7._Pupurri
Mary despertó bruscamente. Estaba boca arriba,una postura inusual para ella. Se quedó viendo el techo mientras se desprendía de la horrible sensación que tenía acuestas. Era todavía de noche y no había luz. Aquello aumento un poco la angustia y busco su teléfono celular para encender la linterna, pero antes de alcanzar su móvil,una burbuja luminosa apareció flotando sobre la cama.
-¿Puedo ayudarla? Parece algo agitada-le preguntó Dai,que estaba en el rincón de cara a la pared.
Mary, que se había sentado en la cama, observó aquella figura clara tan oposición al lúgubre ambiente.
-Tuve un mal sueño-le confesó la muchacha, después abrazo sus piernas.
-¿Qué clase de mal sueño?-le preguntó Dai sin abandonar su pocisión.
-Estaba en la casa vieja,la que era de mi familia-comienzó Mary,pero hizo una pausa-No importa...Y ya deja de ver a la pared.
-¿Prefiere que la mire a usted?-le preguntó el mayordomo al voltear a ella-Uno de sus antepasados tenía ese problema también.Para dormir en paz me pedía que vigilara su sueño.
-No hace falta. De todas maneras te quedas aquí ¿No?
-Sí,pero no es lo mismo.
-Buenas noches,Dai-dijo la muchacha,cubriéndose con las mantas.
-Buenas noches, señorita Mary-le respondió Dai al sentarse en el costado de la cama-Que duerma bien.
Mary no estuvo segura,pero mientras retornaba a sus sueños tuvo la extraña sensación de Dai le acarició la cabeza. Tuvo una noche tranquila después de eso, sin sueños que recordar. Por la mañana el aroma de las galletas recién horneadas fue la motivación de Mary para salir de la cama. Fue hacia el ropero para buscar algo que ponerse y reflexiono en las pocas prendas que había llevado ropa.Un vestido azul era lo único que no se había puesto hasta entonces. Lo miró con cierta de nostalgia,
pues había sido regalo de una buena amiga que dejó atrás. No pudo evitar preguntarse si la volvería a ver,si podría dejar esa tierra algún día. Es que pasarse la vida en esa hacienda...
-Buen día-la saludo el mayordomo cuando ella se sentó a la mesa. La mujer le contesto usando las mismas palabras-Ese es un vestido muy bonito ¿Piensa salir?
-No puedo alejarme demasiado de tí ¿No?-le respondió con un tono amargo.
-No, no puede ir muy lejos de mí- afirmó Dai mientras vertia un aromático té en la taza frente a Mary- Pero esta en condiciones de ir al pueblo por unas horas. Con el tiempo incluso llegará más lejos-le dijo logrando cambiar el semblante de la muchacha.
-¿Lo dices en serio?-preguntó Mary con bastante entusiasmo y él se lo reafirmó.
-¿A dónde va?-le consultó Dai al verla ponerse de pie.
-Al pueblo-le respondió Mary metiendo varias galletas en una servilleta y tomando una manzana del frutero.
-¿Acaso piensa ir hasta allá caminando? No he ensillado a Pendragon. Señorita Mary, espere por favor-le pidió Dai,
pero ella había salido de la casa para cuando él entró en la cocina.
El mayordomo la alcanzó en la puerta de la propiedad y la invitó a acompañarlo a un cobertizo. Allí le enseñó algo que había conseguido para ella y que a Mary la sorprendió un poco.
-Una moto Honda Shadow 150- mumuró la muchacha.
-Pensé que le gustaría este vehículo. Me alegra no haberme equivocado.
-Por supuesto que no te ibas a equivocar,tú sabes mucho de mí y no te atrevas a negarlo-le dijo la muchacha,montándose en la motocicleta con curiosidad.
Dai acentuó su sonrisa de esa forma que era una mezcla perfecta entre la astucia y la oscura satisfacción que brinda el saberse descubierto en el momento en que esperabas ser descubierto.
