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Capítulo 53


[Jin]

— Aún me resulta extraño que me hayas pedido a mí que te acompañe. — Dije mientras lo veía salir del probador con un nuevo traje para su futura boda.

— ¿Qué tal éste?

— Mejor que el anterior.

— ¿Sólo eso?, te traje porque tienes pinta de saber de moda. — Enarqué una ceja sin entender sus palabras, pues no sabía si detrás guardaba un doble sentido. — Me refiero a que vistes bien.

— Ya, claro. — Me levanté y cogí de su corbata para mejorar ese nudo tan horrible que había dejado. — Me juego el cuello a que me llamaste a mí para que los demás no empezaran con las bromas.

— Bueno, no es para estar de bromas... Voy a casarme. — Noté cierta melancolía en sus palabras y no pudo evitar contagiarme de ellas.

— Puedes negarte. — Negó.

— Hice un trato.

— Absurdo.

— Era mejor que irme a los Estados Unidos. — Ignorándolo terminé de acomodar su corbata. — Además, jamás me habrías conocido. — Dejé caer mis manos y lo miré, intentando leer o descubrir que significado tenía aquella frase en sus labios.

— Estoy seguro que eso te habría encantado. — Le solté sin más, quizás así lo descubriría antes. Él se encogió de hombros y se giró para verse en el espejo.

— Pues es verdad, éste me queda mejor.

Me puse a su lado, sólo que un paso más atrás, y lo vi como se veía en el espejo, acomodando su cuello, metiendo sus manos en los bolsillos mientras posaba para verse mejor. Mientras él hacía eso yo lo único que podía pensar era en lo bien que nos veíamos juntos, lo buena pareja que hacíamos y la ilusión que inconscientemente me llenó de imaginarme con él en un altar.

NamJoon me miró a través del espejo y para cuando me di cuenta carraspeé mi garganta y me giré para volver a mirar más trajes que pudiera probarse.

— ¿Quieres probarte uno?

— ¿Eh?

— ¡Vamos, pruébate uno!

— Mmm, no sé..., no debería.

— No seas tonto. — Se dirigió a los tantos trajes que había, cogió uno y tras pasármelo me empujó hasta el probador.

Pensé en salir de ahí, era estúpido, yo no era quien se iba a casar, y sabía que esto tan sólo era un juego de modelajes para él. "Seguro quería reírse de mí". Pero cuando vi el traje que me había pasado quedé maravillado, era blanco, muy elegante y cuando me imaginé con él, no pude resistirme a tal tentación.

Con el traje puesto asomé mi cabeza entre las cortinas del probador y NamJoon, que rápidamente me pilló, me hizo salir poniéndome frente al espejo.

— Te ves bien. — Me ruboricé ante su halago, pero también por tenerlo detrás, sujetando mis brazos y haciéndome enloquecer por tener sus labios tan cerca de mi oído.

— ¿T-tu crees? — Asintió sonriente, pronunciando ese hoyuelo que sólo aparece cuando sonríe o ríe. Increíblemente hermoso.

— ¿Me estás viendo a mí o al traje? — Parpadeé mis ojos para obligarme a salir de mi ensoñación y con mis mejillas más rojas, si podía, me miré mejor en el espejo. Me veía muy elegante, me gustaba. — Cuando te cases podrías ir así, de blanco.

— ¿Eso va con doble sentido? — Últimamente veía demasiado doble sentido en él, o quizás sólo eran imaginaciones mías.

— No. — Se posicionó a mi lado. — Nos vemos bien. — Rio.

Él lo veía como algo divertido y yo como algo más que diversión. Esta imagen se me quedaría grabada en la mente, atormentando mis días hasta que en uno de ellos termine por olvidarle.

"Ay, Jin, ¿por qué él?, con lo mal que te llevabas con este gruñón..."

— ¿Jin?

— ¿D-dime? — De nuevo me había quedado embobado.

— ¿Te pasa algo? Te quedas cogido, me empiezas a preocupar.

— ¿Preocuparte? — Reí por lo bajo. — Iré a cambiarme. — Antes de que llegara al probador me detuvo sujetando mi muñeca.

— ¿Qué significa esa risita?

— ¿Cual risita?

— La de hace un momento.

— Nada.

— Jin.

— ¡Nada, NamJoon! — Forcejeé un poco para intentar soltarme, pero con su propio cuerpo pegado al mío me hizo retroceder hasta entrar en el probador y chocar mi espalda con la pared interior. — ¿Q-qué haces?

— Te hice una pregunta.

— Y yo la respondí. — Negó insatisfecho. — No es nada, de verdad. — Bajé mi vista a mi muñeca, viendo como su mano la sujetaba.

— Jin. — Me llamó, pero no por eso lo miraría. — Tú..., ¿cómo me ves?

— Ya dije que te queda bien ese traje.

— No me refiero a eso. Me refiero a que..., ¿qué soy para ti? — Confuso elevé mis ojos, cruzándome con los suyos. Fruncí el ceño y entendió que aún no lo pillaba. — Jin, no es tan difícil la pregunta, ¿qué soy para ti?, ¿cómo me ves?, ¿me ves cómo los demás?, ¿o quizás menos?, ¿me odias?, ¿me tienes asco?

— Para, para, para. — Le interrumpí, tantas preguntas estaban colapsando mi mente. — NamJoon, ¿para qué quieres saberlo?

— No te diré que es curiosidad, simplemente quiero saberlo.

— Pues..., no sé.

— ¿No sabes? — Negué. — ¿Y si hago esto? — Soltó mi muñeca y subió su mano hasta mi cuello, acariciándolo con la yema de sus dedos. — ¿O esto? — Con la otra recorrió mis labios sin perder un detalle de ellos. — ¿O quizás esto? — Sentí ahora sus labios gruesos y ansiosos sobre los míos, tan sólo había sido un simple roce, pero pude notar lo insatisfechos que se habían quedado. De nuevo besándome, obligó a abrir mi boca y su lengua chocar con la mía hizo activar mis gesticulaciones, siguiendo ahora su ritmo.

Quitó mi parte superior del traje e hizo lo mismo con el suyo, dejándolos caer al suelo. Bajó mi cremallera y le obligué a mirarme, quedando así algunos segundos. Nuestras respiraciones agitadas se notaban más ahora y no por detenernos iba a disminuir, pues la excitación y la necesidad de continuar nos alteraba aún más. Pasé mi mano por su nuca y lo atraje, volviéndonos a besar. Mientras nuestros labios se negaban a separarse terminó de bajar mi pantalón e hizo lo mismo con el suyo.

— E-espera..., ¿aquí?

— Que más da. — Fui a quejarme otra vez, pero su mano me acalló. Bajó mi bóxer con algo de dificultad, ya que una mano estaba en mi boca, y haciendo lo mismo con el suyo, dejó al aire nuestras erecciones.

— Na-NamJoon. — Gemí cuando al quitar su mano la llevó a mi miembro y lo acarició lentamente. Luego con algo de brío sujetó mis piernas y las rodeé en su cintura. — Apóyame. — Tal y come dije apoyó nuevamente mi espalda en la pared.

— Voy a prepararte. — Dijo con una voz ronca que me excitó al momento, más aún si podía. Tal y como había dicho introdujo un dedo en mi orificio y mi cuerpo se encogió al sentirlo. Moviéndolo lentamente introdujo el segundo, sacándolos y metiéndolos reiteradas veces. — Meteré uno más.

— No, así está bien. — Dije desesperado por sentir algo más grande y grueso. — Métemela ya.

Rio en mi oído, provocando un escalofrío causado por su aliento. — Como ordenes.

Sacó sus dedos y con una mano sujetando mi cuerpo para no caer y con la otra agarrando su miembro, cerré mis ojos esperando aquel dolor que luego se convertiría en placer.

— Ah... ¡ah!... Nam... — Hundí mi rostro en su cuello y con mis brazos en su espalda me sujeté con fuerza. Mi cuerpo temblaba a medida que su miembro iba entrando más profundo, hasta llegar al fondo. Me relajé un poco, esperando que el dolor desapareciera y le di un toque en la espalda para que se moviera.

Su miembro saliendo y entrando de mí se sentía como tocar el cielo. Cuando éste salía me hacía sentir vacío, pero al volver a sentirlo todo dentro de mí era la mismísima gloria. Aumentó la velocidad y mi cabello que debería estar subiendo y bajando conmigo estaba pegado a mi frente por el sudor. La camisa me molestaba, pero no le haría detenerse para que nos la quitáramos, la soportaría hasta el final.

— Joder..., Jin..., me vengo. — NamJoon gimió seguido de un gruñido que anunció que se había venido, pero sus movimientos no cesaron, queriendo alargar el orgasmo todo lo que pudiera. Agarró mi miembro y siguiendo el ritmo de las estocadas provocó el mío.

— ¡A-ah!... NamJoonie. — Mis brazos cayeron muertos y mi frente en su hombro. Sabía que él estaba cansado de cargarme pero no me soltó, sabía que mis piernas flaquearían y caería al suelo.

— ¿Estás bien?

— S-sí. — Con cuidado me dejó en el suelo y viendo mi rostro colorado a punto de explotar, rio. — ¿De qué te ríes?

— Tu rostro. Es como la bandera de japón.

— Así es como me has dejado el culo, idiota. — Ambos reímos entre respiraciones agitadas, intentando recuperar todo el oxígeno perdido.

— Deberíamos salir. Seguramente hicimos tanto ruido que se enteró toda la tienda. — Lo miré asustado y nervioso, pensando como iba a mirarles a la cara una vez saliera de aquí.

— Oh, mierda. — Cogí la comisura de su camisa y ésta estaba manchada de semen. — Mierda, mierda, mierda.

— No te preocupes.

— ¡Pero...! — Siseó y se fue a coger toda la ropa que había por el suelo. Me pasó mis bóxer y tras ponérmelos cogí mi ropa aún colgada en el perchero.

Colgamos los trajes como pudimos en sus respectivas perchas, se notaban algunas arrugas y las camisas estaban empapadas en sudor, pero rezamos para que no se dieran cuenta. Evitando a la dependienta, nosotros mismo doblamos las camisas y las pusimos en unas estanterías. La mujer, que por su amable actitud no se había enterado de nada, "gracias", preguntó al pelirrosa que le parecieron los trajes y NamJoon simplemente le dio largas, haciéndole saber que se lo pensaría y ya volvería otro día.

"La típica excusa para salir de una tienda sin comprar"

Ambos ya fuera no pudimos aguantar más la risa y rompimos a carcajadas en mitad de la calle. Algunas personas nos miraban asustados o molestos, pero la excitante situación que habíamos vivido minutos antes hizo que las ignoráramos.

Caminando de vuelta comentamos como habría sido si nos hubiesen pillado. El sólo imaginarlo mi rostro palideció, en cambio él seguía riendo. Suspiré mientras masajeaba mis mejillas por el dolor de tanto reírme, pues no me había reído tanto en mi vida.

"Quisiera pasar más tiempo con él"

"Conocerlo mejor"

"Reír así cada día"

"Quisiera... poder formar parte de su vida"

Detuve mis pasos y él, medio girando su cuerpo, me observó confuso.

— Importante. — Dije.

— ¿Qué?

— Me preguntaste que eras para mí..., importante. — Se mantuvo en silencio. — ¿Y... yo q-qué soy p-para ti? — Me atreví a preguntar.

— No lo sé. — "No lo sé", bueno, era mejor que todas las barbaridades que me decía. — ¿Por qué quieres saberlo?

— Simplemente quiero saberlo. — Repetí sus mismas palabras.

— Anda, vámonos. — Me dio la espalda y comenzó a caminar de nuevo. Como un impulso que vino a mi cuerpo, y tiró de él, corrí el poco trayecto que nos separaban y agarré su mano.

— Me gustas. — Dije firme, sin dudas ni arrepentimientos. Apartó mi mano, pero de nuevo la atrapé. — Lo digo en serio.

— Me voy a casar, Jin.

— Lo sé... — Tragué saliva nervioso, la barbilla no paraba de temblarme y las palabras me salían temblorosas. — ¿Yo... te gusto?

— Para ya, Jin.

— Lo de los probadores..., ¿sólo fue un polvo sin importancia? — Silencio, esa fue su respuesta.

— Te espero en el coche. Cuando quieras vienes. — Se soltó de mi mano con facilidad y me dejó atónito mientras se alejaba sin voltearse ni una sola vez. No esperé esto, quería una respuesta, aunque doliera, pero no la indiferencia.

Seguí viendo su cuerpo caminar hasta el coche, que estaba aparcado cerca de nosotros, y tras abrir el coche se metió por la puerta del piloto, quedándose sentado mientras miraba su móvil. Dejé caer mis hombros abatido. ¿En qué estaba pensando?


[Jimin]

Al día siguiente de la llamada que recibió JungKook, lo pillé en el baño volviéndolo a llamar, escuchando como le pedía miles de veces disculpas, incluso pude notar su voz quebrada a punto de llorar. No quise interrumpirle, ni siquiera hacerle saber que lo había escuchado, era mejor así, aunque tuviera que pedirle disculpa a ese cabronazo, pues sino lo hiciera el resultado sería mucho peor.

Cuando llegó la tarde TaeHyung vino a nuestra habitación y decidió pasar la tarde con nosotros. Aproveché para que JungKook no se quedara solo y así yo poder salir.

— Es raro verte por aquí cuando no se te ha pedido nada. — Zico le pasó unos papeles a P.O mientras hablábamos.

— Estos para tu padre y el resto para U-Kwon, ¿no? — Zico asintió y el otro se marchó.

— Bueno, ¿para qué has venido?

— ¿Podemos hablar en privado?

La misma habitación, el mismo suelo, el color, los muebles, todo, tan visto que lo tenía... Me senté en el posabrazos de un sofá, no quería acomodarme, y Zico se sentó en el otro sofá, cruzando sus piernas y poniendo toda su atención en mí.

— Quiero hundir a alguien.

— ¿Qué?

— Necesito ayuda para joderle la vida a alguien.

— Wow, creí que ya no querías meterte en líos tan gordos.

— Es importante... y urgente.

— ¿De quién se trata?

— Jeon HyunSu

— ... — Ladeó su cabeza confuso. — ¿Acaso no tienes ya a su hijo?

— No es a su hijo a quien quiero hacer daño.

— No pensabas lo mismo antes.

— No, pero las cosas han cambiado.

— ¿Qué quieres exactamente?

— Meterlo entre rejas. — Dije con odio y rabia contenida. De sólo pensar en él me hervía la sangre. Zico pasó su mano por el cuello, masajeándolo y pensando si ayudarme o no.

— Jeon es un pez gordo.

— Lo sé.

— Muy gordo. — Exageró, o mejor dicho, recalcó, porque no exageraba, Jeon tenía una gran influencia en el país, tanto que llegaba a países internacionales. — Puedo preguntar a mi padre.

— Gracias.

— Pero esto te costará realmente caro..., ¿lo sabes? — Dijo con algo de... ¿preocupación?

— ¿Desde cuándo te preocupas por mí? — Rio como si fuera el mejor chiste que había escuchado nunca. — Lo sé, es gracioso. — Me levanté y me dirigí hasta la puerta. — Espero tu respuesta. Y que sea pronto..., por favor. — Zico asintió sin añadir nada más y entonces salí de aquel agujero que tan visto tenía.

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