque lo pasó bien con él, nuevamente se desanimó porque quería pasar el resto del día con los chicos. Pero nunca se imaginó que al entrar al departamento los hallaría a los seis con una fiesta sorpresa alusiva al día de la enfermera.

—¡Feliz día querida enfermera! —vocearon al unísono.

Aunque quiso suprimirlas lo más que pudo, sus lágrimas salieron una tras otra.

—Chicos, pensé que lo habían olvidado —sollozó.

—Cómo íbamos a olvidarlo si nos lo recordaste a cada rato —rezongó Yoon Gi el aguafiestas.

Jane no recordaba haber pasado su día de enfermera mejor que ese. El simple hecho de comer y beber con ellos hacía que todo fuese maravilloso.

Cuando estuvieron a punto de partir el pastel que tenía una figura de Jane con su uniforme de enfermera, llegó el mayor de todos sorprendiéndolos con el RJ gigante en sus brazos que apenas podía cargar. Era evidente que la chica gritaría como loca.

—Hyung —regañó Ji Min—, opacaste a mi Chimmy.

—Nadie puede brillar más que yo —contestó divertido.

Ella apenas pudo sostener al enorme peluche que era inmenso.

Yoon Gi no desaprovechó la oportunidad para fastidiarla.

—Es más grande que tú, Jane.

A pesar que recibió su mala mirada, eso no hizo que se arrepintiera.

—Gracias oppa —dijo emocionada—, gracias a todos, chicos.

Avanzada la noche los chicos en ronda se dispusieron a beber y charlar sobre la vida. Ella los escuchaba con atención llegando a comprender el motivo de su unión y los lazos fuertes que permitía mantenerlos aferrados. Nam Joon les confió sus inseguridades; sus preocupaciones recientes eran sobre su futuro, lo que añoraba además de lo que temía que pasara. Yoon Gi no tenía ningún pensamiento, aunque les confesó que a veces la soledad lo desalentaba un poco.

—Pero nos tienes a nosotros —opinó Tae Hyung algo ofendido.

Jin que se había mantenido en silencio decidió hablar.

—Es algo inevitable, uno puede estar rodeado de mucha gente y seres queridos, pero cada quien tiene su vida; de pronto te sientes vacío sin explicación alguna.

—Lo he sentido en muchas ocasiones —señaló Jung Kook.

Repentinamente Jane se sintió abatida. El alejarse en su adolescencia de su familia y crecer sin ellos definitivamente los había marcado. Solo se tenían a unos a otros para no caer, luego a army que se convirtió en su base consolidada, pero les seguía faltando esa pieza importante que aun no alcanzaban, pero que ni ellos mismos sabían de qué se trataba.

Estaba segura que nunca se había sentido sola, incluso viviendo lejos de su amada familia, a pesar que los extrañaba a mares, ese sentimiento era desconocido para ella.

El ambiente se tornó triste. Jung Kook siendo el más sensible sollozó, Hobi estando sentado a su lado lo hizo también. Después le siguió Tae y Ji Min. Yoon Gi bajó la cabeza, pero Nam le dio una suave palmada. Y Jin... él tenía la mirada desolada. Ya desde antes hubo notado que se hacía el más fuerte porque la presión de ser el mayor estaba sobre sus hombros. Pero también necesitaba ser consolado porque su dulce corazón sufría tanto como los del resto.

Sus ojos dieron en su mano grande que reposaba sobre su muslo. La comparó con la suya cuando sintió el deseo de tomarla. Se lo pensó miles de veces ya que se sentía algo incapaz, pero sus ganas de confortarlo le orillaron a hacerlo finalmente. Colocó su temblorosa mano sobre la mano grande de él. En un atisbo de nerviosismo y emoción la miró sorprendido, aunque luego centró su atención en el agarre.

—Tu mano es tan pequeña Jane...

—Puedes tomarla cuando la necesites Seok Jin oppa.

—Lo haré.

Con calmosa lentitud giró su mano para entrelazar sus dedos con los de ella para mantenerlos unidos el resto de la velada.

La suavidad y delicadeza de su tacto significó un cúmulo de sensaciones. El mejor toque había sentido en toda su vida. 

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