06: Gloria
CAPÍTULO 6.
SeokJin veía el sudor gotear desde las puntas de su cabello y caer sobre los desnudos pezones rosas del hombre debajo de él, también lo sentía correr a través del pasaje de su nuca hacia su espalda. Los brazos le temblaban.
Estaba costándole un infierno de mierda quedarse quieto.
Era todo tan malditamente caliente, apretado y profundo que estaba seguro de que iba a volverse loco muy pronto si no conseguía controlarse, si no detenía la bocanada de gloria pura que sus pulmones estaban absorbiendo.
Jesús. Dios. Mierda.
JiMin era húmedo, lubricado como una puta de una película porno y su polla hacia ese sonido de chapoteo y "deslizamiento" que probablemente era ridículo. ¿Qué clase de calor Omega era este? ¿Desde cuándo una Luna llena era tan jodidamente intensa? SeokJin había atendido demasiados celos para contarlos, pero jamás había tenido un omega como este a su merced.
Un Omega tan rico.
Oh, señor.
Estaba perdiendo la cabeza ya.
—Papi. —Un sudoroso dedo delicado y Omega pellizcó su mejilla. —¿Por qué no soy todo para ti?
SeokJin lo miró, sus mejillas sonrojadas brillaban bajo las tenues luces naranjas de la habitación y el resplandor de las estrellas que entraba por las ventanas daba un destello blanco a su piel, como si estuviera hecho de diamantes. Pero dios, ¿cómo un hombre que se veía así, podía ser tan suave y dulce? ¿cómo unos ojos inocentes como esos, podían pertenecerle a alguien cuyo cuerpo lo apretaba con tanta deliciosa, resbalosa fuerza?
Esto no podía estar sucediendo.
Esta noche no tenía sentido.
SeokJin jamás- él nunca se había enamorado de esta manera. Tan duro.
¿Qué no era su todo? No, él no lo era.
Él nunca lo sería.
Carajo.
—Bebé. —Su voz no parecía suya mientras decía las palabras ensayadas, como un murmullo ronco que parecía ser de alguien más. —Mi dulce bebé, eres todo.
Los alfas sustitutos habían sido entrenados para decir este tipo de cosas, comportarse de cierta manera. Estaban entrenados para complacer. Pero la forma en que JiMin se sonrojó y sonrió, la pura satisfacción en sus gestos amables, le hizo preguntarse.
¿Por qué ellos, dos personas sin nada en común, se habían encontrado justamente en una noche de luna llena? Un mundo así de grande, plagado de millones de caminos a seguir, ¿por qué los había llevado aquí esta noche?
El mundo bajo sus pies se tambaleó.
—¿Sí, papi?
Y otra vez.
—Tú también eres todo para mí.
Y otra vez. Otra. Jodida. Vez.
SeokJin necesitaba sacarse esto de la cabeza, necesitaba dejar de creer que lo que estaba sucediendo había sido parte de alguna conspiración fabulosa del destino. Él no era un hombre con suerte, nunca lo había sido y nunca lo sería.
Tener a este chico retorciéndose debajo de su peso y jadeando por su polla ya era demasiado, pedir más sería pretencioso. Es decir, podía follarlo hasta satisfacer sus necesidades naturales, pero ¿qué le hacía pensar que un Omega ricachón y hermoso, caería enamorado de él o siquiera se sentiría atraído, en una sola noche de calor?
Estaba siendo estúpido, imaginando cosas.
Había venido aquí para hacer su trabajo, cobrar e irse. Nada más, nada menos.
Tenía que parar con las fantasías. Las suyas no eran las que estaban por cumplirse, tampoco las que fueron consideradas por este Omega. JiMin esperaba por lo que había comprado y SeokJin no podía quitárselo por armar una historia loca de amor a primera vista o algo similar a esa mierda.
Haría lo que tenía que hacer y se iría.
SeokJin mordió un gemido devuelta dentro de su boca y observó sus propios dedos envolverse alrededor del rígido pezón del Omega, movió sus caderas un poco entonces y apretó el pequeño botón mientras se empujaba profundamente dentro de él.
JiMin jadeó, clavando sus uñas en sus hombros y abrió los muslos hasta su límite, permitiendo a su cuerpo grande colisionar más fuerte. Finalmente, su polla se deslizó y deslizó en su apretado y mojado agujero, follándolo tan duramente contra el colchón como sus rodillas le permitían.
La cama dió un chirrido que probablemente un hotel de esta categoría no debería poder permitirse, mientras SeokJin se tragaba los gemidos del frenesí.
—Papi, papi. —JiMin rogó, sacudiéndose de placer. —Papi, más duro.
Entonces, SeokJin se lo dió más duro. Y más duro después de eso.
SeokJin le dió todo lo que pidió, cepillándose en su interior lo suficientemente fuerte como para golpear ese dulce, glorioso punto dentro de su cuerpo. Se lo dió, hasta que su pequeña polla Omega goteó contra su estómago presagiando su clímax.
Se lo dió, hasta que su mano consiguió envolverse en el pene del hombre a través de las embestidas y cuando el chico se corrió con un gemido estrangulado saliendo de entre sus labios hinchados. Hasta que el condón se llenó e impidió el nudo.
Hasta que el calor en la habitación disminuyó.
Luego, volvió a dárselo cuando el arrasador celo lo requirió.
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