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Capitulo nueve

Después del beso, los gritos de las personas eran tan ensordecedoras que tuve que separarme de Malcolm para ver el alboroto. Desde el barandal donde los famosos solían recargarse había un chico que saludaba a la multitud. Tenía el cabello rubio peinado hacia arriba y un atuendo que había visto en Malcolm durante el documental que Ellie había puesto más temprano.

Miré hacía Malcolm, sólo para encontrarlo mirando molesto hacía arriba.

—¿Qué...?

—Ellos necesitan algo de mentiras para seguir viniendo aquí —se encogió de hombros—, tengo que irme, yo no... no me siento bien.

No esperó una respuesta de mi parte, me dejó sola en la pista mientras todos seguían gritando por Malcolm Cox.

++

Cuando volví con mis amigos, Ellie estaba llorando, diciendo que había logrado ver a Malcolm, que seguía siendo tan hermoso y perfecto como antes. La abracé y dejé que siguiera divagando, incluso si yo sabía que el que saludó, no era él.

Poco después la música continuó, los artistas de moda volvieron a sonar y poco a poco, la fiebre del gran artista de rock, desapareció.

Cuando Mackenzie nos llevó la cuenta, dejó un papel en la mano de Ellie, quien frunció la frente y luego vi como lentamente comenzaba a llorar. Tomé el papel en su mano y casi grito de la emoción.

Ellie. Me contaron que eres una gran fan. Con cariño. Malcolm Cox.

Su firma, increíblemente bonita, llenó el resto de la hoja.

—¿Tú lo hiciste? Le hablaste a tu amigo sobre mí y él de alguna forma consiguió que Malcolm lo firmara ¿cierto?

Amaba la imaginación de Ellie, asentí hacia ella y sonreí. Si ella me había ahorrado la explicación y quería creerlo, ¿quién era yo para desmentirla?

Cuando llegamos al departamento, todos los conocidos de Ellie ya sabían sobre el autógrafo que había recibido.

04 de Octubre 2016

Así que esto es todo por el video de hoy. Aunque antes de irme, quisiera enviarle un saludo súper especial a cierta chica en Dublín que está muy emocionada de saber que estamos en la misma ciudad. Maddie, hermana de Mackenzie, ¡Hola!

Subí el video a internet, y esperé que realmente Maddie se sintiera feliz, justo como mi mejor amiga lo era.

Preparé un par de palomitas y esperé a que Ellie pusiera otro capítulo de vampire diaries. Ambas habíamos salido temprano por lo que a mí me había dado tiempo de editar un nuevo video y a ella de hacer su montón de tareas que tenía atrasadas, ni siquiera me acerqué a su habitación porque la conocía, me hablaría de fórmulas matemáticas por horas. No podía culparla. Yo hacía lo mismo cuando se trataba de libros.

Algunos capítulos después y cien mil insultos a Elena, preparamos algo para cenar y nos fuimos a acostar.

Mi rutina de noche consistía en revisar comentarios en mis videos y redes sociales, ya que me gustaba estar al contacto con las personas que se tomaban el tiempo para verme. Muchas veces les respondía con algo breve, otras incluso llegaba a establecer diálogos profundos.

También veía videos de otros booktubers (tenía varios amigos en la red y nos veíamos durante las convenciones). Me emocionaba tener gente que compartiría mis gustos de lectura.

Un mensaje llegó mientras veía a una chica de Estados Unidos hablar sobre sus lecturas del mes.

Malcolm: Mi hermana está hiperventilando. Gracias.

Gianna: De nada, y gracias a ti por lo de Ellie.

Malcolm: Lamento haberme ido aquel día.

Gianna: Te entiendo, no hay problema.

Malcolm: ¿Quieres ir a comer algún día? Conozco un lugar increíble.

Gianna: Por supuesto.

07 de octubre 2016

—No puedo creer que te cortaras el cabello —murmuró Ellie.

La verdad es que no me gustaban los cambios, pero la verdad es que si estaba demasiado largo, gastaba una cantidad increíble de shampoo, tardaba horas peinándolo y ya no podía soportarlo. Además, quería saber si era cierto lo que la gente decía sobre cerrar ciclos. Había pasado interminables horas viendo las redes sociales de Charlie. Él no se veía triste, subía fotos con sus nuevos amigos, y dos días atrás de hecho había subido una ecografía, su bebé estaba creciendo muy sano, según lo que él decía.

Ellie me había dejado llorar hasta que me quedé dormida y cuando desperté, sabía que tenía que dejar ir todo lo que había tenido con Charlie. Lo eliminé de mis redes sociales, si alguien creía que era infantil es porque nunca había tenido un corazón roto. Luego llamé a la chica del salón de belleza y programé una cita.

—Tenía que hacer un cambio —regresé mi mirada al teléfono, Malcolm y yo llevábamos tres días hablando y me tenía divertidísima.

Malcolm: ¿Paso por ti a las siete?

Gianna: Si. Te llevarás una sorpresa cuando me veas. Avísame cuando llegues y bajaré, Ellie te reconocería al instante si subes al departamento.

Malcolm: Deberíamos de buscar la manera de decirle.

—¡Gianna! Te estoy hablando, por Dios, deja ese teléfono. ¿Estás segura de que quieres pintar tu cabello de ese tono?

—Totalmente.

