Primera Melodía.
09:10 p.m.
¡Maldita sea!
Exclamo furioso
cuando la alarma de los más terribles demonios
me despierta,
avisándome que llego tarde
a mi quinta audición del maldito y desdichado mes.
Me levanto pateando las sábanas
que me apresan y hago lo mismo
de cada mañana en este último tiempo;
asearme, vestirme,
darle de comer a Odengie, mi pequeño pétauro de azúcar,
pero con una rapidez
que envidia la velocidad luz
en la que sólo
alcanzo a coger un durazno del frutero
al lado del lavavajillas.
Refunfuño y maldigo
a los inquilinos de arriba de mi
pequeño y modesto piso,
que no me dejaron dormir anoche
por la ruidosa música de los parlantes
y provocaron en mi rostro
dos ojeras oscuras
como las de un muerto
en mis pómulos marcados.
Saludo a Jun con un ademán
cuando lo veo cruzar en calzoncillos por el salón,
viene de Hong Kong y comparte piso conmigo,
además de Mingyo y Minho.
Me coloco el bolso colgado del hombro y salgo
tratando de ponerme mi abrigo
mientras que en mi brazo cuelga
una bufanda azul.
Saco mis llaves del bolsillo trasero del pantalón
y me subo a mi viejo traste de auto estacionado frente al edificio,
después de tirar mi bolso en el asiento trasero
maldiciendo al recordar que tengo mi laptop dentro
y que debo ser más cuidadoso.
Agradezco que en las calles no haya tanto tráfico,
porque piso el acelerador y adelanto auto por auto
hasta que sólo me faltan unas cuantas calles
para llegar al lugar de la audición.
Los rayos del sol saliente
entre las nubes blancas y los árboles
me entorpecen,
una señora a la orilla de la vereda va a cruzar la calle
pero soy yo quien tiene preferencia,
así que voy a doblar en la intersección
cuando un rayo de luz vuelve a dar en mis ojos
y pestañeo.
***
No sé cuánto dura un pestañeo,
tal vez una ínfima cantidad de segundos
o una eternidad,
pero todo se vuelve lento
al ver como un chico aparece con el viento
y cruza la calle
mirándome
cuando estoy a punto
de impactar
contra
él.
***
Aprieto el freno como si mi vida,
aunque sé que es la de él,
dependiera de ello
y es tal la fuerza
que terminó golpeándome la frente con el manubrio,
el cual no he soltado en ningún momento
porque de repente me tiembla todo el cuerpo
como si me fuera a desarmar.
Se me corta la respiración.
Mi corazón deja de latir
cuando escucho un sonido seco
impactar contra el capó y el silencio total
en el que deseo
haberme despertado
media hora y un minuto antes.
***
Cuando seas grande, Jinnie,
entenderás que el amor nunca es ni sucede como uno se lo imagina.
Las personas son impredecibles.
Por más que pienses que son de una forma,
también existe otra dentro de ellos.
Una totalmente diferente.
Lo escucho atentamente,
pero no puedo entender la magnitud de sus palabras
en ese instante.
¿Qué significa impredecible?
Mis ojos ingenuos de niño
lo miran fijamente sentado desde la alfombra.
Algo que no puedes adivinar o que no esperas que suceda.
Amar es impredecible, porque nunca sabrás de quién te enamoraras.
Me responde
y mis ojos pasan al pequeño de unos cuatro años
sentado en su regazo,
que toma de su biberón y sonríe mostrándome sus dientes
mientras señala el libro de cuentos que está a su lado.
Mi padre acaricia sus pequeñas manitas
y le sonríe de vuelta.
Papá, entonces...
¿Cuándo sea grande tendré muchas versiones de mí?
Le pregunto.
Veo como mi padre
vuelve a mirarme
y sé que dirá algo.
Algo que no puedo oír.
Algo que ya no puedo recordar.
***
¡Oh, mierda, ten más cuidado!
Abro los ojos estupefacto,
viendo como el chico al que casi atropello
golpeó el capó de mi auto con sus manos,
dejando una pequeña abolladura
en el intento por esquivarme.
Está totalmente ileso.
Siento un alivio que me provocan ganas de llorar,
porque estoy crudamente consciente
de que casi termino
con la vida de alguien.
***
Y de repente
lo
conozco.
Su voz.
Su rostro
toma forma frente a mis ojos
como la luna tras las nubes en la noche.
Ese cabello de color canela,
un poco más oscuro que su piel,
sus labios gruesos y sus ojos cafés como las nueces,
la fornidez de su cuerpo
debajo de esa ropa semi formal
y el hecho de que
es más alto que yo
o cualquier otro chico
que conozca.
Él me mira,
ladeando la cabeza y musitando algo
que no soy capaz de oír.
Pero por la forma
en la que se mueven sus labios
sé que dice mi nombre.
¿SeokJin hyung?
Trago saliva y reponiéndome salgo del auto,
apenas sacando un pie,
apoyándome en la puerta y en el techo del auto.
