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07: Compañero

CAPÍTULO 7.

JiMin abrió los ojos lentamente a ese nuevo amanecer rosa, que se deslumbraba a través de las ventanas y rodó su cuerpo flojo en las suaves sábanas.

En esa fracción de segundo, cuando buscaba comodidad, golpeó contra el cuerpo caliente que dormía a su lado, pacífico y ajeno al mundo. Y en una acción inconsciente, la mano del alfa rodeó su cintura y lo apretó más cerca de su calor, como si deseara que ellos estuviera lo más juntos que sus cuerpos cansados les permitieran.

JiMin suspiró, sintiéndose tan tranquilo y seguro consideró la posibilidad de que se hallara en el único paraíso que existía en la Tierra. Pero entonces lo notó.

No había calor abrasador, el ardor en sus venas había desaparecido y ya nada le dolía. Su Omega se encontraba apaciguado en sus profundidades y el animal había dejado de comportarse con esa excitación infernal, con aquella necesidad descontrolada que lo había vuelto loco.

El celo se había ido, tanto como lo había hecho la noche.

JiMin miró a su alrededor, intentando concentrarse en el mundo real. Un celo lunar era una pesadilla, pero había logrado sobrevivir y ahora todo debería estar resuelto.

O quizás no.

Sus ojos se encontraron con la figura dormida de SeokJin y a pesar de sí mismo, tuvo que admitir que su increíble atractivo y la capacidad de ser el hombre de sus sueños no eran parte de las brumas del celo. El hombre tenía un encanto natural, desnudo y agotado luego de follarlo seis veces en una noche.

También parecía satisfecho, como si JiMin hubiera acabado con su apetito sexual para toda una vida.

Sin embargo, JiMin no podía mirarlo de verdad en este momento. Es decir, estaba mirándolo, pero no lo observaba. Su cabeza daba vueltas frente a la posibilidad que cobraba más fuerza con cada segundo que pasaba a su lado fuera del arrasador celo.

Él no se había imaginado esa conexión entre ellos, estaba casi seguro.

Él no creía haber podido imaginar algo de esa magnitud.

El hombre lo había tomado con la pasión y la ternura de un amante de años, con la energía de un caído ante las redes del amor.

¿En una puta noche? Joder, sonaba tan loco, pero en aquella noche JiMin se había sentido más complacido como Omega que en todo el tiempo desde que se presentó. Ni siquiera su chico favorito había conseguido provocar estas emociones en él.

¿Qué demonios significaba todo esto?

—Umh. —El alfa gimió, moviéndose en la cama sobre su costado.

Finalmente, JiMin lo vio.

Era su compañero.

Y sólo una luna llena podía haberlo hecho de esta manera.

Su autor preferido había dicho una vez que las almas gemelas eran todo lo que alguna vez habías soñado, pero relacionaba la madurez de un lobo con la capacidad para notarlo. Una conexión que casi no se nota, una sensación de intimidad instantánea que solo podía compartirse entre los destinados.

El escritor también había creído mucho en el poder de la Luna sobre la gente, en la manera en que ella podía mover el destino a su placer y la forma en que aquellos que habían evadido su camino predestinado obtuvieron la fuerza de su ira. JiMin debería haber estado en Busan hoy, tendría que haber llegado a tiempo a una reunión matutina con el corresponsal de una pequeña empresa que quería mejorar su publicidad.

Pero no lo hizo.

Él no fue.

Los negocios en Seúl se habían complicado, su mano derecha incluso se ofreció a resolverlo por él en vista de que su celo tendría que aparecer en unas semanas y las negociaciones nunca tenían un plazo establecido antes de concretarse. Sin embargo, JiMin decidió elegir en qué manos caería el contrato y asistir en persona a las reuniones. Todavía cuando no encontró un taxi que lo llevara al aeropuerto durante más de una hora, el vuelo presentó retraso y hacer una reservación en este hotel había sido su última opción, JiMin había ido por ese camino, tercamente.

Tuvo una elección y la dejó escapar.

Ahora, la Luna había escogido por él.

Y sí que tomaba buenas decisiones.

El hombre estaba un infierno de guapo. El cabello oscuro le caía por la frente en mechones desordenados que le daban un aspecto de cama increíble y, oh señor, su cuerpo. Su cuerpo era una trampa de lujuria atrapada en la forma de un alfa en más de sus treinta.

Ellos incluso eran contemporáneos en edad.

JiMin suspiró, humedeció sus labios repentinamente secos y se permitió mirar un poco más abajo de la cintura de su compañero. Las sábanas se hallaban enredadas alrededor de sus piernas y dejaban al descubierto todo eso.

