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01: Vergonzoso

CAPÍTULO 1.

Estaba aquí.

JiMin podía sentirlo en la necesidad salvaje de rascarse la piel hasta arrancársela, en el sudor pegajoso que se deslizaba por el puente de su nariz y por la exasperación de su lengua por alcanzar las gotas de agua. Lo sabía por el calor que quemaba desde adentro hacia afuera, asando la piel sobre sus huesos.

Lo sabía por la cruda hambre voraz, que tenía a su Omega gimoteando y revolcándose en las sábanas demasiado calientes.

Su celo había llegado.

—Joder. —JiMin se giró, restregándose del almohadón que había estado bajo su pecho por alguna razón y maldijo de nuevo. —Puta mierda, esto no puede estarme pasando durante una luna llena.

Realmente, esto no tendría que estar sucediendo. Pero ese- ese chucho estúpido. Había logrado adelantar su celo por lo menos dos semanas y lo había hecho tan sorpresivo que no lo notó hasta que ya estaba ahí.

Esto era malo. En serio. JiMin estaba en una situación muy difícil y reconocerlo le trajo solo un poco de alivio. Aún no había perdido la cordura ni la percepción de su realidad, así como los pensamientos semi-coherentes, pero lo haría pronto.

Tenía que encontrar una solución antes de que eso sucediera.

Pero, oh señor, se sentía tan cansado.

Era como si su cuerpo pesara más de una tonelada y únicamente un gran, sexy y provocativo alfa desnudo pudiera levantarlo de su húmedo lecho. Aunque, por supuesto, las intenciones de su Omega para permitirse ser alzado de la cama no eran precisamente las que necesitaba en este momento.

JiMin estaba tan avergonzado de él para ese instante. Sabía que el traicionero animal salvaje aceptaría el trato con un par de condiciones, y ellas siempre incluían una polla en la que ser empalado inmediatamente después de una sesión de besos o su agujero siendo preparado para una fiesta privada e íntima que duraría toda la noche. A puerta cerrada, con seguro. Las luces tenues hasta que la piel brille bajo los reflejos dorados y plateados de la medianoche; el fuerte alfa acariciaría su piel como si fuera un tesoro preciado y luego tendrían toda la diversión que ambos se merecían.

Pero eso no estaba sucediendo, mierda y tenía que parar con las fantasías que solo aceleraban el proceso.

JiMin gruñó, regañándose por caer en las lagunas de celo cuando no tenía más de diez minutos desde que había comenzado. La sensación de su culo mojado estaba incrementando y las feromonas aumentaban alrededor de la habitación. Cualquier depredador en las proximidades podría olerlo en unos cuantos minutos si no conseguía detener el impulso animal naciendo de su Omega, que buscaba llamar a un compañero dispuesto.

Esto jodidamente no debería estarle sucediendo y la situación iba poniéndose peor: tenía el deseo de apretar las piernas hasta que una de ellas rozara su entusiasta pequeña polla, también quería saber qué pasaría si ponía sus dedos justo en ese lugar que estaba rogando por algo para llenarle. Pero si lo hacía, entonces las cosas se volverían más complicadas, considerando que su Omega estaría anhelando el aumento de la intensidad, el siguiente paso. La siguiente ronda.

Dios, había tenido suerte de llegar a su hotel después de una despedida temprana, también de que ninguno de sus socios o accionistas estuviera presenciando los minutos probablemente más vergonzosos en sus treinta años de vida. El contrato estaba firmado y la tinta se secó sobre el papel hasta que se hizo imborrable, se había asegurado de ello por los pelos.

Había estado en este viaje de trabajo en Seúl durante una larga y agotadora semana, después de cancelar una reunión con un posible cliente sin mucho reconocimiento y todo en su agenda; había abandonado su ciudad natal de Busan por las negociaciones más complejas que había llevado a cabo en años. Así que Jimin se mantenía lo suficientemente agotado como para que un celo inesperado y cruelmente fuerte fuera la gota por derramar el vaso de su paciencia.

Luego estaba la soltería. Ser un Omega soltero en medio de un calor como este significaba sufrimiento en toda la extensión posible de la palabra, y si no había un alfa haciendo su periodo de apareamiento más fácil, esto sería un desastre de feromonas.

