Tomi
ADVERTENCIA: CONTENIDO FUERTE
Jennie era una niña muy alegre, le gustaba jugar en el patio de su casa, tenía muchos juguetes con el cuál compartía con sus amigos.
El día de su cumpleaños era ese día, iba a cumplir nueve años. La mesa estaba llena de bocadillos y regalos. Sus amigos habían llegado. El día había sido perfecta ante los ojos de la castaña.
Al finalizar la fiesta, Jennie comía aún su parte del pastel, cuando su mamá se inclinó a ella, poniendo una pequeña caja sobre su piernas.
Tanto su padre como su hermano mayor, de díez años, la rodeadon, mirándola sonrientes. Jennie no entendía muy bien, pero un pequeño sonido dentro de la caja le llamó la atención.
_Vamos, cariño. Ábrelo - la mamá animó.
La castaña, curiosa, abrió lentamente la caja. Su sonrisa creció y sus ojitos brillaron al ver a un pequeño polluelo dentro. Era amarillo, de ojos muy oscuros, movía sus alas al tratar de caminar, apenas tenía unos días de nacido.
_¿Es mío? - preguntó con ilusión.
Sus padres asintieron y su hermano no dejaba de grabar, también contento al verla tan felíz.
El polluelo, de nombre Tomi, como se lo había puesto Jennie, se había convertido en su mejor amigo. No había momento en que ellos dos estuvieran separados. Incluso Jennie comía ahora en el patio, teniendo el pequeño plato de Tomi a su lado, este comía muy gracioso para la castaña.
Tomi la seguía como si fuera su madre, siempre estaba cerca, Jennie cuidaba su caminar, caminando casi lento para no lastimarlo. La castaña le hacía pequeños trajes con papel y goma, Tomi ya estaba acostumbrado.
_Te queda muy lindo - pronunció Jennie al ponerle su gorrito.
Había tardado una hora en hacerlo, tenía escarchas y una bolita de algodón en la punta. Tomi se acurrucó a ella cuando Jennie le dió un tierno beso en su pequeño pico.
_Te quiero mucho, Tomi - susurró Jennie al cubrirlo.
El ya gallito dormía en su dormitorio, tenía su propia cama, hecha por la misma castaña de una caja de cartón.
Esos meses habían sido más alegres para Jennie, aquel regalo de cumpleaños era lo mejor que sus padres habrían hecho para ella.
Era una niña muy felíz junto a su pequeño amigo.
***
_¡Jennie! ¡Apresúrate! ¡Tu abuela te espera!
_¡Voy, mamá! - gritó la castaña. Iban de visita a la casa de la abuela, la visitaban cada cierto tiempo al encontrarse sola - vuelvo en unas horas, Tomi - avisó, este estaba recostado en su caja - te traeré comida ¿Sí? Y compórtate - sonrió cuando el gallito picoteo con cuidado sus cejas - también te quiero.
El viaje a la casa de la abuela fue corto, la mayor los recibió con cariño y pasó lo mismo de siempre, los menores a jugar al patio mientras los mayores cocinaban.
Pasó solo una hora cuando los padres llamaron a sus hijos. Jennie dejó sus juguetes en el suelo y corrió junto a su hermano, peleando de manera juguetona por quien gana el asiento del medio, por supuesto, Jennie ganó.
El almuerzo fue servido, los mayores cruzaban miradas entre sí, como aguantando una pequeña risa.
Todos comenzaron a comer, pero las miradas estaban principalmente en la pequeña castaña, quién comía con inocencia.
Los minutos pasaron entre charlas y risas por parte de los mayores, los niños estaban ocupados jugando entre señas y haciendo caras graciosas.
Cuando ya casi Jennie terminaba, los mayores volvieron a observarla, fue cuando su madre decidido preguntar.
_¿Te gustó la comida?
Jennie, sin saber lo que se escondía detrás de las palabras de su madre, solo sonrió contenta y respondió.
_Delicioso.
En ese momento, los mayores no pudieron ocultar sus risas. Jennie no entendía lo que estaba pasando, miraba curiosa a todos, incluso sus padres se estaban riendo.
_Cariño - pronunció su padre - ¿En serio estuvo muy rico? - Jennie asintió, dudosa ante tantas risas - ¿Te gustó mucho Tomi? - rió, contagiando la risa a su esposa.
La expresión de Jennie fue borrandose, su mirada bajó a su plato, comenzando a entender lo que sus padres habían hecho.