Apartó la mirada cuando el calor arribó a sus mejillas y colocó una mano en su frente, en busca de fiebre. Tenía que estar en las últimas horas de su celo, porque esta lujuria desmedida no podía ser normal. Acababa de mirar al chico por no más de cinco segundos y su polla ya estaba engrosándose bajo las ligeras mantas.

¿Qué clase de unión divina era esta?

Hubo un nuevo gemido de su bello durmiente, tan agudo que parecía que estaba por despertar.

JiMin se detuvo, jadeando una reparación silenciosa en su pecho y aguantó la respiración. Su compañero no despertó.

—Uf. —Murmuró, acercándose al cuerpo cálido un poco más.

—¿Por qué estás tan aliviado?

JiMin abrió los ojos, sorprendido. No fue inesperado que se quedara congelado por un minuto o dos, hasta que un dedo largo y ligeramente húmedo picoteó su mejilla con suavidad. Bueno, mierda. Tenía que hacer algo más que respirar superficialmente y hacerse el muerto.

Se tragó el miedo y lo observó, SeokJin tenía los ojos abiertos y adormilados clavados en los suyos junto con una sonrisa perezosa en su boca.

Era tan malditamente hermoso.

JiMin volvió a tener la boca seca y se sintió tan torpe como un bebé dando sus primeros pasos.

—Hola. —Le dijo y se arrepintió al instante.

La sonrisa de SeokJin creció. —Hola, precioso. ¿Cómo estás?

—Bien. —Estaba jodidamente obligado a decir algo más que eso. Pero, ¿por qué hablar era tan difícil? —¿Y tú?

Oh, no.

Lo próximo que haría sería ofrecer una taza de café.

Que vergonzoso. Absolutamente vergonzoso.

—Estoy genial, cielo. —Las cejas del alfa se fruncieron, cuando su expresión se bañó de confusión. —Aunque no te siento muy cómodo, ¿quieres que me vaya o me mueva más lejos?

JiMin iba a preguntar de donde estaba sacando la idea de que no estaba cómodo acurrucado contra él, pero luego, miró su mano apretándose en el brazo del hombre como si su vida dependiera de ello, y la marca roja de sus dedos al soltarlo le dijo que había estado dando la impresión equivocada.

¿Podía, por favor, hacer algo bien esta mañana? No era posible que estuviera avergonzándose así frente al hombre de sus sueños.

Era condenadamente ridículo.

Quizás necesitaba dejar de pensar y así lograría no arruinarlo todo, porque SeokJin se removió repentinamente incómodo en la cama e intentó alejarse. Despacio (como si no quisiera molestarlo), el alfa hizo el amago de levantarse de la cama y JiMin lo sujetó del hombro, sus ojos abriéndose alarmados.

—Está bien, lo entiendo. —SeokJin le susurró, su voz suave como la miel. —Es normal no sentirse cómodo después de... Anoche.

Normal.

¿Qué parte de todo lo que estaba sucediendo era normal? JiMin iba a enloquecer si no podía mantenerlo a su lado; eso definitivamente era aterrador y raro. También era raro que un hombre de negocios que había cerrado tratos multimillonarios, estuviera nervioso y torpe por mantener una conversación con una persona con la que ya había tenido la forma más profunda de intimidad.

No era esa clase Omega, nunca lo había sido. Había estado solo, luchando durante años por levantar su compañía y seguramente podría convencer a este tipo de quedarse.

Lo haría.

Tenía que hacerlo.

—No quiero que te vayas. —JiMin tragó los amargos nervios y deslizó una mano por el pecho desnudo del hombre, sensualmente. —Me siento muy cómodo donde estoy.

SeokJin parecía desconcertado por el cambio y lo demostró cuando todo lo que pudo decir en respuesta fue un bajo: —Oh.

Hubo un latido de silencio, como un punto muerto mientras ambos trataban de determinar que sería lo siguiente, cuál era el movimiento apropiado.

Cuál sería el equivocado.

Finalmente, tras un pesado manto de silencio y el segundo más largo de sus vidas, JiMin sacudió la cabeza y se rindió. Arrastrando las sábanas fuera de su cuerpo, se movió hacia SeokJin y se coló a horcajadas sobre él.

Las manos del alfa se sujetaron de sus caderas. Lo detuvo en menos de una fracción de minuto.

—No creo que eso esté bien. —Pero sonaba sin aliento y sus ojos estaban vidriosos, fijos en su pequeña polla erguida entre ellos. Incluso, JiMin podía sentir la dureza de su polla alfa presionando contra su culo.

Sin embargo, él tenía más fuerza de voluntad que cualquier ser humano en esta Tierra, al parecer.

—No está bien, cariño. —Aseveró suavemente.

A JiMin le importaba un carajo lo que estuviera bien y lo que no.

Tomaría lo que le pertenecía.

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