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Capítulo 18


Rústica, así era la habitación en la que me encontraba, con muebles tan oscuros que oscurecía el propio habitáculo. Había un olor a madera acompañado de un fuerte aroma a algún tipo de producto de limpieza, para mantener el color vivo de la madera, supongo. Cortinas rojas que arrastraban y muchas estanterías con libros. El diseño parecía sacado de una película de terror.

— Bien, entonces repasemos. — Aclaró su voz a la misma vez que se levantaba de su asiento y rodeaba el mío una y otra vez. — Dices que pasabas por el pasillo y lo viste ahí, tirado en el suelo. Luego buscaste a un profesor y éste se lo llevó rápidamente, ¿me dejo algo? — Negué varias veces.

Apoyó la mitad de su cuerpo en la mesa, frente a mí, juntando sus manos y mirándome fijamente.

— ¿De verdad ocurrió así? — Mis manos volvieron a temblar, pero me costó más disimular el que tenía en mis labios.

— Sí, señor.

— Jeon JungKook, más vale que no me estés mintiendo. — Volvió a su silla y descolgó un teléfono de color negro que había sobre la mesa.

— ¿Va a llamar a mis padres? — Pregunté desesperado. Si hacía esa llamada estaría muerto.

— Es mi deber. Ha ocurrido algo muy grave y tus padres deberían estar al corriente.

Intenté volver a quejarme, pero su dedo alzado hacia mí me indicó que guardara silencio.

— ¿Señor?, oh, disculpe, señora — "¿Señora?" — Verá, a ocurrido algo grave y... No no, no se preocupe, su hijo está perfectamente, pero me gustaría que viniera para hablar con usted si es posible. — Guardó silencio, supongo que escuchando la voz que había al otro lado de la línea. — Sí señora, bien, entonces nos vemos más tarde. Que tenga un buen día. — Colgó el teléfono y volvió a dirigir su vista hacia mí. — Tu madre vendrá más tarde.

— ¿Mi madre? — Es extraño, mi madre no suele meterse en ningún asunto, ni aunque se trate de su propio hijo.

— Preferiría que viniera su padre, pero al parecer está muy ocupado trabajando y bueno, lo entiendo, un hombre como él no debe de tener mucho tiempo.

"Y doy gracias que no lo tenga"

— ¿Puedo irme ya? — Musité.

— Por el momento, sí. — Se levantó para acompañarme hasta la puerta. — Volveré a llamarte. — Yo sólo asentí, saliendo por fin de allí.

Corrí tan rápido como me permitieron mis piernas, llegué a los dormitorios y entré en la habitación, pero Jimin no estaba. "¡Joder!". Permanecí allí, pensando donde podría estar al mismo tiempo que recuperaba el aliento.

"Si no está aquí, sólo puede estar en una de las habitaciones de los demás chicos."

"Piensa, piensa"

"¡La de HoSeok!"

De vuelta al exterior, siendo ahora mi objetivo el edificio del sector 2. Una vez entré, aminoré mi velocidad ya que no quería llamar la atención. Me costó un poco recordar el número de habitación pero al final la encontré. Llamé unas cuatro veces pero nadie abrió, llamé y llamé hasta que mis nudillos dolían.

— ¡Eh! — Alguien llamó a lo lejos y yo sólo me giré. — Ven. — Era YoonGi quien llevaba en sus brazos varias bebidas.

— ¿¿Dónde está Jimin?? — Me miró confuso por mi desesperación, pero no comentó nada al respecto, sin embargo sólo me dijo que lo siguiera.

Al entrar en una habitación que no había pisado nunca, logré verle, sentado con la cabeza agachada y TaeHyung a su lado.

— Jimin. — El sólo pronunciar su nombre deseé estallar en llanto. Sabía que estaba bien, pero lo había pasado tan mal... Esas tres horas esperando fuera del despacho, con tantos profesores intentando tranquilizarme, luego la llamada a mi madre, el no saber como estaba Jimin y esa mirada desencajada que tanto miedo me dio; la cual me costó borrar de mi mente.

— ¡Kookie! — Corrió hasta mí, abrazándome tan fuerte que apenas podía respirar.

Las lágrimas ya recorrían mis mejillas y a pesar de que sabía que no estábamos solos, lo abracé, hundiendo mi rostro en su cuello. Sollozaba y sollozaba, notaba como JiMin intentaba calmarme acariciando mi espalda. El resto de chicos quedaron en absoluto silencio, mirando la escena como si no entendieran nada.