Siento como el aire
me ha vuelto a los pulmones,
dejándome respirar.
Hola, Namjoon.
***
Tenemos a un compañero nuevo hoy, chicos.
Levanto mi mirada de las cartas de juego
que me muestran mis amigos
y me siento derecho en mi asiento,
fijándome por primera vez
en la silueta de un chico sonriente
con hoyuelos en sus mejillas
frente al pizarrón.
Se ve claramente incómodo
al ver como todos lo miran,
pero a mí no puede importarme menos.
La profesora le sonríe,
dando pie para que hable.
Y el chico lo hace.
Mi nombre es Kim Namjoon.
Mi familia y yo somos de Ilsan,
pero nos mudamos
aquí hace poco,
es un gusto conocerlos a todos.
Espero que nos llevemos bien.
El chico termina de hablar
y se sienta en una de las sillas
del fondo de la sala.
Por alguna extraña razón que no comprendo,
sus hoyuelos
me parecen
adorables.
***
¡Casi me atropellas, Park Seokjin!
Namjoon me mira
con los ojos desorbitados y su boca abierta,
como si no pudiera creer que fuera yo.
Arrugo el entrecejo por reflejo
y la rabia me pica en mis mejillas sonrojadas.
¡Tú fuiste el idiota que se atravesó!,
¡Estaba en verde!
Hasta la abuela que está ahí se detuvo.
Alzo la voz,
incapaz de contenerme,
porque sé que en realidad sigo asustado.
Namjoon suspira mirando a la anciana que
sin mirarnos
cruza la calle,
desviando la mirada desde la mía a los audífonos negros
que se le han caído al piso.
Sí, tienes razón.
Lo siento.
Estaba escuchando música
y no te vi
ni te escuche.
Me dice y yo exhalo,
tratando de calmar el temblor en mis manos.
El susto aún carcome mi piel.
Silencio.
Odio los silencios.
No importa, Namjoon,
sólo ten cuidado cuando cruces la calle,
¿No te han dicho que tienes que mirar
para ambos lados cuando cruces?
Recuérdalo, por favor.
No querrás morir el día de tu cumpleaños.
Namjoon alza la mirada hacia mí,
curioso y atolondrado.
¿Cómo sabes que hoy es mi cumpleaños?
Sonrío de lado con desgana.
Cuando hablo con Namjoon
nunca tengo ganas de sonreír
y eso me molesta.
No sé el porqué,
por más que haya tratado de responder
a esa pregunta mil veces.
No odio a Namjoon.
Simplemente no nadamos
en la misma corriente
directa al mar.
Media universidad habla sobre tu fiesta de mañana.
Sus ojos brillan
interesados por un instante.
¿Tú irás?
Me volteo para ver la calle,
donde un auto se avecina.
Sin mirar mi reloj sé que llego tarde.
No me has invitado,
y tengo que irme ya.
Hasta luego, Namjoon.
Abre más sus ojos si cabe.
Me adentro al auto y bajo la ventanilla
cuando Namjoon se pone a mi lado,
no sin antes mirar hacia ambos lados.
El auto detrás de mí
nos toca el claxón.
¡Espera, SeokJin!
Lamento ser un idiota que casi te convierte en mi asesino,
así que deberías venir.
Estás cordialmente invitado.
Silencio.
Lo miro sin entender.
A mi fiesta de cumpleaños.
Aclara.
El claxon nos asusta a los dos.
Mañana a las ocho... o nueve.
O a la hora que quieras.
Yo asiento.
Aunque no estoy seguro,
solo quiero irme ya.
Veré si puedo,
pero no prometo nada.
Namjoon parece reacio a dejarme ir.
¡Vamos!
Hemos sido compañeros de escuela
durante mucho tiempo,
tienes que ir.
Asiento con la cabeza muchísimas veces para que me crea,
casi mareado mientras veo por el espejo retrovisor
al hombre que nos hace señas desde su auto.
Está bien, sí, como sea.
Adiós y deja de escuchar música en la calle,
¡Sé responsable!
Namjoon cruza la calle y su voz es lo último
que alcanzo a oír de él.
¡Lo seré, Jin hyung!
Y en ese instante
me pregunto
cuándo fue la primera vez
que me llamó así.
***
¿Por qué estás en nuestra clase?
Namjoon es más pequeño que yo
y es el chico más guapo de la clase,
aun cuando es relleno de las mejillas
y las chicas lo molestan por eso.
No lo sé.
Mi mamá dice que me adelantaron dos cursos
porque tengo buenas notas y aprendo rápido.
Yo veo todo de soslayo,
tomando la pelota de fútbol que está a mis pies.
Los tres chicos alrededor del chico nuevo
se ríen burlonamente
y sé lo que harán mucho antes de que le hablaran.
¡O sea que eres un cerebrito!
Exclama uno de ellos mirándole socarrón.
Y yo arrugo el ceño a la misma vez que Namjoon lo hace.
No soy un cerebrito.
Mi nombre es Kim Namjoon.
Siento una sensación de molestia en mi estómago
y en mi garganta,
algo intenso y desquiciante.
