Capítulo 17
Lo tenía frente a mí, sentado en su cama con la mirada perdida en algún punto de la habitación. Después de lo que ocurrió esta tarde no volvimos a hablar, sólo caminamos a la par hasta el dormitorio y sin nada que decir o añadir. Este incómodo silencio me ponía de lo más nervioso, me había declarado, por fin lo había hecho, saqué las fuerzas suficientes y lo hice, pero no obtuve ninguna respuesta, aún así esperaré por ella lo que haga falta. Puede que la respuesta que reciba termine por dañarme aún más, pero si no arriesgaba no iba a ganar nada.
"Total no tengo nada que perder"
Carraspeé mi garganta y poniendo la sonrisa más dulce que podía me acerqué a él, inclinando mi cuerpo a la altura de su cabeza.
— ¿Te apetece algo de beber? — Pregunté, pero él seguía sin articular una sola palabra. — ¿Refresco?, ¿zumo?, ¿té?, ¿café?... — Seguí insistiendo.
— Es tarde, no salgas. — ¿Eso fue preocupación o un "déjame en paz"?
— No es tan tarde, sólo son las... — Cogí el móvil de mi bolsillo y miré la hora. — las 21:26.
— He dicho que no salgas. — Suspiró y se tumbó a lo largo, usando sus propios brazos de almohada.
Yo lo miré desesperanzado. Jimin era tan difícil de llevar, la mayor parte del tiempo no sabía que quería o que pensaba y aunque ya estaba acostumbrado me moría por saberlo todo y conocerlo mejor. Hoy me había dicho que no sabía nada de él y era cierto, pero ¿por qué no me lo contaba?, así terminaríamos antes.
"Digo yo..."
Rodeé su cama y me senté a su lado, puede parecer que esté acosándolo un poco, pero en verdad me preocupaba.
"Joder, le confesé mis sentimientos y de repente se pone así" "Necesito saber algo"
— ¿Quieres que te cante? — Le dije cerca suyo.
— ¿Cantarme? — Por fin me gané su atención, lo que me animó aún más.
— ¡Claro! — Le dije emocionado. — Tú sólo dime cual y lo haré.
— Creí que no querías que te escuchara.
— Me pones nervioso. — Aclaré masajeando mi nuca algo tímido y él rio.
— No merezco alguien como tú. — Dijo y lo miré extrañado. — Eres demasiado lindo. Incluso ibas a cantarme sólo por... ¿animarme?
— ¿Qué hay de malo? — Me ruboricé por sus palabras, pero intenté que las mías sonaran calmadas.
Volvió a sonreír, mostrando sus dientes y sus ojos desapareciendo a causa de ésta. — Ven, acércate.
Sorprendido y embobado a la vez, hice caso, acercando mi cuerpo y pegando mi rostro al suyo, aumentando el rubor de mis mejillas. Cogió de mis cachetes y los pellizcó, provocando que soltara una queja por mis labios, lo que hizo ensanchar aún más su sonrisa y después de cortar los pocos centímetros que nos separaban, me besó.
"Más dulces que cualquier caramelo"
— Duerme conmigo. — Añadió una vez separó sus labios de los míos. — Ya me cantarás en otro momento.
— B-bueno. — Balbuceé y después de dejarme hueco junto a él, me metí en su cama.
Apagó la luz, consumiendo la habitación en la absoluta oscuridad. Rodeé su cuerpo con mis brazos e hizo lo mismo conmigo, quedándonos dormidos al poco tiempo.
[...]
Desperté con la melodía que tenía puesta como despertador y después de frotar mis ojos incontables veces lo apagué. Toqué el lado de la cama, buscando el cuerpo junto al que había dormido, pero no estaba. Me espabilé mejor, levantándome para meterme al baño. Me di una ducha rápida, poniéndome mi uniforme una vez salí y me fui derecho a clase.
Me pregunté por qué Jimin no estaba allí cuando desperté, no es que fuera raro, ya que él siempre despertaba primero, pero creí que me despertaría.