++

Mi cabello ahora llegaba un poco por debajo de los hombros y tenía un tono más claro en las puntas. La verdad es que me había gustado demasiado mi nuevo look. Luego de mi ducha, me tomé mi tiempo para maquillarme, se supone, Malcolm y yo estábamos saliendo como amigos, pero aun así tenía la necesidad de querer lucir bien. Además a Charlie jamás le gustó que me arreglara demasiado, siempre me dijo que así era bonita, pero también me gustaba el maquillaje, ¿eso era un delito?

Faltando diez minutos a las siete, mi teléfono sonó con un mensaje. Malcolm había llegado.

—¿Él no va a subir por ti?

—Nop —le dije a Ellie mientras me ponía mis botines—, no quiero que lo acoses.

—¿Qué clase de amiga sería si no lo reviso primero?

—Ya me voy. Te amo.

—Igual.

Malcolm me esperaba recargado en un auto oscuro brillante. Sonrió al verme y cuando me acerqué, besó suavemente mi mejilla.

—Absolutamente sorprendido. ¿Quién eres tú y qué hiciste con Gianna? Te ves increíble, tus ojos se ven más bellos que de costumbre.

—Es porque no son ojos de borracha, Malcolm.

—De borracha o no, son hermosos —dijo mientras me abría la puerta del auto.

Subí y saludé a Ethan sentado en el asiento del conductor; Malcolm subió junto a mí y nos pusimos en marcha.

—Así que, amigo, ¿A dónde iremos?

—Es el restaurante de un amigo. Es pequeño, tiene poco tiempo pero está increíble, es italiano.

—¿De verdad? Sé que me gustará, de hecho. Mi padre es Italiano.

Ethan detuvo el auto y Malcolm me ayudó a bajar. Caminamos hasta la entrada, donde una chica nos guío hasta una mesa alejada de todas las demás. El lugar estaba iluminado con pequeñas luces colgadas en forma de estrellas. Daban un aire romántico.

El menú estaba en italiano, y agradecí a mi padre por haberme enseñado de pequeña algunas cosas. Me sorprendí al ver los precios, y estaba dispuesta a pagar por mi comida, aunque dudaba que él lo pidiera. A veces veía comentarios de chicas hacia otras chicas donde las insultaban por dejar que alguien les pagara las cenas lujosas y demás, pero en muchas ocasiones yo no estaba de acuerdo con esa clase de comentarios. Es cierto, no tenías que depender de alguien ni esperar nada, pero si el chico te estaba invitando, era porque tenía la intención de hacerlo, no estaba obligado. Y chicas, sinceramente, si yo tengo la oportunidad de invitarlo a algún día, con gusto lo haría, lo llevaría a un lugar donde disfrutáramos de una buena comida sin importar el dinero, eso es lo que hace la gente con dinero regularmente ¿No?

Malcolm me preguntó por lo que quería de beber y acordamos que la comida estaría bien con un vino. Luego, pedimos nuestros respectivos platillos y esperamos.

Me preguntó por mi familia.

—Soy hija única. Mis padres son agentes de bienes raíces. Eh, papá se mudó a los quince a Manchester con su madre y su padrastro. Y conoció a mi madre en su primer año de universidad. Se casaron un año después pero no me tuvieron hasta que estaban cumpliendo su décimo aniversario de bodas. De hecho, como que les arruiné su festejo, mamá entró en labor de parto mientras cenaban.

—Wow, eso es algo muy dulce. Una gran pareja ¿no?

—La mejor, incluso en más de treinta años de matrimonio se siguen comportando como recién casados. Son perfectos ¿Sabes? Alguna vez deseé tener algo como eso.

—¿Ahora ya no?

—Lo quería con Charlie, pero ahora él lo tiene con alguien más —traté de no deprimirme, esto no era la forma de tener una cita—, como sea ¿tú tienes el mismo tipo de padres? ¿Quieres algo así de bonito?

—Respondiendo a la primera pregunta. Si, mis padres son increíbles. Se hicieron pareja cuando tenían quince pero fueron padres muy jóvenes, diecisiete años. Definitivamente fue muy difícil para ellos y contra todo pronóstico, lo han logrado. Veintinueve años juntos y tres dolores en el trasero llamados hijos. La segunda pregunta es más complicada, porque no lo sé. Antes lo único que quería en mi vida era cantar —se detuvo mientras el mesero nos dejaba nuestra comida—.

Malcolm no siguió hablando, sino que comenzamos a comer. Era delicioso, incluso mejor que en otros restaurantes a los que había ido. Se lo hice saber y él prometió presentarme al chef más tarde. El vino sabía increíble también, y yo no era una gran fanática. Hablamos de más cosas, regularmente sobre otras comidas. Él tenía más anécdotas que yo, porque disfrutaba mucho de la gastronomía de los distintos países a los que iba de gira.

La mesera retiró nuestros platos y nos ofreció un postre, cortesía del chef. Aceptamos.

—Siguiendo con esa respuesta incompleta, lo único que quería era cantar, pero ahora que no tengo eso, en realidad no sé lo que busco de la vida. Nunca me he enamorado con tal intensidad para querer algo así con nadie. La última novia seria que tuve fue antes de volverme famoso. Supongo que solo necesito encontrar a alguien con quien todo eso tenga sentido ¿No?

—¿Encontrar a alguien que ni siquiera estás buscando? Buena suerte.



¿Qué les está pareciendo?  

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