Me hace acordar años atrás
cuando se burlaban de mí por tener anteojos,
aunque aun lo siguen haciendo,
creo que la carne fresca
les atrae más.
¡Eres un cerebrito!
Gritan los tres,
en un canto insoportable en el que Namjoon
no aguanta más,
se levanta de la banca dejando su sándwich a medio comer
y empuja al chico que está más cerca de él.
¡Voy a golpearte si me sigues llamando así!
Creo que ya es muy tarde
cuando voy a llamar a alguien para que los detenga,
porque ni siquiera soy capaz de moverme
cuando veo como la nariz de Namjoon
empieza a sangrar.
***
Park SeokJin, número 25, pase.
Estoy sentado con la cabeza en alto
como si pronto fuese mi fusilamiento,
los nervios me carcomen la piel
como picaduras de hormigón
y trato de ahondar
en mis más tranquilos recuerdos
para transmitir que sigo siendo
seguro de mí mismo.
Me hacen pasar a una pequeña sala,
donde una fila de personas
están sentados
frente a una larga mesa.
Se ven con más experiencia que yo
y algunos igual de jóvenes
me observan.
Puedo sentir como me juzgan,
la presión es una mano
que se cierne sobre mi cuello
sin dejarme respirar,
pero por alguna razón,
pienso en Namjoon,
en el reciente reencuentro,
y el hecho de que él
piensa que soy un chico
que vale la pena
invitar a su fiesta de cumpleaños
lo que logra aminorar,
de alguna forma,
mi doloroso nerviosismo.
Puedes empezar.
Es lo que me dicen.
***
Amo lo que estoy haciendo,
es todo lo que siempre quise,
sólo tengo que esforzarme
un poco más...
la pregunta es,
¿Por
qué
no soy
feliz
como
creí
que
sería?
***
<< ¿Has
tenido
pensamientos
suicidas?
¡Llama a xxxxxxxx - x, siempre estaremos para ti!
Recuerda, eres importante
¡Y no estás solo! >>
Es lo que se lee en el cartel
de prevención del suicidio
pegado a uno de los paneles del estacionamiento
de la empresa a la que
audicioné.
Me quedo
mirándolo fijamente
durante no sé cuánto tiempo.
Quisiera decir que no.
Park SeokJin no es
la clase de chico que piensa
en el suicidio.
El problema es que ya no sé
quién soy yo
realmente
o si es alguien más quien está
escondido
tras mi piel.
***
¿Cómo te fue hoy, Hyung?
Pregunta Jimin delante de mí.
Come el espagueti vorazmente
mientras que yo doy vuelta algunos fideos con los palillos,
haciendo ondas y remolinos.
A la cabeza de la mesa está mi padrastro,
un hombre frívolo y manipulador,
y a su lado está mi madre,
una mujer solitaria y hermosamente ingenua.
Fui a una audición,
mi mala suerte me siguió como siempre;
me puse nervioso y empecé a tartamudear,
pero luego me recompuse y terminé la escena
que estaba interpretando.
Aunque algo me dice que no me llamarán.
Me encojo de hombros.
Silencio.
Por primera vez he sido sincero,
pero a nadie parece gustarle.
Como siempre.
Jimin y mi madre me miran extrañados
y mi padrastro ni siquiera se da el trabajo de hacerlo.
¿Por qué tan pesimista, Hyung?
Tú no eres así.
Es como una punzada en la quijada,
en el pecho,
en el estómago.
Las palabras
se sienten como agujas
y yo
un inerte muñeco vudú.
Sonrío como siempre y pongo los ojos en blanco,
con esa típica expresión
que tanto esfuerzo he tejido
a base de falsedades.
Sí, por supuesto que no soy así.
Olvídalo.
Mañana será otro día,
¡Tal vez hasta me consiga el papel principal!
Soy demasiado guapo,
no pueden desperdiciar
este hermoso rostro.
Jimin recompone su sonrisa,
una casi igual a la mía.
La de él es mucho más sincera.
La mía es forzada,
pero ninguno parece saberlo,
porque no me creo ni una palabra
de lo que digo.
No sé en qué momento
dejé de creer en mi mismo,
porque todo parece
más vacío y sin sentido
cuando sale
de mi boca.
¡Claro que eres el más guapo!
Apuesto a que te llamarán,
eres el mejor, hyung.
De repente,
todo me asfixia
y quiero llorar.
No sé que clase de sentimiento es,
no sé si lo siento en realidad,
pero aparece como un rayo de luz
tras las espesas nubes grises
o simplemente la nada misma.
Insisto en que deberías
conseguir un trabajo digno
ahora que te graduaste,
SeokJin.
Dice ese hombre que no tiene rostro,
no tiene alma
y no tiene corazón,
solo un engranaje
en su cuerpo de hojalata insensible.
No sé que expresión hago,
pero es la suficiente como para que mi madre,
bondadosa mujer que todo lo ha dado por mí,
intervenga.
¿Quieres más ensalada, hijo?
