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Pan

Era pocas las veces en que Jennie salía a jugar, se mantenía siempre en la biblioteca y dibujaba pequeños dibujos de animales en su cuaderno.

No sonreía y desde que había llegado a ese orfanato, no había dicho palabra alguna a sus compañeros. La directora tampoco insistía, el temor que sentía por esa niña, hacía que quiera evitarla a toda costa, solo la mantenía allí por orden del juez.

Por el crimen que había cometido el año anterior, había pasado por un corto juicio donde fue juzgada por lo que era, una niña. Siendo liberada a solo pocos días y puesta en adopción en el orfanato principal del centro de Seúl.

Hasta el día de hoy, cada semana asiste a un psiquiatra. Es increíble para el resto escuchar de la misma boca del profesional, decir que Jennie es una niña normal.

No tenía rasgos de alguna personalidad distinta al de un niño común, ella solo parecía triste. Tan confuso fue para el mismo psiquiatra que comenzó a dudar si realmente ella habría sido la asesina de su familia, quizá había alguien detrás de todo eso tratando de culparla.

_Jennie, es hora de almorzar.

La castaña asintió ante el llamado, cerró su cuaderno y caminó sin compañía alguna por el gran pasillo. Los niños corrían alegres, entres risas y conversaciones tiernas de poderes o juguetes.

Cuando todos comían entre pequeñas pláticas, Jennie se dió cuenta de un pequeño detalle. La pelinegra de la mesa de el frente, tiraba con disimulo un pedazo de carne por debajo de uno de los armarios, de este se asomaba con temor unos pequeños bigotes, notó que era una rata a quién alimentaba en silencio.

La pelinegra, quien se llamaba Lisa y tenía apenas ocho años, volvió a comer mientras divisaba con disimulo al su alrededor, temía que alguien la haya visto y que cause un problema serio para ese pequeño animal.

Las miradas de ambas se cruzaron, poniendo a Lisa nerviosa y asustada de que aquella castaña sea una soplona y ponga a su amiga en peligro. Pero para su tranquilidad y confusión, Jennie simplemente sonrió a ella. ¿No la iba a acusar? ¿No le tenía miedo?

Durante todo el almuerzo, solo cruzaban miradas complices, Jennie le indicaba si había alguien detrás de ella o no para poder tirar el resto de comida. Para la castaña era realmente admirable lo que Lisa hacía, le alegraba haber encontrado a alguien que no le tuviera miedo.

Desde ese día en adelante, Lisa era la única niña que caminaba al lado de Jennie, la perseguía a todos lados, como si de un pequeño cachorrito se tratase. Se encargaban de llevar alimentos cada día a esa rata que habían nombrado "Pan", porque como decía Lisa, era muy panzón.

A la directora no le gustaba que Lisa se juntara con Jennie, había visto crecer a la pelinegra y sabía perfectamente que Lisa era una niña con un corazón muy puro y noble. ¿Qué de bueno podría traerle la compañía de una psicópata asesina?

_¿Pero por qué? - Lisa pedía alguna explicación clara, sus ojos estaban cristalinos desde que la directora de ordenó no acercarse a Jennie - ella es mi amiga, no la puedo dejar sola - sollozaba.

_Lisa - se inclinó a ella, limpiando sus lágrimas - eres una niña demasiado buena, cariño. Sé que te duele separarte de ella, pero cuando crezcas, vas a comprender porqué hago esto.

_¡No! ¡No quiero! - se alejó de la mayor - ¡Jennie es mi amiga, no la voy a dejar sola! - corrió fuera de la sala.

Había pasado horas desde que Jennie no veía a Lisa, comenzó a buscarla en cada habitación y pasillo, hasta que la encontró sentada en el piso de uno de los cubículos del baño. Sollozaba en silencio y se abrazaba a sus piernas. Jennie pudo ver una pequeña colita escondida detrás del inodoro, Pan estaba con ella.

_¿Por qué lloras? - Jennie se sentó a su lado, no mostrando alguna expresión en específico.

La pelinegra levantó la mirada a ella, y en cuanto sus ojos se vieron, el puchero de Lisa tembló y sus ojos se aguaron, no tardó en abrazar a Jennie fuertemente y esconder su rostro en su cuello.

_La directora no quiere que sea tu amiga - sollozaba.

_Creo que debes hacerle caso - pronunció ante la sorpresa de Lisa.

_¿Qué...? - quería volver a llorar.

_Los demás niños no se acercan a mí, debo tener algo de malo.

_¡No, no! - Lisa negaba - ¡Tú no tienes nada de malo, eres perfecta, eres la única que quiere a Pan! - señaló a su amigo - ¡Y Pan también te quiere! ¡Mucho! 

Jennie sonrió levemente.

_Pan es un lindo amigo - Lisa sonrió ante lo dicho.

_¿Verdad que sí? - giró a ver al roedor - ¿Ya vez, Pan? Ella también piensa que eres lindo, no hagas caso a las palabras de niños sin papás.

_Lisa - la pelinegra giró a verla - tampoco tenemos papás.

_Ah...verdad...- quedó pensativa - que triste.

_Lisa, ¿qué estás haciendo aquí? - la directora la había encontrado, había estado buscando a la pelinegra desde hace minutos, había una pareja que quería conocerla. La mayor vió con desconfianza a la castaña, solo trató de ignorarla y se acercó a Lisa, tomando su mano - Vamos, tienes que estar presentable.

Cuando estaba por poner de pie a Lisa, logró percatarse de aquel espantoso animal detrás del inodoro, pegando un fuerte grito agudo que logró asustar a la pelinegra. Jennie se puso de pie, alejándose hacia un extremo y viendo a la mujer aún gritar.

Lisa no entendía lo que estaba pasando, hasta que la mayor intentó pisar con la fuerza de sus tacones a su pequeño amigo.

_¡No, no! - Lisa saltó a su pierna, aferrándose a ella - ¡Es mi amigo, es mi amigo! - sollozaba, pero la mujer era más fuerte, intentaba a toda costa pisarlo, el roedor no sabía a dónde correr - ¡No le haga daño, es mi amigo!

_¡Suéltame, Lisa!

Jennie comenzaba a sentir esa extraña sensación de enfado, sus manos se movían ansiosas, sus puños se apretaban, mirando fríamente a la mayor.

_¡No, no! ¡Por favor! - Lisa pedía en sollozos - ¡Es mi amigo!

Pan intentó escapar, la única salida era pasar por debajo de sus piernas, no tenía otra opción. Corrió con todas sus fuerzas, logrando esquivar a la mayor gracias a que Lisa la sostenía y evitaba su buen equilibrio.

Pero el lugar se llenó de silencio, cuando la directora logró tomar la botella de detergente que estaba a un extremo del baño, y lanzandolo con total fuerza, logró aplastar y partir por completo el cráneo del pequeño roedor, dejándolo agonizar en el suelo, ahogándose con su propia sangre.

_Esas malditas plagas - gruñó la mayor con repulsión - Dios, que asco - evitaba verla.

Lisa caminó lentamente hacia su amigo, viéndolo sin tener altuna posibilidad de salvarlo. Se arrodilló a su lado, sus lágrimas resbalaron por su mejilla, sintió su corazón quebrarse al igual que su llanto, que cada vez se hacía más audible y doloroso.

Era todo, la mirada de Jennie estaba en la mayor, y era demasiado tranquila a comparación de lo que pasaba por sus pensamientos.

_Lisa, ya no llores - la directora cargó en brazos a la pelinegra, ella pataleaba, no quería que la cargara - podría provocarte enfermedades, era lo mejor.

_¡Pan! - Lisa no dejaba de llorar - ¡Pan!

Jennie solo le siguió con la mirada a la mayor, cuando esta se llevó a Lisa, tratando de calmarla diciéndole que podría ser adoptada y que tenía que verse bien.

La castaña volvió su vista al suelo, Pan ya estaba muerto. Se acercó a él, arrodillándose ante el pequeño animal, sus ojos se cristalizaron.

_Perdón por no ayudarte...- su voz fue seria - no sé porqué no podía reaccionar...pero lo que sí sé...es que la directora lo va a pagar...de la misma manera.

***

_Lisa - Jennie susurraba, era de madrugada y había entrado en la habitación 23 donde habían más de diez camas, por suerte, Lisa estaba en la más cercana a la puerta - despierta - la movió con delicadeza.

_¿Jennie? - al abrir sus ojos, Jennie notó que estos estaban rojos e hinchados, Lisa se había dormido llorando.

_Dime, ¿te adoptaron? - preguntó con curiosidad.

_Sí...- respondió por lo bajo - pero yo no quise...no pueden obligarme...

_¿No quieres una familia?

_No - negó - quiero quedarme contigo...solo tú quisiste a Pan...- sus ojos volvieron a cristalizarse.

_¿Puedes hacer eso siempre?

_¿Qué cosa? - preguntó sin lograr entender.