Vergonzoso. Absolutamente vergonzoso.

JiMin suspiró, apoyó su mejilla ardiendo del colchón y se forzó a estirar un brazo hacia la mesilla de noche en una rápida solución al problema. Su celular, tenía que obtenerlo y todo sería más conveniente.

Había que encontrar un alfa. Uno que sea tan guapo que no le moleste escalarlo como a un árbol y, por supuesto, que también estuviera cachondo. Pocos alfas podían permitirse mantener satisfecho a un Omega en celo, menos uno a mitad de una poderosa luna llena de equinoccio.

Más sudor se adhirió a su cuerpo por el esfuerzo, pero consiguió el teléfono. Sus dedos resbalaban en la pantalla y sus ojos estaban tan cerrados que era extrañamente complicado ver bien lo que estaba haciendo. Él llamó, a través de la marcación rápida entonces.

—Buenas noches, somos Want me. Su servicio élite de alfas de alquiler. —La voz de la secretaria sonaba divertida, por lo que JiMin quería ver su cara y escupirla en una agresiva represalia Omega. —¿En qué podemos ayudarle?

—Es Park JiMin, cliente de nivel diamante.

La línea enmudeció solo un momento, después había un hombre con un tono formal y cálido respondiendo la llamada del otro lado. Su chico habitual; el alfa que atendía sus celos con regularidad.

Él le dijo con esa suavidad alfa que hizo a su Omega ronronear: —Querido, es un placer escuchar tu voz de nuevo. ¿En qué podemos servirte, JiMin?

—Necesito... Yo- sabes lo que necesito, ¿cierto? —JiMin quería patearse por la respuesta tímida. Carajo, este celo iba a acabar con su reputación de hombre de negocios controlado y siempre en calma. —Por favor. Me está matando.

—Está bien. —Una risita. —¿Dónde estás, cielo? ¿En tu casa de campo?

JiMin dudó todavía más antes de dar su respuesta.

—En Seúl.

Hubo un latido de silencio, más incómodo que el anterior.

—JiMin, ¿en serio estás en otra ciudad? Jo, bebé, no puedo ir allí tan rápido como me necesitas.

—Por favor. —Su naturaleza Omega le hacía pensar que todo se arreglaba rogando por ello, pero la parte humana de sí mismo que aún tenía un poco de poder, sabía que era más difícil que eso.

No perdía nada intentando, sin embargo.

Como un golpe de regreso a la realidad, el hombre le dijo exactamente lo que se esperaba: —Lo siento, amor. A menos que puedas esperarme dos horas a que tome el tren hasta allí, y no lo creo, no hay nada que pueda hacer.

—Te pagaré un vuelo directo.

El chico no intento disimular el gemido estrangulado que salió de su garganta. —Nene, sé que eres asombrosamente rico y todo eso. Pero todavía es una hora de viaje, mínimo.

JiMin golpeó la cama con un puño, la sensación febril mareándolo.

—¿Qué puedo hacer? —Suplicó. —¿Qué tengo que hacer? Me duele, lo necesito.

—Oh, querido. Cómo quisiera ayudarte. —Él tarareó. —¿Sabes qué? Creo que tengo una manera. Conozco a un chico de una compañía en Seúl que puede darte el servicio que te mereces, ¿qué tal? Le llamaré y tendrás todo tu servicio de lujo y un alfa de élite para amarte esta noche.

Esta noche.

JiMin de verdad quería sobrevivir a ella.

—Lo que sea. —Era un ruego y Jimin no recordaba la última vez que había rogado por algo. —Por favor, tráelo ya.

—De acuerdo, bien. Me pondré en ello ahora mismo.

—Y Tennie.

—¿Sí, bebé?

—Gracias.

Él se rió entre dientes y luego colgó.

JiMin solo pedía a la Luna que permitiera que ese hombre lo ayudara antes de que se volviera loco, mientras empujaba una mano dentro de su ropa interior para un pequeño trabajo manual que fue imposible de evitar.

De nuevo, esto era jodidamente vergonzoso.

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