Mi boca se seca,
miro mi plato,
levanto la mirada
y sonrío.
Sí, mamá.
Gracias.
Me pregunto
qué diría mi padre
en esta situación.
***
Puedes ser quién tu quieras ser.
Y aún si no lo sabes,
hacer lo que tú quieras puede ayudar a que lo sepas.
Nunca me lo dijo,
sólo lo leí en la última carta con mi nombre.
Me habría gustado
que lo hiciera,
que me lo dijera mirándome a los ojos
cuando aún sonreía para mí.
***
Jinnie, ¿Quieres ver las alpacas?
Me encuentro llorando,
con el rostro húmedo y sucio
por el helado que se me ha caído al piso.
Mi padre trata de limpiarme,
pero sólo logra
ensuciarme más.
Sí, m-me gustan las alpacas.
Musito abultando el labio y sorbiendo mi nariz,
prestando atención a lo que me dice
y que logra desviar mi atención de mi
difunto y querido
helado de chocolate.
Vamos a subirte a mis hombros, entonces.
De repente soy alzado como un volantin,
el mundo es pequeño
y yo soy capaz de ver
absolutamente todo.
Desde los hombros de mi padre
puedo ver a las tan graciosas alpacas
que he visto sólo por televisión
y en libros de animales.
¡Waaa, sus dientes y ojos son tan grandes!,
¡Y sus orejas, mira papá!
Yo sonrío,
olvidándome
de todas mis desgracias.
¿Cómo te sientes ahora, Jinnie?
Mi padre sonríe.
Yo sonrío.
Y sé exactamente cómo me siento.
¡Feliz!
***
¿Cómo te sientes ahora, hyung?
No lo sé.
No lo sé.
No lo sé.
Como todos los días; mejor que nunca.
¿Y tú, Jiminnie?
Respondo indiferente,
mientras friego los platos
y Jimin los seca guardándolos en la alacena.
Muy bien también, ¿Qué harás mañana?
Miro extrañado a Jimin.
Desde que nuestro padre se fue,
apenas habla por decisión propia
y es muy indiferente.
Me he dado por vencido con él
tanto como me estoy dando
por vencido conmigo mismo.
Bueno, me pidieron que hiciera un reemplazo en la universidad,
todas las mañanas durante seis meses.
En la tarde,
tal vez vaya al cumpleaños de Namjoon.
Me mira interesado,
lo que me incómoda aún más.
¿Le llevarás algo a Namjoon hyung?
Niego con la cabeza,
tatareando una canción infantil
antes de responder.
Tienes que ser Park Seokjin.
Tienes que serlo.
¿Quién
es
él realmente?
Ni idea.
No sé que le gusta a Namjoon,
no somos tan cercanos.
Jimin hace un puchero,
juntando las cejas
y notándose desconcertado.
Me pregunto porqué está tan interesado
en cosas que antes le daban igual,
aunque siempre ha tenido
la inclinación de seguirme
a cualquier parte que vaya
a pesar de toda nuestra lejanía.
Pero venía a casa en los veranos
con tus otros amigos.
Pensé que eran cercanos.
Pensar en Namjoon
es sinónimo de misterio.
Podríamos estar todo un día
en la misma habitación
y aun así no sabría nada de él.
Sólo jugamos vídeo juegos en ese tiempo,
no quiere decir que seamos cercanos ahora.
Respondo.
Termino de fregar y me seco las manos
en un paño con flores bordadas.
Miro la piel en mis muñecas,
suave y tersa,
preguntándome que se sentiría
.
.
.
.
¿Qué
se
sentiría
que?
***
¿En qué momento deje de sentir,
de emocionarme
por todo
lo que hacía?,
¿En qué momento la palabra inútil
paso a definir
todo lo que soy ahora?
***
¿Y con quién irás?
Pestañeo confundido.
Levanto la vista hacia Jimin,
quien ha terminado
de guardar todo.
Me apoyo en la mesa de la cocina
y ladeo mi cuello masajeándome
con una mano el estrés
agarrotando mi cuello.
Tal vez con Mark o JaeHwan...
les preguntaré.
Saco mi celular del bolsillo,
pero ni siquiera alcanzo a desbloquearlo
cuando Jimin se sienta en uno de los taburetes.
¿Y tu amigo ese que es bastante pálido?
Recuerdo esa vez que vino y se quedo dormido
en nuestro sillón.
Hago una mueca de desinterés,
porque hace días que no le veo
y tampoco tengo ánimos
para ver a nadie.
Levantarme
por las mañanas
nunca había sido tan arduo para mí.
Ah, ¿Hablas de Yoongi?
No lo sé,
no hemos hablado mucho desde que me gradué.
El bastardo no vino a mi graduación
cuando lo invité,
pero bueno,
de seguro ha tenido otras cosas que hacer.
Tal vez vaya,
¿Por qué lo preguntas?
Espero una respuesta,
una que nunca llega
porque el celular de Jimin
vibra y él lo saca del bolsillo
llevándoselo al oído
e ignorándome por completo.