Hoy la clase fue algo entretenida, también hablaron un poco del evento e incluso hubo dos profesores, Kwon JiYong y Dong YoungBae, que se comprometieron a darnos clases extras, por lo que NamJoon hyung y yo asistimos. Fue increíble ver la demostración que hicieron.
Llegué a la habitación y nuevamente Jimin no se encontraba allí.
"¿Dónde se habrá metido?"
— Vaya ya estás aquí. — Oí su voz al entrar segundos más tarde, empezando a quitar su uniforme.
— Al fin apareces. — Le dije algo molesto por no haberse dignado a aparecer en todo el día.
— ¿Qué pasa?, ¿me echabas de menos? — Me miró con esa sonrisa burlona que tenía tan grabada en mi mente.
Sólo bufé, comenzando a quitar mi uniforme también, pero en algún momento giré mi cuerpo para no tener pensamientos sucios al ver ese trabajado cuerpo envuelto con un simple bóxer.
"Condenadas hormonas"
Escuché como reía a mis espaldas, "¿tan evidente soy?". Cogí un libro de texto una vez terminé y me senté en mi cama con las piernas cruzadas.
— Kookie. — Me llamó.
"Espera... ¿me llamó Kookie?"
— ¿Kookie?
— Me gusta, ¿a ti no? — Me encogí de hombros.
— Suena a galleta. — Le contesté.
— Por eso me gusta. — Se sentó junto a mí y revolvió mi pelo. — Me encantan las galletas.
— No digas tonterías. — Agaché mi cabeza para ocultar el sonrojo que me había provocado.
— Kookie, he estado pensado... —Permaneció varios segundos callado, como si buscara las palabras adecuadas. — No quiero hacerte daño, pienso que has sufrido suficiente.
Quedé mudo ante sus palabras, pues no entendía en que sentido las había dicho y de nuevo haciéndose el misterioso; sin aclarar nada.
— Jimin, sé más claro no te entiendo.— Ladeó su cabeza algo nervioso.
"Es curioso como "Mister Ogro" puede tener un lado lindo"
— ¡Agh, renacuajo no hagas como si no me entendieras! — Dio un pequeño empujón en mi hombro y reí.
— No miento, no te entien... — Y acalló mis palabras con un beso que no esperé.
— Pero hay condiciones. — Dijo una vez despegó sus labios de los míos. Yo aún seguía en shock. — La primera, no le diremos a nadie. — Me hizo un gesto para que lo escuchara y sólo asentí. — La segunda, nada de afectos fuera de la habitación y tercera, necesito mi polla en tu culo otra vez.
— ¡¿Q-qué?! — Casi grité asombrado por su última "condición". Él ya había quitado su camiseta de dormir y había cogido mi cintura. — E-espera, Jimin.
Otro beso robando mis pobres palabras. Se posicionó entre mis piernas y quitó mi camiseta, besando cada rincón de mi torso. Hubo un momento en el que dejé de forcejear para caer en sus caricias y excitarme como tan bien sabía hacerlo.
Sólo lo había hecho dos veces y fueron las suficientes para saber lo rudo que era Jimin en el acto.
"Vete acostumbrando", me dije.
Estocada tras estocada y gemidos de ambos acompañándolas, llegando al más deseado clímax.
Soltó un fuerte suspiro cayendo junto a mí. Me hizo un gesto para acercarme, apoyé mi cabeza en su pecho y me rodeó con un brazo. — Esto es lo que se le llama, ¿ser novios? — Pregunté curioso.
— Ahm, bueno, no sé, supongo. — Se notaba que el tema aún le ponía nervioso.
— ¿Qué harás con SeolHyun? —Sé que era un muy mal momento para nombrarla, pero me sentía tan preocupado como culpable.
— Ya te encargaste tú de eso.
— ¿Yo? — Alcé mi cabeza para poder verle. — No te entiendo.
— El día de tu borrachera subiste a la habitación y le soltaste en la cara que yo me había acostado contigo. — Lo miré con los ojos más abiertos si podía. — ¿Es qué nunca te preguntaste como amaneciste allí arriba?
