12._Charla
Mary no estuvo segura del motivo, pero se puso de pie para apartarse de él. Dai soltó un suspiro y se giró hacia la mujer, que caminó lentamente hacia la ventana. Si bien los ojos de Mary miraron el campo, lo cierto era que no lo estaba viendo.
-Has vivido mucho tiempo aquí- dijo en voz baja, como para ella nada más- Seguramente tienes muchas historias que contar respecto a mi familia...
-Así es- afirmó Dai, con una sutil expectativa en las moradas pupilas,que parecían brillar un poco en la penumbra de la habitación.
-Si pudiera definir a mi familia materna en una palabra, esa sería: excéntrica -le dijo Mary viendo el reflejo de Dai en el cristal de la ventana- Hay un montón de personajes estrambóticos en mi linaje. Tenía un tío llamado Nicanor, que vivía en una pequeña habitación en las tierras de sus patrones. Su cuarto tenía monedas por todas partes. El dinero estaba tirado en el piso y sobre los muebles. Era un tipo muy extraño al que sólo ví tres veces en mi vida, pero se quedó en mi memoria para siempre- Mary se quedó callada un rato-¿Cuál ha sido tu amo más excéntrico, Dai?
-Supongo que el señor Maximilian- respondió el mayordomo llevándose la mano a la barbilla y bajando la mirada- Gran parte de su vida la paso encerrado en su habitación, en una casa que fue demolida hace cien años. Era un buen hombre pese a su...mal.
-¿Y qué hay de tu primer amo? ¿Cómo era él?-le preguntó Mary viéndolo todavía en el reflejo del cristal.
-Era un hombre ambicioso y avaro -respondió de forma rápida y cerrando los ojos.
-Supongo que no te agradó. Imagino que se debe a que gracias a él perdiste tu libertad- comentó la mujer.
Dai le dió la espalda antes de abrir los ojos y caminar hacia un pequeño mueble de cajones que había contra la pared. Allí hizo aparecer una botella de vino, cubierta de un polvo gris que limpio con un pañuelo que sacó de su bolsillo. Lo hizo sin prisa, como ganando tiempo.
-Por el contrario- respondió finalmente, descorchando la botella- Diria que él fue quien me liberó.
Aquello lejos de resolver una duda, género muchas más. Mary aceptó la copa que Dai le ofreció y lo vio quedarse con la otra.
-¿Eras un prisionero?-le preguntó la muchacha.
-No exactamente. Estaba destinado a un labor perpetuo -le respondió antes de beber de su copa.
-¿Eras un demonio o qué?
-Algo parecido-le dijo para después dibujar en sus labios esa sonrisa filosa.
-¿Un ángel?- preguntó Mary y la forma en que él le sonrió, le dió la respuesta.
-¿Sorprendida?
-Un poco...
-Eso es nuevo. Pocas cosas parecen tomarla por sorpresa -le dijo antes de vaciar la copa y dar unos pasos hacia ella- Pienso que la vida es demasiado predecible para usted. Es especial las personas. E imagino que eso hace las cosas un poco aburridas ¿Me equivoco?
-Un ángel -exclamó Mary ignorando, a conciencia, lo que él le dijo-¿Qué pasó? ¿Caiste del cielo?
-No puedo responder esa pregunta.
Mary guardo silencio y pensó un poco.
-Dijiste que mi antepasado te dió libertad...Como un ángel que eres estabas atado a las leyes divinas, supongo- comenzó a decir Mary, como si estuviera armando un rompecabezas- Mi familia ha tenido personajes muy excéntricos...no sería extraño que el hombre que hizo el contrato contigo practicará algún tipo de arte mágico mediante el cual...convocó un ángel.
-Conjurar un demonio cualquiera lo hace -le dijo Dai- Un ángel es un asunto más complicado. Su antepasado, el señor William, fue un hombre muy hábil. Él cojuró un ángel para obtener conocimiento sobre lo que ningún hombre puede tener conocimiento. Hay respuestas que me costarían mi existencia. En vista de que le fui inútil, el señor William iba a devolverme al cielo. Fue cuando le ofrecí un trato. Mi dávida fue aquello con lo que todo mortal sueña. Su contraoferta fue una vida de servidumbre a su sangre. Ese fue el truco mediante el cual me engaño. Infinitas son las generaciones que llevarán la sangre del señor William y yo debo serviles así tengan un 0.000001 % o menos de su... Descendencia.
Dai calló y se sirvió más vino. Lo bebió con menos elegancia, con una actitud resentida.
-Un deseo de algo improbable- murmuró Mary y bebió un poco de vino antes de descansar su espalda en el cristal de la ventana.
Dai sólo podía hablar de lo que su amo estaba en conocimiento, respecto a lo que él se refería. Eso descubrió Mary y lo confirmó aquella noche.
-Antes podías salir, pero ahora estás encerrado aquí y yo estoy encerrada contigo-le dijo Mary- Lo que te lo impide no es una orden de uno de tus anteriores señores... Entonces ¿Es un castigo?
-Se podría decir que lo es.
-Es una punición, pero no es una orden. No es algo que fue estipulado... lo que quiere decir que no hace parte de tu contrato con ese tal William.
-Es correcto- afirmó Dai disimulando la ansiedad que estaba sintiendo.
-¿Utilizaron magia?
-No-respondio Dai viéndola directamente a los ojos.
-¿Te quitaron algo?
-Sí...
-¿Qué?
-No puedo decirlo -le contestó logrando molestar a Mary que le arrojó el vino a la cara. Él lo evadió fácilmente.
-Te odio.
-Lo sé. Me lo dice constantemente -le respondió Dai con esa sonrisa burlona y afilada.
Mary dejó la copa en el marco de la ventana y fue a sentarse al diván.
-¿Hay otros cómo tú?
-Es posible, sin embargo, así tuviera a otro ángel en frente de mí, no podría saberlo -le explicó Dai llenando su copa por tercera vez- Cosas de mi naturaleza...
Mary lo miró con atención. Le surgieron algunas ideas, pero se las calló.
-Creo hemos hablado bastante de mí y no me siento cómodo acaparando el contenido de esta charla -manifestó dándole la copa de la que él estuvo bebiendo- Seguramente usted tiene historias interesantes que contar. Me gustaría oír algunas.
-Dimelo tú, después de todo me has estado vigilando por mucho tiempo.
-Es cierto. La he visto desde hace mucho, pero no he dedicado mucho tiempo a usted. Soy alguien muy ocupado. Mis amos me dan poco tiempo libre-
declaró con una tonalidad en la voz que no dejo claro si se estaba burlando o no- Si bien puedo decir que la conozco bien, hay cosas respecto a usted de las que soy un completo ignorante.
-¿Y qué quiere saber?
-Prefiero ir descubriendo esos detalles por mi cuenta -le contestó el mayordomo logrando que Mary lo mirase con atención- Así es mucho más interesante ¿No le parece?
-Sí- le respondió. Después de todo por ese motivo ella no le hizo más preguntas esa noche.
-¿Desea dormir?
-No. Todavía es temprano ¿Por qué no me hablas de mis antepasados? Me gustaría saber un poco de mí familia.
-Como quiera...
Y Mary se quedó oyendo respecto a los anteriores amos de Dai, hasta las cuatro de la mañana, momento en que el mayordomo la descubrió dormida con la cabeza apoyada en la cabecera del diván. Se levantó para acostarla en ese mueble y luego atrapar a una de esas esas serpientes que se enroscó en su mano. El extraño ser parecía querer volver hacia la muchacha, pero acabó siendo dominado por su captor que lo libero sacándolo por la ventana. La alargada y translúcida criatura voló sobre el campo hasta dar con un hombre que iba hacia los invernaderos. Él no la advirtió, pero la serpiente se metió dentro de él.
A la mañana siguiente, los jornaleros que trabajaban para Mary llegaron comentando que encontraron un hombre en muy mal estado en el camino. Parecía muerto, sin embargo, tenía los ojos abiertos y respiraba con dificultad. Dai oyó aquella con un semblante inmutable y un oído atento a lo que ocurría en la casa. Mary y su madre estaban desayunando en la cocina.
Las mujeres hablaban poco y de manera medio esquiva tocaron el asunto de la hacienda. Mimi le advirtió a su hija que no contaba con la suficiente experiencia para el proyecto que tenía en mente. Sin mencionar que era ignorante de muchas cosas respecto al mismo. Mary le dijo que era muy conciente de sus falencias y que tampoco pretendía llegar a convertirse en una maestra en todo lo que conllevaba su proyecto, después de todo una empresa requería distintos tipos de funcionarios para echarla andar y ella tenía que dar con los engranes correctos para echar a andar su industria.
-Bueno...-suspiró su madre- Tú sabes lo que haces. Sólo no esperes que yo o alguien de la familia te socorra si algo sale mal.
-Descuida. Tengo planeado fingir mi muerte si acaso acabó en la banca rota.
-Contigo uno nunca sabe si hablas en serio, te estás burlando o sólo estás mintiendo. Te pareces tanto a tu padre -se lamento Mimi- Ahora ven acá y dale un beso a tu madre ¿Qué? Jamás serás lo suficientemente mayor para no besar a tu madre.
-Sí, pero no quiero besarte-le contestó Mary que acabó siendo atrapada por los brazos de su mamá y recibiendo un beso en la mejilla- Me embarraste lápiz labial,Mimi...
La mujer le limpió la mejilla con el dedo que se metió en la boca, provocando en su hija ganas de ir a echarse detergente en el rostro. Obviamente no lo hizo. Mimi le dijo que no hacía falta que la llevara a la terminal, pero que podía enviar a uno de sus empleados con ella en la camioneta. Mary accedió con gusto, pues tenía ganas de revisar la carpeta que ella le dió. Una vez se despidió de Mimi, subió a su habitación y ahí se quedó revisando los títulos de propiedad, recortes de periódico y viejas fotografías que había encontrado su madre. Por supuesto eran copias, pero resultó bastante información. El problema es que todo lo allí expuesto, Dai se lo contó durante la noche. No había nada nuevo, sin embargo, Mary notó que en las fotografías que mostraban a Dai, con sus señores, él siempre estaba portando un bastón con una esfera negra en el extremo superior. Desde luego no pudo dejar de apreciar que su mayordomo no cambiaba más que la ropa a lo largo de los años. No pudo evitar preguntarse que se sentiría vivir en la forma en que él lo hacía y qué tan malo podía ser el cielo, como para que un ángel no quisiera volver.
Esa tarde, mientras Mary intentaba entender el contenido de unos documentos llevado por el nuevo contador, la policía llegó a la casa. Así fue como la muchacha se enteró de que el puesto que mantenía en el mercado fue atacado por unos hombres que también golpearon al vendedor. El chico estaba en el centro de salud, con un brazo roto y una un ojo hinchado, pero fuera de eso estaba bien. Mary se fue con los policías para hacer una denuncia formal en contra de los responsables. Sabía que no lograría mucho con eso, pero no podía dejar pasar el asunto. También habló con el chico golpeado, prometiendo hacerse cargo de los gastos y enviándolo a cada unas semanas con su paga garantizada. El muchacho se mostró satisfecho con eso.
Cuando salía del centro de Salud, Mary se encuentro con Milk que se veía un poco afligida. Le pidió hablar con ella y la muchacha aceptó.
En un pequeño café del pueblo, las mujeres entablaron una breve charla en la que Milk le habló respecto a los hombres que atacaron al chico. Le contó de los hacendados celosos de su éxito y de que debería cuidarse de ellos, pues unos días atrás unos hombres entraron a sus tierras intentando dañar su maquinaria de trabajo. Mary le preguntó si ella estaba bien y Milk le dijo que si,que no habían conseguido hacer dañó.
-Supongo que te acataron porque hiciste negocios conmigo. No te preocupes, esas personas pronto quedarán al descubierto- le dijo Mary que se estaba sintiendo un poco mal. Se despidió y se fue.
Para sorpresa de Mary, su motocicleta estaba fuera del establecimiento. La muchacha se sonrió, se puso el casco y partió. Ella no notó que unos hombres la estaban siguiendo desde que llegó a la estación de policía. Para cuando Mary advirtió lo que pasaba, se encontraba en el solitario camino a la hacienda. El auto iba acelerando y tocando la bocina con una intensión no muy clara, pero que puso bastante nerviosa a Mary que aumentó la velocidad de manera muy peligrosa. La muchacha miró por el lente retrovisor de la motocicleta, estaban por alcanzarla cuando un árbol, de los que había en la orilla del camino, cayó sobre el vehículo. Lo siguiente que sintió Mary fue una breve caída hacia abajo. Un parpadeo después se descubrió en los brazos de Dai, de vuelta en su casa.
-¿Se encuentra bien?-le preguntó con su más gentil sonrisa, el eficiente mayordomo y Mary le respondió moviendo la cabeza arriba y abajo de forma algo tiesa- Que bueno ¿Quiere algo especial para la cena?-le consultó a lo que ella respondió moviendo la cabeza de un lado a otro.
Mary se le quedó viendo un instante, antes de meter el rostro en la curva del cuello del mayordomo y sujetarse de él. Estaba asustada. Desde luego, Dai lo notó y cerrando los ojos de una manera tranquila, le dijo:
-La voy a proteger siempre. No tiene nada que temer...
La respuesta fue un abrazo más fuerte de parte de la mujer, que cerró los ojos diciendo:
-Estoy cansada...
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