Espera, Tae me está llamando.
Me quedo en un silencio
contradictoriamente ruidoso
en la cocina de mi antigua casa.
Se me viene a la mente ir a mi antigua habitación,
hacerme un ovillo entre las sábanas
y, sólo si tengo suerte,
morir
unos
instantes.
***
SeokJin Oppa, ¿Vas a venir a verme?
Estoy sentado a la orilla del ventanal
de mi habitación en el lugar que arriendo,
sintiendo el vidrio frío
contra mi frente
mientras veo la ciudad en una
noche eterna y llena de vicios.
Una ciudad que me hace sentir solo
y tan apartado en mi pequeño
rincón del mundo.
Dibujo caritas tristes y felices
en el vaho
de la ventana.
Hola, linda Jisoo,
¿Cómo estás?
Yo bien, perfecto,
¿Y tú?
Respondo burlón, tratando de sonar como siempre.
Me siento cansado.
Estoy tan cansado,
que tengo que poner más esfuerzos
en cada palabra que digo
mientras sostengo el celular contra mi oreja.
¡Te extraño!
No seas bobo, quiero verte.
Su voz no me tranquiliza,
contrario a lo que pienso,
me hace sentir aún más solo.
Mañana iré a la fiesta de Namjoon,
podríamos juntarnos.
No sé porqué lo menciono.
Ya no quiero ir a la fiesta de Namjoon,
pero si no voy,
¿Qué
haría
Park Seokjin?
¿Le regalarás algo?
Yo no.
Le daré un descuento en el cine.
Sabes lo descuidado que es Namjoon,
de seguro rompe lo que le des.
Se ríe.
Yo trato de reírme, pero no puedo.
El vacío se llena de más vacío y es algo que no parece llenarse jamás.
No digas eso,
puede que rompa todo lo que toque,
pero no lo hace con intención.
Jisoo se escucha rara tras la línea,
que ya no puedo escuchar
su risa ni percibir su humor.
Sí, lo sé,
estaba bromeando,
¿Pasa algo?
Te escucho raro.
No eres el mismo de siempre.
Lo soy.
Soy el mismo.
¿Por qué todos parecen saber lo que soy menos yo?
¿Y cómo soy siempre?
Muerdo mi labio inferior,
en un intento por no sentir
el vacío mezclando un tipo de rabia
royendo como la gangrena
en mi interior.
Ya sabes.
Divertido.
Ingenioso.
Encantador como ninguno.
Gracioso.
¿No tienes otro chiste para mí hoy?
No sonrío.
Quiero hacerlo.
Quiero tanto sonreír,
pero las fuerzas ya no me pueden mantener de pie.
Cierro los ojos y me dejo ir.
Yo... Lo siento, Jisoo, tengo que colgar.
Alguien me está llamando ahora,
prometo llamarte mañana, ¿Sí?
Te invitaré uno de esos café latte
que tanto te gustan.
Sólo está la oscuridad,
su voz cálida y suave
en una extraña tonada.
Está bien,
nos vemos luego, SeokJin.
Te quiero.
No hay nada más en esta oscuridad.
Te quiero también, Jisoo.
Quiero que haya algo más.
¡Te mando muchos besos!
Pero no lo hay.
Y sé tristemente que no lo habrá nunca.
***
No te ves bien, Jinnie.
Estoy frente al piano de pared de mi padre.
Toco la tecla de Fa, hasta do, re, mi...
y luego el silencio.
Mi madre se sienta a mi lado y percibo sus dedos en mi nuca.
¿Qué? N-no, no pasa nada, mamá. Estoy bien.
Sonrío, pero ella me mira con suma preocupación.
Sabes que puedes mentirle a quien sea, pero a mí no, hijo.
Su voz es amarga.
La miro horrorizado,
un temblor gélido en mi espalda.
Estoy bien.
Realmente lo estoy.
Ella suspira.
Yo ni siquiera puedo mirarla,
sólo agacho la cabeza y sigo mirando las teclas bicolor.
SeokJin, si estás triste sólo dilo.
Demuéstralo.
Deja de esforzarte tanto o colapsarás.
Mi rostro decae,
mi labio inferior tiembla y vuelvo a tratar de sonreír
con todas mis fuerzas.
Mamá, de verdad no te preocupes.
Mi madre me toma del rostro delicadamente,
mirándome con una dulzura indescriptible.
Sé que estás triste por tu padre, Jinnie.
Pero él siempre estará cuidándote donde sea que esté.
Y lamento tanto que hayas visto eso.
Mis ojos se hunden de lágrimas.
Escondo el rostro en el hombro de mi madre,
respirando su acogedora fragancia
y envolviéndome en ella.
Mamá.
Murmuro, sosteniéndome de ella.
¿Sí, cariño?
Su voz es tierna,
meciéndome en sus brazos
como una nube blanda
y mezclándome de sentimientos
en los que sólo predomina uno.
¿Es normal sentir tanto dolor?
***
17:56 pm.
¿Crees que le guste este gorro?