-Nada o poco se le escapa señorita Mary-le comentó Dai- Tiene usted razón,yo sé mucho de usted. La observé por un tiempo. No me vea así por favor, fue idea de su tío bisabuelo. Él quería escoger un buen heredero y tenía que conocer muy bien a los candidatos.
-Supongo que tienes alguna facultad que te permitió verme a la distancia-le comentó la muchacha.
Dai apartó su mano derecha de su espalda y luego levantó el dedo índice para formar allí una esfera de cristal.
-Por medio de esto puedo mirar cualquier cosa,en cualquier lugar-le dijo el mayordomo.
Mary se quedó viendo la esfera un instante. Realmente ese sujeto a ratos le daba escalofríos.
-Tú...con todo ese poder que tienes...no dejo de preguntarme cómo terminaste así. Como un sirviente, incapaz de dejar esta hacienda-le dijo la muchacha, pero sin ánimo de burla o de compasión.
-No se quede en el pueblo más que un par de horas. Le estaré esperando con un delicioso almuerzo-fue lo que Dai respondió para evadir los ojos de esa mujer. Hubo algo en ellos que no le agradó. Lo disimuló muy bien, por supuesto.
Mary se puso el casco y se fue al pueblo. Hace días quería dejar esa tierra saturada de problemas y sobretodo dejar de sentir la constante presencia de Dai a su diestra. La muchacha necesitaba un poco de aire fresco.
El pueblo era bastante bonito. Conservaba mucho de su época de gloria. Tenía una sucursal bancaria,varias tiendas bien surtidas y también un viejo teatro que durante el verano funcionaba como sala de cine. La calle del mercado era la más concurrida. Allí se reunían agricultores de varios pueblos aledaños a vender sus productos. Mary había logrado tener un puesto ahí y pagaba a un chico para que se ocupará de el. Pensó en pasar a verlo,pero descartó la idea. No quería estar cerca de algo que le recordará a esos tomates azules infernales. Estacionó la motocicleta cerca de la plaza y paseó por ahí amparada por ese sombrero anaranjado que le daba sombra,
pero también le brindaba un aspecto algo extravagante. Caminando por ahí, con un enorme cono de helado en la mano, paso frente a una tienda de antigüedades. En el escaparate habían varios artículos. Uno de ellos era un viejo retrato de lo que parecían ser personas importantes de la localidad. Entre esa gente Mary vio a una mujer, acompañada de Dai. Tenía el cabello más largo. Llevaba una cola atada a la altura de la nuca, pero no había duda de que era él. Lo único que a Mary le llamó la atención de la fotografía fue ver a ese sujeto fuera de la hacienda. Se dió la vuelta para seguir su camino cuando alguien se estrelló contra ella haciendo que tirará su helado.
-Lo siento mucho-exclamó una voz masculina que le sonó familiar a la muchacha,que no veía el rostro de su interlocutor por estar mirando el helado en la acera-Señorita Mary,es usted...
-Comprame otro-le dijo la mujer enseñándole el postre caído.
-Claro,por supuesto-balbuceo el pobre muchacho,que terminó en un puesto del mercado comprando un vaso de helado de varios sabores.
Mary no sintió ningún remordimiento por pedir el helado más caro,pues desde su perspectiva Kibito-Shin era el culpable por haber tirado el que ella compró.
-¿Tú no queres uno? Hace demasiado calor ¿No crees?-le preguntó Mary al verlo pagar.
-No,yo así estoy bien-le respondió.Lo cierto era que no llevaba dinero suficiente para pagar siquiera una botella de agua más.
Mary se encogió de hombros y miró hacia el mercado. Antes no quiso ir y en esa oportunidad tampoco se animaba a dar un vistazo,pero una voz femenina y un grupo de gente llamó su atención. Se despidió del contador para ir a ver. No notó que esté la siguió intentando advertirle de algo. Cuando Mary logró ver lo que estaba sucediendo descubrió a Milk, frente al puesto de sus productos, diciendo a todos que aquellos tomates no eran naturales y eran dañinos para las personas. El pobre chico que vendía los frutos no era capaz de decir nada ante tan enérgica mujer que sobre un cajón de madera daba su discurso apelando a la tradición campesina del pueblo.
-Sí permitimos que esto siga así- decía la mujer- Muy pronto las grandes empresas invadiran nuestras tierras con sus vegetales de laboratorio ¿Y que pasará con nosotros? Tenemos que...
-Buenas tardes señora Milk-la interrumpió Mary logrando que la mujer volteara a verla.
-Eres tú. Señores ella es la citadina que trajo estos tomates genéticamente alterados a nuestro pueblo. Supongo que intentará convencernos de que estas aberraciones-dijo eso inclinándose para tomar uno de los frutos-Son saludables y el futuro de los cultivo.
-Usted lo ha dicho señora-le dijo Mary-Y estoy totalmente de acuerdo con usted. Los transgénicos son el futuro...
-Estas experimentos jamás superarán a un producto natural. Nuestro pueblo surte de vegetales y hortalizas a las grandes ciudades... Nosostros somos...
-¿A las grandes ciudades?-le cuestionó Mary-Hasta dónde sé, y si me equivocó corrígeme, pero la mayoría de los campos de esta zona suerte a una empresa que exporta sus productos a otro continente. La gente de las grandes ciudades no come vegetales nacionales. Si acaso sólo un porcentaje que no pasa del cuarenta por ciento. Es irónico,casi ridículo, pero la gente no come alimentos de su tierra sino otros de calidad más baja traído de países...-Mary se interrumpió al ver bajar a Milk e ir directo hacia ella en una actitud bastante amedrentante.
-¿Por qué se enfada conmigo? Sólo intento vender mis productos,al igual que usted-le dijo Mary a la mujer cuando está se paró delante de ella.
-Mi problema es que puedes enfermar a las personas con estas cosas-le respondió Milk apretando el tomate.
Mary miró levantó su helado a tiempo para evitar que restos de tomate cayeran sobre el,pero la mujer no le dió tregua y siguió atacandola verbalmente. Milk si que era una mujer avasalladora, pero Mary conocía a una mucho peor: su madre. De modo que Milk no le era más que un perro grande que ladraba demasiado. Si bien no le dejo volver a hablar tampoco conseguía hacerla retroceder y para la mujer,que estaba habituada a lograr tal cosa, Mary le resultaba una persona desafiante sin siquiera proponerse tal cosa. Sin embargo, la muchacha terminó quebrándose en medio de aquel lío. Dai le dijo que sólo podía estar fuera unas horas,Mary se distrajo y perdió la noción del tiempo. Su nariz sangro y se desmayo en brazos de Kibito-Shin.
-Que mujer tan débil-murmuró Milk al verla desfallecer.
Dai que estuvo observando a la muchacha a través de la esfera de cristal,soltó un suspiro y haciendo desaparecer el objeto se metió en la cocina.
-Tendremos un invitado-se dijo con cierto disgusto.
Y así fue. Kibito-Shin llevó a Mary a casa y esta lo invitó a quedarse a almorzar, en gratitud por tomarse la molestia de llevarla de regreso.
-Tome un baño para refrescarse-le sugirió el mayordomo, al verla subir la escalera.
Mary no respondió. Se sentía mejor,pero un poco aturdida. Quince minutos después bajó vistiendo un pantalón corto y una camiseta de tirantes. Estaba de mejor ánimo. Pero el que no se veía nada contento era Dai.
-Puse la ropa limpia en el closet y le dejé una muda sobre la cama-le dijo a la muchacha cuando ella paso junto a él.
-No iba a ponerme vaqueros con este sol infernal,Dai.
-Pudo buscar algo más recatado considerando que tenemos un invitado-le reprochó el mayordomo.
-Kibito-Shin-llamó Mary al muchacho que se acaba de sentar a la mesa- ¿Te parece que hay algo malo con este atuendo?
El contador la miró un poco incómodo y negó con la cabeza.
-Ya vez...todo está bien-le dijo la mujer y fue hacia la mesa.
La comida inicio tranquila. Un poco callada hasta que el invitado,sintiéndose un poco tenso entre Mary y Dai hizo una observación respecto a una pintura que antes estaba sobre la chimenea. Nadie le contesto y se sintió un poco avergonzado.
-Trabajaste con mi tío Edgar bastante tiempo ¿No?-le dijo Mary después de un rato.
-Diez años-le respondió.
-Eso es bastante tiempo...
-Sí,mi familia siempre a trabajado para la suya-le dijo el contador-Mi abuelo,Ro,era el antiguo contador. Siempre me habló de su tío,de lo excéntrico que era el señor Edgar.
-¿Excéntrico?-repitió Mary.
-Sí,bueno,no quise ofender...es que su tío vivía solo aquí. Bueno en el pueblo decían que después de que su esposa lo dejó, se volvió un poco loco.
Mary oyó una historia respecto a la esposa de su tío Edgar. Al parecer era una mujer muy bonita de la que el señor estaba muy enamorado,pero la cual le fue infiel con uno de los empleados de la hacienda. Después de eso el hombre despidió a todos salvó al mayordomo y durante quince años no cultivo sus tierras. Dai oyó el relato con un rostro inexpresivo. En silencio. Como contemplando algo muy remoto.
-¿Bueno y que hay de tí?-le preguntó Mary a Kibito-Shin una vez terminó la historia-¿Tienes novia?
-No,yo no...
-¿Quieres una?
Si antes estaba algo incómodo, después de esa pregunta Kibito-Shin sintió su sangre ir a la cabeza de golpe. Mary se sonrió divertida. Ese muchacho era el tipo de sujeto que ella gustaba hacer sonrojar.
-Ire por una bebida fría,muy fría-señaló Dai antes de ir a la cocina.
A media tarde Mary despidió a su invitado y subió a su habitación por una mochila. Después volvió a la cocina para meter algo de pan, frutas y agua. Cuando salía se encontró con Dai que la veía con mucha seriedad.
-¿Quieres acompañarme? Haré un picnic en la orilla del estanque.
-Gracias por la invitación,pero tengo mucho trabajo todavía.
-¿En serio? ¿Seguro no estás molesto por lo del almuerzo?
-¿Por qué estaría molesto? Si usted quiere ser novia del contador es su decisión-le dijo Dai en un tono duro y cerrando los ojos.
-Me refería a lo de la esposa del tío Edgar. El empleado con el que ella fue infiel a tu señor, fuiste tú ¿No es así?
-Ella me lo ordenó y yo obedecí-respondió sonando gélido.
-¿No sentías nada por ella?-le preguntó Mary con seriedad.
-No. Y tampoco creo que ella se haya enamorado de mí como decía.
-Quizá no-murmuro Mary-Es fácil sentir simpatía por alguien a tu servicio que tiene un rostro atractivo,que es educado y gentil. Pero enamorarse de esa faceta del individuo es muy estúpido -agregó como reflexionando-¿Quieres venir a mi picnic?
-Preferiria quedarme a terminar mi trabajo y conseguir ropa apropiada para usted,pero si desea que vaya...
-Quedate entonces-lo interrumpió Mary y después de revolverle el cabello como a un niño cruzó la cocina para ir al estanque.
Dai se peino el cabello con la mano,un poco disgustado. Mary desaparecía en el patio cuando él volteó a verla. Se sonrió al mirar hacia la sala. No fue esa sonrisa de hoja de afeitar,sino una genuina y de buen ánimo, aunque fue breve. Una esfera de cristal apareció delante de él y le mostró a Milk.
-Veremos que hará ahora, mi estimada ama...-murmuró tras ver lo que esa mujer de negro cabello estaba haciendo.
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