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Capítulo 30


"...Uno"

"...Dos"

"...¡Tres!"

Coloqué mis manos sobre su pecho, agarré con fuerza su camiseta y lo atraje más a mí, pude notar una pequeña risa entre nuestros labios, seguramente victorioso ante mi gesto.

"Idiota"

"Eso es lo que soy, un completo y absoluto idiota"

Dejó de sostener mi barbilla, rozando levemente sus dedos por mi nuca provocando un escalofrío en ese mismo lugar. Sacó mi parte baja de mi camisa que estaba metida por dentro de mi pantalón, dándole vía libre hacia el interior. Recorrió un camino de caricias cuando metió sus manos por debajo, desde arriba hasta abajo sintiendo como mi piel ardía por donde sus dedos pasaban.

Estaba que me moría de excitación, jamás había pensado lo que este individuo podía llegar hacerme sentir. Lo peor de todo es que era NamJoon y no era mejor por ello, sino al contrario, esto no iba a llegar a ninguna parte y aún quejándome seguía sin poder despegar mi cuerpo del suyo, como si de una adicción se tratara.

Gemí al notar sus frías manos en mi trasero, agarrándolo con rudeza, apretando mis nalgas y masajeándolas luego, provocando una especie de placer y dolor.

— N-nam... ¡ah!... — Pasó su lengua a lo largo de mi cuello. — D-debemos p-parar... ¡¡ah!! — Grité cuando mordió con fuerza. ¿Qué tenía complejo de vampiro?

— ¿Quieres callarte de una vez? — Se detuvo, susurrando en mis labios, tentándome a atraparlos entre los míos y devorarlos nuevamente. — Si quisieras parar ya me habrías detenido. — Sonrió ladino, mostrando su famosa mueca de orgullo y que tanto yo odiaba.

"Pero que le hace ver tan sexy"

Acorté los pocos centímetros que nos separaban y de nuevo comenzamos una lucha por ver quién poseía mejor los labios del otro. Estaba tan concentrado en nuestras bocas que no me di cuenta que había acercado un dedo a mi entrada, al igual que tampoco me percaté del tiempo que llevaba el dedo sobre ella, acariciando y deseoso de entrar, pero eso sí que me di cuenta, de cuando entró y el respingo que di por el dolor y el haberme cogido desprevenido.

— ¡Ahh! , n-no hagas e-eso... — Mordí mi labio inferior esperando que fuera generoso e hiciera caso.

— ¿El qué?, ¿esto? — Lo hundió más, quedando satisfecho por mi sonoro gemido, comenzándolo a meter y sacar.

Cerré mis ojos, apoyando mi cabeza en su hombro y mis manos aferradas a su espalda. Introdujo otro, haciéndome perder la cordura, quería gritar, golpearle, arañarle, pero sobre todo pedirle más. Mis piernas flaqueaban y sentía que de un momento a otro me desplomaría en el suelo, pero como si hubiese leído mi mente, agarró una de mis piernas subiéndola a su cadera y teniéndome más sujeto a su cuerpo.

— Me gusta notar tu respiración acelerada en mi cuello. — No respondí, estaba demasiado concentrado en no caerme, pero sobretodo en el placer que me daban sus dedos.

Los sacó de mi interior y empecé a escuchar como desabrochaba mi cinturón, despegue mi cabeza con desgana, mirando como sus ágiles manos ya habían bajado la cremallera de mi pantalón y ahora hacía lo mismo con el suyo.

"Íbamos a follar"

Dejé mi vista fija en sus manos, pero no echándoles cuenta, más bien mentalizándome de que íbamos a hacer, "¿de verdad vamos a llegar tan lejos? Después de esto, ¿cómo voy a mirarlo a la cara?"

— Nam...

— ¿Hmm? — Llevó sus manos al extremo de mis pantalones, a punto de bajarlos.

— Espera. — Sostuve sus manos, deteniéndolas, buscando un poco más de tiempo hasta que mi mente decidiera si seguir adelante o no. — ¿Por qué hacemos esto?

— Joder Jin, ¿ahora vas a hacerme esa pregunta? — Intentó apartar mis manos de las suyas.

— Me detestas, ¿por qué haces esto conmigo? — Levantó su vista a mis ojos, buscando alguna señal de que bromeara y que no estaba cortándole realmente el rollo, pero lo cierto es que mis palabras fueron firmes y sinceras.

— Es sólo un polvo, Jin.

"Ya lo sabía, pero ¿por qué sonaba peor salido de su boca?"

— ¿Quieres seguir... o me detengo? — Me preguntó, indiferente, sabiendo que si yo no le daba lo que quería buscaría a otro u otra que se lo diera.

Sonreí como estúpido, tal lo que era. — Creo que es mejor que paremos. — Rodé mis ojos hacia un lado, evitando ver cualquier gesto de su rostro.

— Bien. — Ni decepcionado, ni avergonzado, ni enfadado, nada, no pude notar ni una sola molestia en sus palabras.

Subió su cremallera, colocó su cinturón y acomodó su ropa. Me lanzó una leve mirada y tras apartarme de la puerta, desapareció. Maldije por haberle dejado ir, pero a la vez dando gracias por haber tenido el suficiente temple para detener lo que más tarde podría haber lamentado.


[...]

Había salido a comprar una bebida fría a las expendedoras, mi compañero tenía una buena resaca. Al parecer tuvo una noche movidita, se la había pasado con el amigo de Kai, y cuando digo toda la noche me refiero a noche completa, con todo incluido, y no sabía esto por él sino por mí, después de que todos decidiéramos volver, BaekHyun aún no se dignaba en aparecer por lo que me tocó buscarlo por todo el local, encontrándolo en una de las esquinas más oscuras con el otro... "pegado".

"Al menos él mojó"

"Bueno no fue el único, aunque tampoco puedo estar seguro ya que no los vi, pero tampoco es que hiciera falta"

NamJoon después de echarle el guante a un joven chico, se lo llevó por el mismo pasillo que daba a los baños y al callejón, desapareciendo por un largo rato y al volver no dijo nada.

— ¿Qué tal con el chico de anoche? — Le pregunté una vez le pasé la bebida.

— Demasiado perfecto. — Se llevó la fría lata a su frente. — Intercambiamos números.

— ¡Wow!, eso promete. — Le guiñé un ojo y sonrió al instante. — Iré a visitar a JungKook, nos vemos más tarde y me cuentas.

Me hizo un gesto de despedida con la mano y cerré tras de mí para encaminarme hasta el dormitorio del pequeñajo lisiado.


[JungKook]

El día de ayer lo pasé genial junto a Jimin, estuvimos toda la tarde viendo la trilogía de El Señor de los Anillos, nunca la había visto y después de que Jimin insistiera tanto en verla, acabamos viendo las tres seguidas y después de eso me convertí en un gran fan de las películas. Por no decir que nos llevamos unas dos horas comentándolas una vez acabaron. En la noche nos acostamos temprano, quise que durmiera conmigo pero se negó, decía que no quería hacerme daño inconscientemente mientras durmiera, por ello junto de nuevo las camas y así fue como dormidos.

Hoy en la mañana me ayudaba a empacar de nuevo mis maletas, debía cambiarme de habitación y volver a la mía en un principio. Un asco, no quería volver, me gustaba estar aquí, con Jimin, pero no podía hacer nada.

— Jimin, puedo hacerlo yo. — Me sentía mal que él lo estuviera haciendo todo, no me dejaba ni siquiera moverme.

— Vuelve a la cama. — Dijo, sin girarse mientras sacaba mi ropa del armario.

— Es que me siento inútil. — Hice pucheros, agarrando el extremo de la camiseta del pelinaranja y tirando de ella.

Al notarlo se giró y sus ojos desaparecieron a causa de la sonrisa que formó al verme. — Anda, pórtate bien. — Cogió mi mano y me llevó hasta la cama, me hizo sentarme y se arrodilló frente a mí. — Aunque te vayas que sepas que te visitaré cada día y si debo echar a patadas a tu compañero para tener algo de intimidad, lo haré. — Reí ante sus palabras, aunque muy bien sabía que no lo decía en broma.

— ¿No sería más fácil si vengo yo? — Se quedó pensativo. — Ni lo pensaste, ¿verdad? — Le sonreí divertido, cogiendo uno de esos cachetes que tanto me gustaban y lo acerqué, dando un casto beso en sus labios.

Sin responder o decir nada, devolvió el beso, siendo algo suave y cuidadoso por la herida que tenía en el labio inferior. — Haré que vuelvas a esta habitación, sólo espera.

Asentí mientras retiraba los mechones de pelo que caían por su frente. Me quedé hipnotizado viendo tan de cerca su rostro, podría hacerlo durante horas y no me cansaría, ¿quién se cansaría de ver tan perfectos rasgos? y por no hablar de esos ojos castaños, que por tener los ojos tan pequeños son algo difíciles de apreciar, pero cuando los tengo tan cerca puedo verlos con bastante claridad. Sus cachetes, algo regordetas y que tanto adoro acariciar, tan suavitos... y esa naricilla tan...

Toc, toc.

Ambos nos giramos en dirección a la puerta. — ¿Esperas a alguien? — Me preguntó y negué varias veces.

Se levantó y abrió la puerta, entrando Jin algo disparo hacia mí.

— ¡Ah! ¡Kook!, ¿cómo estas? — Se sentó junto a mí agarrando mi mano.

— P-pues mejor. — Respondí algo desconcertado.

— ¿Qué haces aquí? — Jimin se acercó a nosotros tras cerrar la puerta y su cara rápidamente se formó molesta.

— Visitar a Kook. — Dijo con una sonrisa radiante cual anuncio de dentífricos.

— ¿No estás siendo un poco exagerado?, ayer también viniste. — Algo malhumorado siguió con la tarea de sacar mi ropa del armario.

— ¿Necesito un motivo para preocuparme? — Preguntó con retintín.

— Está bien, me gusta que me visites. — Interrumpí el mal ambiente que se iba creando poco a poco con una sonrisa algo inocente pero sincera. Jin era uno de los que mejor me caían en el grupo, era atento y muy amable.

— ¡Ay, Jungkook, me alegra oír eso! — Besó mi mejilla cogiéndome algo desprevenido y dejándome un poco nervioso.

"Menos mal que Jimin no lo vio, sino lo mata"

— ¡Eh!, ¿qué cojon...? — Se acercó con sus ojos desencajados y apretando con fuerza una de mis camisetas que traía en la mano a punto de guardar.

"Al parecer sí lo vio"

"No se le escapa una"

— Jimin, das dolor de cabeza. — Dijo Jin a la vez que se ponía en pie e ignoraba al pelinaranja. Agarró mis piernas y mi espalda, levantándome en peso como si fuéramos unos recién casados. — Me lo llevo a la cafetería para que coma algo.

¿La cara de Jimin...? miedo era poco lo que me hacía sentir, estaba por arrancarle los ojos al castaño y luego pisarlos hasta descargarse por completo, un pensamiento asqueroso, lo sé, pero juraría que pensaba algo así.

No dijo nada, se quedó petrificado, viendo como me llevaba en brazos hasta la puerta y con dificultad la abría. Se despidió con un sonoro "adios" del pelinaranja y después de que yo le lanzara una mirada de disculpa me sacó de allí, caminando por el largo pasillo en dirección a la cafetería.

— Hyung, no tienes por qué llevarme en brazos. — Le dije, ruborizado y avergonzado.

— No es ninguna molestia. Prefiero llevarte así a sufrir mirándote como caminas con dificultad. — Me guiñó un ojo y aparté la vista hacia el frente, viendo como algunos alumnos nos miraban, haciéndome sentir el doble de avergonzado.

Me dejó en una de las sillas y fue a pedir nuestro desayuno. La cafetería estaba bastante vacía, ya que era fin de semana y no solía haber casi nadie. Nada comparado a como se llenaba entre semana.

Trajo consigo dos bandejas, una me la pasó mientras se sentaba enfrente de la otra restante. Había traído una manzana, un zumo de naranja, un par de tostadas, mermelada de fresa y un trozo de bizcocho.

— Que buena pinta. — Dije relamiendo mis labios dispuesto a zamparme toda la bandeja.

— Que desconsiderado es Jimin. — Dijo con la boca llena.

— ¿Hmm? — Levanté la vista para mirarlo, mientras le daba un bocado a la tostada.

— Seguro ni se preocupó en saber si habías comido algo.

— A veces se le pasa, tiene muchas cosas en la cabeza. Yo lo entiendo. — Sonreí probando ahora un poco del bizcocho.

— Si no fuera porque es Jimin, podría decir que pareces su novio.

Escupí el poco zumo que llegué a beber, salpicando todo en mi bandeja y un poco en la mesa. Tosí reiteradas veces, casi me ahogaba por su culpa, o más bien por su comentario.

— Kook. — Me llamó, su voz denotaba algo de seriedad.

— ¿Sí? — Aclaré mi garganta.

— ¿Estás saliendo con Jimin? — Menos mal que no me dio por dar otro sorbo al zumo porque esta vez habría llegado hasta su cara.

"JungKook eres demasiado evidente..." "¡Disimula que no es tan difícil!"

— ¡Claro que no! — Reí nervioso, restándole importancia a sus palabras y cogiendo la tostada para darle otro bocado.

— Kook, te estás comiendo la tostada sin nada. — Miré la tostada y era verdad me la estaba comiendo en seco. — Podrías pedirme que te unte la mermelada, no me molesta, además con una mano sé que no puedes.

— No quería molestarte más.

— No seas tonto. — Echó a un lado su bandeja y acercó la mía a él.

— Ya lo hago yo. — Escuchamos una tercera voz, me giré y Jimin traía en sus manos otra bandeja. Se sentó junto a mí y cogió mis tostadas y mermelada, dispuesto a untarlas él.

No pude evitar sonreír, por lo tierno que era y lo poco que había tardado en aparecer, principalmente por celos, aunque él lo negara yo sabía que eran celos, y me encantaba, más que nada porque conseguía derrumbar a aquel Jimin rudo y desinteresado.

"Y todo lo provocaba yo"

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