Le pregunto a Jisoo,
que se cuelga de mi brazo a un lado mío
mientras vemos los escaparates de gorros.
Pero si aun no estamos en invierno.
Ella ríe.
Puede usarlo en otoño también, ¿No?
Hace una mueca dudosa,
para luego encogerse de hombros
como si no estuviera totalmente descartado.
No sé, una vez lo vi con un parche de Kanye West.
Seguimos avanzando por la tienda de ropa,
hasta encontrar las camisetas colgadas en hileras.
Entonces podría comprar una camiseta de Kanye.
Jisoo hace un globo con su chicle haciéndolo estallar.
¿Y si ya no le gusta Kanye?
Pongo los ojos en blanco
y saco una de tantas camisetas colgadas para inspeccionarlas.
A nadie puede dejar de gustarle Kanye.
Replico burlón,
a lo que ella exclama soltándome el brazo
y sonriéndome como una niña pequeña.
¡Está bien, sabelotodo, compra una camiseta!
Busco entre el montón de camisetas
una talla más grande de las que uso,
encontrando el logotipo que quiero.
Sonrío hacia Jisoo
y le desordeno el cabello cariñosamente.
Eso haré.
Gracias por el consejo, preciosa.
Me inclino y deposito un beso fugaz en sus labios.
Tiene sabor a menta de ciruela.
Espero sentir un cosquilleo que me haga sentir vivo,
pero no siento nada de eso.
El vacío sólo se hace más,
más
y más
grande.
¡Eres un bobo!
Suelta una risa risueña
mientras se sonroja.
Me parece adorable,
donde un hoyuelo aparece en su mejilla.
No sé porque,
pero un chico de tez canela y sonrisa amable
aparece en mi mente.
***
¡Es una camiseta!
Exclamo divertido,
extendiendo la camiseta de Kanye
frente al rostro de Namjoon.
No puedo evitar reír al ver como sus ojos
se abren y mira la camiseta con devoción.
¡Muchas gracias!
No tenías que hacerlo, ah...
Es una camiseta genial.
Él me sonríe hasta que sus ojos
desaparecen por completo,
sus mejillas se abultan y
sus hoyuelos son más notorios.
Tengo la boleta de compra por si te queda demasiado grande.
Digo sonriente.
¿Desde cuándo una sonrisa
volvió a provocar la mía?
Ven, te invitaré un trago.
Niego con la cabeza,
viendo como Namjoon abraza el regalo contra su pecho
provocando un cosquilleo en el mío.
Oh, no hace falta,
estoy con Jisoo y no quiero dejarla sola tanto tiempo.
Su semblante luce un poco decepcionado,
pero es solo una reacción fugaz.
Bien, entonces nos vemos en un rato,
que la pases bien.
Hay de todo en la cocina,
sírvete lo que quieras.
Sonrío con sutileza,
tratando de imitar una de las sonrisas
más sincera y honesta que he visto en mi vida.
Gracias, Namjoon.
***
¿Por qué lloras, Namjoonie?
Todo estará bien, tranquilo. Ya verás que sí.
Musito de soslayo
viendo el cuerpo encogido de un niño conocido
dentro de uno de los tubos de cemento.
Su espalda se estremece a cada sollozo que se le escapa.
N-no te importa. Déjame en p-paz.
Me sorprendo,
a pesar de que sé que Namjoon prende como el fósforo
ante el mínimo fuego,
jamás pensé que me hablaría así.
Nunca le había hecho nada malo.
Quería ayudarlo.
Oye, no me hables feo, yo sólo...
De repente alza la cabeza hacia mí
y me asusto al ver lo destruido que está,
mirándome con tanta rabia que me intimida
haciéndome daño.
¡Que te vayas!
Grita.
Ya no me mira.
Y no sé porqué,
pero inesperadamente yo me enojó igual que él,
pero es una rabia triste,
un reflejo de él,
una que ninguno de los dos puede soportar.
Eres un idiota.
Ni siquiera sé porqué lo ataco de vuelta.
Lo único que sé es que ha clavado sus espinas en mí
y ya no quiero acercarme a él.
Frustrado y abochornado,
me
voy.
A mis espaldas escucho algo,
tal vez una frase,
pero es tan ininteligible que me da igual.
***
¿Jisoo?
La llamo,
viendo su largo cabello negro
dándome la espalda en una de las mesas
donde están las bebidas y los vasos de plástico.
Sus ojos están
un poco rojos y su aura
huele a humo de cigarrillo.
Hola, Seokjin oppa.
¿Quieres cerveza?
Le sonrío
y agarro la que me tiende dándole un sorbo,
no por gusto,
sino por sumo aburrimiento.
¿Dónde estabas?
Te perdiste la pelea de B-free con ese chico,
un amigo tuyo,
el tal Yoongi.
Alzo las cejas.
En cierta parte no me sorprende
que se hayan peleado,
son archienemigos
desde la primera vez
que el chico rapado vio
a mi amigo y le insultó por pura satisfacción propia.
¿Yoongi?