Los niños no se reían, miraban sin comprender a sus respectivos padres ¿Por qué se reían? Los menores miraron preocupados a su prima, cuando sus lágrimas salieron y comenzó a llorar. Esto solo causó más risa en los mayores.
_Ow, cariño, tranquila - su madre se acercó a ella - solo era un gallo, para eso son.
_¡Déjame! - Jennie la empujó con molestia, haciendo que los mayores dejaran su risa de lado y se enfocaran en lo malcriada que había sido.
_¡Jennie! - regañó su padre. La castaña cruzó miradas con él, el mayor pudo notar la rabia detrás de todas esas lágrimas. Pero para él estaba exagerando, le había faltado el respeto a su madre y eso no estaba bien - ¡Discúlpate!
Jennie no respondió, solo mantenía la mirada en su padre, ya ni siquiera lloraba, solo lo miraba a él, con odio, con rencor.
Dejó la mesa, y ante el llamado de sus padres y los comentarios de los demás mayores hacia ella, se dirigió al auto y se encerró en él, volviendo a llorar mientras se escondía en sus piernas.
_Es una malcriada - comentó la abuela.
_Ya, mamá - intervino la madre de Jennie - ya se le pasará.
_Vámonos - el señor Kim se puso de pie - ya estoy de mal humor - tomó su saco y se retiró.
El hermano de Jennie solo mantenía la mirada baja, obedeciendo a sus padres.
Cuando llegaron al auto, nadie dijo nada, dejaron que Jennie haga su berrinche sin decirle nada.
***
En su cuarto, los sollozos de Jennie eran casi inaudibles, sostenía entre sus manos el pequeño gorrito que le había hecho a Tomi.
_Jennie...- su hermano se acercaba a ella, entristecido - sé...que estás triste, pero...esto es así - jugaba con sus manos - los gallos y gallinas son para comer.
Jennie levantó la mirada, dejando ver sus ojos rojizos, aún dolida por lo que le hicieron a Tomi.
_Entonces...¿Por qué me lo regalaron? - su voz se quebró - ¿Por qué dejaron que me encariñara con él...? - sollozó - ¿Por qué fueron tan crueles, Tae? Si lo iban a matar...¿Por qué?
_Yo...no lo sé, creo que...es el humor de los adultos - bajó la mirada - eso...me dijeron cuando lo hicieron conmigo.
_¿Lo hicieron...con tu conejo? - Tae asintió, sintiendo aún tristeza al recordar a su antiguo amigo - me habían dicho...que lo regalaste.
_No...- negó - ellos... también lo mataron...y me lo dieron en mi cumpleaños, cuando estabas durmiendo - pronunció con nostalgia.
Jennie observó el gorro de Tomi, sintiendo más rabia e impotencia.
_Jennie...- volvió a pronunciar su hermano - será mejor...que solo lo olvides ¿Sí? - se dirigía a la salida - mamá y papá no son malos...solo que... así es la naturaleza, debes comprender eso. El más fuerte...se come al más débil...- pronunció antes de cerrar la puerta tras él e irse.
_Entiendo...hermano...- murmuró Jennie para sí misma, aún viendo el pequeño gorro - lo entiendo...
***
Tres de la madrugada, la casa estaba a oscuras y en silencio. Los señores Kim dormían en sus camas, el hermano mayor igualmente.
La castaña era la única despierta, caminaba descalza y en silencio por las escaleras. Bajó a la cocina, buscando algo en particular, se notaba tranquila, ya no tenía lágrimas.
Encontró finalmente lo que buscaba, y tomó el cuchillo entre sus manos, viendo el filo que traía.
Volvió a subir al segundo piso, abrió lentamente la puerta de una de las habitaciones, viendo por el borde y gracias a la luz de este, el tranquilo rostro de su hermano durmiendo.
_El más fuerte...- susurró sin expresión alguna, cerrando la puerta al ingresar -...se come al más débil.
***
En la mañana, los señores Kim despertaban a muy tempranas horas. La señora tenía que cocinar y el señor tenía que ir a trabajar.
_¡Tae! - la mayor golpeó la puerta - ¡Levántate, debes ir al colegio! - avisó antes de bajar por las escaleras.
Los pasos de la mayor frenaban, al ver a su menor hija sentada en la mesa, ya cambiaba con su uniforme y sonriendo.
En la mesa estaban cuatro platos, era arroz mezclado con un tipo de carne, y algunas salchichas para acompañar. Al lado de cada plato, tenían un vaso con refresco, todo preparado por la misma Jennie.
_¿Y esto? - preguntó su madre, llegando frente a la mesa - pensé que seguías molesta - pronunció seriamente.
_No, ayer mi hermano me explicó, ya entendí que mi comportamiento estuvo mal, quería disculparme.
La mayor sonrió levemente al escucharla, se acercó a ella y se inclinó, abrazándola.
_También perdón por lo de ayer, cariño. Pero esto es así - se alejó, tomando sus mejillas - ¿Lo entiendes, verdad?
_Sí, mamá - sonrió - lo entiendo.
_¿Y esta sorpresa? - el señor Kim sonreía al ver el desayuno.
_Jennie lo hizo - la mayor se puso de pie, sentandose en el asiento que le correspondía - como disculpas por lo de ayer.
_Que bueno que te hayas dado cuenta de tu erro hija - el señor Kim se sentó al lado de su esposa - entiendo que estés molesta, pero no está bien golpear a tu madre ¿Entiendes? - Jennie asintió - ¿Tú sola hiciste todo? - tomó el tenedor.
_Cariño, Jennie ya sabe hacer muchas cosas, es una niña muy inteligente - respondió también con tenedor en mano.
Jennie miraba fijamente cada movimiento, una ligera sonrisa ladeada y fría, apareció en su rostro cuando vió a sus padres llevarse a la boca la carne de su hermano.
_Mm, eres buena cocinera - felicitó su padre.
Jennie asintió sin dejar de sonreír.
Los mayores comían gustosos, saboreando aquella carne. Tomaron su refresco también disfrutando de la sangre de su mayor hijos mezclado con un saborizante.
_¿Les gustó la comida? - preguntó Jennie.
_Está delicioso - respondieron ambos, felicitando a su querida hija.
_¿En serio estuvo muy rico? - sus padres asintieron, aún comiendo. La sonrisa fría de Jennie creció - ¿Les gusto mucho el sabor de su propio hijo?
Los mayores se detuvieron, mirándola extrañada por lo que había dicho.
_¿Qué dices, Jennie? - preguntó su padre.
_La carne que comieron...es de Taehyung - sonreía - y el refresco que bebieron...era su sangre. Me alegra que lo hayan disfrutado...padres.
Los mayores cruzaron miradas, comenzando a enojarse por las barbaridades que decía la menor.
_Deja de decir eso, Jennie - la mayor levantó la voz - ¿Cómo puedes jugar con cosas así? ¿Estás enferma?
_Sabía que seguía con sus berrinches - el mayor se limpió la boca con su pañuelo, y se levantó molesto - ¡¿Te pones así solo por un estúpido animal?! - golpeó la mesa.
Sin embargo, Jennie ni siquiera parpadeó, le mantenía la mirada.
_El más fuerte...se come al más débil...
Jennie recogió su mochila, abrió el cierre con total tranquilidad, tomando lo que sea que estuviera dentro y lo lanzó al centro de la mesa.
Los gritos aterrados de la madre de lograron oír incluso fuera de la casa, su padre miraba aturdido el brazo de su hijo sobre la mesa, podía notarse claramente la cicatriz que se había hecho cuando estaba más pequeño.
_¿Qué pasa...? ¿Por qué no se ríen...? - preguntó Jennie, mirándolos fijamente - ¿No les parece divertido...?
El cuerpo de Taehyung se encontraba sobre su cama, tenía un gran cuchillo atravesado su garganta. Su sábanas manchadas de sangre y su mano derecho colgando al suelo, hacía un pequeño charco de líquido rojo.
La carne que habían comido, eran pequeños trozos de su muslo, que Jennie cuidadosamente había cortado y limpiado.
El señor Kim, furioso y con lágrimas en los ojos, quiso acercarse a Jennie, cuando sintió que le faltó el aire.
La mayor se preocupó, llegando a él de inmediato, pero sintió lo mismo. Ambos se estaban ahogando, sintiendo su corazón acelerarse tan peligrosamente.
Cayeron al suelo, botando espuma por su boca, comenzando a convulsionar, todo ante la mirada sombría y fría de Jennie.
En su mano sostenía el pequeño gorro de Tomi, manchado de sangre de su hermano mayor.
_Solo es...un pequeña broma...- Jennie sonrió - de mi parte - pronunció, viendo que sus padres ya se encontraba muertos - y de Tomi...
Fin
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