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Capítulo 34


[Jimin]

Hacer una sesión de películas desde la mañana hasta la noche no era ninguna broma. Tenía el cuerpo entumecido por estar tantas horas con la misma postura, por no hablar de los ojos que hasta me costaba abrirlos, y más aún cuando Kookie decidió encender la luz.

— ¡Ah, Kookie, mis ojos! — Tapé toda mi cara con las manos escuchando como el mocoso se reía a mi costa.

— Son las 22:30, debería irme ya. — Dejé de ocultarme para poder ver a JungKook.

— ¿Tan pronto? — Asintió. — Quédate un poco más, anda. — Palmeé mis piernas y enseguida vino hasta mí, sentándose en ellas.

— Es tarde y puede que YuGyeom se pregunte dónde estoy. — Tenía una de mis manos en su pierna, mientras dibujaba figuras imaginarias en ella con mi dedo y él las seguía con su vista.

— Ese chico no tiene por qué preocuparse, eres su compañero, nada más.

— Bueno, también es un amigo. Es normal que se llegue a preocupar.

— No es necesario que se preocupe. — Dije con un tono molesto.

— Jimin...

— ¿Qué?, es verdad.

— A veces te pasas. — Agarró mi mano, entrelazando nuestros dedos y mirándome ahora a mí. — No seas tan celoso.

— Pues no me des motivos. — Besé su nariz y apenas despegándome unos centímetros bajé a sus labios para besarlos de igual manera, tiernamente. — ¿Por qué tus labios son tan adictivos?

Él sonrió sobre los míos y volvió a juntarlos, moviéndolos lentamente; un poco más lentos de la forma en que yo los movía. Con mi mano libre acaricié su sedoso pelo, descendiendo por su nuca y sintiendo como su piel se erizaba por mi tacto. Me abrí camino entre sus labios donde introduje mi lengua y me encontraba la suya en su interior. Se le hacía algo complicado seguirme, pero en ningún momento se detuvo, es más, juraría que se esforzaba en llevar mi ritmo y ponerse a mi nivel.

"Tan lindo"

Sin darme cuenta bajé mi mano más de la cuenta, queriendo agarrar sus brazos para acercarlo más y fue entonces cuando me olvidé completamente de su fisura. — ¡Au! — Se encogió por el dolor y muy veloz solté el brazo percatándome de lo que había hecho.

— ¡Mierda! ¡Lo siento, Kookie!

— No pasa nada. — Negó varias veces con su cabeza, restándole importancia a mi cometido.

— No me di cuenta...

— Estoy bien, no exageres. — Se levantó de mi regazo, quedando de pie frente a mí. — Me iré ya.

— Podrías quedarte a dormir.

— ¿Para que me violes por la noche?, mejor no. — Rio, acariciando mi pelo con la mano.

— Tienes razón, te tengo unas ganas enormes. — Detuvo sus caricias y dejó caer su mano como si fuera un peso muerto.

— Lo siento, cr-creo que a-aún...

— Es pronto, lo sé. — Me puse de pié, dándome cuenta de los escasos centímetros de diferencia de altura que teníamos.

No era algo que me molestara, ni siquiera le había echado mucha cuenta, es más, creo que era la primera vez que me fijaba bien en ello.

— Te acompaño al dormitorio.

Cogí una sudadera mía y se la coloqué por encima de sus hombros, era de noche y hacía bastante fresco, y más por los pasillos, "herido y enfermo no creo que sea una combinación muy agradable".

Su compañero estaba dentro, metido en la cama con el móvil en la mano, o eso es lo que pude ver cuando Kookie abrió la puerta. Besé la comisura de sus labios y me despedí de él, di alguno pasos y me volteé, esperando a que él se metiera dentro y cerrara.

"Es gracioso lo que había cambiado"

"Y que tan protector me había vuelto"

"Por no hablar de los celos, creo que sólo se ha dado cuenta de la mitad de todos los que me han dado"

Tumbado en la cama me di cuenta de lo vacía que se había quedado la habitación. Había recuperado espacio y se sentía más fría, además de su silencio, ahora podía escucharme respirar y por alguna razón me irritaba.Me gustaba el hueco que ocupaba en la habitación, se sentía más llena.

"O quizás era yo quien se sentía más lleno"

"En fin"

Tampoco es que la habitación fuera muy importante, bueno en parte sí, pues podía estar con él las 24h, pero lo seguía teniendo a unos metros y nada me impedía verlo cada día.

Cogí el portátil de Jin, dispuesto a apagarlo, pero una idea se cruzó por mi cabeza. Porno. Para qué engañar, lo de antes me había excitado y quería más, pero no iba a obligarlo y mucho menos hacerle saber, pues sabía que Kookie habría hecho lo posible para complacerme aún jodiéndose él.

Mi pregunta ahora era, ¿estaría mal si viera porno?, igual no se iba a enterar... Y mi amigo me gritaba que le diera un poco de atención.

"Bah, no pasará nada"

"Además no tengo portátil y no suelo poder verlo"

"No debería dejar pasar esta ocasión"

— A ver que chicas hay por aquí... — Sonreí perverso, imaginando los miles de vídeos que podría ver.


[...]

Amanecí prácticamente con los ojos pegados, con algo de dificultad y pereza, tiré de mi cuerpo hasta el baño donde me deshice de mi ropa y me metí a la ducha del tirón. Con una simple toalla cubriéndome, me miré al espejo sacudiendo mi cabello con la mano.

"Necesito un tinte ya"

Oí la puerta desde el baño, y tras preguntar quién era, escuché la tierna voz de mi pelinegro. Nada más verme así se me quedó mirando fijamente, deteniendo sus ojos en mi abdomen. Con su mano izquierda dio un pequeño golpe en mis abdominales.

— Estás perdiendo onzas de chocolate. — Rio ante su propio comentario, pero a mí no me hizo ni pizca de gracia.

— ¿Tú crees? — Miré preocupado mi propio cuerpo.

— Era broma. — Pinchó con un dedo uno de mis mofletes. — Estás perfecto.

Agarré su mano antes de que la apartara y la besé. — Tú sí que eres perfecto. — Ladeó su cabeza entrecerrando sus ojos. — ¿Qué?

— ¿Perfecto?, mírame. — Se retiró hacia atrás un paso, dejándome ver todo su cuerpo.

— Kookie, estás herido, pero eso no quita el hecho de que seas perfecto. — Cogí de nuevo su mano, tirando de él y metiéndolo en la habitación.

Infló sus mofletes. — Igual sigo pensand...

— ¡Shh! — Lo acallé, no soportaba ver como se denigraba él mismo.

Lo dejé solo y me volví a meter al baño donde terminé por secarme y vestirme. Cepillé mi pelo, pero no lo sequé, tenía demasiada pereza para hacerlo ahora. Volví a la habitación y me vi al pelinegro haciéndome la cama con una mano...

"A veces pienso que este chico tiene serrín en la cabeza"

— ¿Me explicas qué haces? — Me crucé de brazos y él se giró para verme.

— ¿Hacer la cama? — Suspiré.

— Kookie,... deja eso te vas a lastimar.

— Tengo un brazo impedido no por ello debo ser un inútil. — Sentí su voz cargada de malestar.

Le arrebaté la sábana de su mano, agarré su barbilla y lo giré hacia mí. — ¿Qué te pasa?

— Tuve una pesadilla horrible... — Cabizbajo mordió su labio y continuó. — Mi padre aparecía por la noche mientras dormía y...

— ¡Ya! — Me miró sorprendido. — Es suficiente. — Acaricié su mejilla y le sonreí. — Sólo era una pesadilla.

— Sí, pero... — Pegué mi frente a la suya siseando de nuevo para acallarlo y revolviendo su cabello tiernamente.

— ¿Quieres desayunar?

— Ya lo hice. — Lo miré ofendido.

— Lo hiciste... ¿sin mí? — Me auto señalé con el dedo.

— Lo siento, pensé que no querrías venir con YuGyeom.

— Agh, otra vez ese. — Me giré dándole la espalda y continuando con la cama que estaba medio hecha.

— La próxima vez te avisaré, te lo prometo.

— No, déjalo.

— Jimin, no seas bebé. — Detuve mi tarea volviendo a mirarlo.

— ¿Bebé? — Levanté mis cejas sin creer cómo me había llamado, esperando una respuesta que no llegó. — Me preocupo, hago miles de cosas por ti y tú no te dignas ni siquiera en avisarme para desayunar. — Me acerqué más a él. — ¿Quién es el bebé?

— ¡Yo no soy quién se pone idiota porque el compañero de mi novio sea su amigo! ¡Ni el que oculta a sus amigos su relación! ¡Por no hablar de lo impulsivo que eres! — Me gritó y fue la primera vez que lo vi así, tan alterado e inestable.

No dije nada e igual él tampoco, permanecimos callados, mirándonos a los ojos. Simplemente suspiré, le di una patada a la cama y ésta se deslizó un poco. Cogí mi chaqueta y me la puse, ignorando el cuerpo petrificado de JungKook. Eché un ojo al portátil, lo cogí y se lo pasé.

— ¿Puedes hacerme el favor de llevárselo a Jin? — Le pregunté cortante y seco. Él sólo asintió y lo agarró con una mano. — Gracias. — Le devolví la cara y busqué mis cosas, cogí el móvil; guardándolo en el bolsillo del pantalón, la llave en el otro bolsillo y mi cartera en el bolsillo de la chaqueta. — Tengo que salir, ¿te importa?

Se giró sobre sus pies, sin levantar la vista y caminó hasta la puerta donde yo estaba esperando para salir. La abrí y salió sin decir nada; igual yo tampoco diría nada. Tras cerrar caminé por el pasillo ignorando su persona y sin siquiera girarme.

"Pienso que no debió alterarse de esa manera conmigo"

"Lo trato lo suficientemente bien como para que me hable de esa forma"

"Además, soy mayor que él, ¿dónde quedó su educación?"

Fui hasta la parada del autobús y me subí en el indicado, habría cogido un taxi si no fuera porque debía tanto dinero que tenía que contenerme en mi consumo. Me dirigía hasta la empresa del padre de JungKook, ya era hora de una charla con el hijo de puta ese.

La empresa quedaba algo lejos por lo que tuve que coger hasta tres autobuses, "odio los autobuses". En el camino miré varias veces el móvil esperando alguna llamada o mensaje del mocoso, pero ni una tuve.

"¿Debería llamarlo yo?"

La misma pregunta se me repetía una y otra vez en el camino, pero en ningún momento llegué a llamarlo. Llámalo orgullo o gilipollez, pero seguía pensando que la culpa era suya y no mía.

Al llegar frente al edificio, le eché un vistazo y era inmenso, por no hablar de su altura, "no creo que todo el edificio sea suyo, ¿verdad?". Sin más, entré caminando hasta información y preguntando por su director.

— Lo siento, ahora mismo el señor Jeon está en una reunión. — Me informó la chica.

— Entiendo. Puedo esperar a que salga. — Insistí.

— De verdad que lo siento, no puede si no tiene una cita.

— Tengo una idea mejor. — Apoyé mis codos en el mostrador y quedé un poco más cerca de la chica. — ¿Por qué no lo llama y le hace saber que es importante?

— P-pero d-de verdad q-que no puedo. — La joven tartamudeó nerviosa.

— Inténtelo. — Le guiñé un ojo. — Hágale saber que es sobre su hijo.

— E-esta bien. — La chica cogió el teléfono y después de marcar un número se lo llevó a la oreja, evitando mirarme.

— Señor, aquí hay un chico que necesita hablar urgentemente con el director. — Se quedó callada unos segundos. — Sí, ajá, pero dice que es sobre el señorito Jeon. — Otro silencio. — Sí, muy bien. — Y colgó. — Puede pasar. — Me señaló hasta el ascensor, indicándome la planta y la puerta a la que debía de ir.

Después de regalarle una sonrisa y ella imitarme ruborizaba, caminé hasta el ascensor y subí a la planta indicada. Era una de las últimas plantas por lo que esto pudo responder a mi pregunta anterior. Sí, todo el edificio era suyo.

Llamé a la puerta y una voz que no reconocí me hizo pasar. Al entrar vi a un hombre algo alto y trajeado que esperaba apoyado en una enorme mesa de escritorio.

— ¿Y tú eres? — Me preguntó con desconfianza.

— Alguien que viene a ajustar cuentas, ¿y usted?

— Secretario del director. — Bufé molesto, ¿qué hacía este tío aquí?, no era él a quién quería ver.

— Vengo a ver al padre de JungKook. — Le hice saber con una notoria molestia.

— Eso dijeron, pero su padre ahora está en una reunión. Así que puede decirme a mí lo que tenga que decirle, yo se lo haré saber.

— ¡No lo entiende, tengo que verlo a él! — Grité acercándome unos pasos al hombre.

— Cálmese.

— ¡No me da la jodida gana de calmarme! — Pasé la mano por mi pelo, echándolo hacia atrás intentando calmarme, pero era imposible. Entre lo que ya tenía acumulado, más lo de esta mañana y encima agregarle esto... Iba a estallar. — ¿Dónde coño está? — Me acerqué a él amenazante, pero el tipo no movió ni un músculo.

— Si sigue así no tendré más remedio que echarlo. — Se cruzó de brazos.

— ¿Por qué siento que está protegiéndolo?

— Soy su secretario.

— No. — Negué reiteradas veces. — Usted sabe algo más.

De repente el hombre se veía algo nervioso. Había acertado, este tío sabía algo. — Es mejor que no te metas en sus asuntos.

— ¿Asuntos?, ¡¿Asuntos?! — Reí ante la gran estupidez que acababa de decir. — ¿Cómo puede llamar a eso asunto?, ¿conoce a su hijo?

— Desde que era pequeño.

— ¿Y qué es lo que sabe?

— Todo. — Apartó su mirada.

— Y no hace nada... No tiene huevos para hacerlo, ¿verdad?

— No sólo perdería mi empleo. — Me volvió a mirar. — Me arruinaría la vida, la mía y la de mi familia.

— Exagera.

— No, tiene más influencia de la que cree. Y si no deja de meter las narices irá a por usted y luego lo pagará con el chico. — No podía negar que me metió algo de miedo en el cuerpo, pero no por lo que ese capullo pudiera hacerme, sino por JungKook.

— Prefiero jugármela a no hacer nada. Puedo denunciarle y meterle entre rejas.

— ¿Y crees que no se defenderá?, ¿cuántos años crees que le condenaran?, sabiendo todo el dinero que posee y toda su influencia. — Hizo una leve pausa. — Además no tienes pruebas.

— JungKook es la prueba suficiente.

— Él no lo admitirá.

— ¡¿Por qué?! — Volví a alterarme, de verdad que no entendía nada, ni a este hombre ni a Kookie. Era tan fácil como decir la verdad.

— Por su madre y su hermano. Aunque más por su madre, sé que el pequeño no recibe mucho cariño de ella, al menos por lo que he visto, pero eso no quita cuanto la quiere. Su madre intentó varias veces suicidarse, cayó en depresión y está horrible, esa mujer está fatal mentalmente. Es por eso que JungKook no le buscaría más males.

Sus palabras me dejaron abatido, por una vez en mi vida no sabía que hacer y eso me destruía por dentro. JungKook no sabía que había venido y seguro me mataría cuando se enterara. Ese chico era estúpido, mira que dejarse hacer de todo sólo por no hacer sufrir a una madre que ni siquiera se acuerda de su hijo...

El silencio que reinó en la sala pronto fue interrumpida por unos sonoros pasos que venían del exterior; a punto de entrar.

— ¡Corra!, escóndase. — Me dijo el hombre, pero no supe que hacer.

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