Estoy enojado con él,
¡No fue a mi graduación!
Necesito una explicación.
No sé si es el sabor amargo del liquido en mi garganta,
pero empiezo a sentirme más acalorado.
Me tomo toda la cerveza
de un sorbo y la dejo
en uno de los muebles.
¡Pero quédate aquí conmigo!
Hace tiempo que no estamos juntos,
Oppa, ¿Qué te sucede?
Jisoo hace un mohín,
cruzándose de brazos y mirándome suplicante.
Espérame, Jisoo.
Ya vuelvo, lo juro, no me demoro,
¡Solo voy a hablar con ese idiota!
Me marcho sin ningún propósito en realidad,
sólo trato de pasar el tiempo
que ya no tiene ningún sentido para mí
más que un interminable mar de vacío sin sentido.
Sólo excusas.
Tantas excusas.
***
Cuando veo a Yoongi conversando con Namjoon,
encuentro a mi hermano menor detrás de él.
Me desconcierta a tal grado que,
luego de que me dirijo a Yoongi,
encaro a mi hermano menor,
quien al parecer vino encubierto como
un chico rubio rebelde y no como el azabache reservado
que siempre fue.
Tengo 15 años, hyung.
¿No te lo dije?
Dice Jimin cuando Yoongi le pregunta qué edad tiene.
Yo aún sigo mirando con el ceño fruncido a mi hermano menor,
que se apareció como un fantasma
sin invitación.
Siento la presencia de Namjoon a un lado de nosotros
mirándonos con descaro e interés.
¿Eres el hermano menor de Seokjin?
Pregunta Yoongi,
perplejo cuando Jimin le dice que sí.
Yo no sé en qué momento mi hermano menor
entabló amistad con uno de mis amigos.
Voy a preguntar en qué momento
se hicieron tan cercanos,
cuando detrás de mí
aparece Jisoo
tirando de la manga de mi chaqueta
para llamar mi atención.
SeokJin, ven conmigo.
Lo siento, chicos,
tengo que llevármelo un momento.
De reojo, veo a Namjoon.
Está cabizbajo y tiene el semblante serio.
Quiero preguntarle qué le pasa,
pero luego recuerdo que no soy
esa clase de chico entrometido.
No más.
Y por eso me dejo guiar.
***
¿Qué pasa contigo?
SeokJin, dime lo que pasa.
Dice Jisoo cuando entramos a la cocina,
en la que un chico estaba besando a una chica,
pero que salieron entre risas y murmullos al vernos.
No sé lo que me pasa,
no sé lo que le pasa a ella.
No sé lo que nos pasa ambos.
Estábamos bien y ahora...
¿De qué hablas?
Estamos bien, ¿No?
Me mira dolida,
sus ojos rojos lagrimosos y su labio inferior tiembla
como si estuviera a punto de quebrarse en pedazos.
Su voz es débil y quebradiza
como las hojas en otoño.
No, no estamos bien,
es decir, tú quieres creer que estamos bien.
Pero no.
Te he llamado varias veces para que...
nos juntemos como antes,
salgamos o al menos hablemos más,
pero siento que...
siento que no te importa.
Estás siendo frío.
Aquella palabra me toma desprevenido.
Quiero sentirme triste,
pero en este momento no siento nada.
Vacío.
Todo lo que siento es un vacío gélido en mis venas.
¿Frío?
Ni siquiera soy capaz de mirarla a los ojos.
Últimamente lo eres.
Ya no te reconozco.
¿Qué somos, SeokJin?,
¿Somos amigos o...?
Se acerca a mí tratando de ver en mis ojos esquivos
la respuesta que espera.
Yo respondo automáticamente
y me dan ganas de dejar este mundo,
porque sé que le he clavado una daga
en su puro corazón.
Somos amigos.
Lo siento.
Pensé que...
Jisoo se quita una lágrima
escurridiza en su mejilla.
¿Pensaste que estábamos en la misma sincronía?
Perdón, SeokJin,
pero yo no me acuesto con mis amigos.
Lo dice tan amargamente
que no me sorprende que me odie.
Yo me odio.
Yo no debería estar haciendo esto.
Park Seokjin no le rompe el corazón a las chicas.
No, no es eso.
Yo te quiero, Jisoo, pero...
Soy incapaz de seguir.
No sé que palabras usar.
¿Qué puedo decirle
cuando en mi mente
lo que sigue está totalmente en blanco?
Mi guión está en blanco.
No sé que decir,
hacer
ni qué sentir.
¿Pero qué?,
¿Quieres que seamos novios o no?
Me exige, casi gritándome con ira.
Ante mi silencio,
resopla con dolor y niega con la cabeza,
rehuyendo como si no valiera la pena.
Y no lo valgo.
Está bien.
No importa.
Haz lo que quieras.
Me cansé de correr detrás de ti
todo el tiempo.
Entro en pánico.
Y quiero detenerme.
Quiero detenerla.
Apenas alcanzo su mano
cuando ella la zafa de mí ferozmente.
Jisoo, espera...