"La verdad es que no llegué a preguntármelo"
— L-lo siento. — Dije algo arrepentido. Yo no era así, pero al parecer beber hizo sacar de mí una cara nunca vista.
— No te preocupes, de hecho me ahorraste el disgusto. — Y rio el malnacido.
"¿Cómo puedo estar enamorado de un tío como éste?" "¡No tiene corazón!"
[...]
A la mañana siguiente si tuvo la decencia de despertarme, aunque de una forma que no esperé. Cuando abrí mis ojos me lo vi besando mi pecho y bajando peligrosamente. Tuve que pararlo, si fuera por él volvería a partirme el culo y no podría ir a clases después de haber tenido tres secciones recientemente.
"Ya con dos tuve suficiente, el culo me dolía tanto que me costaba andar derecho"
— ¿De verdad que no quieres que te ayude con eso?
— ¡Qué no, Jimin! — Que pesado estaba siendo, me había repetido lo mismo unas cinco veces, el tiempo que me tardé en ponerme el pantalón del uniforme.
Se acercó y me dio un beso rápido, para luego despedirse y salir primero.
"Ya podría esperarme" "Oh, cierto, regla número dos"
"Aunque tampoco hacía falta ir de la mano"
Al terminar la última clase mi tutor volvió a llamarme la atención para acercarme a su mesa antes de salir. De nuevo quería que me quedara, "necesitaba" hablar conmigo.
"De verdad que tiene un problema conmigo, seguro me tiene manía o algo" "Una manía un tanto extraña, porque siempre es muy amable conmigo, a pesar de su pesadez"
— ¿De qué quería hablar? — Pregunté tras la mesa.
Él se levantó, rodeando la mesa y quedando delante mío. — Últimamente has mejorado mucho, tus notas son excelentes. — Me elogió.
"¿Me hace quedarme sólo para decirme eso?"
— G-gracias. — Me puse algo nervioso cuando se acercó más de la cuenta. — Debería irme ya.
Su brazo impidió que alcanzara dar un solo paso y con el otro agarró mi cintura. Cuestioné su acto, pero no contestó, tan sólo se limitó a acortar más la distancia, apartando algunos mechones de mi frente y sin apartar la vista de mis ojos.
— ¿Q-qué hace? — Me estaba asustando y sólo quería salir de allí.
Ya podía sentir su respiración, haciendo la mía más agitada, pero justo en ese momento vi a mi tutor ser estampado contra la pared de una forma tan brutal que el estruendo del golpe me hizo sentir el dolor que debió sentir al impactar. Luego todo fue rápido, golpes y más golpes impactando en la cara, ahora irreconocible, de mi tutor.
— ¡¡Jimin, para!! — Agarré su brazo, pero la fuerza que ejercía daba a la mía por inútil. — ¡Jimin, por favor, detente! — Lo agarré ahora de la cintura e intenté tirar de él, pero tampoco conseguí nada.
"Si no hago nada lo va a matar"
Cogí su rostro en mis manos, ejerciendo toda la fuerza que podía y lo obligué a mirarme. Tenía los ojos rojos y desencajados, por un momento hasta me dieron algo de miedo. Acabó por aminorar los golpes, siendo cada vez más débiles, hasta soltarlo y dejarlo caer al suelo. Sujeté firme el cuerpo de Jimin y lo llevé hasta la mesa, apoyándolo ahí, cogí su móvil del bolsillo de su pantalón y busqué el número de HoSeok.
Mientras daba señal, tragué saliva al ver la mirada de odio que no apartaba del cuerpo inerte que yacía en el suelo.
— ¡H-HoSeok!, ayúd-dame, p-por fav-vor. — Tartamudeé con labios temblorosos una vez oí su voz al otro lado.
HoSeok tardó poco en aparecer y después de quedar pasmado por la escena, sacó a Jimin de allí casi arrastras. Yo me quedé y avisé a algún profesor.
[...]
Tres horas más tarde me encontraba en el despacho del director, con las manos temblorosas y sin saber muy bien que iba a decir.
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