— ¿Estás bien? — Agarró mi rostro con ambas manos, sólo asentí absorbiendo mi nariz.

Ya más calmado agarré sus manos y vi sus destrozados nudillos. En varios la piel se había levantado y aunque se notaba que lo curaron, seguía teniendo la sangre agolpada. — ¿Te duele? — Pregunté con la voz quebrada.

— No, estoy bien.

Alguien en la habitación carraspeó su garganta y nos giramos, viendo a NamJoon de brazos cruzados. — Creo que merecemos una explicación. — Dijo y Jimin se separó de mí, como si hubiese recordado que no estábamos solos.

TaeHyung fue ahora el que corrió hasta a mí y me abrazó, llenándome de miles de preguntas que denotaban preocupación.

NamJoon me pidió que contara todo y así lo hice, conté todo lo que me había pasado e incluso les hice saber que no dije nada en el despacho del directo. En mitad de mi discurso vi a Jimin levantarse, como si no quisiera escuchar, nervioso y recorriendo la habitación con su mirada al suelo.

— Y eso es todo...

— ¡Será hijo de puta! — Gritó Tae, levantándose de su silla y dirigiéndose hasta la puerta.

— Tae, quieto ahí. — Le advirtió HoSeok.

— No pienso quedarme de brazos cruzados, ese capullo intentó abusar de JungKookie. No se irá de rositas. — Abrió la puerta, pero fue cerrada de nuevo de un portazo.

— Cálmate, ¿quieres? — HoSeok acarició su nuca, relajando al castaño. Lo cogió de la mano y volvió a sentarse en la silla poniendo a Tae en su regazo.

Todos nos quedamos algo sorprendidos. Se sabe que HoSeok es muy cariñoso con mi amigo, pero nunca lo habíamos visto así. Había algo diferente en ellos, algo que no sabíamos y que descubriríamos pronto.

— Hay que hacer algo. No podemos dejar que sepan que Jimin es el culpable. — Habló NamJoon rompiendo el silencio.

— Pero Jimin sólo intentó protegerlo. — Añadió YoonGi.

— Hay que decir la verdad. — La voz de Tae sonaba reprimida. — Jimin no tiene la culpa de que ese asqueroso, engendro, malnacido, hijo de las re mil put...

— ¡Tae! — Le interrumpió HoSeok.

— Perdón..., lo que quiero decir es que... no tiene la culpa, sólo lo ayudó. Aquí el único culpable es ese... — Miró a HoSeok quien ya lo estaba observando y advirtiéndolo con la mirada. — hombre, que intentó abusar de mi conejito y se merece un despido y una denuncia.

— No, no. No quiero líos. — Salté nada más escuché la palabra denuncia. — No quiero que esto vaya a más.

Algunos suspiraron comenzando a buscar soluciones en sus cabezas, pero al final a nadie se le ocurrió nada. Estuvimos toda la tarde juntos en la habitación, yo volví a curar las heridas de Jimin, pues si no lo hacía yo, no me quedaba tranquilo. Tae no paraba de mirarme o más bien de mirarnos, "creo que ya se huele algo", e incluso intentaba acercarse a nosotros de forma "disimulada" para escuchar nuestras conversaciones.

"Y lo más gracioso es que se cree que no lo notamos"

NamJoon nos pidió que fuéramos esta noche a su casa y que allí todos reunidos de nuevo siguiéramos buscando una solución. Porque aunque la idea de Tae era la más sensata, me negaba a llevarla a cabo, no iba a dejar que Jimin se metiera en un lío. Quizás la idea hubiese estado bien si el pelinaranja no lo hubiera destrozado como lo hizo... Era irreconocible y eso supondría una expulsión para él. Y tampoco quería admitir el abuso, pues eso sería un problema para mí.


[...]

YuGyeom vino hasta la habitación de YoonGi, me dijo que le costó bastante encontrarme. Estaba preocupado y me pregunté como es que se enteró, simple, alguien vino a buscarme a la habitación, pero no me encontraron y terminaron por mandar a mi compañero de clase.

Tenía visita y según la llamada que hizo el director, sería mi madre. Aquí llegaban las oleadas de problemas... Al final mi padre terminará por enterarse quiera o no.

— ¡Oh cariño!, ¿estás bien? — La señora me rodeó con sus brazos nada más me vio entrar por la puerta.

— ¿N-nana? — No lo podía creer. Esa llamada no le llegó a mi madre sino a mi niñera. — ¿Cómo es que estás tú aquí?

— No pensabas que les daría el número de tus padres, ¿no? — Rio nerviosa con los ojos cristalizados.

— Gracias. — Suspiré tan fuerte que el nudo que tenía en mi interior por fin se había soltado, volviendo a respirar un poco más tranquilo.

— Me lo han contado. — Por suerte sabe lo mismo que el director, o sea nada, sino ahora estaría sacándome a arrastras de aquí.

— Tranquila estoy bien, pero no puedo dejar que llegue a oídos de mis padres.

— Mi niño, no debes preocuparte. Tú sólo viste el cuerpo de casualidad, ni eres víctima ni culpable. — Acarició mi cabeza. — No saldrá de aquí.

Sólo asentí. Había conseguido quitarme un problema, pero aún tenía varios por resolver y el más preocupante era Jimin.


[...]

El oscuro sótano ahora iluminado por varias bombillas repartidas en toda la estancia, estaba siendo el lugar de reunión para discutir y resolver el problema. Ahora entiendo por qué Jimin actuaba tan a la defensiva con respecto a TaeHyung. Todos ellos son amigos muy cercanos, como una familia, y si uno tenía un problema, todos lo tenían.

Todos estábamos repartidos por los sofás, aunque Jimin estaba sentado en el posabrazos de mi izquierda, encorvado y con un tembleque en su pierna que me estaba poniendo más nervioso aún. NamJoon que todavía no había abierto la boca estaba de pie, mirando el infinito con un cigarro entre sus dedos y dejando una humareda a su alrededor.

— Esto es una pérdida de tiempo. — Rompió YoonGi el silencio. — Una vez ese tipo salga del hospital contará toda la verdad.

— Por eso digo que debemos decir la verdad. — Volvió a repetir TaeHyung.

— No podemos. — NamJoon había dado una calada después de hablar, dejando caer las cenizas en un cenicero y quedar ahora apoyado en el respaldo del sofá.

— No entiendo por qué dices que no podemos.

— No seas pesado Suga. — Replicó al peliverde.

Después de que el chico de piel lechosa callara ante las palabras de su amigo, escuchamos el timbre de la puerta y NamJoon corrió a abrir. A los pocos segundos vimos a Jin entrar por la puerta algo cansado.

— Lo siento chicos. Me di toda la prisa que pude.

— No te preocupes. — Habló HoSeok calmando al mayor que aún respiraba agitado.

— Me he enterado de todo y... — Me miró ahora a mí. — tengo que hablar contigo JungKook. — Yo sólo miré a Jimin quien había dejado su pierna quieta y miraba a Jin confuso.

Sólo asentí y al levantarme, Jimin cogió mi mano acercándonos al castaño que también agarró su mano y nos sacó del sótano, llevándonos a la sala.

— ¿Qué sabes Jin?

— Dije que hablaría con JungKook.

— No me toques los cojones, Jin. — Dijo algo alterado acercando su rostro al más alto.

Agarré su brazo y le di un leve empujón hacia atrás. — Puedes hablar Jin.

— El profesor que intentó... — Miró a Jimin y por su rostro decidió omitir cierta palabra. — es mi hermano mayor.

— ¡¿Qué?! — Jimin y yo reaccionamos de la misma forma sólo que él sentía las ganas de degollar a alguien.

— Es por eso que os dije que no podemos decir la verdad. — Apareció NamJoon apoyado en el marco de la puerta.

— Me importa una mierda quien sea. — Se encaró ahora con el pelirrosa.

— Mi padre no lo despedirá. Son tal para cual... — Concluyó Jin con la cabeza agachada, como si sintiera decepción. — Y en cuanto mi hermano salga del hospital, culpará a Jimin, y te expulsarán. — Sus últimas palabras fueron dirigidas a Jimin.

— No me importa que me expulsen. — Le devolvió la mirada al mayor. — No dejaré que vuelva a tocarle un pelo a JungKook.

Un cosquilleo recorrió mi cuerpo y aunque no era momento para sentirse así, no pude evitar sentirme especial, a pesar de dejarme tan claro que no demostraría nada ante nadie, lo estaba haciendo, aun ganándose las miradas extrañadas de todos.

Volvimos al punto de partida, no había nada que hacer hasta que mi tutor saliera del hospital y así ver lo que ocurriría. Esperar era lo que nos quedaba.


[...]

Pasaron un par de días y no me habían vuelto a llamar por lo que me sentía un poco más relajado, al menos de momento. La actitud de Jimin seguía igual, fría y distante, con la mente siempre perdida. Cuando le hablaba sólo me respondía con monosílabos y ahí acababa nuestra conversación.

Por otra parte TaeHyung me había pedido una de las noches ir a su habitación a hablar conmigo sobre el tema, quería saber como estaba y lo que yo pensaba, pero no fue de lo único que hablamos.

— JungKookie, había algo que quería contarte, pero con todo esto no pude hacerlo.

— Pues dímelo ahora. — Crucé mis piernas encima de la cama para estar más cómodo y escuchar atentamente lo que mi amigo tenía que decirme.

"TaeHyung y yo siempre fuimos unos marujas" "Nos contábamos de todo, tanto relacionado con nosotros como con terceros"

— Pues verás... — Rascó su mejilla con un dedo, señal de nerviosismo. — H-HoSeok y yo...

— HoSeok y tú... — Repetí sin comprender lo que quería decirme.

— Sí, ya sabes... — Me hacía gestos con su cara como si pudiera adivinarlos.

— No, no sé Tae.

— ¿También tienes el cerebro de un conejo? — Lo miré ofendido. — ¡Qué estamos juntos!

— ¡No!

— ¡¡Sí!! — Ambos sonreímos como idiotas.

— ¡¡No!! — Cogí las manos de mi amigo.

— ¡Qué sí, leñe! — Y nos pusimos a saltar como locos encima de su cama, con Bobby mirándonos asustado desde el otro lado de la habitación.

Al fin una buena noticia. Estaba muy feliz por mi amigo, yo ya sabía de su orientación sexual y como le tiraba los tejos a chicos de nuestra escuela. A veces era divertido por la forma de ligar que tenía, pero otras veces no lo parecía tanto, ya que siempre debe haber idiotas en todas las escuelas y algunos se burlaban de él.

HoSeok era un buen chico para él, no lo conocía mucho, pero se veía una persona de fiar y se le caía la baba con mi amigo.

El tiempo pasó volando, pude ver lo oscuro que estaba por la ventana, que tenía corrida las cortinas de un color amarillo chillón; tan llamativas, seguro fue mi amigo. Tras cerrar la puerta tal fue mi sorpresa que hasta me sobresalté.

— Jimin. — Me llevé una mano al pecho por el susto. — ¿Qué haces aquí? — Estaba sentado en el suelo con las piernas extendidas.

— Ya era hora. — Se incorporó sacudiendo ese redondo trasero que tan sexy se veía siempre. — Tardaste mucho.

— ¿Llevas esperando mucho?

— Desde que entraste. — ¡¿Había estado aquí dos horas?!

— P-pero, ¿por qué?

— No iba a dejarte solo. — Sentí un calor por mis mejillas y no pude evitar sonreír. Le tendí una mano justo cuando dio su primer paso. — ¿Te hiciste daño en la mano? — La cogió rápidamente, inspeccionándola.

— No, tonto. — Reí por el gesto tan tierno que tuvo. — Me gustaría que fuéramos de la mano.

— Kookie...

— Lo sé, las reglas, pero no hay nadie. — Giró su cabeza varias veces viendo que tenía razón. No había nadie. — Por fa~. — Le hice pucheros.

Y terminó por soltar un suspiro derrotado. — Está bien. — Entrelazó nuestras manos y caminamos hacia la habitación.

— Kookie. — Volvió a llamarme.

— ¿Hmm?

— Te tengo unas ganas horribles.

— ¿Ya se te pasó el enfado?

— No, pero dos días sin tu culo es demasiado. — El eco de un golpe resonó en todo el pasillo. — Tendré que castigarte bien duro después de ese golpe. — Me miró con la cara más pervertida que había visto nunca.

— Eres idiota, Jimin. — Acerqué mi rostro a él sacándole la lengua en forma de burla.

— Pero te encanta, tus gemidos me lo dicen. — Y rio a la vez que posaba un tierno beso en mi nariz.

No contesté pues tenía razón, todo lo que me hacía me volvía loco.

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