_Cada vez que te quieran adoptar, dí que no. No te pueden adoptar si no estás de acuerdo, y si te obligan a hacerlo, batalla para que no lo hagan, destroza sus cosas o golpealos, pero dejales en claro que no quieres ir con ellos.

_¿Por qué...me pides eso?

_Porque así sería más fácil encontrarte.

Lisa se levantó de inmediato de la cama, mostrándose preocupada.

_¿Te adoptaron? ¿Te vas a ir? - sostuvo su mano, temiendo no volver a verla.

_No, voy a irme de aquí - susurraba - no puedo quedarme después de lo que haré. Si me quedo, me atraparán.

_¿Qué harás?

_No puedo decírtelo, pero segura aue lo sabrás, ¿Quieres que te busque en unos años? - sonrió con tristeza - si me lo pides ahora, vendré por tí, te buscaré cuando pueda tener más comida y una cama.

Lisa asintió con tristeza.

_Sí, quiero que vengas por mí. No dejaré que me adopten, haré todo lo posible, incluso morderlos.

_Entonces lo prometo, vendré por tí - ambas sonrieron - pero, Lisa...- la castaña bajó la mirada - cuando te enteres de lo que hice...y no ya no quieres que regrese, lo entenderé.

_¿Y cómo sabrás si quiero o no...? - preguntó Lisa con duda.

_Mañana, pasaré por aquí en la tarde...y si hay un pañuelo atado en la reja del orfanato, eso sería un sí, ¿estás de acuerdo?

Lisa sonrió.

_Sí, estoy de acuerdo.

_Bien...- soltó su mano. Miró a Lisa, quien seguía sonriendo a pesar de tener los ojos hinchados, viéndose más linda de todas maneras. Para sorpresa de Lisa, Jennie dejó un rápido beso sobre sus labios - nos vemos en unos años - salió corriendo.

***

Por el pasillo principal, los pasos silenciosos de Jennie se guiaban a la habitación de la directora. En su mano tenía un palo algo pesado pero sostenible para ella, que tenían puntas de clavos en la cabeza. Sabía que por su fuerza, una simple botella no le haría algún daño a la directora, más que solo un dolor de cabeza.

Llegada a la habitación, la puerta fue abierta en el más mínimo silencio. La mayor dormía plácidamente gracias a sus pastillas. Jennie se acercó a ella, primero observándola, como si de un depredador se tratara.

Sostuvo con firmeza el palo con ambas manos, su mirada se volvió sombría, fría. Levantó en lo alto el arma y golpeó con toda su furia reprendida. Gotas de sangre salpicó a su rostro y el grito de desesperación de la directora fue despertando a los niños.

Poco pudo hacer la mayor al sentirse desorientada por el daño interno que uno de los clavos le había ocasionado. Intentó llegar a la puerta cuando nuevamente fue golpeada, viendo todo borroso y cayendo al suelo. Lisa aprovechó aquello, para acabar con eso de una vez antes de que vinieran a ayudarla.

Por suerte para ella, las asistentes estaban más preocupadas en tratar de proteger a los niños si es que de algún ladrón de tratara. En cada habitación, las mujeres mayores llevaron a los niños en una esquina y ellas se colocaron cerca de la puerta, sosteniendo un fierro en mano en caso de que necesitaran defenderse. Lisa se notaba asustada, ninguno de los niños entendía lo que estaba sucediendo, solo escuchaban gritos. La pelinegra solo deseaba que Jennie estuviera bien.

_¡¿Están bien?! - una jóven entró corriendo a la habitación dónde estaba Lisa.

_¡¿Qué pasó?! - preguntó la mayor.

_¡Es la directora, la atacaron!

Fue cuando Lisa lo comprendió, entendió finalmente las palabras de Jennie.

"No puedo decírtelo, pero estoy segura que lo sabrás"

Solo minutos después, Jennie brincaba de la pared, mostrándose llena de sangre en su ropa y manos. Vió una última vez al orfanato, sintiéndose triste por la posibilidad de no volver a ver a Lisa, pero ahora todo dependía de ella.

En la tarde del día siguiente, Jennie sostuvo con cariño el pañuelo que estaba atado en las rejas de la entrada. Lo desató rápidamente y lo guardó en su bolsillo, pero antes de que pudiera irse, su mirada se encontró con la de Lisa, ella miraba desde la ventana del tercer piso.

Ambas se sonrieron con tristeza y solo pronunciaron un "hasta luego", para que Jennie pudiera escapar. Sabían que volverían a verse, y Lisa la esperaría, no importa cuantos años tarde...y Jennie la encontraría, no importa dónde esté.


Voten ❤️

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