Me da una cachetada.
Y me grita con todas sus fuerzas.
Le he roto el corazón y yo...
¡Déjame!
Eres un estúpido, ¿Te gusta ilusionar a las personas, no?,
¿Te gusta usarlas y luego dejarlas de lado?
No vuelvas a llamarme nunca más.
No siento absolutamente nada.
***
Estoy asustado.
Me estoy quedando sin sentimientos,
como un tarro de monedas vacío.
Quiero sentir remordimiento,
sentir tristeza,
desolación,
pero el vacío es mucho más grande.
Y se va llenando de más vacío.
Ya no soy quién era ayer.
Y eso no me gusta en absoluto.
Quisiera tanto poder rebobinar en un tiempo
donde era mi mejor yo
y me gustaba ser quién era.
Si es que alguna vez supe quién era.
***
¿Por qué lloras?
Ni siquiera sé en qué momento el vacío
se convirtió en lágrimas.
Tal vez eran lágrimas de cansancio,
porque me encontraba en el piso de la cocina
con un dolor de cabeza insoportable.
Habían granadas
estallando dentro de mí
destruyéndolo todo.
No estoy llorando.
Musito ido,
sin fuerzas.
Namjoon se acuclilla frente a mí,
mirándome fijamente.
Lo estás.
En mi fiesta.
¿Qué pasó?
¿Acaso mi nacimiento te conmueve?
No puedo mirarlo a los ojos.
Lo único que puedo mirar es que se ha puesto la camiseta que le regalé.
No es eso, idiota.
De soslayo veo su sonrisa burlona
y sus tentadores hoyuelos.
Algo se retuerce dentro de mí,
pero no puedo explicar si es el mareo
por todas esas cervezas que me tomé
o algo más.
¿Entonces?,
¿Peleaste con Jisoo?
Inhalo preparándome para huir.
Trato de pararme tambaleándome
y Namjoon me agarra del brazo
cuando estoy a punto de caer.
Tengo que irme.
Esbozo,
no sé si lo suficientemente alto.
Me siento terrible,
y sé que no es por el alcohol.
No he bebido lo suficiente para perderme
en la espesura de la mente.
SeokJin.
Me llama,
pero me deshago de su agarre.
¡Jin!
Grita detrás de mí
cuando salgo al pasillo
repleto de gente y música.
En ese momento me detengo,
dándome la vuelta y mirándolo
directamente a los ojos.
No me digas Jin.
No somos tan cercanos.
Contrario a lo que espero,
Namjoon no se enoja.
Sólo me sonríe
provocando temblores y huracanes
en mí.
Podríamos serlo otra vez si quisieras.
***
¿Has visto a Jimin?
Mi hermano pequeño...
Mark deja de coquetear con una chica
y se voltea a mirarme.
Tengo que gritar en su oído para que me escuche
por encima de la música.
No, pero vi a Taehyung.
De seguro se fue con él.
Asiento, desbloqueando mi celular
y encontrándome con un mensaje de Jimin,
diciendo que se quedará con Taehyung.
Respiro mucho más tranquilo
y me paso los dedos por mi cabello .
Yo me voy a casa, Mark.
Juntémonos otro día.
Espero a que me detenga,
pero gracias a todo ser mágico y divino
me deja ir sin prestarme atención.
Ser invisible
es todo
lo que necesito.
¡Claro, nuestro guapo SeokJin!
***
00:59 a.m.
Es tarde cuando encuentro mi auto estacionado
a dos cuadras de la casa de Namjoon.
Me meto dentro y,
rodeado del silencio que me sofoca,
me quedo mirando
fijamente la noche frente a mí.
Las calles solitarias de
pavimentos húmedos y focos deslumbrantes.
La noche que nunca termina,
agotadora y terrorífica.
Quería ir a casa,
esperando sentirme más sobrio,
pero sólo pude reaccionar casi una hora después
cuando la puerta
del asiento del copiloto se abrió
dejando entrar a un Kim Namjoon
con un bolso gigante
y el rostro rojo como una ciruela.
Sácame de aquí.
Espeta Namjoon,
como si pudiera aplastarme
con su gruesa voz y sus ojos brillosos
mezclados con ansiedad.
¿Qué demonios, Namjoon?
Balbuceo,
a lo que él reacciona aun más aireado.
Acelera, ¡Vamos!,
¡Pisa el acelerador, ya!
No entiendo nada,
por lo que mi cuerpo
no se mueve en absoluto
y se detiene a observar
si hay algo amenazante
a nuestro alrededor.
¿Qué te pasa?,
¿Alguien te está siguiendo?,
¿Qué...?
Namjoon me mira desesperado,
moviendo sus manos de aquí para allá.
¡Jin, por favor, acelera!,
¡Vayámonos!
Está tan alterado que termina contagiándome también,
por lo que prendo el motor del auto con rapidez
y acelero a sus ordenes.
El corazón me late tan rápido
que probablemente estalle
rompiéndome en dos.
Y por alguna razón
eso me hace sentir mucho mejor.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro